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El universo bajo nuestros pies

Muestreo de suelo. (Foto: CIMMYT)
Muestreo de suelo. (Foto: CIMMYT)

El suelo es un recurso finito que alberga más del 25% de la biodiversidad del planeta. Por esto, desde CIMMYT se impulsa una Agricultura Sustentable para conservar este recurso del cual depende la alimentación humana y que, a pesar de lo que se pudiera pensar, es muy limitado: de los 15 mil millones de hectáreas de la superficie sólida del planeta, únicamente 29 % son aptas para la agricultura y, además, cerca del 60 % de esa superficie apta no está disponible para cultivarse porque ahí hay bosques, zonas protegidas o asentamientos humanos.

Concebir al suelo como un recurso vivo es fundamental. La concepción generalizada es que se trata de un material inerte; sin embargo, en un gramo de suelo hay millones de microorganismos que degradan la materia orgánica muerta, liberando sus nutrientes para que las plantas los aprovechen y crezcan. 

Estos microorganismos (bacterias, hongos microscópicos y algas, entre otros) constituyen la parte viva del suelo. Por eso, un suelo fértil contiene una población adecuada de estos diminutos seres vivos de los que, se estima, solo se conoce el 1% de sus especies (en comparación con el 80% de las especies de plantas que se calcula conocer actualmente). 

Lamentablemente, debido al excesivo laboreo y la poca materia orgánica que se reincorpora a su perfil el suelo va perdiendo su biodiversidad y, consecuentemente, su fertilidad natural. En el mundo, por ejemplo, 52% de la tierra utilizada para la agricultura está moderada o severamente degradada y en México se estima que la erosión afecta a cerca de la mitad de la superficie cultivable.

Diversos acuerdos internacionales ―como el tratado de París sobre el cambio climático y el calentamiento global― han establecido que es necesario incrementar en 0.4% la materia orgánica de los suelos a fin de asegurar la producción de alimentos para la creciente población mundial. En este sentido, para CIMMYT y sus colaboradores es fundamental mantener una permanente promoción de prácticas agrícolas sustentables —como la diversificación de cultivos con leguminosas para mejorar el suelo o la cobertura con residuos agrícolas para favorecer la estructura del suelo—.

Falta mucho por conocer del complejo ecosistema que es el suelo. Por eso, CIMMYT fomementa la ciencia colaborativa con diversas instituciones a fin de desarrollar investigaciones e impulsar campañas que promueven la conservación de dicho recurso porque el suelo es una causa común para asegurar que la sociedad disponga siempre de alimentos sanos, nutritivos, inocuos y suficientes.  

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La utilidad de un menú de tecnologías validadas

Colaboradores de CIMMYT analizando el menú tecnológico en las oficinas del Hub Pacífico Sur. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Colaboradores de CIMMYT analizando el menú tecnológico en las oficinas del Hub Pacífico Sur. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)

Oaxaca presenta una gran variedad de zonas agroecológicas con diferentes potenciales de producción agrícola determinados por factores como el clima y el tipo de suelo. La mayoría de las regiones del estado, sin embargo, se caracteriza por el incremento de la deforestación, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los suelos.

Para transitar, de manera efectiva, de prácticas agrícolas que agravan esos problemas a prácticas agrícolas sustentables, es necesario realizar estudios locales de evaluación y validación de las prácticas a ser promovidas. “Por eso los colaboradores de CIMMYT establecieron plataformas de investigación, módulos y áreas de extensión en varias regiones del estado”, señala la coordinación de plataformas del Hub Pacífico Sur de CIMMYT.

En las plataformas de investigación se han estudiado por años diversas prácticas a fin de identificar las más útiles y viables para atender las necesidades de los productores de la región. Así, los resultados de las plataformas conforman el menú de tecnologías validadas que fue presentado recientemente a los colaboradores del Hub Pacífico Sur.

“En el taller organizado para este propósito se exploraron opciones para mejorar el menú tecnológico y hacer que la información científica esté disponible para los productores de la manera más útil y práctica posible. También, se expusieron los desafíos que se han tenido que superar para integrar el documento, así como el impacto positivo del menú en territorio oaxaqueño”, enfatiza la coordinación de plataformas del Hub Pacífico Sur.

Y es que integrar un menú de tecnologías validadas científicamente no es una tarea sencilla. “Uno de los principales desafíos es la continuidad en la investigación. El tema de que podamos validar en un mediano y largo plazo la tecnología para dar resultados más confiables hacia los productores es un gran desafío”, señala Jonatan Villa Alcántara, colaborador responsable de la plataforma de investigación San Juan Cotzocón.

“Otro de los desafíos ha sido cómo coordinarnos los diferentes investigadores en Oaxaca para tener un documento en común. Coordinar la investigación e integrar un solo documento solamente nosotros sería algo complicado por las diferentes actividades que tenemos, pero ahí entra la labor del hub, ayudándonos para que superemos ese desafío y tener un documento que integre las diferentes tecnologías validadas para los ambientes de Oaxaca”, enfatiza Jonatan.

Un ejemplo de cómo este menú de tecnologías ha contribuido a generar cambios positivos está en el Itsmo, una zona donde se ocupa mucha maquinaria para la preparación del suelo: el arado, las rastras, el surcado.

“Una de las cosas que se detectó en el Itsmo fue la compactación del suelo. Ahí, en colaboración con el gobierno del estado, se ha capacitado a los técnicos sobre diferentes innovaciones tecnológicas, una de ellas la labranza vertical para eliminar zonas compactadas en predios que han sido manejados con maquinaria durante muchos años”.

Ante el problema de la compactación, “se sugirió a los técnicos que aplicaran la labranza vertical; y con resultados muy positivos en la productividad: hay predios de Zapalote Chico que en promedio tenían una tonelada, tonelada y media, y a través de esta práctica de labranza vertical tienen ahora rendimientos de dos y media hasta tres y media toneladas por hectárea”, concluye Jonatan.

La labranza vertical forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz en Oaxaca. Te invitamos a consultar el documento completo y a seguir el hashtag #MenúTecnológicoSustentable en nuestras redes sociales para más información sobre tecnologías validadas.

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Plataforma de investigación en Puebla, referente en agricultura sustentable con perspectiva de género

Grupo de mujeres conversando sobre su participación en las actividades y toma de decisiones agrícolas del sistema de producción de maíz en Cuautempan, Puebla el 20 de marzo de 2024. (Foto: CIMMYT)
Grupo de mujeres conversando sobre su participación en las actividades y toma de decisiones agrícolas del sistema de producción de maíz en Cuautempan, Puebla el 20 de marzo de 2024. (Foto: CIMMYT)

Del 19 al 21 de marzo de 2024 en el CIMMYT se desarrolló el taller regional sobre género y sanidad vegetal: El poder de la investigación interdisciplinaria, en el marco de la iniciativa Plant Health —iniciativa del CGIAR para reducir las pérdidas de cultivos causadas por plagas y enfermedades utilizando enfoques ecológicos— con el objetivo de compartir experiencias y planes de trabajo que consideren intervenciones con enfoque de género que deriven en soluciones científicas y técnicas más equitativas e inclusivas.

El taller, que contó con la participación de científicos de Perú, México, Ecuador, Colombia, Vietnam y China, incluyó una visita a la plataforma de investigación de Cuautempan, Puebla, para implementar una herramienta que visibiliza la participación de las mujeres en el sistema de producción y conservación de maíz, particularmente en el control de las plagas. Además de un recorrido por la plataforma para mostrar los avances del proceso de investigación participativa que el CIMMYT desarrolla en conjunto con actores locales.

“Se visitó esta plataforma porque ahí se ha trabajado integrando la opinión de agricultoras y agricultores en los temas investigados.  Este proceso de inclusión participativa de actores clave fue detonado porque en la región norte de Puebla el objetivo principal de la agricultura es cubrir las necesidades de autoconsumo de las familias, donde las mujeres son actores clave para la producción agrícola y el desarrollo de las comunidades”, mencionaron los responsables de la plataforma.

Cuautempan, donde se encuentra la plataforma, está la Sierra Norte de Puebla, en una región con un relieve abrupto y una población conformada, mayoritariamente, por indígenas nahuas, siendo la agricultura su principal actividad económica (misma que se realiza de forma manual, con la participación familiar y contrato de jornales para actividades específicas) y el maíz nativo su cultivo más importante. No obstante, y aunque se le suele asociar con una gran diversidad de cultivos, los rendimientos del maíz son bajos (de alrededor de una tonelada por hectárea).

Entre las principales problemáticas que limitan la producción en Cuatempan están el efecto de sequía, las plagas (gallina ciega, gusano cogollero) y la falta de una mecanización adecuada que ayude a bajar los costos por jornales. Estas problemáticas son el principal objeto de la investigación de la plataforma de Cuautempan, donde el CIMMYT ha planeado y diseñado la investigación en la plataforma con perspectiva de género, pues esto influye en el potencial de impacto en el sistema agroalimentario local.

“Tengo la impresión de que las mujeres que forman parte de esta plataforma participan en las labores del maíz, quizá más que en el caso de la papa. Por ello tener tecnologías que incrementen el rendimiento puede ayudar para su consumo, pero también ingresos por la comercialización y por ello se debe incluir otros actores de la cadena de valor”, señaló uno de los participantes provenientes de Perú luego de conocer el trabajo de la plataforma.

“Aprendí que es necesario cambiar el foco hacia los agricultores porque es para ellos que nosotros trabajamos. La forma en que nosotros nos acercamos a los agricultores también es determinante”, comentó otro investigador peruano, seguido de otro compatriota suyo quien enfatizó: “Coincido en el sentido que la plataforma se haya instalado con base a la priorización de problemas que los propios agricultores definieron, tanto hombres como mujeres. Eso es importante para nosotros los investigadores porque obliga a tener una visión de lo que quieren los agricultores y no decidir con base en lo que quiere el investigador”.

“Estoy sorprendido de cómo la plataforma está abordando el tema de género para atender las necesidades tanto de hombres como de mujeres. Estoy sorprendido porque varias prácticas que se han implementado en la plataforma han surgido de esta forma de atender las necesidades, de ser inclusivos y tomar en cuenta las opiniones de todos”, comentó un investigador mexicano.

A pesar de los avances, en América Latina hay una amplia diversidad cultural y los contextos conllevan retos específicos, de manera que aún falta revisar cómo se puede implementar el enfoque de género en algunas regiones donde aún se considera que las mujeres no tienen roles en el sistema de producción de cultivos. En este sentido, señaló un investigador colombiano, es que “necesitamos el soporte de los científicos sociales para integrar en los proyectos el componente de género, porque demanda más tiempo y recursos económicos y de personas”.

El enfoque sobre género, coincidieron todos los participantes, debe ser considerado en todos los proyectos porque forma parte de una visión integral de mejorar los sistemas agroalimentarios más allá de solo incrementar la producción y la rentabilidad. En este sentido, la plataforma de Cuautempan, Puebla, lidereada por Fidelia González, responsable científica local, se ha convertido en un referente de los procesos para implementar acciones de investigación con enfoque sobre perspectiva de género.

Por supuesto, aún se requiere más investigación para evidenciar los impactos en el empoderamiento de las mujeres y asegurar que se contribuye en la mejora del sistema agroalimentario local. Es por ello por lo que el CIMMYT sigue colaborando en esta plataforma a través de los recursos de la iniciativa Excelencia en Agronomía donde el impacto y beneficios tienen énfasis en la participación de mujeres y jóvenes agricultores.

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El brusone del trigo y su futuro impacto global

Brusone del trigo. (Ilustración: CIMMYT)
Brusone del trigo. (Ilustración: CIMMYT)

Es muy pequeño, microscópico y, sin embargo, representa una de las más grandes amenazas a la seguridad alimentaria global en la actualidad y a futuro. Se trata de Magnaporthe oryzae, un hongo patógeno causante de la explosión del trigo —brusone o piricularia del trigo—, enfermedad devastadora que, de acuerdo con una reciente investigación, podría reducir la producción mundial de trigo drásticamente.

Tan solo en la temporada 2021-2022, el trigo se cultivó en 222 millones de hectáreas en todo el mundo, produciendo 779 millones de toneladas de grano. En este sentido, buscar soluciones para enfrentar aquellas enfermedades con potencial de reducir tan drásticamente la producción del cultivo es una misión de primer orden de importancia.

“La explosión del trigo se ha convertido en una amenaza sustancial para la producción de trigo en áreas cálidas y húmedas. El brote que actualmente afecta a la producción se reportó por primera vez en Brasil en 1985 y luego se extendió gradualmente a los países vecinos, causando notables pérdidas de rendimiento”, señalan los especialistas que investigan la vulnerabilidad del trigo a dicha enfermedad en un contexto de cambio climático.

Lejos de ser un problema que haya quedado en el pasado y en un área restringida, la explosión del trigo ha prevalecido y se ha extendido, afectando a amplias regiones en varios continentes: “En febrero de 2016 se registró en Bangladés, siendo la primera vez que se reportaba fuera de América del Sur y, poco después, en 2018, se reportó por primera vez en Zambia, en el continente africano”, detallan los investigadores.

¿Cuál es el impacto potencial de la enfermedad a nivel global y regional en un contexto de variabilidad climática?, ¿cuántas hectáreas podrían ser afectadas por el patógeno?, ¿cuáles son las zonas más vulnerables?

Para ayudar en la comprensión de los riesgos y en el diseño de soluciones, un grupo de investigadores de diversos países acoplaron dos modelos de simulación —uno para el crecimiento y rendimiento del trigo, y otro para simular la dinámica de desarrollo de la enfermedad—, considerando además estudios previos y haciendo análisis de datos históricos.

Uno de los aspectos más relevantes y novedosos de este nuevo estudio es que su metodología considera, además de la vulnerabilidad climática —que está impulsando futuros eventos de la enfermedad en nuevos países—, factores que no habían sido contemplados previamente, como la acumulación del inóculo —el microorganismo o sus partes capaces de provocar infección, como esporas, fragmentos miceliales, etc.—, la supervivencia de las esporas, la infección y el daño a los cultivos.

En las condiciones climáticas actuales, enfatiza el estudio, 6.4 millones de hectáreas de tierras cultivables son potencialmente vulnerables a la enfermedad, y “es probable que un clima más húmedo y cálido en el futuro aumente el área con condiciones adecuadas para la infección, particularmente en el hemisferio sur, reduciendo la producción mundial de trigo en 69 millones de toneladas por año hacia 2050, esto es una disminución de 13 %”.

“La vulnerabilidad más extrema estimada en climas futuros se encuentra en América del Sur y África, que pueden ver hasta el 75 % de las áreas de trigo se vuelven vulnerables a la enfermedad”, señala el estudio, el cual revela que además de las regiones que actualmente son afectadas por la enfermedad, existe “potencial de pérdida de rendimiento incluso en países o regiones donde la enfermedad aún no está presente”.

El sureste de los Estados Unidos, México, América Central, África Oriental, India, Australia Oriental, Japón, Italia, España, Nueva Zelanda, entre otros países que no habían sido afectados anteriormente, son vulnerables, señala el estudio, el cual contribuye a que centros de investigación como CIMMYT —70% del trigo sembrado en el mundo deriva de materiales genéticos del CIMMYT— delineen estrategias de prevención y atención oportunas para hacer frente a enfermedades como la explosión del trigo.

Para los especialistas que participaron en el estudio —de CIMMYT (México y Bangladés), de la Universidad de Florida (Estados Unidos), de la Corporación Brasileña de Investigación Agrícola (EMBRAPA), del Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias (IFPRI, Estados Unidos) y la Universidad Técnica de Múnich (Alemania)— es fundamental continuar con la investigación y llevar a los productores las semillas y las prácticas de cultivo adecuadas.

A través de su programa de Sistemas Agroalimentarios Sustentables (SAS), CIMMYT impulsa acciones para que los productores del mundo se adapten a las nuevas condiciones climáticas. La ciencia colaborativa es una de estas acciones. Te invitamos a leer el artículo completo Vulnerabilidad de la producción a la enfermedad de explosión de trigo bajo el cambio climático, disponible en la revista Nature Climate Change: https://doi.org/10.1038/s41558-023-01902-2

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Soluciones adecuadas para cada necesidad

Tractorista haciendo labranza en líneas de siembra con el uso de striptill, previo a la siembra del cultivo de maíz, en la plataforma de investigación Francisco I. Madero, Hidalgo, 23 de abril 2018. (Foto: CIMMYT)
Tractorista haciendo labranza en líneas de siembra con el uso de striptill, previo a la siembra del cultivo de maíz, en la plataforma de investigación Francisco I. Madero, Hidalgo, 23 de abril 2018. (Foto: CIMMYT)

En el dinámico escenario agrícola del Valle del Mezquital, en el estado de Hidalgo, se vislumbra un cambio significativo en la forma en que los agricultores abordan la conservación del suelo y la optimización de recursos. Con un 56% de suelo dedicado a la agricultura y un enfoque predominante en cultivos como el maíz, trigo, frijol y alfalfa, la región se enfrenta a desafíos como altos costos de producción y degradación del suelo debido al movimiento excesivo y el monocultivo.

Es en este contexto que la plataforma de investigación Francisco I. Madero, establecida en 2011 —y donde colaboran la Universidad Politécnica de Francisco I. Madero y CIMMYT—, ha emergido como un referente en la búsqueda de soluciones sostenibles para los agricultores locales. Una de las prácticas destacadas en esta plataforma es el striptill, una forma de labranza mínima que permite adecuar el sistema de agricultura de conservación a las condiciones particulares de esta región.

Para entender la utilidad del striptill es importante señalar el papel que juega el rastrojo, el cual, al dejarse sobre la superficie de la parcela, actúa como una capa protectora que reduce la erosión y ayuda a conservar la humedad.

“En la plataforma, por ejemplo, el rendimiento de grano de maíz ha sido similar en los tratamientos de labranza convencional cuando se incorpora o se retira el rastrojo. Sin embargo, en ciclos con sequía, como 2016 y 2019, incorporar el rastrojo al terreno incrementó el rendimiento promedio del grano de maíz en 1.4 toneladas por hectárea (t/ha) con respecto a quitar el rastrojo después de la cosecha. En este caso, el productor puede obtener 6,300 MXN/ha adicionales por el excedente de grano (vendiendo a 4.5 MXN/kg) si deja el rastrojo”, puntualizan los responsables de la plataforma.

“Si la venta de rastrojo es de 2,100 MXN/ha, el productor gana más dinero por dejar el rastrojo. Para las condiciones del Valle del Mezquital es importante dejar el rastrojo en la superficie del terreno cuando se usa cero labranza o camas permanentes; sin embargo, ya que la producción de biomasa de las variedades de maíz es alta, frecuentemente se dificulta el establecimiento del cultivo porque la cantidad de rastrojo no permite la profundidad adecuada de siembra que la semilla requiere para la germinación y emergencia”.

Adicionalmente a esta situación, los terrenos en la zona frecuentemente presentan encostramiento, lo que puede impedir que las semillas germinen. Por tal motivo, “para asegurar la densidad de población deseada, a partir de 2018 en la plataforma se usó la labranza en líneas de siembra con el striptill, que consiste en realizar una labranza mínima para remover el suelo de la línea de siembra a fin de quitar el rastrojo de esa área y profundizar de 20 a 25 cm en el suelo para depositar la semilla”, señalan los investigadores.

“Los equipos para el striptill que se utilizan son implementos originales que vienen adaptados a las condiciones de la región o equipos armados con los materiales que tiene el productor. El equipo original consiste en un disco cortador, sistema limpia paja, cincel que ayuda para hacer la labranza dentro de la línea de siembra, discos que regulan el ancho de labranza de la línea, y aditamentos que sirven para desmoronar los terrones que se encuentran en la línea de siembra”.

“Dentro de la zona también se utiliza otro tipo de equipos ensamblados con los implementos que tiene el productor, por ejemplo, con barras tipo diamante, con cinceles de las mismas cultivadoras, y con discos cortadores. Se procura mantener esta opción por ser más barata, pero ambas opciones dan la funcionalidad para trabajar bajo la labranza en línea de siembra”.

Los resultados de esta plataforma confirman que, particularmente en periodos de sequía —como en 2019, donde en la región la precipitación disminuyó hasta 20% en los meses de mayo a agosto (SMN, 2021)— los tratamientos con rastrojo y mínimo o cero movimiento de suelo amortiguaron el estrés hídrico y proporcionaron un mayor rendimiento respecto a usar labranza convencional y remover el rastrojo después de la cosecha.

Te invitamos a conocer los resultados de las distintas evaluaciones hechas en esta plataforma en: Avances en agricultura sustentable: resultados de plataformas de investigación de los Hubs Valles Altos y Pacífico Centro, México, 2012-2021.

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Los rastrojos y la Madre Tierra

Parcela de productor cooperante donde se siembra sobre rastrojo. (Foto: CIMMYT)
Parcela de productor cooperante donde se siembra sobre rastrojo. (Foto: CIMMYT)

Los recursos de la Madre Tierra —término que hace referencia a la interdependencia existente entre todos los seres vivos (incluyendo a los seres humanos) y el planeta— se están agotando rápidamente por diversas acciones del hombre. La agricultura sustentable es una alternativa que aporta mucho para reestablecer el equilibrio natural que cada vez parece más lejano.

La agricultura ocupa el 36.8% de la superficie en el mundo (Banco Mundial, 2021) y se estima que, debido a prácticas inadecuadas, en la región de América Latina y el Caribe produce 26.7% de los gases de efecto invernadero que favorecen el cambio climático (Cepal, 2020). Sus efectos en el medioambiente incluyen la contaminación del agua, aire y suelo del planeta, por lo que es urgente transitar hacia una agricultura más sustentable que permita restaurar la Tierra.

Los rastrojos, que son los residuos agrícolas que normalmente se usan como forraje o se queman para “limpiar” la zona de cultivo, podrían convertirse en el catalizador de acciones en favor de la Madre Tierra, y es que dejar el suelo desnudo no es una buena idea y el CIMMYT explica por qué.

Con casi seis décadas de investigación científica, el CIMMYT ha estudiado las prácticas más adecuadas para la conservación de los recursos. Desde 1992 ha investigado el efecto de las quemas agrícolas, documentando ampliamente los beneficios de dejar el rastrojo sobre el suelo: ayuda a conservar la humedad, protege de la erosión, mejora la estructura del suelo e incrementa la cantidad de materia orgánica, entre muchos otros beneficios.

¿Cómo puede el rastrojo, considerado muchas veces basura, ayudar a cuidar a la Madre Tierra? Para iniciar, al aprovecharlo para nutrir el suelo se evita que su combustión genere CO2 —uno de los principales gases de efecto invernadero— y otros gases contaminantes, pero también se evita que el suelo pierda importantes funciones ambientales, como equilibrar el clima, repartir las lluvias y capturar CO2. Además, el manejo de los rastrojos y la mínima labranza mejoran la calidad del suelo y requieren un menor número de pasos de maquinaria, lo que redunda en menos emisiones de gases contaminantes.

Con la participación de gobiernos, empresas, universidades y sociedad civil, el CIMMYT ha impulsado campañas en diversos puntos del país para evitar las quemas agrícolas y fomentar el aprovechamiento del rastrojo.

Dejar el rastrojo sobre el suelo ha permitido que muchos agricultores mejoren su producción, restauren la funcionalidad de sus suelos y optimicen su consumo de agua. Los beneficios de esta pequeña acción, sin embargo, pueden ser potencializados cuando se combinan con otras prácticas sustentables o cuando se integran a sistemas de producción como la agricultura de conservación, que además de la cobertura del suelo tiene a la diversificación de cultivos y la mínima labranza como componentes básicos.

Este Día de la Madre Tierra te invitamos a conocer historias sobre cómo estos infravalorados residuos agrícolas pueden hacer la diferencia en un mundo más cálido y seco. CIMMYT, a través de iniciativas como AgriLAC Resiliente y Excelencia en Agronomía —entre otros proyectos innovadores con distintos colaboradores—, promueve el aprovechamiento de los rastrojos por ser una de las prácticas con sólida evidencia científica para mejorar la salud de los suelos:

El Niño, la sequía y el rastrojo: El fenómeno de El Niño se está presentando en México y Centroamérica con sequías severas. Prácticas de agricultura de conservación, como la cobertura del suelo con rastrojo, ofrecen una vía para que los agricultores de la región no pierdan sus cultivos.

El rastrojo hace la diferencia: Conservar los rastrojos sobre la superficie de las parcelas aporta muchos beneficios, y por eso esta práctica es uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación.

La importancia del rastrojo en tu parcela: Ante el aumento del costo de fertilizantes el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo permite reducir la dependencia de la fertilización inorgánica.

Riego eficiente, fundamental para no sobreexplotar acuíferos: En las zonas áridas y semiáridas de México el agua subterránea es clave para la agricultura. A través del proyecto Aguas Firmes se promueve la optimización de los sistemas de riego y el tránsito a sistemas de producción sustentables para cuidar este valioso recurso.

Soluciones ambientales desde la agricultura: Agriba Sustentable es una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el CIMMYT que está impactando positivamente en la producción de trigo del Bajío mexicano mediante prácticas que suman al cuidado del medioambiente.

Ante la baja disponibilidad de agua optan por cultivar con agricultura de conservación: Técnicos de Cultivando un México Mejor explican cómo la adopción de sistemas como la agricultura de conservación brinda una oportunidad para mantener la producción agrícola ante la limitada disponibilidad de agua.

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Cargill México y CIMMYT premian los mejores proyectos de seguridad alimentaria y sustentabilidad en México

México, Ciudad de México – 10 de abril del 2024 — Cargill México y CIMMYT presentaron la edición 2023 del Premio Cargill-CIMMYT a la Seguridad Alimentaria y la Sustentabilidad, que tiene por objetivo reconocer e impulsar los proyectos y acciones que contribuyen a mitigar y resolver los problemas alimentarios que enfrenta el país.

De izquierda a derecha, Fernando Guareschi, Presidente de Cargill México, ganador Jóvenes Eduardo Cruz, Heriberto López, ganador Líder de Opinión Arturo Ortiz, ganador Productor Carlos Barragán, ganador Investigador Andrés Mandujano, Bram Govaerts, Director General de CIMMYT (Foto: CIMMYT).

Con este premio, Cargill y CIMMYT buscan promover acciones y proyectos que contengan ideas innovadoras sobre tecnologías, insumos productivos, prácticas agronómicas, modelos de comercialización, esquemas de colaboración, entre otros, que den como resultado un incremento sostenible y escalable de la producción agrícola en México.

“El objetivo de esta iniciativa es identificar y reconocer innovaciones tecnológicas, acciones y prácticas que contribuyen a fortalecer la seguridad alimentaria y la sustentabilidad del campo mexicano”, señaló Fernando Guareschi, Presidente de Cargill México. “Los proyectos premiados representan un logro para los productores, investigadores, líderes de opinión y jóvenes que participan en cada proyecto. Es para nosotros un indicador de que estamos en el camino correcto para cumplir nuestro objetivo de nutrir al mundo de una manera segura, responsable y sostenible”.

Esta edición 2023 del premio reconoce las innovaciones que conduzcan a una mejor integración de las cadenas de valor de granos básicos, así como las prácticas productivas o de mercado que mejoren la calidad de vida de las y los productores en comunidades o núcleos agrícolas.

“Para CIMMYT, la alianza con Cargill ha sido clave para reconocer e impulsar el talento y la innovación de los actores de las cadenas de valor de granos básicos en México que comparten nuestra determinación de transformar los sistemas agrícolas para volverlos más resilientes, sostenibles e incluyentes y fortalecer así la seguridad alimentaria de todas y todos los mexicanos”, comentó Bram Govaerts, Director General del organismo internacional.

En el marco de la ceremonia de premiación, se reconocieron a los proyectos ganadores en las categorías de: Investigadores, Productores, Líderes de Opinión y Jóvenes del sector agrícola mexicano.

Los galardonados de la edición 2023 del Premio Cargill–CIMMYT fueron:

  • Andrés Mandujano Bueno en la categoría de Investigadores, con el proyecto “Algoritmos para optimizar el uso de fertilizante nitrogenado”
  • Carlos Barragán García en la categoría de Productores, con el proyecto “Agricultura familiar y agronegocios”
  • Arturo Javier Ortiz García en la categoría de Líderes de Opinión, con el proyecto “Islas agropecuarias”
  • Eduardo Cruz Rojo en la categoría de Jóvenes, con los proyectos “Nuevos Métodos de producción para la zona del Valle del Mezquital”

En esta edición, participaron proyectos que fueron evaluados por un jurado y un Comité de Expertos del sector de agricultura y alimentación, quienes tuvieron la responsabilidad de determinar a los ganadores. Los proyectos fueron evaluados con criterios específicos en cada categoría, entre las que se incluyen:

  • Ser Productores de sistemas de producción de granos básicos como maíz, trigo, cebada y sorgo
  • Ser Científicos e investigadores en agronomía, genética, mejoramiento de maíz, trigo, cebada o sorgo, y tecnologías de la información y la telecomunicación aplicadas al sector agroalimentario
  • Ser Líderes de asociaciones de productores, técnicos y profesionales de la comunicación que trabajan en el sector agroalimentario de México.
  • Ser Jóvenes que hayan realizado actividades sobresalientes o destacadas en el sector agrícola sostenible en México, hayan implementado un programa piloto en su comunidad o que contribuyan a la innovación tecnológica agrícola.

 

Acerca de Cargill

Cargill se compromete a suministrar alimentos, ingredientes, soluciones agrícolas y productos industriales para nutrir al mundo de forma segura, responsable y sostenible. Situados en el centro de la cadena de suministro, colaboramos con agricultores y clientes para obtener, fabricar y suministrar productos vitales para la vida.

Los 160.000 miembros de nuestro equipo innovan con propósito, proporcionando a los clientes lo esencial para que las empresas crezcan, las comunidades prosperen y los consumidores vivan bien. Con 159 años de experiencia como empresa familiar, miramos hacia el futuro manteniéndonos fieles a nuestros valores. Priorizamos a las personas. Apuntamos a la excelencia. Hacemos lo correcto, hoy y para las futuras generaciones. Para más información, visite Cargill.com y nuestro Centro de Noticias.

 Acerca de CIMMYT

CIMMYT es una organización internacional pionera en el mundo, sin fines de lucro, dedicada a resolver hoy los problemas del mañana. Se encarga de promover mejoras en la cantidad, calidad y fiabilidad de los sistemas de producción y de los cereales básicos como el maíz, trigo, triticale, sorgo, mijo y cultivos asociados mediante la ciencia agrícola aplicada, especialmente en el sur global, a través de la creación de colaboraciones sólidas. Esta combinación mejora el desempeño de los medios de subsistencia y la resiliencia de millones de agricultores de escasos recursos, y trabaja por un sistema agroalimentario más productivo, incluyente y resiliente dentro de los límites globales.

El CIMMYT es uno de los principales centros de investigación del GCIAR, una asociación mundial de investigación para un futuro con seguridad alimentaria dedicada a reducir la pobreza, aumentar la seguridad alimentaria y nutricional y mejorar los recursos naturales.

Para más información, visite cimmyt.org 

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Innovaciones para el presente y el futuro

Detalle de una planta de cebada. (Foto: CIMMYT)
Detalle de una planta de cebada. (Foto: CIMMYT)

En una parcela de San Cristóbal Valle de Santiago, en el estado de Guanajuato, encontramos a Joel, un agricultor dedicado y visionario cuya historia es un ejemplo de cómo la agricultura sostenible y la innovación tecnológica pueden transformar el campo y la sociedad.

Con 56 años de edad y más de tres décadas de experiencia cultivando la tierra que heredó de su padre, Joel ha sido testigo de los desafíos y oportunidades que enfrenta el sector agrícola, como el cambio climático, el aumento del precio de los insumos, entre otros.

La historia de Joel es también la historia de una comunidad que se une en torno a la búsqueda de prácticas agrícolas más eficientes y amigables con el medioambiente. Su parcela es el laboratorio donde experimenta con técnicas como la agricultura de conservación —sistema de producción sustentable que permite cuidar suelos y agua— y el riego por goteo, buscando reducir costos, aumentar la producción y proteger los recursos naturales.

«Desde que adoptamos la agricultura de conservación en el año 2020 hemos visto cambios espectaculares en nuestros rendimientos», comparte Joel. «Obtuvimos 7.5 toneladas por hectárea de cebada y 18.5 toneladas por hectárea de maíz, todo mientras reducimos nuestros costos en un 20%. Es un cambio que se traduce en mayor rentabilidad y en un impacto positivo para el medioambiente», comenta.

Uno de los principales impulsores de esta transformación ha sido el proyecto Cultivando un México Mejor, una iniciativa conjunta entre CIMMYT y HEINEKEN México que ofrece asesoría personalizada y capacitación en prácticas agroecológicas a productores como Joel. «Los técnicos de Cultivando un México Mejor nos han brindado herramientas y conocimientos que han sido clave en nuestra transición hacia la agricultura de conservación», destaca el agricultor.

La innovación no se detiene en la adopción de la agricultura de conservación. Joel también ha incursionado en el uso de métodos alternativos de control de plagas, como el empleo de bacterias y hongos benéficos. Además, en su parcela se están implementando tecnologías para optimizar la fertilización y otras innovaciones a fin de reducir la dependencia de pesticidas químicos y preservar los recursos naturales, comenta Joel.

La familia de Joel también ha sido parte fundamental de este proceso de cambio. «Mi esposa y mis hijos están contentos ya que la utilidad ha sido mayor en comparación con otros ciclos que se cultivaba de forma convencional”, menciona entusiasmado porque con esta nueva forma de cultivar también se han incrementado las posibilidades de asegurar los estudios universitarios de sus hijos, de quienes espera también aprendan a cuidar el medioambiente.

“Además, nuestros vecinos están interesados en unirse al proyecto”, afirma Joel con orgullo, añadiendo que ahora en su parcela se realizan recorridos de campo para mostrar a otros agricultores las innovaciones que ahí se han implementado. Durante estos recorridos, Joel comparte su experiencia y conocimientos con entusiasmo.

El mensaje que Joel desea transmitir a sus colegas agricultores es claro: no teman a las innovaciones. «Las tecnologías que nos ofrecen los técnicos de CIMMYT están validadas y han tenido éxito», enfatiza. «Al adoptar prácticas sostenibles, no solo aseguramos la rentabilidad de nuestras unidades de producción, sino que también contribuimos a conservar los recursos naturales para las generaciones futuras».

El camino hacia una agricultura resiliente y sostenible está marcado por la colaboración, la educación y la voluntad de adaptarse a los desafíos del presente y del futuro. Joel y otros productores como él son ejemplos vivos de cómo la innovación agrícola sostenible tiene el potencial de transformar no solo el campo, sino también las comunidades y el planeta.

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Enfoque sistémico, esencial para escalar innovaciones

El escalamiento de enfoques apropiados que hagan justicia a los compleja realidad social es fundamental para escalar el impacto. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
El escalamiento de enfoques apropiados que hagan justicia a los compleja realidad social es fundamental para escalar el impacto. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

“A pesar de la aceptación generalizada de concebir que el escalamiento o ampliación de las innovaciones son la forma de lograr el desarrollo sostenible, la mayoría de los pilotos e intervenciones para escalar innovaciones fracasan en todos los sectores, incluyendo la agricultura, la educación, la salud o el apoyo humanitario”, señala un grupo de especialistas en escalamiento de CIMMYT, GIZ, y otras instituciones, en un artículo recientemente publicado.

El documento aborda los desafíos comunes en la implementación de innovaciones a gran escala. En este sentido, los autores, destacan que la narrativa lineal simplista que asocia la innovación con el impacto ha fallado en representar la realidad de manera efectiva, por lo que proponen un enfoque sistémico —forma de abordar problemas, situaciones o fenómenos desde una perspectiva integral— para la escalabilidad y presentan una innovadora herramienta de exploración de escalabilidad (Scaling Scan) como un medio para explorar los requisitos, implicaciones y desafíos de escalar una innovación en un contexto específico.

“Esta investigación se basa en casi seis años de experiencia usando y adaptando la herramienta Scaling Scan. El objetivo es profundizar en la comprensión teórica y práctica de qué es un enfoque sistémico para el escalamiento y qué desafíos enfrentan los equipos de proyectos y las organizaciones para adoptarlo”, comentan, añadiendo que “además de analizar los resultados del Scaling Scan de 54 talleres realizados en todo el mundo, realizamos entrevistas con diferentes usuarios de la herramienta para conocer sus desafíos y oportunidades”.

Dichos resultados muestran que Scaling Scan es una herramienta flexible, y que se le puede emplear para diversas situaciones —desde hacer comparaciones del uso de una innovación en diferentes regiones, un análisis de cartera de las innovaciones en una organización, una evaluación previa para saber si una innovación debe escalar o no, hasta el desarrollo de capacidades en materia de escalamiento y la planificación/evaluación para desarrollar una estrategia en este rubro—.

El análisis revela que la herramienta tiene amplias fortalezas, como la adaptabilidad de su metodología a las diversas necesidades de los usuarios y su utilidad en el desarrollo de capacidades, el pensamiento interdisciplinario y la colaboración de partes interesadas, así como ofrecer una forma inicial de evaluar la escalabilidad desde una perspectiva sistémica, fomentando la reflexión y la colaboración para abordar desafíos complejos en la implementación de innovaciones a gran escala.

Como toda herramienta de pensamiento sistémico, tiene áreas de mejora, entre ellas compartir información más detallada sobre cuál sería un criterio para escalar una innovación. Para este aspecto, los investigadores proponen en el artículo cuál sería el criterio que podría utilizarse.

“La experiencia con Scaling Scan muestra que las herramientas prácticas y accesibles son un vehículo importante, no solo para evaluar las brechas, sino también para desarrollar la capacidad, construir redes y fomentar el capital social para el cambio”, señalan los investigadores, concluyendo que “en lugar de centrarnos en escalar la innovación, centrémonos en escalar los enfoques apropiados que hagan justicia a los complejos problemas globales que han persistido durante demasiado tiempo y usémoslos para escalar el impacto”.

Te invitamos a leer el artículo completo en: https://doi.org/10.1016/j.agsy.2024.103927

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Maíz, cultivo clave para el éxito del Proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible

Taller de Fortalecimiento de Habilidades Técnicas para la Selección y Evaluación de Material Genético de Maíz con Énfasis en Estreses Abióticos. (Karina Feijóo -coord.- / Alianza Bioversity International-CIAT)
Taller de Fortalecimiento de Habilidades Técnicas para la Selección y Evaluación de Material Genético de Maíz con Énfasis en Estreses Abióticos. (Karina Feijóo -coord.- / Alianza Bioversity International-CIAT)

El maíz es uno de los cultivos priorizados por el proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible, siendo el tercer grano en Colombia con mayor superficie sembrada —después de café y arroz— cuya producción es destinada en un 63 % al consumo humano en la fabricación de arepas, envueltos, mazamorras y chichas. Es precisamente el maíz uno de los cultivos cuya variación en el rendimiento se verá más afectada como consecuencia del impacto del cambio climático, lo que de acuerdo con un reciente estudio , representa una amenaza para el desarrollo del país, ya que puede exacerbar la desigualdad y la pobreza, provocar daños al capital físico y a la infraestructura, interrumpir la generación de electricidad, reducir la productividad laboral y el capital humano, y ocasionar pérdidas en la agricultura.

Es así como surge un convenio creado para encontrar y aplicar alternativas con miras a que el sector agropecuario colombiano se adapte a las condiciones locales del clima y mejore el uso de los recursos naturales asociados con los sistemas productivos, fortaleciendo así su resiliencia ante los impactos del cambio climático.

En este convenio convergen el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR), la Alianza Bioversity International y el CIAT, la Corporación AGROSAVIA, el Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (CIPAV) y CIMMYT, al igual que los principales gremios de Colombia entre los que se encuentra la Asociación de Bananeros del Magdalena y La Guajira (ASBAMA), la Asociación de Bananeros de Colombia (Augura), el Centro de Investigaciones del Banano (Cenibanano), la Asociación Hortifrutícola de Colombia (ASOHOFRUCOL), la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar de Colombia (Asocaña), el Centro de Investigación de la Caña de Azúcar de Colombia (Cenicaña), la Federación Nacional de Productores de Panela (Fedepanela), la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC), el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé), la Federación Colombiana de Productores de Papa (Fedepapa), la Federación Nacional de Arroceros (Fedearroz), la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales y Leguminosas (Fenalce) y la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán).

Se trata del proyecto ‘Colombia Agroalimentaria Sostenible: Adaptación al Cambio Climático’ financiado en su orden por el Fondo Verde para el Clima (GCF), el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) y los socios participantes. Durante los próximos cinco años este proyecto se enfocará en el logro de un objetivo triple: implementar de manera directa con pequeños productores tecnologías que promuevan la producción sostenible del sector agrícola en Colombia. Al tiempo que reducir la vulnerabilidad de los sistemas productivos agropecuarios ante las amenazas del cambio climático, mediante el fortalecimiento de la gestión del riesgo climático, así como disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, garantizando la disponibilidad suficiente y estable de alimentos de calidad.

De ahí la importancia de este Taller de fortalecimiento de habilidades técnicas para la selección y evaluación de material genético de maíz, pues “en equipo con todos hemos logrado uniformizar criterios de selección y metodología de trabajo para el primer año del proyecto. Así como establecer capacidades institucionales en cada región y definir cronogramas de siembra y entregables” resaltó Félix San Vicente, coordinador regional de mejoramiento de maíz para América Latina, CIMMYT.

Este taller, resultado de la colaboración entre la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas (Fenalce), CIMMYT, Corporación AGROSAVIA y la Alianza Bioversity International y el CIAT, contó con un componente práctico que capacitó a los participantes en la evaluación y selección del material genético de maíz, con un enfoque específico en su resistencia a los estreses abióticos: calor, sequía y encharcamiento.

Punto de especial interés para José Jaime Tapia, ingeniero agrónomo del Centro de investigación Turipaná, AGROSAVIA: “estas características de estreses abióticos son las que enfrentan nuestros productores normalmente en el día a día y más con todo el clima que está cambiando constantemente. Entonces, desde la investigación, desde el desarrollo de tecnologías, estamos validando precisamente todas esas metodologías que nos conllevan a poder seleccionar los mejores materiales genéticos para darle esa oferta tecnológica con esas características a nuestros productores”.

Y es que uno de los principales aportes que espera hacer el proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible es un sistema de extensión agrícola mejorado que promoverá la adopción de la agricultura digital, fortaleciendo la resiliencia climática y mejorando la adaptabilidad a condiciones extremas. Aspecto que evidencia que “es claro que necesitamos capacitaciones y actualización. Y este tipo de eventos, y este tipo de convenios con entidades internacionales y las demás entidades del sector nos permiten justamente eso, actualizarnos, formarnos mejor y compartir experiencias”, destacó José Gabriel Ospina, ingeniero agrónomo responsable de los proyectos de nutrición, en Fenalce.

La agricultura digital es uno de los tres componentes de trabajo del proyecto. Allí se incluyen tecnologías como la información satelital, herramientas de toma de decisiones conectadas y bases de datos, que están al servicio tanto de extensionistas como de productores. Incluyendo, por supuesto, la plataforma e-agrology, desarrollada por CIMMYT, que representa una solución pionera diseñada para capacitar a los agricultores en el registro y gestión eficiente de datos agronómicos esenciales.

Durante los próximos cinco años el proyecto se centrará en los cultivos de arroz, caña de azúcar, caña panelera, café, maíz, musáceas, papa y en ganaderías, que junto con sistemas agroforestales serán estudiados en 22 departamentos, en los que están representadas diferentes regiones colombianas: Caribe, Pacífico, Andina y Orinoquía. Con la información generada se desarrollarán productos y aplicaciones para la intervención enfocada en contrarrestar los efectos de la variabilidad climática.