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Me interesé en ir más allá para comprender el campo

Janeth Bolaños durante actividades de capacitación con productores. (Foto: Janeth Bolaños)
Janeth Bolaños durante actividades de capacitación con productores.

El quehacer científico es un complejo y fascinante sistema que requiere la colaboración de múltiples perfiles académicos y profesionales, así como de instituciones y actores de diversos sectores. La ciencia avanza colectiva y multidisciplinariamente. Así, detrás de cada descubrimiento, de cada avance tecnológico y de cada proyecto de investigación exitoso, hay una estructura que sostiene y hace posible el trabajo científico. En ese entramado, mujeres como Janeth Bolaños Vargas desempeñan un rol crucial que, aunque a menudo pasa desapercibido, es fundamental para el progreso y la diseminación del conocimiento científico.

Janeth es Analista en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). En Colombia, donde ella se desempeña y desde donde colabora para proyectos como Colombia Agroalimentaria Sostenible y Naturaleza Positiva,  estudió Contaduría Pública y, animada por comprender lo que ocurre y se hace en el campo, decidió iniciar la maestría en Gestión y Desarrollo Rural, la cual está por culminar. “Me interesé en ir más allá para comprender qué hacíamos en el campo, cuáles son las labores culturales del maíz, los ciclos y el impacto de nuestra investigación”, comenta.

Janeth Bolaños y parte del equipo de trabajo con el que promueve innovaciones sustentables entre los productores colombianos.
Janeth Bolaños (esquina superior izquierda) y parte del equipo de trabajo del CIMMYT con el que promueve innovaciones sustentables entre los productores colombianos.

La trayectoria de Janeth es un ejemplo vivo de cómo las disciplinas STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas, por sus siglas en inglés) trascienden los espacios tradicionales de la ciencia, como los laboratorios, y extienden su campo de acción e impacto a la vida de las personas, como los agricultores y los técnicos con quienes Janeth impulsa constantes acciones de desarrollo de capacidades, trazando y facilitando los caminos para que el conocimiento científico llegue a la sociedad.

Para Janeth, el camino de su trayectoria profesional estuvo iluminado por mujeres de su entorno: “Mis modelos a seguir los he encontrado en las mujeres de mi familia, como mi madre. También mis maestras del colegio y recuerdo una entrevista a Rigoberta Menchú. Su liderazgo en defensa de los pueblos indígenas y de la mujer en la sociedad me inspiró profundamente”.

“En mi trabajo actual, me inspiro en mujeres poderosas que han construido su carrera con determinación. Entre ellas Gabriela González, administradora de Proyectos y quien es una mujer con gran habilidad de liderazgo; también Jessica González, coordinadora de Investigación, quien con gran destreza transmite a las mujeres en los territorios que somos fuerza, somos cultura y somos valiosas”.

Janeth Bolaños en una sesión;on de capacitación; on en poscosecha comparte el conocimiento científico con los productores.
Janeth Bolaños en una sesión;on de capacitación; on en poscosecha comparte el conocimiento científico con los productores.

Su experiencia también refleja los desafíos de muchas mujeres que combinan trabajo, estudios y vida familiar. Así, en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Janeth tiene un mensaje claro: «Crean en sí mismas, en su potencial y en esa voz interior que las impulsa. La curiosidad y el deseo de aprender son la base de cualquier carrera científica o tecnológica. Sigan sus sueños con acciones perseverantes y, si algún día sienten que quieren rendirse, dense el tiempo para hacer una pausa, reflexionar y retomar el camino. Cuídense, valoren su entorno y busquen apoyo en personas que las inspiren y fortalezcan».

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Vocaciones científicas que transforman el futuro alimentario de la humanidad

María Luisa Cabrera en el laboratorio donde desarrolla su quehacer científico dentro del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT).
María Luisa Cabrera en el laboratorio donde desarrolla su quehacer científico dentro del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT).

El avance de la ciencia y la tecnología depende de la diversidad de talentos que contribuyen a su desarrollo. Sin embargo, en áreas como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), la participación femenina continúa siendo reducida. En México, solo el 22 % de las mujeres matriculadas en educación superior estudian carreras STEM y, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), solo el 13.5 % egresa.

Esta situación presenta tanto desafíos como oportunidades. La ciencia, particularmente en sectores esenciales como la seguridad alimentaria y la nutrición, requiere una mayor presencia de mujeres que impulsen cambios significativos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha destacado la urgencia de integrar a más investigadoras en el ámbito de las ciencias agrícolas con el fin de acelerar innovaciones que mejoren la producción y el bienestar de las comunidades rurales.

Un ejemplo del impacto transformador de las mujeres en la ciencia es María Luisa Cabrera Soto. Desde su infancia, Luisa se sintió inspirada por mujeres científicas que aparecían en los medios de comunicación, lo que la motivó a soñar con trabajar en un laboratorio. “Esas mujeres fueron mi referencia, mi fuente de inspiración. Me visualicé a mí misma y dije: «Quiero trabajar en un laboratorio»”. No obstante, su camino no fue sencillo. Proveniente de una familia con expectativas centradas en roles tradicionales de género,  enfrentó resistencia a su deseo de dedicarse a la ciencia.

El primer obstáculo que encontró fue la negativa rotunda de su familia. “Provengo de una familia con seis mujeres y una figura patriarcal. Escuchar frases como «no estás capacitada para estudiar algo tan complejo como la ciencia o las matemáticas», representó la primera barrera que debí superar”, relata.

“Tuve que romper con esos estigmas familiares, con esas tradiciones y decirme a mí misma: «Soy capaz de estudiar lo que me motiva, lo que me gusta y apasiona, que es la ciencia». «Ser mujer no me limita a realizar exclusivamente actividades domésticas»”.

Hoy, la niña que soñó trabajar en un laboratorio forma parte del equipo de investigación del CIMMYT y, como asistente de investigación, su trabajo en el área de cromatografía —procedimiento que permite separar, identificar y cuantificar los componentes químicos de diversas mezclas— permite evaluar la calidad nutricional de diversos cultivos, principalmente el maíz. Su labor tiene un impacto directo en la alimentación y la salud de diversas poblaciones, así como en la actividad de los productores agrícolas.

La historia de María Luisa se ha convertido en un referente para sus hermanas, quienes también han incursionado en el mundo de la ciencia, demostrando que una decisión personal puede transformar generaciones. “Rompí ese paradigma en mi familia y, afortunadamente, mis cuatro hermanas menores, también optaron por la ciencia. Fue un cambio que derribó una gran barrera en mi hogar”.

A través de su quehacer científico, Luisa y otras investigadoras del CIMMYT contribuyen significativamente a la mejora de las condiciones humanas en un sector donde las mujeres desempeñan un papel fundamental en la producción y seguridad alimentaria, desde el campo hasta el laboratorio.

El escaso porcentaje de mujeres en carreras STEM en México y a nivel mundial, no solo representa un problema de equidad, sino también un obstáculo para el desarrollo de soluciones innovadoras en sectores clave. De acuerdo con la UNESCO, solo el 33.3 % de los investigadores en el mundo son mujeres. En este sentido, el mensaje de Luisa para las niñas y jóvenes de México es claro: «Sigan sus sueños, cuestionen el mundo y no permitan que su curiosidad y entusiasmo se apaguen por ideologías sociales o tradiciones familiares. Cada vez somos más mujeres en este ámbito y debemos apoyarnos mutuamente».

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Guardianas de la diversidad: La labor de Carolina Sansaloni

Carolina Sansaloni, especialista en genotipificación y curadora de trigo, resalta el papel de las mujeres en la ciencia y la conservación agrícola. (Foto: Gabriela Bracamonte/CIMMYT)
Carolina Sansaloni, especialista en genotipificación y curadora de trigo, resalta el papel de las mujeres en la ciencia y la conservación agrícola. (Foto: Gabriela Bracamonte/CIMMYT)

Desde niña, Carolina Sansaloni sintió curiosidad por la naturaleza y la genética. Su deseo por encontrar respuestas la llevó a recorrer un camino desafiante, pero que la condujo a donde está hoy: líder de la Colección de Trigo del Banco de Germoplasma del CIMMYT, una de las más importantes del mundo. Su labor y la de su equipo son fundamentales para la seguridad alimentaria y nutricional, pues garantizan que la diversidad genética del trigo y el maíz permanezca protegida y disponible para enfrentar los retos del cambio climático y la creciente demanda de alimentos.

Para mí, la mayor satisfacción es saber que lo que hacemos en el CIMMYT ayuda a que más personas tengan un plato de comida en la mesa. No es un esfuerzo individual, es un esfuerzo colectivo por un bien mayor”, expresa Sansaloni con convicción.

Pero el impacto del Banco de Germoplasma va más allá de la conservación. Su equipo, conformado por científicas, técnicas, trabajadoras de laboratorio y personal de campo, desempeña un papel crucial en la investigación y en el resguardo de una de las colecciones más valiosas de maíz y trigo a nivel mundial. Desde la recolección y almacenamiento de semillas hasta su caracterización y distribución para programas de mejoramiento genético, cada mujer en este equipo es parte esencial de la misión del CIMMYT: generar ciencia e innovación para un mundo con seguridad alimentaria y nutricional.

El camino de las mujeres en la ciencia no ha sido fácil. Sansaloni reconoce que, aunque ha contado con mentores y apoyo en su carrera, hay retos que muchas mujeres enfrentan en el ámbito científico. “La voz femenina en la ciencia hay que ganarla. Nos enfrentamos a obstáculos, pero con perseverancia, apoyo y determinación, podemos lograrlo”, afirma.

Uno de sus mayores desafíos fue dejar su hogar en Argentina para seguir su vocación. “El mayor desafío fue salir de mi entorno, de mi familia, de mis amigos, pero tenía claro que mi motivación era la ciencia y su capacidad de transformar el mundo”. Hoy, su historia inspira a muchas jóvenes a atreverse a explorar su curiosidad y seguir el camino de la ciencia.

A las niñas que sueñan con la ciencia, les dice: “Exploren, pregunten, descubran. Nada es imposible con esfuerzo y dedicación”.

A los padres y madres, les aconseja: “Fomenten la curiosidad de sus hijas e hijos, permitan que tomen sus propias decisiones y los sorprenderán con su capacidad de innovar”.

En este Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, celebramos a todas las mujeres del CIMMYT que, con su conocimiento, compromiso y dedicación, son clave para alcanzar un mundo con seguridad alimentaria y nutricional.

Si alguna vez soñaste con cambiar el mundo, la ciencia es un gran lugar para empezar.

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Romper el techo de cristal, la ciencia a través de los ojos de Noemí Valencia Torres

Noemí Valencia, gerente del Laboratorio de Sanidad de Semillas del CIMMYT, analiza semillas para garantizar su calidad y seguridad fitosanitaria. (Foto: Gabriela Bracamonte/CIMMYT)
Noemí Valencia, gerente del Laboratorio de Sanidad de Semillas del CIMMYT, analiza semillas para garantizar su calidad y seguridad fitosanitaria. (Foto: Gabriela Bracamonte/CIMMYT)

En el marco del Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia, conversamos con Noemí Valencia Torres, gerente del Laboratorio de Sanidad de Semillas del CIMMYT. Su historia es un testimonio de perseverancia, pasión y compromiso con la investigación agrícola.

Desde sus primeros años universitarios, Noemí descubrió su vocación por la agronomía.“Nunca imaginé trabajar en la ciencia hasta que llegué a la universidad”, confiesa. Fue allí donde su interés por la agronomía tomó forma y se orientó hacia la investigación. Su definición como científica llegó con el desarrollo de su tesis de licenciatura, un momento clave en su trayectoria.

Al integrarse al CIMMYT, su entorno fue determinante. “Trabajé con un investigador del programa de trigo en ese momento, pero también estuve rodeada de mujeres que, al igual que yo, desarrollaban sus proyectos de tesis con pasión”, relata. Ver a estas mujeres en acción, tanto en el campo como en el laboratorio, reforzó su convicción de que estaba en el camino correcto. En general su trayectoria en el CIMMYT ha sido entre mujeres apasionadas por la ciencia, que han sido su motivación.

Sin embargo, ser mujer en la ciencia no ha estado exento de desafíos. Uno de los momentos más retadores para Noemí fue trasladarse a Ciudad Obregón, Sonora, para su investigación. “Fue la primera vez que salía sola de casa. La inseguridad y la distancia fueron retos, pero al final, cada obstáculo me llevó a un aprendizaje valioso”, comenta. El escuchar “el trabajo de campo no es para las mujeres”, fue algo que también la hizo valorar y reconocer que cuando hay pasión por lo que haces nada es limitante.

Hoy, su labor en el Laboratorio de Sanidad de Semillas del CIMMYT es fundamental. “Aquí realizamos análisis fitosanitarios de la semilla que el CIMMYT moviliza a nivel global. Nos aseguramos de que no haya riesgos de enfermedades ni patógenos que puedan afectar la producción agrícola”, explica. Con un equipo conformado en su mayoría por mujeres de ciencia, su trabajo es fundamental para garantizar la seguridad alimentaria y el intercambio internacional de semillas.

Para las niñas y mujeres que sueñan con una carrera en ciencia, Noemí tiene un mensaje claro: “No hay limitantes. No tengan miedo de dar el paso, de preguntar y explorar. La ciencia es para todos y necesitamos más mujeres en este camino. Si ya han decidido estudiar ciencias, sigan adelante, abran camino y motiven a más mujeres a sumarse”.

Con historias como la de Noemí Valencia Torres, es claro que la ciencia no tiene género y que cada vez son más las mujeres que, con pasión y esfuerzo, transforman el mundo.