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Crisis hídrica en Sinaloa: desafíos y respuestas desde el campo

Cultivos afectados por la sequía extrema y la falta de agua. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)
Cultivos afectados por la sequía extrema y la falta de agua. (Foto: Jenifer Morales/CIMMYT)

Sinaloa, uno de los principales graneros de México, enfrenta una severa crisis hídrica que amenaza la seguridad alimentaria y la economía regional. En el ciclo agrícola 2024-2025, la escasez de lluvias y el bajo nivel de las presas han impactado la producción de maíz, cultivo clave para el estado. Las principales presas registran niveles críticos, con la presa Luis Donaldo Colosio operando al 15.7 % de su capacidad, lo que refleja una tendencia alarmante.

Desde 2023, más de la mitad del estado sufre sequía, con el 22 % de su territorio en condiciones excepcionales. Esta situación ha reducido las áreas sembradas, y ha dejado fuera hasta 150 000 hectáreas este ciclo agrícola. Solo se planean sembrar 49 000 hectáreas de maíz, muy por debajo de las 290 000 del ciclo anterior. La falta de agua ha encarecido los costos de producción y ha disminuido la rentabilidad, lo que ha agravado la situación de los agricultores.

En medio de esta crisis, el CIMMYT, a través de su Hub Pacífico Norte, ha impulsado soluciones innovadoras como la cobertura de rastrojo. Carolina Cortez Pérez, coordinadora técnica en Sinaloa, destaca que esta práctica ha resultado crucial en años secos: “El dejar el rastrojo en el suelo permite conservar humedad después de las lluvias, lo que facilita el inicio de ciclos agrícolas en temporal y reduce la cantidad de agua necesaria para el primer riego de asiento en cultivos de otoño-invierno. Por ejemplo, la lámina de riego puede reducirse de 280-320 mm a 200-260 mm, ahorrando agua y tiempo”.

Cortez también señala que el uso del rastrojo ayuda a disminuir el estrés hídrico en los cultivos, extendiendo en hasta cinco días la resistencia entre riegos. “Esto es clave cuando la programación de riegos se vuelve lenta en temporada alta, dando a los agricultores un margen para manejar mejor la sequía”, añade.

Además del uso de rastrojo, el CIMMYT promueve diversas prácticas agrícolas sostenibles que buscan optimizar el uso del agua y mejorar la productividad en condiciones de sequía. Entre estas destacan la agricultura de conservación, que permite reducir costos de producción y mejorar los rendimientos gracias al uso eficiente de los recursos. También se fomenta el empleo de coberturas vivas, las cuales mantienen raíces activas durante los periodos de descanso, ayudando a captar agua y fijar nitrógeno en el suelo.

Otra estrategia clave es la rotación de cultivos, que incorpora especies con menor demanda hídrica y un potencial mercado viable, ofreciendo mayor flexibilidad a los agricultores. Asimismo, el uso de técnicas como el riego alterno y las tiradas cortas optimiza la aplicación del agua, reduciendo el estrés hídrico de los cultivos y maximizando su producción. Finalmente, se enfatiza la necesidad de contar con infraestructura adecuada, como pipas de riego y la nivelación del suelo, para mejorar la eficiencia en el manejo del agua.

Cortez expresa que es indispensable avanzar en políticas públicas que fortalezcan la resiliencia agrícola. “Es fundamental implementar equipos de medición de riego para evitar desperdicios y garantizar que el agua llegue a donde se necesita. También es crucial entubar canales de riego para prevenir infiltraciones y evaporación, especialmente en el trayecto desde las presas hasta los campos más alejados. Por último, hace falta más inversión en experimentación y tecnologías que indiquen el momento óptimo para el riego en cada cultivo”, enfatiza.

La crisis hídrica en Sinaloa subraya la necesidad de integrar innovación tecnológica, prácticas agrícolas sostenibles y políticas públicas efectivas. Las palabras de Carolina Cortez reflejan la importancia de estas acciones conjuntas: “Solo mediante un manejo eficiente del agua y el uso de tecnologías adecuadas podemos afrontar los retos actuales y construir un futuro más resiliente para los agricultores sinaloenses”.

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Granos enteros como camino hacia la salud y la sostenibilidad

Natalia Palacios e Itria Ibba posan junto con productoras de Oly, alimentos sin gluten, en el festejo del Día del Grano Entero celebrado en CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcon/CIMMYT)
Natalia Palacios e Itria Ibba posan junto con productoras de Oly, alimentos sin gluten, en el festejo del Día del Grano Entero celebrado en CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcon/CIMMYT)

En el campus principal del CIMMYT, Natalia Palacios, especialista en calidad de grano, explicó: «Hoy celebramos la importancia de consumir granos enteros de diversos cereales como maíz, trigo, arroz, mijo, avena, así como pseudocereales como amaranto, chía y quinoa, además de leguminosas. Cada uno aporta beneficios específicos para la salud intestinal y la flora intestinal, ayudando a prevenir enfermedades no transmisibles como diabetes, obesidad y sobrepeso. Este evento nos permite crear conciencia sobre la relevancia de los granos enteros y fomentar cambios graduales en nuestros hábitos alimenticios para mejorar nuestra salud y la del planeta.»

En el marco del Día Internacional del Grano Entero, CIMMYT reunió a emprendedores que transforman y promocionan productos basados en granos enteros. Por ejemplo, productores de maíces criollos de Tlaxcala y aliados como La Huerta Gosen, que combinan maíz con ingredientes como chía, quinoa, amaranto y nopal. También estuvieron presentes iniciativas que integran trigo entero con otros cereales, lo que ofreció opciones saludables e innovadoras.

 

Los cereales son esenciales para la dieta humana, ya que proporcionan más de la mitad de las calorías globales y son una fuente importante de carbohidratos, fibra dietética, proteínas de origen vegetal y micronutrientes. Asimismo, los cerelaes forman parte de la cultura alimentaria de varias regiones del mundo, sobretodo el grano entero.

Existen diferentes estudios científicos que han demostrado que el consumo de granos enteros reduce significativamente los riesgos de enfermedades crónicas y mortalidad prematura, incluyendo obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer; así como otros beneficios para la salud.

Natalia Palacios destacó que consumir granos enteros no implica un cambio radical, sino un proceso gradual: «No se trata de cambiar de un día para otro, pero podemos empezar a reducir el uso de harinas refinadas e integrar poco a poco más granos enteros. Así nuestro organismo se habitúa a estos alimentos, mejorando nuestra salud.»

Desde un enfoque nutricional, los alimentos a base de cereales, especialmente los integrales, son esenciales para una dieta equilibrada. Las personas que omiten estos alimentos pueden tener deficiencias de fibra y micronutrientes fundamentales para el organismo.

Los granos refinados, al eliminar el salvado y el germen durante su procesamiento, pierden nutrientes clave como fibra dietética y vitaminas. Aunque algunos países fortifican obligatoriamente los granos refinados para reemplazar estas pérdidas, no alcanzan los beneficios completos que ofrecen los granos enteros.

Además de los beneficios para la salud, los granos enteros tienen un impacto positivo en la sostenibilidad alimentaria. Su producción requiere menos procesamiento, lo que reduce el uso de recursos y desperdicios. Maria Itria Ibba, jefa del laboratorio de química y calidad de trigo, subrayó: «El consumo de granos enteros no solo beneficia nuestra salud, sino también la sostenibilidad del planeta.»

En este Día Internacional del Grano Entero, el mensaje es claro: integrar más alimentos de grano entero en nuestra dieta no solo promueve una vida más saludable, sino también un futuro más sostenible. Por ello, el CIMMYT colabora con especialistas internacionales, organismos globales y actores del sector público y privado para fortalecer los sistemas de semillas y agroalimentarios. Estas alianzas permiten a los pequeños productores adoptar prácticas más resilientes frente al cambio climático, mientras se impulsa una mejor nutrición para todos, avanzando hacia un mundo más saludable y equitativo.

 

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Sembrar juntos, una pasión que crece en el corazón del campo

De izquierda a derecha la familia Valor: Linaxi, Jacinto Rafael y Celia. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)
De izquierda a derecha la familia Valor: Linaxi, Jacinto Rafael y Celia. (Foto: Sarah Martínez/CIMMYT)

Originario de la región de Papaloapan, Oaxaca, Jacinto Rafael Valor nació entre montañas y sembradíos. Desde muy pequeño descubrió que su lugar estaba en el campo, ya que este fue su hogar, su entretenimiento, su escuela y, con el tiempo, su vocación. Como ingeniero agrónomo especializado en fitotecnia, recorrió durante años las comunidades de Oaxaca como extensionista, y se dedicó a enseñar a los campesinos a aprovechar sus tierras y a sembrar con conocimiento. No había en él mayor felicidad que compartir lo que sabía sobre su gran pasión, y, a la par, ayudar a su gente, pero la vida le tenía preparado un reto inesperado.

En 2008, Jacinto notó que su vista comenzó a nublarse. Los médicos le explicaron que era una enfermedad congénita que avanzaba poco a poco. Para él, acostumbrado a ver hasta los últimos detalles de las plantas y las parcelas, fue como perder una parte de sí mismo. Pero Jacinto no estaba solo, su esposa Celia y su hija Linaxi decidieron ayudarlo a seguir adelante. “No tienes que dejar el campo, nosotras te vamos a acompañar para que sigas siendo extensionista”, le dijeron.

Celia, con una fuerza admirable, no solo aprendió a manejar para llevar a Jacinto a sus reuniones, cursos y visitas a las parcelas, sino también se puso a estudiar para entender los apuntes que hacía en las sesiones de sus capacitaciones. Linaxi, entonces en la preparatoria, se sintió tan inspirada que decidió sumarse también. Y lo que empezó como un acto de apoyo familiar se convirtió en una vocación compartida. La hija de Jacinto al finalizar sus estudios de contaduría se inscribió en agronomía, decidida a ser parte del cambio que su padre impulsaba en la región.

Al trabajar junta, la familia se integró en proyectos clave como Sembrando Vida y en diversos proyectos implementados por el Hub Pacífico Sur del CIMMYT. Estos espacios de aprendizaje y colaboración comunitaria les dieron herramientas que fueron más allá del cultivo. Jacinto, Celia y Linaxi participaron en capacitaciones de temas agronómicos y de género, que les ayudaron a entender el trabajo en el campo como algo integral, donde las técnicas agrícolas se combinan con el bienestar social. Cada visita al Hub es una oportunidad para aprender algo nuevo, fortalecer sus lazos familiares y transmitir esos conocimientos a los productores de Papaloapan.

Para Jacinto, las sesiones de trabajo con el Hub, tanto capacitaciones como eventos demostrativos en temas relacionados con prácticas sostenibles, han sido relevadoras. En su curso como técnico certificado, entendió que su trabajo podía tener un respaldo científico que fortaleciera sus recomendaciones. Las reglas de disciplina y puntualidad que aprendió en las capacitaciones del CIMMYT le hicieron aún más consciente de la responsabilidad de su rol como líder rural. De hecho, la puntualidad se convirtió en su sello: nunca llegaba tarde a una reunión y sus colaboradores sabían que podían confiar en él.

Linaxi, quien en un principio se había sentido nerviosa al cambiar de carrera, pronto encontró en el modelo del Hub impulsado por el CIMMYT una fuente de inspiración. Le sorprendió la manera en que el CIMMYT explicaba cada técnica y la claridad con la que mostraban que el campo no era solo sudor y trabajo físico, sino un espacio donde el conocimiento podía transformar vidas. Para ella, su familia ya no era solo su apoyo, sino su equipo y su red de colaboración. En cada capacitación, han logrado aprender conjuntamente, para después llevar esas ideas a los pequeños productores, que ahora ven en ellos una familia comprometida y profesional.

A través de los programas estatales donde participa y al ser parte del Hub PSUR, Jacinto y su familia contribuyen a promover prácticas sostenibles, ayudar a pequeños agricultores a mejorar sus tierras y cultivar una relación cercana con cada productor. Al involucrarse con los miembros de sus familias, comenzaron a abrir puertas en zonas donde tradicionalmente el trabajo agrícola era exclusivo para los hombres. La presencia de Celia y Linaxi en el campo ha inspirado a otras mujeres a unirse y a aprender que la agricultura es una actividad donde todas las personas integrantes de una familia pueden participar.

Asimismo, el hijo menor de Jacinto también se interesó por el campo, en la actualidad estudia en Veracruz y sigue los pasos de su padre y su hermana. Así, la pasión de Jacinto se convirtió en un legado familiar. Cada miembro aporta algo único: Celia con su organización y dedicación, Linaxi con sus conocimientos de contaduría y agronomía, y su hijo con la visión fresca de la nueva generación.

En cada capacitación, en cada encuentro con los campesinos, Jacinto recuerda su primer amor por el campo y se siente orgulloso de ver a su familia trabajar a su lado. Para él, el campo no es solo una profesión, es la base de la vida y del futuro. Y sabe que el modelo del Hub ha permeado su estructura familiar. El enfoque de colaboración y acción participativa de un Hub ha consolidado una nueva visión en su familia, donde las capacidades de cada integrante, al sumarse, favorecen la innovación y el impacto. La familia, en cierta forma, es una analogía para explicar el Hub: todos comparten una visión común y colaboran para lograrla, cada uno aporta sus habilidades y fortalezas. En el caso de la familia de Jacinto, esa visión es regenerar la tierra, transformar la vida de los campesinos de Oaxaca y ayudarlos a ser resilientes ante el cambio climático.

Hoy, la familia Valor es mucho más que un equipo técnico; son una verdadera inspiración para su comunidad. En cada parcela y en cada reunión siembran conocimiento, esperanza y una nueva forma de ver la agricultura: no solo como un medio de subsistencia, sino como un espacio donde la familia, la innovación y el compromiso se entrelazan para dar vida a los anhelos más profundos.

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Ciencia e innovación para la paz: desde la semilla hasta la mesa

Agustín Gregorio Santiago, agricultor de la comunidad de Santa Lucía Ocotán de Morelos, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)
Agustín Gregorio Santiago, agricultor de la comunidad de Santa Lucía Ocotán de Morelos, Oaxaca. (Foto: CIMMYT)

La paz y la seguridad alimentaria son inseparables: donde falta el alimento, el tejido social se debilita y aumentan las posibilidades de conflictos. En este sentido, el CIMMYT y sus colaboradores trabajan en transformar los sistemas agroalimentarios hacia prácticas sostenibles que prioricen la soberanía alimentaria, el bienestar rural y la protección del medioambiente.

Esta transformación inicia en el campo, donde la adopción de innovaciones agronómicas sustentables y el fortalecimiento de sistemas tradicionales, como la milpa, permiten a las comunidades ser autosuficientes y resilientes. Contribuir al desarrollo de México, entonces, implica propiciar condiciones para una producción sustentable y diversificada, brindando herramientas para enfrentar el cambio climático y otros desafíos.

Agustín Gregorio Santiago, agricultor de la comunidad de Santa Lucía Ocotán de Morelos, Oaxaca, representa a miles de agricultores mexicanos que, a través de los hubs impulsados por el CIMMYT y sus colaboradores, han encontrado nuevas alternativas para fortalecer su producción y mejorar su calidad de vida. Para don Agustín, por ejemplo, sembrar nuevas variedades de frijol en asociación con maíz y otros cultivos no es solo una práctica agrícola más o una ocurrencia, sino una estrategia que está aprendiendo para mantener vivo el suelo y la economía familiar.

“Nosotros en el campo, pues siempre buscamos los granos que nos mejoren o que nos den un buen resultado para no quedar sin alimento. Y también a veces nos ayuda lo poquito que sale pues se vende y ya de ahí va uno recuperando la inversión”, comenta. Este espíritu de autosuficiencia es la base sobre la cual el CIMMYT y sus colaboradores construyen una agricultura para la paz a través de un acompañamiento técnico puntual.

La investigación y la ciencia aplicada son los pilares de esta transformación. Las plataformas de investigación, instaladas por el CIMMYT y colaboradores de todos los sectores, permiten desarrollar y validar innovaciones agrícolas adaptadas a las condiciones específicas de cada región. Así, en colaboración, el CIMMYT y sus colaboradores introducen cultivos más resistentes a la variabilidad climática, así como técnicas que promueven la salud del suelo y reducen la dependencia de insumos externos.

Sergio Gil Hernández Pinacho, uno de los técnicos vinculados al Hub PacíficoSur, describe cómo trabajan con productores como Agustín para evaluar la adaptabilidad de nuevas variedades. “La parcela del señor Agustín es un módulo de innovación. Es decir, una parcela donde, por un lado, tenemos la innovación, que es frijol caupí, criollo del Itsmo; y por otro lado un frijol delgado, propio de la comunidad. Estamos evaluando desarrollo vegetativo, rendimientos, adaptabilidad en la zona y, muy importante, el efecto de aprovechar el rastrojo en las parcelas para aumentar la materia orgánica y la salud general del suelo,” explica.

Los hubs son el núcleo de la metodología de transferencia del CIMMYT y sus colaboradores. Este modelo permite que la ciencia salga del laboratorio y llegue directamente a los agricultores, quienes, a su vez, adaptan e integran estas innovaciones en sus parcelas. Así, el modelo del hub permite a los productores conocer y experimentar tecnologías sustentables, como la siembra directa, la gestión de rastrojos y el uso de cultivos de cobertura que mejoran la eficiencia en el uso de recursos y la calidad del suelo.

Los hubs funcionan también como espacios de vinculación entre los actores de las cadenas agroalimentarias —el Hub Pacífico Sur, que se integra en el territorio oaxaqueño, por ejemplo, está conformado por instituciones de gobierno, empresas, organizaciones de productores y otros actores clave—. “Don Agustín también es productor de higuerilla y Ricinomex, una biorefinería local, se la compra porque también forma parte del Hub Pacífico Sur y fomenta prácticas sustentables con sus productores”, señala Sergio.

“La sequía nos afectó mucho con la higuerilla el año pasado. Posteriormente, viniendo de la propia iniciativa del productor, empezamos a buscar alternativas de leguminosas porque él tiene una tienda y la gente de la localidad busca frijoles allí”, puntualiza Sergio, quien además señala que las tecnologías proporcionadas al productor le han permitido seguir produciendo pese a un contexto social adverso para la agricultura en general: la escasez de mano de obra. “Sembrábamos rabanitos y la flor de cempasúchil, borla de gallo, pues porque en aquel entonces tenía yo mis hijos que estaban chicos, pero una vez que ellos ya se fueron para la ciudad, a la escuela, pues ya me vi solo y a veces encuentro mozo, a veces no”, comenta don Agustín.

El productor Agustín Gregorio Santiago y el gerente del Hub Pacífico Sur, Jaime Leal, conversan sobre cómo la diversificación de cultivos también permite generar mejores opciones de forraje. (Foto: CIMMYT)
El productor Agustín Gregorio Santiago y el gerente del Hub Pacífico Sur, Jaime Leal, conversan sobre cómo la diversificación de cultivos también permite generar mejores opciones de forraje. (Foto: CIMMYT)

Para agricultores como don Agustín, quien ya no puede dedicar el mismo esfuerzo al trabajo en el campo debido a su edad y a lesiones que recientemente tuvo, las prácticas promovidas por el CIMMYT a través del modelo del hub se adaptan de manera ideal, permitiéndole seguir produciendo sin tener que depender de un esfuerzo físico agotador. Gracias a la innovación aplicada, don Agustín puede experimentar con nuevas variedades de frijol que requieren menos intervención y ofrecen mejor rendimiento. Además, prácticas como la agricultura de conservación no solo le permiten ahorrar tiempo y energía, sino gestionar su terreno de manera más eficiente.

Por otro lado, el uso de técnicas innovadoras y la diversificación de cultivos ayuda a mejorar la economía familiar, y también a fortalecer el tejido social al brindar a la comunidad acceso a alimentos frescos y de calidad, generando un entorno en el que la agricultura sostenible se convierte en una fuente de paz y desarrollo comunitario.

Al consolidar sistemas agroalimentarios sustentables y resilientes, los hubs contribuyen a cimentar una cultura de paz en el campo mexicano. La paz se cultiva cuando las personas tienen la capacidad de acceder a una alimentación adecuada y las herramientas para sostener sus medios de vida, lo que evita la migración forzada y la ruptura del tejido social. Así, en el marco del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo, CIMMYT reitera su compromiso de acompañar a los agricultores de México en la búsqueda de un futuro próspero y en paz.

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Un encuentro para trazar la ruta hacia la sustentabilidad agrícola en el Norte de México

Hub Meeting de Pacífico Norte. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Hub Meeting de Pacífico Norte. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

Realizado en Ciudad Obregón, Sonora, el pasado 7 de noviembre, el Hub Meeting de Pacífico Norte se desarrolló como un espacio donde investigadores, técnicos, productores y representantes de la agroindustria y el sector público se reunieron para analizar los desafíos y oportunidades en la agricultura de la región. El evento contó con la apertura de José Guadalupe Flores, gerente nacional de Hubs de CIMMYT, quien enfatizó en la importancia actual e histórica de la agricultura en el norte de México.

“Esta región de México tiene una relevancia histórica invaluable en el ámbito de la investigación agrícola global, ya que fue en estas tierras donde el doctor Norman E. Borlaug, uno de los fundadores del CIMMYT, junto con un equipo de investigadores mexicanos y la colaboración de agricultores del Valle del Yaqui y el Valle del Mayo, desarrolló las variedades de trigo mejoradas que dieron inicio a la Revolución Verde y que lo condujeron al Premio Nobel de la Paz en 1970”, señaló Flores Garza.

El Norte de México, consolidado como una importante cuna de innovaciones agrícolas, ha sentado las bases para una productividad sustentable que aún hoy inspira los esfuerzos del CIMMYT en su lucha contra el cambio climático. No obstante, también enfrenta numerosos desafíos relacionados con el incremento de los costos de producción por el alto uso de insumos agrícolas, por lo que la agricultura sustentable y las alianzas para lograr sistemas agroalimentarios resilientes se vuelve una tarea esencial de todas las organizaciones que conforman el Hub Pacífico Norte.

Así, entre los asistentes a este Hub Meeting estuvieron Jesús Larraguibel Artola, presidente del Patronato para la Investigación y Experimentación Agrícola del Estado de Sonora (PIEAES); Gerardo Loya Chávez, gerente de la Asociación de Organismos de Agricultores del Sur de Sonora (AOASS); y representantes de instituciones clave como la Universidad Tecnológica de Etchojoa (UTE), FIRA Sonora y Granera del Noreste. Esta diversidad de sectores refleja el esfuerzo conjunto que caracteriza a los Hubs, y que hace posible la instalación de plataformas de investigación, como las de Navojoa, Cajeme I y Cajeme II, que buscan promover en el norte del país la sustentabilidad en la agricultura a través de la innovación tecnológica y el intercambio de conocimientos.

Uno de los puntos más destacados de este encuentro fue la conferencia magistral de Manrrubio Muñoz Rodríguez, catedrático de la Universidad Autónoma de Chapingo, quien abordó los retos de la agricultura intensiva ante el cambio climático. Este tema fue un eje central del evento, seguido por un panel de reflexión liderado por Maritza Arellano Gil, investigadora del Instituto Tecnológico de Sonora, quien incentivó la discusión sobre cómo hacer frente a los retos ambientales y avanzar hacia sistemas productivos más resilientes y sostenibles.

El segundo día del Hub Meeting incluyó una ponencia magistral de Karim Ammar, científico principal del programa global de trigo duro del CIMMYT, quien compartió los avances en mejoramiento de trigo enfocados en enfrentar el cambio climático global. Su intervención suscitó un intercambio enriquecedor de experiencias y desafíos que los participantes enfrentan en el campo, especialmente en una región de alta productividad agrícola que busca transitar hacia prácticas más sustentables.

El Hub Pacífico Norte ha sido un pilar en la adopción de prácticas de conservación y diversificación de cultivos, fortaleciendo la agricultura no solo en Sonora, sino en todo el norte de México. Con una producción agrícola que representa una gran parte de la canasta básica nacional, la región ha implementado un menú tecnológico sustentable en cultivos como el trigo y el maíz, desarrollando sistemas de producción que integran la diversificación de cultivos como una estrategia para maximizar la productividad y reducir el impacto ambiental.

En este contexto, el apoyo de la agroindustria es fundamental para que los conocimientos generados por el CIMMYT se traduzcan en una producción agrícola responsable y en abastecimientos sostenibles. Instituciones como el PIEAES y la AOASS, así como diversas universidades e institutos de investigación, colaboran estrechamente con el CIMMYT para implementar tecnologías de conservación y adaptación al cambio climático. Esta sinergia entre sectores es crucial para generar un impacto duradero en el campo y fortalecer la seguridad alimentaria del país.

Así, el diálogo del encuentro, conducido en distintas actividades por Nehemías Buitimea, coordinador técnico, y por Ana Rosa García, del equipo de investigación del Hub Pacífico Norte, destacaron la importancia de los sistemas de producción sustentables para granos básicos y cultivos asociados, el análisis de los cambios en los sistemas agroalimentarios, así como los retos y resultados de la agricultura intensiva en el marco del cambio climático.

Para culminar el encuentro, Eliud Pérez Medel, gerente del Hub Pacífico Norte, presentó los datos generados mediante la plataforma e-Agrology, una herramienta clave en el análisis y monitoreo de los sistemas de producción sustentables en la región, la cual, además, refleja el impacto de prácticas innovadoras en la productividad y resiliencia agrícola, aportando evidencia valiosa para futuras decisiones en el sector.

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Capacitación para producir mejor, sin comprometer la tierra

Elsa Mariela Rodríguez Arteaga, técnica de Sefader. (Foto: CIMMYT)
Elsa Mariela Rodríguez Arteaga, técnica de Sefader. (Foto: CIMMYT)

En Oaxaca, la colaboración entre la Secretaría de Fomento Agroalimentario y Desarrollo Rural (SEFADER) y el CIMMYT ha dado inicio a un innovador proyecto que, a través de la ciencia colaborativa y la capacitación a la medida, busca fortalecer la autosuficiencia alimentaria de los agricultores y brindarles herramientas para enfrentar los desafíos ambientales y económicos actuales.

Elsa Mariela Rodríguez Arteaga y Carlos Cervantes Solís son dos de las decenas de técnicos que llevan la voz de esta iniciativa a las comunidades rurales. Ellos están al frente de la implementación de un amplio menú de tecnologías sustentables, un conjunto de prácticas de vanguardia que promueven un manejo adecuado del suelo y el uso racional de insumos, adaptado a las condiciones específicas de cada parcela y cada productor.

«Lo que intentamos es que los productores incrementen su producción sin comprometer la tierra», explica Mariela, quien trabaja en las comunidades de San Jerónimo y San Pedro Taviche, atendiendo a más de un centenar de productores. «Hicimos un diagnóstico participativo con ellos para identificar sus problemáticas y fortalezas. Nos dimos cuenta de que muchos suelos estaban degradados y que los altos costos de producción también representaban una barrera. Por eso, una de las primeras acciones fue enseñarles a elaborar abonos orgánicos y bioinsumos, así como a aprovechar los rastrojos para mejorar las propiedades del suelo».

La estructura de esta capacitación tiene un enfoque cascada: técnicos formadores capacitan a Mariela y a otros técnicos, quienes luego llevan estos conocimientos a campo y, mediante parcelas demostrativas, los adaptan y replican en cada comunidad. Este modelo asegura que las prácticas enseñadas realmente funcionen en las condiciones locales. «Esto es importante porque así tenemos la certeza de que nos van a servir al 100% en la localidad«, añade Mariela. Esta capacitación constante permite a los técnicos realizar ajustes y ofrecer recomendaciones prácticas a los productores en cada etapa del cultivo.

Carlos Cervantes Solís, técnico de SEFADER. (Foto: CIMMYT)
Carlos Cervantes Solís, técnico de SEFADER. (Foto: CIMMYT)

Carlos Cervantes, asignado al municipio de Santiago Tlazoyaltepec, enfrenta también retos particulares. “Trabajo con cerca 163 productores de seis localidades, algunos en zonas muy remotas y en situación económica adversa. Muchos de ellos hablan una lengua originaria y a veces necesitamos un traductor», explica. Carlos resalta la importancia de la adaptación cultural y económica en el proceso de capacitación: “Yo en un principio les dije que no venía a enseñarles a sembrar maíz, sino a realizar prácticas que no generen gastos extra y les beneficien. El año pasado, por ejemplo, tuvimos problemas con el gusano cogollero, y este año el programa nos ayudó a implementar trampas con feromonas para controlar esta plaga, lo que minimiza el uso de agroquímicos”.

Este enfoque adaptativo ha permitido que las recomendaciones se ajusten no solo a las características del terreno, sino también a la realidad económica de los productores. “Algunos tienen gallinas, chivos, frutales o flores. Es necesario adecuar las tecnologías a cada agricultor”, comenta Carlos. Los módulos de innovación implementados en diversas regiones de Oaxaca permiten que los productores experimenten y comparen los resultados. Mariela subraya el valor de esta experiencia directa: «Siempre dejamos unos surcos como testigo para que ellos mismos vean la diferencia entre la práctica tradicional y la innovación. Verlo en el campo genera confianza».

La sostenibilidad es otro aspecto clave del proyecto. “Las tecnologías que implementamos están orientadas a recuperar suelos y reducir el uso de agroquímicos. Estamos preocupados por el ambiente y el futuro”, enfatiza Mariela, para quien esta colaboración entre SEFADER y CIMMYT no solo refuerza el conocimiento técnico de los extensionistas, sino que contribuye a la resiliencia de los agricultores. En palabras de Carlos: “Los productores están viendo que los cambios pueden mejorar su producción y reducir costos. Y lo más importante, es que lo están logrando con sus propios recursos y conocimientos, adaptando las tecnologías a su entorno”.

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Metodología desarrollada en México contribuye a fortalecer el campo de Colombia

Ensayo de variedades de maíz en Colombia. (Foto: CIMMYT)
Ensayo de variedades de maíz en Colombia. (Foto: CIMMYT)

El proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible, liderado por la Alianza Bioversity y CIAT y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia, se posiciona como una iniciativa clave para impulsar sistemas agroalimentarios más sostenibles y resilientes en el país sudamericano. Esta colaboración, que cuenta con la participación del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), busca integrar prácticas innovadoras y sostenibles que mejoren la productividad y reduzcan la vulnerabilidad frente al cambio climático en la gran diversidad de sistemas agrícolas de Colombia, incluyendo cultivos fundamentales como el maíz, el arroz, y el café.

De entre las actividades que se impulsan mediante esta iniciativa junto con diversas instituciones colombianas están las relacionadas con el uso eficiente de agua, la reducción de emisiones en cultivos clave, así como las relacionadas con la adaptación y mitigación del cambio climático, destacando la instalación de estaciones agroclimáticas, Mesas Técnicas Agroclimáticas y el montaje de sistemas de captura, monitoreo y análisis de datos ambientales, agronómicos de los sistemas de caña, plátano, maíz, café, papa y ganadería.

El CIMMYT se ha sumado a Colombia Agroalimentaria Sostenible compartiendo su experiencia en sistemas agroalimentarios sustentables, particularmente la relacionada con la implementación y adaptación de la plataforma e-Agrology, la evaluación de variedades de maíz mejoradas y la implementación y adecuación de la metodología del hub.

Los hubs o nodos de innovación son una metodología de gestión de la innovación desarrollada y consolidada en México, y replicada en Guatemala, Honduras, y en varios países de África. Esta metodología, que ahora se impulsa en Colombia, es un enfoque innovador para la gestión de redes y alianzas en el sector agrícola que permite fortalecer los vínculos entre productores, gremios, compradores y actores clave en las cadenas de valor agroalimentarias.

Este año, investigadores, técnicos profesionales de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya (Fenalce), la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), la Alianza Bioversity y CIAT, y el CIMMYT se reunieron para articular los componentes del proyecto y realizaron dos recorridos en regiones productoras de maíz en Colombia. Las regiones piloto se definieron con Fenalce para denotar los territorios de innovación, a través de la metodología del hub o nodos de innovación.  Estos recorridos se realizaron en centros experimentales establecidos en Roldanillo-Valle del Cauca, Espinal, Armero Guayabal, Tolima, Centro Universitario Regional del Norte-Universidad del Tolima y Cereté, y San Carlos en el departamento de Córdoba.

La visita posibilitó abrir un espacio de discusión en donde se presentaron los casos de éxito de la metodología del hub en México y también su adaptación e implementación en Latinoamérica en el marco de la Iniciativa AgriLAC Resiliente. Además, estas visitas permitieron un contacto directo con los agricultores y un conocimiento más amplio de las barreras que enfrentan, proporcionando insumos valiosos para el ajuste de la metodología del hub en el contexto colombiano.

A partir de este mapeo de actores, el proyecto está conformando una red que conecta las estructuras de innovación existentes, potenciando la sinergia entre productores, investigadores y otros agentes del Sistema Nacional de Innovación Agrícola (SNIA). La red es clave para fortalecer las conexiones en áreas donde estas son débiles o propiciar las inexistentes, permitiendo que los resultados del análisis de redes faciliten la interacción y colaboración en torno a objetivos de sostenibilidad y productividad.

En el contexto colombiano, la importancia de esta red se hace evidente: con un estimado de 160 mil agricultores dedicados al cultivo del maíz, de los cuales alrededor de 44 mil se encuentran en zonas de alto riesgo climático, la necesidad de implementar innovaciones que mejoren su resiliencia es crítica.

Tanto el CIMMYT como la Alianza Bioversity y CIAT son centros de investigación miembros del CGIAR, una red global que combate el hambre y la inseguridad alimentaria mediante ciencia e innovación agrícola. En este proyecto, ambos centros de investigación científica, junto con colaboradores locales, aportan su vasta experiencia para consolidar prácticas que no solo respondan a las necesidades actuales del sector agroalimentario colombiano, sino que también tengan un impacto duradero en la sostenibilidad y resiliencia de los sistemas de producción.

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Recarbonización de los suelos agrícolas y descarbonización de los sistemas agroalimentarios: Hacia un futuro sostenible

De izquierda a derecha: Bram Govaerts, Diego Montenegro y Pedro Díaz. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
De izquierda a derecha: Bram Govaerts, Diego Montenegro y Pedro Díaz. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

Texcoco, Estado de México, 6 y 7 de noviembre de 2024 – Reducir las emisiones de carbono (CO₂) se ha convertido en una prioridad a nivel mundial, ya que las graves consecuencias del calentamiento global afectan de manera directa a todos.

El CO₂ es el gas de efecto invernadero (GEI) más abundante, representando el 82 % de las emisiones globales. Los sumideros de carbono son sistemas naturales que permiten retirar parte del CO₂ de la atmósfera mediante su captura o recarbonización. De hecho, los suelos sanos son el segundo sumidero de carbono más importante, después de los océanos. La implementación progresiva de prácticas regenerativas para restaurar la salud del suelo es una acción imprescindible en la agricultura, necesaria para contribuir de manera significativa a la recarbonización de los suelos.

Los esfuerzos de recarbonización de los suelos agrícolas en la producción primaria deberán ser complementados con un vigoroso proceso de descarbonización de los sistemas agroalimentarios que, al reducir sus emisiones de GEI en sucesivos eslabones, garanticen una solución de largo plazo a la actual emergencia climática.

Bajo estas premisas, CIMMYT, el Instituto Interamericano de Cooperación  para la Agricultura (IICA)  y los Fideicomisos Instituidos en Relación para la Agricultura (FIRA) han unido esfuerzos en una alianza estratégica para transformar los sistemas agroalimentarios, enfocándose en la recarbonización de los suelos y la descarbonización de los sistemas agroalimentarios y sus cadenas de valor, convencidos de que más allá de ser parte del problema del cambio climático, la agricultura es una parte fundamental de la solución.

Durante el primer foro, «Recarbonización de los suelos agrícolas y descarbonización de los sistemas agroalimentarios», expertos de instituciones públicas y privadas intercambiaron experiencias y exploraron cómo la integración de la ciencia y el conocimiento ancestral de las comunidades rurales pueden regenerar los suelos, reducir las emisiones y construir sistemas de producción de bajas emisiones y alta adaptabilidad frente a los impactos climáticos en diversas regiones agroecológicas de México y América Latina.

Durante su intervención, Bram Govaerts, director general de CIMMYT, señaló: “Mitigar el cambio climático requiere que hagamos ambas cosas: recarbonizar los suelos y descarbonizar. En este caso, el carbono es la medida que tomamos, pero, obviamente, también consideramos las emisiones de fertilizantes nitrogenados. Si los dejamos en el aire, tienen una huella más grande que el carbono, aunque todo se mide en carbono. Además, es necesario transformar el enfoque puramente productivo, que quizás fue el objetivo hace 50 o 60 años, hacia un enfoque de resiliencia. Es decir, pasamos de un enfoque productivo eficiente a uno efectivo y resiliente. La resiliencia significa que podemos adaptarnos cuando enfrentamos fenómenos como El Niño o variaciones en las lluvias, como en 2004 cuando la lluvia tardó en llegar y luego llegó intensa pero brevemente. Esta resiliencia es esencial para el sector agroalimentario”.

Jelle Van Loon, director asociado del Programa de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles de CIMMYT, destacó la importancia de la cooperación entre instituciones para enfrentar los desafíos del cambio climático en la agricultura. “La Agricultura Regenerativa no es solo un concepto, es una necesidad imperativa para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del planeta,” afirmó.

Durante su intervención en el segundo día del Foro de Recarbonización de Suelos Agrícolas y Descarbonización de los Sistemas Agroalimentarios, Van Loon subrayó cómo los hallazgos en investigación y los ensayos a largo plazo demuestran los beneficios de prácticas regenerativas, como los cultivos de cobertura y el uso de abonos orgánicos, para mejorar la salud del suelo y mitigar las emisiones de CO₂. Además, resaltó la relevancia de integrar el conocimiento científico con la experiencia práctica, aprovechar tecnologías de punta y construir alianzas internacionales para impulsar con rapidez la transformación del sector agrícola.

Jesús Alan Elizondo Flores, director general de FIRA, dio a conocer la estrategia de sostenibilidad que esta institución tiene implementada en su día a día, y que se está poniendo en marcha gracias a la red de 88 oficinas locales que se tienen en todo el territorio nacional. Explicó los pilares en los que se sustenta su plan de sostenibilidad: no dañar, hacer el bien e involucrar.

Comentó el enfoque agroecológico en sus planes, en los que resaltan los servicios financieros adaptados, el uso de biofertilizantes, el uso de nuevas tecnologías, la agricultura ambientalmente sostenible, la gestión del agua, la agroforestería, el fomento de asociaciones y redes (modelo de extensionismo de productor a productor), el prestar asesoramiento y facilitar certificaciones para los productores y la vinculación de pequeños productores al mercado de bonos de carbono. Finalmente, resaltó el papel que puede desempeñar el financiamiento en la recarbonización de suelos.

Por su parte, Diego Montenegro, representante del IICA en México, destacó la importancia de las alianzas estratégicas entre los diversos actores de los sistemas agroalimentarios como un pilar clave en la cooperación técnica internacional. Señaló que estas alianzas son esenciales para posicionar a los productores como actores centrales y utilizar el rigor de la ciencia, la tecnología y la innovación para impulsar la agricultura como parte de la solución ante el cambio climático. Montenegro expresó: “Este foro debería conducirnos hacia la construcción de un nuevo paradigma, una nueva manera de hacer agricultura en México y en el mundo. Traigo un mensaje de optimismo: lo que se está haciendo, aunque aún no a una escala masiva, representa el camino hacia prácticas agrícolas responsables que necesitamos expandir y difundir

Subrayó que la agricultura de conservación, el manejo ecológico de nutrientes y plagas, y los análisis físicos, químicos y biológicos de suelos, junto con paisajes vivos y agrodiversos, son prácticas que permiten enfrentar el cambio climático y recuperar la salud de los suelos, para avanzar en la seguridad agroalimentaria de manera sostenible. Montenegro enfatizó: “Es a partir de estas alianzas, de este trabajo acumulado y coordinado, que lograremos los resultados que todos esperamos en la construcción de un modelo agrícola más sostenible.” Estas acciones contribuyen también a la paz social y a la reducción de la pobreza, lo que logra un impacto positivo y duradero en el bienestar de las comunidades rurales.

En la segunda conferencia magistral, Rattan Lal, Premio Mundial de Alimentación 2020 y embajador de Buena Voluntad del IICA, enfatizó la importancia de entender las distintas formas de carbono en los suelos y su impacto en el medioambiente. Explicó cómo el carbono liberado por el suelo puede transformarse en diferentes tipos según su proceso y destino, lo que incluye el carbono azulen acuíferos, el carbono negro en procesos de pirólisis y el carbono rojo a través de la respiración.

Lal hizo un llamado a reflexionar sobre el impacto humano en las emisiones globales de carbono: “El cambio de uso de la tierra y la agricultura representa el 34 % de las emisiones de carbono, mientras que la combustión de combustibles fósiles representa el 66 %.” Asimismo, subrayó la urgencia de restaurar los suelos como parte de la solución climática, ya que estos han perdido su contenido orgánico debido a la degradación y el agotamiento de la materia orgánica. “Debemos generar un presupuesto positivo de carbono en los suelos para capturar carbono de manera efectiva”, destacó.

Por otro lado, Lal propuso la creación de “derechos de los suelos” para garantizar su protección y manejo responsable, y sugirió que “los suelos deben ser protegidos, restaurados y bien administrados, al igual que los derechos humanos universales”. También señaló la necesidad de fondos significativos para respaldar la restauración de suelos y hacer sostenible la agricultura, al proponer un presupuesto anual de $100,000 millones de dólares como inversión global en la salud del suelo y la agricultura regenerativa.

En su intervención en uno de los paneles del segundo día del foro, Elisa Muñoz Rodríguez, ingeniera química y productora en Guanajuato, explicó cómo ha implementado prácticas agrícolas sostenibles en sus tierras familiares. “Incorporamos el 100 % de los rastrojos al suelo, evitando su quema y usando bacterias benéficas y fertilizantes orgánicos,” comentó Muñoz Rodríguez. Sin embargo, destacó los retos de convencer a otros agricultores de adoptar prácticas similares, ya que muchos prefieren vender o quemar los rastrojos. “Aunque ven los resultados de nuestra producción, es difícil convencerlos. Pero seguimos insistiendo en la importancia de cuidar la tierra,” afirmó.

Por su parte, María Eugenia Rico González, agricultora del Valle de Santiago, compartió su experiencia en la adopción de la agricultura de conservación. Con 18 años en el campo, ha reducido entre el 20 % y el 25 % de los costos de producción mediante prácticas sostenibles, inclusive el uso de menos maquinaria y labranza de conservación. “Este cambio no solo reduce nuestras emisiones de carbono, sino que también mejora la salud del suelo a largo plazo,” dijo Rico González. Asimismo, reconoció los desafíos culturales y de género, ya que, como mujer en la agricultura, ha enfrentado escepticismo. Sin embargo, sus resultados han inspirado a otros en su comunidad a considerar estas prácticas.

En las reflexiones finales, José Luis Ayala, Coordinador Técnico del IICA México, indicó que uno de los pilares fundamentales para avanzar en este cambio de paradigma hacia una agricultura resiliente y eficiente es, sin duda alguna, la acción colectiva con los productores. “Sí podemos, trabajando colaborativamente a través de una agricultura regenerativa baja en emisiones y vinculada a la bioeconomía, avanzar en la seguridad agroalimentaria, en reducir la pobreza y en la construcción colectiva de un mejor futuro”, concluyó.

El Foro contó con la participación de importantes actores: organismos internacionales como FAO; actores del sector privado como ILBI, Canopia, Boomitra, Banca MIFEL, HSBC México, HEINEKEN México, Kellanova, SYNGENTA, Nestlé, entre otros; del sector público como el gobierno de Chile y EMBRAPA; y de la academia como la UNAM y la Universidad de Oxford. Al abordar la descarbonización y recarbonización como un sistema interconectado se busca que los todos actores comprendan mejor cómo el trabajo colectivo puede generar un impacto positivo y duradero en la lucha contra el cambio climático.

Las alianzas estratégicas entre CIMMYT, IICA y FIRA, junto con todos los actores del sector agrícola, trazan una hoja de ruta para la construcción de la agricultura del futuro desde el presente, una agricultura baja en emisiones, más resiliente, más inclusiva y más competitiva, que produzca alimentos sanos y nutritivos suficientes para la humanidad, y un renovado compromiso colectivo hacia un planeta más equilibrado.

Acerca de CIMMYT
CIMMYT es una organización pública internacional dedicada a mejorar los sistemas agrícolas del Sur Global mediante ciencia aplicada, innovación y colaboración. A través de una red de innovación en América Latina y el Caribe, CIMMYT impulsa prácticas sostenibles y resilientes, trabajando junto a agricultores, gobiernos y sectores productivos para garantizar un futuro seguro y sustentable en el sector agroalimentario. Todo este esfuerzo permitirá asegurar que la ciencia y la innovación contribuyan a un mundo con seguridad alimentaria y nutricional, orientando las metas organizacionales de CIMMYT hacia el fortalecimiento de la resiliencia y sostenibilidad de los sistemas agroalimentarios.

Acerca de IICA
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) es un organismo internacional comprometido con el desarrollo agrícola y el bienestar rural en las Américas. A través de la promoción de políticas públicas, la cooperación técnica y la capacitación de capacidades en el sector agroalimentario, el IICA impulsa la sostenibilidad, competitividad y resiliencia del sector agrícola en América Latina y el Caribe, apoyando la colaboración entre países y sectores para enfrentar los retos globales y promover la seguridad alimentaria en la región.

Acerca de FIRA
Los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA) son una institución del Gobierno Mexicano que promueve el desarrollo agrícola mediante financiamiento, asistencia técnica y formación de capacidades. FIRA facilita la adopción de prácticas sostenibles, respaldando a los agricultores en la transición hacia sistemas de producción modernos y sostenibles, y contribuyendo a la transformación del sector agroalimentario en México hacia un modelo de bajas emisiones y resiliencia climática.

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En el campo, no te mueres de hambre

El agricultor Jaime Varguez en su parcela, mostrando parte de su cosecha de frutales. (Foto: Alexis Eduardo Varguez)
El agricultor Jaime Varguez en su parcela, mostrando parte de su cosecha de frutales. (Foto: Alexis Eduardo Varguez)

«En el campo, no te mueres de hambre», dice Jaime Varguez, un agricultor de la comunidad de Nicolás Bravo, en el municipio de Othón P. Blanco, Quintana Roo. Nos recibe una mañana cálida y húmeda en su parcela, como parte de una visita al programa de seguridad alimentaria que impulsa el gobierno de Quintana Roo junto con el CIMMYT. Este programa busca fortalecer la capacidad de producción local y mejorar la seguridad alimentaria de comunidades rurales a través de técnicas de manejo sustentable y diversificación de cultivos.

Jaime Varguez Canul nos cuenta sobre su vida en el campo y la importancia de esta estrategia. Lo encontramos trabajando en su parcela, un lugar que cuida todos los días desde hace 43 años. “En tiempos de hambruna, mi padre decía que sembrando de todo en la parcela siempre había algo para comer”, recuerda mientras nos muestra su terreno. Uno de los mayores orgullos de don Jaime es el ñame, cuya semilla ha pasado de generación en generación. La sabiduría ancestral es evidente: “Aquí seguimos sembrando como nos enseñaron nuestros abuelos”.

La parcela de don Jaime está ubicada a 18 kilómetros de la comunidad de Nicolás Bravo, en plena selva subtropical. El clima cálido y con lluvias intensas durante el verano exige una planificación cuidadosa de las siembras para aprovechar la humedad del suelo. En un sistema agroforestal, sus plantas de cinco años ya alcanzan entre tres y cinco metros de altura, formando hileras que permiten intercalar hasta tres cultivos entre los surcos.

En su terreno de dos hectáreas y media, don Jaime siembra maíz, frijol, calabaza y ocoro, y ha logrado integrar árboles frutales y maderables. La diversidad de su parcela le garantiza un suministro de alimentos durante todo el año y una fuente de ingresos extra para su familia. Dependiendo de la temporada, vende pepino, calabaza, tomate, chiles, ñame, sandía, yuca, frijol xpelon, elotes, melón, albahaca, camote y más. Esta diversificación es clave para su seguridad alimentaria y económica.

Parcela del señor Jaime Varguez Canul, en Othón P. Blanco, Quintana Roo. (Foto: Alexis Eduardo Varguez)
Parcela del señor Jaime Varguez Canul, en Othón P. Blanco, Quintana Roo. (Foto: Alexis Eduardo Varguez)

Ante los retos actuales de la agricultura, don Jaime comenta que necesita cultivar dos ciclos de maíz: uno rápido, para el consumo familiar, y otro tradicional con el maíz “crema”, una variedad que ha heredado de su padre. “Este año, con el apoyo técnico del programa, planté un maíz híbrido en julio para cosecharlo en noviembre, y así dejar espacio para el maíz crema que siembro cada año”, explica. Por primera vez, también está utilizando un sistema de siembra en hileras, aprovechando el espacio entre sus árboles agroforestales.

Don Jaime enfrenta además el aumento de plagas, como la mosca pinta y el gusano cogollero, que en años anteriores han devastado sus cultivos. “Gracias a las recomendaciones técnicas, logré salvar mi maíz del gusano cogollero; en otros años me ha hecho perder toda la siembra,” comparte. También ha incorporado nuevas prácticas, como el entierro del fertilizante, lo cual ha notado que fortalece sus plantas, que lucen de un verde intenso y saludable. “Estoy emocionado por ver los resultados,” añade, confiado en el equipo técnico que lo asesora y en la planificación adaptada a sus necesidades. “El conocimiento es para compartirse,” dice con orgullo, y asegura que está listo para ayudar a otros agricultores con lo que ha aprendido.

Este proyecto de seguridad alimentaria y nutricional es una colaboración entre el CIMMYT y el gobierno de Quintana Roo, y tiene el objetivo de mejorar la autosuficiencia de las familias rurales a través de prácticas agrícolas sostenibles. Al igual que don Jaime, muchos agricultores en el estado están integrando estas estrategias en sus parcelas para mejorar sus cultivos y obtener una mayor calidad de vida.

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El CIMMYT en el World Agri-Tech Innovation Summit 2024

Jelle Van Loon durante su participación en el panel “Transitioning to Regenerative Agriculture in Mexico: Corporate and Government Programs Supporting Small Growers to Adopt Climate-Smart Practices”. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Jelle Van Loon durante su participación en el panel “Transitioning to Regenerative Agriculture in Mexico: Corporate and Government Programs Supporting Small Growers to Adopt Climate-Smart Practices”. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

En el reciente World Agri-Tech Innovation Summit, 29 y 30 de octubre, dos representantes y un miembro de la junta directiva del CIMMYT –Jelle Van Loon (director asociado de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles y representante regional para América Latina), Andrea Gardeazabal (gerente de Monitoreo y Evaluación de Tecnología de la Información y Comunicación para la Agricultura en el CIMMYT) y Juan Cortina (miembro del Consejo Directivo del CIMMYT y presidente del Consejo Nacional Agropecuario),– compartieron una visión integral sobre los desafíos y avances hacia una agricultura más sostenible y resiliente. El evento reunió a líderes globales en tecnología, innovación y sostenibilidad; además, sirvió como una plataforma para destacar el papel del CIMMYT en la transformación del sector agroalimentario.

Andrea Gardeazabal, en su ponencia, subrayó la urgencia de enfrentar la crisis climática con acciones fundamentadas en datos y colaboración. “Con 10 años de datos sobre prácticas regenerativas, avanzamos hacia una agricultura que no solo restaura ecosistemas, sino que también responde a los desafíos del cambio climático”, señaló Andrea. En su discurso, destacó la importancia de crear un entorno de acceso a datos abiertos y estandarizados para que la agricultura regenerativa pueda escalar globalmente. A través de una red de pruebas a largo plazo y el desarrollo de tecnologías digitales, el CIMMYT ha sentado las bases para prácticas que optimizan el manejo agronómico y mejoran la eficiencia en el uso del agua, un elemento clave en el contexto actual de escasez hídrica.

Andrea Gardeázabal, durante su participación en el World Agri-Tech Innovation Summit. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Andrea Gardeázabal, durante su participación en el World Agri-Tech Innovation Summit. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

Por su parte, Juan Cortina subrayó la relevancia de la colaboración entre México y Estados Unidos para el crecimiento del sector agroalimentario mexicano. Enfatizó cómo el nearshoring, impulsado desde la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC), ha permitido a México especializarse en productos que complementan la producción estadounidense. “Nuestro país es el noveno productor agropecuario y el séptimo agroexportador mundial, lo que demuestra el impacto de una colaboración estratégica en Norteamérica”, afirmó Cortina. Asimismo, destacó que esta integración de la cadena de suministro, fortalecida por el acceso a insumos clave como el maíz estadounidense, es vital para la seguridad alimentaria de la región.

Jelle Van Loon enfatizó que el papel del CIMMYT en el World Agri-Tech Summit es un reflejo del compromiso de la organización con la innovación y la sostenibilidad. Resaltó cómo las intervenciones de Andrea y Juan subrayan el enfoque multidimensional del CIMMYT: combinar ciencia y práctica, aplicar tecnología avanzada y fomentar alianzas globales para acelerar la transformación agrícola. “Nuestro trabajo en el CIMMYT es un ejemplo de cómo la colaboración y el intercambio de conocimientos pueden tener un impacto real y duradero en la agricultura y la seguridad alimentaria global”, concluyó Jelle.

Juan Cortina, miembro del Consejo Directivo del CIMMYT, participa en el panel de discusión “Capitalizar el Nearshoring: Alianzas entre México y Socios Internacionales”. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Juan Cortina, miembro del Consejo Directivo del CIMMYT, participa en el panel de discusión “Capitalizar el Nearshoring: Alianzas entre México y Socios Internacionales”. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

El mensaje del CIMMYT en el evento fue claro: para escalar la agricultura regenerativa y enfrentar los desafíos climáticos, necesitamos más datos, más colaboración y una visión compartida del futuro. En palabras de Andrea, “la transformación agrícola segura y sostenible solo será posible si trabajamos juntos y compartimos nuestros avances y conocimientos a escala global”.

La innovación en el sector agrícola demuestra que la ciencia, la tecnología y la colaboración son esenciales para alcanzar una agricultura resiliente, inclusiva y sostenible. Estos foros impulsan al sector agroalimentario a fortalecer redes de colaboración y seguridad alimentaria, y promover así un futuro agrícola más prometedor.