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Al mejorar los suelos contribuyen al cuidado del acuífero de Apan

Cultivo sustentable de cebada en el marco del proyecto Aguas Firmes. (Foto: CIMMYT)
Cultivo sustentable de cebada en el marco del proyecto Aguas Firmes. (Foto: CIMMYT)

Aguas Firmes es un proyecto del Grupo Modelo y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.

En la región de los llanos de Apan, en Hidalgo, donde la agricultura es de temporal, el proyecto se enfoca en mejorar la calidad de los suelos agrícolas, ayudando así a mejorar la infiltración. A la fecha, con la participación de 44 productores de los municipios de Apan, Emiliano Zapata, Almoloya y Tepeapulco, el proyecto ha impactado positivamente en más de 856 hectáreas en donde ya se implementan prácticas de agricultura sustentable.

El menú de tecnologías promovidas es amplio. Durante el segundo año de ejecución del proyecto en Hidalgo, por ejemplo, las principales tecnologías adoptadas por los productores participantes fueron la siembra con arreglo topológico en hileras —mediante el uso de sembradoras facilitadas por el mismo proyecto—, seguida del manejo de rastrojo —componente de la agricultura de conservación enfocado en mejorar elementos de la estructura de suelo y conservación y manejo eficiente del agua de lluvia—.

“Para el proyecto es fundamental el desarrollo de capacidades entre los productores, por ello ha brindado capacitaciones en diversos temas: calibración de equipos de siembra para granos pequeños, elaboración de productos orgánicos para el cultivo de cebada, calibración de equipos de aspersión, alternativas de aplicación de insumos, fertilización integral, estimación de rendimiento, manejo de residuos (construcción e instalación de biodigestor), entre otros”, señala el equipo técnico del proyecto.

El proyecto no se limita a mejorar los sistemas de producción de los agricultores participantes, pues al formar parte de un agroecosistema, busca incidir positivamente en el territorio. En este sentido, “se ha trabajado adicionalmente con productores de pequeña escala, se ha involucrado al gobierno municipal de Apan y figuras de organización ejidal para brindar capacitaciones en tecnologías herméticas para la conservación del grano, manejo de los suelos e importancia de los residuos de cosecha, mejoramiento participativo a través del método de selección masal en maíces criollos y conceptos básicos de una fertilización integral”, puntualiza el equipo de Aguas Firmes en Hidalgo.

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es

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Con capacitación, fortalecen la agricultura sustentable en Honduras

Especialista de CIMMYT en una de las sesiones de práctica con técnicos y productores en Honduras. (Foto: CIMMYT)
Especialista de CIMMYT en una de las sesiones de práctica con técnicos y productores en Honduras. (Foto: Óscar Amado Martínez / Alliance Bioversity-CIAT)

Este 9 de mayo se realizó la ceremonia de entrega de constancias del curso intensivo en Agricultura Sustentable en los sistemas de maíz, frijol y cultivos asociados, el cual fue impartido por especialistas de CIMMYT y Alliance Bioversity-CIAT (ABC) a técnicas y técnicos agrícolas de Honduras en el marco de la iniciativa regional AgriLAC Resiliente, desarrollado en conjunto por estos centros de investigación internacionales que forman parte del CGIAR.

En un contexto donde ya no es suficiente la adquisición de paquetes de información y conocimiento fragmentado, sino que se requiere que las personas sepan hacer uso de los saberes construidos para afrontar y resolver situaciones complejas, este curso destaca por su enfoque conceptual, reflexivo y, sobre todo, vivencial, ya que las prácticas de campo con agricultores y la implementación de sitios en los territorios de los Innova Hub Oriente y Occidente de Honduras fueron parte esencial del curso.

El objetivo principal de este curso ha sido proporcionar a las y los técnicos agrícolas de Honduras las herramientas y conocimientos necesarios para promover prácticas agrícolas sustentables y resilientes en los sistemas de maíz, frijol y cultivos asociados. Durante los cerca de ocho meses que duró el curso, los participantes han adquirido una amplia gama de aprendizajes significativos que los capacitó para abordar los desafíos agroecológicos de manera efectiva.

Fertilidad de suelos y la relación suelo-agua, variedades adecuadas, manejo de malezas y herbáceas en sistemas sustentables, manejo agroecológico de plagas y enfermedades, así como poscosecha de los cultivos de maíz y frijol, fueron algunos de los temas abordados en este curso, con una metodología que le permitió a las y los participantes tener una experiencia de aprendizaje integral y aplicable a sus contextos laborales.

Especialista en poscosecha de CIMMYT en sesión de capacitación. (Foto: CIMMYT)
Especialista en poscosecha de CIMMYT en sesión de capacitación. (Foto: Óscar Amado Martínez / Alliance Bioversity-CIAT)

Durante la ceremonia estuvieron presentes representantes de ABC y CIMMYT, quienes escucharon los testimonios de Raquel Ferrera y Mirian Torres, quienes destacaron por su buen desempeño en dicho curso. Ellas enfatizaron la apertura para que mujeres y jóvenes fueran parte de este curso y la relevancia de AgriLAC para impulsar el desarrollo del campo latinoamericano, con prácticas agronómicas que ayudan a los productores a salir de necesidades, o bien, a hacer mejor las cosas en terreno, mencionaron. . También destacaron el cambio positivo que están notando en la integración y participación de la mujer como técnicas agrícolas.

De acuerdo con los organizadores del curso, a través de este se buscó fortalecer las capacidades de análisis y reflexión para que las y los técnicos aborden los retos de la producción de maíz y frijol en su intervención con agricultores de la región; desarrollen habilidades para impulsar la adopción y adaptación de innovaciones agronómicas en sistemas de producción; y apliquen conocimientos para promover el modelo del InnovaHub en Honduras y fomentar la red de innovación en sus comunidades.

Los InnovaHubs de Honduras retoman una metodología para la gestión de la innovación agrícola desarrollada en México a partir de experiencias exitosas en la difusión e implementación de agricultura sustentable con la participación de todos los sectores. En este sentido, este curso representa un paso significativo hacia el fortalecimiento de la agricultura sustentable en Honduras y la promoción de prácticas con agricultores que aseguren la resiliencia y competitividad de sus sistemas agroalimentarios.

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Agricultura sustentable: notablemente rentable

Cultivo de cacahuate. Detalle. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de cacahuate. Detalle. (Foto: CIMMYT)

En Zacatepec, Morelos, el maíz, el sorgo y el cacahuate son los cultivos que ocupan mayor superficie cultivada bajo condiciones de temporal. Para brindarle a los productores locales las mejores alternativas para que incrementen sus rendimientos y rentabilidad, la plataforma de investigación Zacatepec —donde colaboran el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y CIMMYT— desarrolla diversos estudios.

“El objetivo de la plataforma es determinar la mejor combinación de intensidad de labranza, manejo de rastrojo y rotación de cultivos que resulten en el mayor rendimiento y rentabilidad de maíz, sorgo y cacahuate”, mencionan los responsables de la plataforma quienes, recientemente, evaluaron los resultados de 12 tratamientos donde se compara la aplicación del sistema de cero labranza y labranza mínima; manejo de rastrojo, diferentes densidades de población de plantas; así como rotaciones de cultivos.

“El rendimiento promedio de maíz de 2013 a 2019 fue mayor —7.9 toneladas por hectárea (t/ha)— en los tratamientos de cero labranza en comparación con los tratamientos con labranza mínima; es decir, con barbecho y surcado, sin rastra o cruza— (7.1 t/ha)”, señalan los investigadores.

“Aquí, por el tipo de suelo (Vertisol), estos se expanden y contraen de forma natural y, en general, son difíciles de labrar debido a que cuando están secos son extremadamente duros y en húmedo son demasiado plásticos, por lo que realizar la siembra directa ayuda con un mejor establecimiento del cultivo. Además, al usar cero labranza, los costos de producción en la preparación del terreno disminuyeron en promedio hasta el 57% al evitar el barbecho, la rastra y el surcado”, puntualizan los responsables de la plataforma.

Con respecto al efecto de las rotaciones, los especialistas comentan que “la rotación de maíz con cacahuate promovió el incremento del rendimiento, el contenido de proteína en el grano y una mayor utilidad con respecto al monocultivo de maíz, además de que este incremento fue mayor en el sistema de cero labranza”.

Sobre la distribución de las plantas los investigadores mencionan que “una mayor densidad de población (80 mil plantas por hectárea) presentó un incremento en el rendimiento en el periodo de 2013 a 2015; esto es, que no se presentaron efectos adversos por la competencia de luz, agua, nutrientes y contenido de proteína en el grano en comparación con la densidad de población que convencionalmente usan los productores de la región”.

Así, “la mayor utilidad promedio fue de 16 490 pesos por hectárea (MXN/ha) en el tratamiento con rotación maíz-cacahuate en cero labranza y con el rastrojo como cobertura. La menor utilidad (7 397 MXN/ha) se registró en el tratamiento testigo, es decir, el de monocultivo de maíz con labranza mínima y sin cobertura de rastrojo”, lo que confirma la ventaja del sistema de agricultura sustentable.

Te invitamos a conocer los resultados de las distintas evaluaciones hechas en esta y otras plataformas de la región en: Avances en agricultura sustentable: resultados de plataformas de investigación de los Hubs Valles Altos y Pacífico Centro, México, 2012-202.

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Haciendo de la agricultura sustentable un negocio exitoso

Recorrido por parcela de Chiapas donde se han implementado innovaciones sustentables. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Recorrido por parcela de Chiapas donde se han implementado innovaciones sustentables. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En Ocozocoautla, Chiapas, una familia campesina ha logrado un cambio notable en su forma de vida, convirtiendo la agricultura sustentable en un negocio próspero y sostenible. Los Abadías, quienes residen en Espinal de Morelos, compartieron su historia de éxito, marcada por la colaboración con CIMMYT y la iniciativa Agrilac Resiliente del CGIAR.

«Con las capacitaciones hemos hecho de la agricultura un negocio«, afirma la familia Abadías cuyo relato inicia en 2012, cuando un ingeniero de CIMMYT les propuso implementar un módulo de agricultura de conservación en su parcela. Este enfoque innovador les permitió mejorar sus cosechas y demostrar los beneficios a otros agricultores en eventos demostrativos.

La historia de los Abadías es un ejemplo de cómo iniciativas como Agrilac Resiliente, del CGIAR, pueden impactar positivamente en el campo. Este proyecto, por ejemplo, tiene como objetivo principal aumentar la resiliencia, sostenibilidad y competitividad de los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. Busca responder a necesidades urgentes como la seguridad alimentaria, la reducción de riesgos climáticos y la estabilización de comunidades vulnerables.

“Somos una familia campesina que se dedicaba a la maquila (servicio de maquinaria). Luego de que establecimos el módulo hubo buenos resultados y organizamos algunos eventos demostrativos. A raíz de dichos eventos, a las personas a las que les maquilábamos les gustaron los resultados con agricultura sustentable y nos pidieron que hiciéramos el mismo trabajo en sus parcelas”, relatan los Abadías.

La implementación del módulo de agricultura de conservación marcó el comienzo de una serie de transformaciones. El éxito obtenido atrajo la atención de otros agricultores, generando una creciente demanda por los servicios de los Abadías. Para satisfacer esta demanda, invitaron a sus primos a unirse al proyecto, optimizando así las labores agrícolas y ampliando su capacidad de servicio.

«Vimos que la tecnología daba resultados», mencionan. Este impulso los llevó a rentar parcelas adicionales para aumentar su producción y adquirir una trilladora, diversificando sus servicios. Sin embargo, la comercialización era un desafío pendiente.

Con determinación, los Abadías buscaron alianzas con empresas locales, estableciendo convenios de compra-venta que garantizaron la salida de sus productos al mercado. La adquisición de un camión de transporte les permitió superar la última barrera logística, facilitando el traslado eficiente de sus cosechas.

La colaboración con CIMMYT y la participación en capacitaciones técnicas y organizativas de EDUCAMPO fueron fundamentales en este proceso. Estas instituciones no solo brindaron conocimientos prácticos, sino que también fortalecieron el espíritu empresarial de la familia Abadía.

“Gracias a ellos porque nos hicieron cambiar la forma de pensar, nos capacitaron, nos vincularon con otras instituciones y nos unieron como familia. Ahora participan nuestros hijos (incluso dos están estudiando agronomía), nuestras esposas en la administración y en el acopio de grano. Ahora vemos a la agricultura como negocio, y nuestra visión es ser empresarios. Hoy en día, somos una Sociedad de Producción Rural consolidada».

El legado de los Abadías va más allá de los logros económicos. Hoy son un ejemplo inspirador de cómo la colaboración, la capacitación y la visión empresarial pueden hacer de la agricultura sustentable un negocio exitoso.

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La agricultura de conservación en Sonora

Cultivo de trigo establecido con agricultura de conservación,  en donde se aprovechan los residuos de cosecha del cultivo anterior. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de trigo establecido con agricultura de conservación, en donde se aprovechan los residuos de cosecha del cultivo anterior. (Foto: CIMMYT)

Sonora es un estado estratégico para la agricultura de México. Su aportación al valor de la producción lo posiciona en el cuarto lugar en el ranking nacional (SIAP, 2023), destacando por su producción de uva, espárrago y, sobre todo, de trigo, cultivo del que cosechó un poco más de dos millones de toneladas en 2023.

Con una agricultura de alta productividad, donde casi la totalidad de los cultivos se desarrollan mediante riego, Sonora enfrenta desafíos notables: cerca del 74% de las unidades de producción, por ejemplo, manifiesta que su principal problema son los costos de insumos y servicios.

Para brindar alternativas que permitan a los productores sonorenses disminuir sus costos de producción siendo además sustentables, el Hub Pacífico Norte de CIMMYT integró y publicó recientemente un Menú Tecnológico Sustentable para Sonora, mismo que recopila las prácticas y tecnologías validadas luego de varios años de investigación. Para Sonora, la agricultura de conservación destaca por sus notables beneficios.

“La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable basado en tres componentes: la mínima labranza, la cobertura permanente del suelo y la diversificación de cultivos. En la plataforma estos tres componentes se implementaron con camas permanentes, cobertura permanente del suelo usando el rastrojo del cultivo anterior y con la rotación trigo-cártamo”, señalan los responsables de la plataforma de investigación Navojoa.

“Comparando los resultados desde 2011 hasta 2019, tanto de la agricultura de conservación como del sistema convencional de labranza local —incorporar el rastrojo y monocultivo de trigo—, se observó que el sistema convencional tiene un rendimiento promedio de trigo de 6.2 toneladas por hectárea (t/ha), mientras que con agricultura de conservación este es de 7 t/ha, lo que representa un incremento promedio de 0.8 t/ha con el sistema sustentable”, enfatizan los responsables de la plataforma de Navojoa.

Esta misma comparación se hizo en la plataforma Cajeme II, utilizando datos desde 2014 y hasta 2021. “La agricultura de conservación —combinación de rotación trigo-cártamo, camas permanentes, dejar todos los residuos— rindió en promedio 1.3 t/ha más que el sistema convencional, que consiste en monocultivo de trigo, camas con labranza convencional, y remover residuos”, mencionaron los investigadores de esta plataforma.

La experiencia en Sonora con la agricultura de conservación subraya la importancia de adoptar enfoques innovadores y sostenibles en la producción agrícola. Al combinar tecnología, investigación y prácticas responsables, los agricultores de la región pueden no solo enfrentar los desafíos actuales, como los altos costos de producción, sino también establecer bases sólidas para un desarrollo agrícola más equitativo y resiliente en el largo plazo.

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Gracias a este curso, más de tres mil hectáreas en Zacatecas ahora implementan prácticas sustentables

Nuevos técnicos certificados en agricultura sustentable para Zacatecas, México. (Foto: Hub Intermedio-CIMMYT)
Nuevos técnicos certificados en agricultura sustentable para Zacatecas, México. (Foto: Hub Intermedio-CIMMYT)

En Zacatecas recientemente se graduaron 11 nuevos técnicos certificados en agricultura sustentable que están impulsando innovaciones agronómicas en todo el estado. No obstante, y como muestra de la pertinencia y plasticidad de la certificación, durante su proceso formativo lograron impactar a más de 3 mil hectáreas gracias a una exitosa estrategia desarrollada entre la Secretaría del Campo de Zacatecas —institución con la que se gestionó el curso— y CIMMYT.

Normalmente en un curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable (TC en AS) los estudiantes tienen una parcela de entrenamiento donde implementan las innovaciones que van aprendiendo durante el curso; sin embargo, con la Secretaría del Campo de Zacatecas “el compromiso fue que los estudiantes iban a tener ese entrenamiento implementando un módulo demostrativo en el que establecerían las innovaciones aprendidas, comparándolas con lo que el agricultor convencionalmente realiza en su parcela”, comenta Alberto Cabello, gerente del Hub Intermedio de CIMMYT.

Así, el establecimiento de estos módulos, cinco áreas de extensión y 17 áreas de impacto, dio como resultado que este curso de TC en AS impactara en 3 039 hectáreas en el estado, implementándose alguna práctica sustentable “que los candidatos a técnicos certificado transmitieron a los agricultores atendidos. En total se atendieron 416 parcelas y se capacitaron a 354 productores”, puntualiza el gerente del hub.

La Secretaría del Campo de Zacatecas ha continuado con el acompañamiento técnico a los agricultores que facilitaron sus parcelas para el establecimiento de los módulos. Y ahora es requisito que los asesores que les brindan ese acompañamiento hayan tomado y acreditado el curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable que imparte CIMMYT. Esto representa una exitosa estrategia para promover agricultura sustentable que además ha tenido un impacto positivo en las políticas públicas del estado.

Al respecto, Alberto Cabello enfatiza en que la sensibilidad de las autoridades fue fundamental para materializar la certificación, la cual representa una gran ventaja para el campo zacatecano, “porque esos técnicos certificados están en todas las zonas productoras de Zacatecas, un estado con muy baja precipitación, donde más del 90% de los suelos están deteriorados, con problemas muy fuertes de erosión y de sobreexplotación de acuíferos”, de manera que impulsar esta certificación es muy importante para el estado, enfatiza Cabello.

“Esta certificación es la oportunidad para demostrar que sí se puede revertir todo lo que está pasando en nuestros suelos, nuestra tierra y región porque si no hacemos nada, la situación será cada vez peor, entonces la transmisión del conocimiento y el desarrollo de las habilidades de los asesores que han sido certificados va a permitir que sigan implementando o impulsando prácticas sustentables”, finaliza el gerente del hub.

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Mediante investigación brindan alternativas para disminuir la erosión

Detalle de una planta de maíz que se desarrolla en un suelo con rastrojo como cobertura. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Detalle de una planta de maíz que se desarrolla en un suelo con rastrojo como cobertura. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En Tlaltizapán de Zapata, al suroriente del estado de Morelos, la agricultura ocupa casi la mitad del uso del suelo (49%), y el maíz se siembra en el 62% de la superficie destinada a la siembra, obteniéndose rendimientos promedio de 2.9 toneladas por hectárea (t/ha) (SIAP, 2021).

Una de las principales problemáticas en la zona es la erosión, ya que los suelos ahí son propensos a este fenómeno. Además, el mal uso del riego y manejo del suelo incrementan el riesgo. “Se identificaron problemas de erosión del suelo provocados por el movimiento excesivo de la capa arable y los riegos. Al perderse parte de la capa fértil del suelo se siembra en la capa baja, lo cual genera otros problemas en los cultivos”, señalan los responsables de la plataforma.

En la búsqueda de soluciones, en la plataforma de investigación Tlaltizapán, que se encuentra en la estación del CIMMYT en dicho municipio, se ha estudiado la cantidad y ubicación de las diferentes formas de pérdida de suelos por la erosión causada por el agua y por carstificación (fenómeno que se produce en el suelo por la presencia de yeso y calizas, lo que puede dar lugar un efecto de disolución). Adicionalmente, en la plataforma se busca una alternativa para producir forraje y sustituir el uso de los residuos de maíz para evitar que estos sean removidos de las parcelas o quemados.

Entre los resultados obtenidos en la plataforma destaca que “dejar los residuos de cosecha en este tipo de suelos (vertisoles) propicia la formación de macro agregados (unidades de suelo de más de 2 mm) que mejoran la estructura del suelo, facilitando la infiltración del agua, aire y desarrollo de raíces; además, siendo menos susceptibles a la degradación física por los procesos de humedad y secado que expanden y contraen las arcillas de los suelos de la región”, puntualizan los investigadores.

Con respecto a las alternativas para la producción de forraje, los responsables de la plataforma comentan que las investigaciones continúan y son importantes porque “en la región los productores venden el rastrojo por 2 mil pesos por hectárea (2 000 MXN/ha), pero este precio es menor que el valor del rendimiento de grano perdido por la remoción de los residuos, entonces se deben buscar opciones de forraje para la zona y asegurar que se pueda dejar el rastrojo para mejorar la calidad del suelo”.

Adicionalmente, enfatizan, “es importante compartir con los productores de la región que al usar camas permanentes los costos de producción en la preparación del terreno disminuyen. En el caso de la plataforma, estos disminuyeron en promedio hasta 4 mil pesos por hectárea (4 000 MXN/ha) al evitar el barbecho, dos pasos de rastra y el surcado”.

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Hubs, una metodología que inspira

Acompañamiento técnico en áreas de extensión en Oaxaca, México, brindado por el equipo del Hub Pacífico Sur del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Acompañamiento técnico en áreas de extensión en Oaxaca, México, brindado por el equipo del Hub Pacífico Sur del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

“Estoy aquí con mi equipo para estudiar la metodología del hub que CIMMYT y sus colaboradores han desarrollado en México. Estamos tratando de desarrollar un manual para guiar la aceleración de la ciencia agronómica en el Sur Global y nuestra experiencia aquí nos ha dado nuevas perspectivas”, comenta Henry Okonkwo, de Ernst & Young, organización que en el marco de Excelencia en Agronomía —una iniciativa de CGIAR— estudia cómo escalar en otras partes del mundo la innovación en agricultura.

En medio del creciente interés global por la agricultura sustentable, los hubs agrícolas, desarrollados y consolidados en México por CIMMYT y sus colaboradores, se han convertido en un punto focal para la innovación y el cambio.

Así, luego de visitar el Hub Pacífico Sur y el Hub Bajío de CIMMYT, Henry, quien viene desde Nigeria, comparte sus impresiones sobre esta metodología: “Mi experiencia aquí ha sido reveladora y he observado tres aspectos fundamentales: primero la estructura del hub, que es una estructura colaborativa. Segundo, la interacción entre el hub y las partes interesadas, que es participativa. Y por último está el impacto del hub que ha sido muy significativo entre los productores”.

Henry, describe la estructura del hub como «una estructura colaborativa», destacando cómo esta característica tiene un impacto adicional: “Cuando miro la estructura del hub, veo que es algo integral y esto atrae e inspira confianza entre todas las partes interesadas que conforman el hub”, señala.

Con respecto a la interacción entre el centro y las partes interesadas, Henry señala que esa interacción permite que las partes interesadas, gobierno, alcaldes y la comunidad “trabajen todos juntos. Vimos a algunas ONG asociarse con CIMMYT, organizaciones del sector privado, y todos trabajando juntos para impulsar el impacto de la agricultura sustentable en la comunidad”, enfatizando que esta colaboración integral se traduce en un mayor alcance y efectividad de las soluciones implementadas.

Finalmente, sobre el impacto de los hubs en las comunidades, Henry comenta: “Vimos a ancianas, vimos a jóvenes participando y el testimonio de todos sobre el impacto que el hub ha tenido en ellos se manifiesta de muchas formas, desde ahorro de tiempo hasta nuevos aprendizajes sobre prácticas agronómicas. Creo que el hub, en términos de estructura, de interacción e impacto en la comunidad es asombroso”.

La experiencia de Henry y su equipo en los hubs agrícolas de México demuestra el impacto positivo y la eficacia de esta metodología en el impulso de la agricultura sustentable y el desarrollo comunitario, no solo en México, sino en muchos otros lugares alrededor del mundo.

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Con valentía, ellas son un ejemplo de innovación en el campo

Mujeres y milpa en Chiapas, México. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)
Mujeres y milpa en Chiapas, México. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)

Con su enfoque transversal en género e inclusión social, la iniciativa regional latinoamericana AgriLac Resiliente, del CGIAR, muestra cómo a través de la agricultura sustentable las mujeres del campo latinoamericano son pieza fundamental para construir sistemas resilientes e incluyentes.

Uno de los ejemplos más inspiradores proviene del grupo de mujeres indígenas Tzotziles de Tzabaló, en Larráinzar, Chiapas. Estas mujeres han encontrado en el Hub Chiapas una plataforma que les ha permitido contribuir significativamente al desarrollo de sus hogares y entornos.

“Somos un grupo de mujeres que ya tenemos algunos años trabajado con la cría de puercos y de pollos. Desde el 2022 empezamos a trabajar con CIMMYT y con DAI (Desarrollo Alternativo e Investigación AC). Nos ha gustado mucho porque vemos que se interesan por las mujeres, antes no lo hacían y ahora nos dan la oportunidad de aprender, eso nos despierta el interés de trabajar en el campo porque queremos ayudar a nuestros esposos, pero con conocimientos”, relatan.

De acuerdo con sus testimonios, la oportunidad de capacitarse en agricultura sustentable ha sido transformadora. Antes, su participación en actividades agrícolas era limitada. Ahora, con nuevos conocimientos adquiridos, están produciendo alimentos sanos y nutritivos.

“Si solo nos quedamos en la casa no hacemos mucho, pero cuando salimos al campo nos sentimos en libertad, nos despejamos de tantas tareas que hay en la casa y traemos frijol tierno y verduras frescas para la olla. Ahora podemos producir nuestros alimentos libres de tóxicos y guardar nuestro maíz en recipientes herméticos sin productos químicos”, puntualizan.

La experiencia les ha brindado no solo autonomía en la toma de decisiones sobre sus alimentos, sino también un sentido de libertad y propósito al trabajar en el campo donde el poder del trabajo en grupo también ha sido un factor importante en su éxito.

“Siempre es mejor trabajar en grupo que individual, pero es necesario buscar a un buen dirigente o líder que te guie y te enseñé a trabajar. Como grupo hemos obtenido conocimientos que nos compartimos entre nosotras, aprendimos a podar los frutales, ya no quemamos el rastrojo para reciclar los nutrientes, hay más producción y el producto es más grande, y también esperamos una buena producción de frutas”.

Parcela en Chiapas donde se han implementado prácticas sustentables. (Foto: García, Ramírez y Meentzen / CIMMYT)
Parcela en Chiapas donde se han implementado prácticas sustentables. (Foto: García, Ramírez y Meentzen / CIMMYT)

Sin embargo, el camino no ha estado exento de desafíos. La comunidad enfrenta un contexto sociopolítico que dificulta la colaboración entre grupos, aunque estas mujeres persisten y demuestran con sus logros que la participación femenina en la agricultura es fundamental para el progreso comunitario.

“Lo que hacemos, la gente lo ve mal y nos preguntan que por qué nos vamos al campo a aprender algo que no es para nosotras, que nos vamos porque no tenemos quehacer en la casa, pero no nos desanimamos. Cuando ven los resultados del trabajo nos preguntan cómo le hicimos, y les decimos que es lo que aprendimos al no quedarnos solo en la casa y las invitamos a que se unan al grupo”, mencionan, enfatizando en que en el grupo no importa si se pertenece a uno u otro grupo político porque ahí solo importa el conocimiento y las ganas de superarse.

Así, su valentía y determinación no solo ha transformado sus propias vidas, sino que también está inspirando a otras mujeres a unirse y seguir este camino de empoderamiento a través de la agricultura sustentable.

Estos casos de éxito son testimonio del impacto positivo que puede tener la inclusión de las mujeres en el campo. Su voz y experiencia son fundamentales para construir sistemas alimentarios más resilientes y sostenibles, donde la equidad de género y la participación activa de todos los actores sean pilares para un futuro próspero en las zonas rurales de América Latina.

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Residuos agrícolas, una alternativa para proteger la estructura del suelo

A través de investigaciones extensivas, CIMMYT ha validado la importancia de los rastrojos como catalizadores esenciales para la conservación del suelo. Estos residuos agrícolas, una vez desechados o quemados, ahora son reconocidos por sus beneficios en la retención de humedad, protección contra la erosión, y la reducción de emisiones de CO2. Este enfoque no solo mejora la salud del suelo sino que también contribuye a una agricultura más resiliente frente al cambio climático, enfatizando la agricultura de conservación como un paso crucial hacia la sostenibilidad.

Lee la historia completa aquí.