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La milpa, herencia cultural e investigación agronómica

Ceremonia de la siembra de la milpa en las instalaciones del CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Ronay Flores / CIMMYT)
Ceremonia de la siembra de la milpa en las instalaciones del CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Ronay Flores / CIMMYT)

En ella crece el maíz y el frijol —y muchas otras especies de plantas—, su fertilidad es motivo de fiestas y rituales, su conocimiento es una herencia cultural invaluable, su espacio implica una organización particular y propicia diversos encuentros sociales —y eventualmente, es testigo de algunos encuentros amorosos—. La milpa, ese ecosistema creado por las sociedades mesoamericanas que ha persistido, muy probablemente, por cerca de 5 mil años es, ante todo, un fenómeno cultural y tecnológico dinámico y flexible que hoy busca ser resiliente ante los efectos del cambio climático y las nuevas dinámicas sociales. 

Este 18 de mayo, en la sede global del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en Texcoco, Estado de México, se realizó la ceremonia de la siembra de la milpa, en la que la comunidad de este centro de investigación tuvo oportunidad de escuchar, en voz de sus investigadores, cuáles son las líneas de trabajo que actualmente el CIMMYT está desarrollando para preservar y fortalecer la herencia de cultivo de este sistema milenario. Además, se contó con la participación de danzantes tradicionales que representaron algunos de los rituales de fertilidad asociados a la milpa. 

En contraste con la enorme diversidad biocultural, los estudios formales sobre los aspectos agronómicos del sistema milpa son limitados. “La limitada investigación agronómica formal sobre los sistemas de milpa ha dejado a los agricultores de pequeña escala desatendidos, por lo que han adoptado tecnologías desarrolladas para otros sistemas de producción que no necesariamente funcionan en los sistemas tradicionales”, menciona uno de los recientes estudios del CIMMYT sobre la milpa. 

Milpa en náhuatl hace referencia a “lo que se siembra encima de la parcela” —kool en lengua maya—. Su cultivo principal es el maíz, pero un maizal no es una milpa pues, a diferencia de este —que es un monocultivo—, la milpa es un sistema de cultivos asociados, un policultivo que se caracteriza por propiciar la interacción de una gran cantidad de especies. Por ello se le considera un ecosistema. Uno artificial, culturizado —es decir, integrado en una cultura— (Revista EnlACe, pp. 52-54), pero que al igual que los ecosistemas naturales, debe ser estudiado y protegido, especialmente porque de él depende la alimentación de un gran sector de la población mexicana.

Así, en un contexto donde el cambio climático afectará fuertemente a Mesoamérica —lo que requerirá cambios en las variedades y los cultivos en muchas regiones—, se necesita la evaluación continua de las prácticas bajo las diversas condiciones de las milpas, junto con la investigación de mejora de los cultivos, para generar soluciones de mitigación y adaptación para los agricultores de milpa en las zonas que pudieran resultar afectadas, mencionan los investigadores del CIMMYT.

¿Por qué hablar de las milpas y no solo de la milpa? Porque el tipo de suelo, las condiciones climáticas, los ecosistemas naturales circundantes, las tradiciones y otras dinámicas sociales, los saberes locales y las necesidades o las exigencias agroalimentarias, hacen que la milpa adquiera características particulares en cada región. Así, aunque comparten rasgos comunes —entre ellos que el sistema está dedicado primordialmente al autoconsumo de las familias—, no existe uno, sino varios tipos de milpas. La milpa otomí, por ejemplo, produce chilacayote, agaves, chilaca, flor de calabaza… La milpa totonaca incluye chayotes, tomatillos, quintoniles, yuca, chiltepín… 

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Cómo cuidar a las abejas desde las parcelas

Abeja transportando polen en una parcela diversificada con girasol en Guanajuato, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Abeja transportando polen en una parcela diversificada con girasol en Guanajuato, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

La  principal función de las abejas en los ecosistemas es la polinización, por lo que se considera que la reducción de las colonias de abejas es un problema de particular importancia para la agricultura porque se afecta la polinización de plantas cultivadas y la producción de miel, lo que no representa necesariamente un problema de conservación, ya que las principales especies productoras de miel no están en riesgo de extinción, e incluso su presencia en altas densidades puede tener efectos negativos en las abejas nativas. 

Las abejas adultas se alimentan principalmente de néctar y algo de polen. En este proceso, las flores de ciertas especies de plantas ofrecen como recompensas aceites o fragancias que recolectan algunos grupos de abejas. La diversidad de flores y fragancias se refleja también en la diversidad de aromas y sabores de la miel.

Por lo anterior, son dos las principales acciones que los agricultores pueden realizar para no afectar a este insecto benéfico y, por el contrario, aumentar su población y beneficiarse de su presencia y su acción polinizadora: la primera está referida a un manejo de plagas con enfoque agroecológico; y la segunda a la diversificación de cultivos, particularmente con especies atrayentes de las abejas. 

Una de las alternativas al control convencional de plagas que tienen alto efecto tóxico en humanos, animales e insectos benéficos, como las abejas, es el manejo agroecológico de plagas, una alternativa sustentable que permite regular la población de insectos plaga sin necesidad de exterminarla. 

La diversificación de cultivos, por su parte, representa una gran oportunidad para que los agricultores mejoren su producción; disminuyan el uso de plaguicidas; reduzcan la degradación de sus suelos; obtengan alimentos más variados; y —adicionalmente— comercialicen los excedentes, apoyando así a la economía de sus familias.

La rotación de cultivos, una de las formas de diversificación de cultivos que existen, mejora el balance de nutrientes y permite aumentar la materia orgánica en los suelos; ayuda a aprovechar mejor el agua; y tiene un efecto regulatorio sobre las poblaciones de plagas, malezas y enfermedades.

Hay especies, como el girasol (Helianthus annuus), que representan una buena opción para diversificar cultivos. Además de ser un cultivo con beneficios agronómicos —sobre todo por su buena respuesta a condiciones de lluvia limitada—, las flores del girasol proveen de néctar a cientos de insectos. Esto es particularmente útil en un contexto de cambio climático porque, en tiempos de sequía —cuando no hay flores disponibles en el entorno natural—, los girasoles cultivados se convierten en auténticos oasis para las abejas.

Por supuesto, existen otras alternativas: muchas especies de leguminosas también presentan floración atrayente para las abejas y, con su diversidad de flores y fragancias, aportan diversidad de olores, sabores y colores en la miel. 

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Investigación colaborativa brinda opciones a agricultores de Iguala

Cultivo de crotalaria en sistema diversificado. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Cultivo de crotalaria en sistema diversificado. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Para los agricultores de Iguala, en Guerrero, México, la rentabilidad es un tema importante a la hora de adoptar prácticas sustentables. Por esta razón, en la plataforma de investigación de Iguala se ha estado evaluando, desde hace cinco años, el efecto de los tipos de labranza y el manejo de rastrojo en el rendimiento y rentabilidad del maíz de temporal en rotación con crotalaria y soya.

En la plataforma de investigación de Iguala, ubicada en un campo experimental del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y pecuarias (INIFAP), colaboran tanto investigadores de este instituto como del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Juntos, en el ciclo primavera-verano 2022 establecieron siete tratamientos (cinco con maíz y dos con soya) a partir de los cuales evaluaron prácticas de agricultura de conservación y prácticas convencionales de la zona. 

Si bien no se observaron diferencias estadísticamente significativas para grano de maíz y soya, sí se observó que dos tratamientos mostraron los rendimientos más altos (7.87 y 7.74 toneladas por hectárea, respectivamente). Estos fueron la rotación de maíz con soya, y el tratamiento donde se integraron todos los componentes de la agricultura de conservación, así como siembra de crotalaria en el ciclo otoño-invierno. Por su parte, la práctica convencional de los productores locales fue la que obtuvo el menor rendimiento de grano de maíz. 

Con respecto a la rentabilidad se obtuvieron mejores resultados con las propuestas de agricultura de conservación, sistema de producción que confirma ser “una alternativa viable y sustentable en el cultivo de maíz y soya”, señala Roció Toledo Aguilar, investigadora del INIFAP.

Sobre el impacto de la plataforma de investigación , la investigadora comenta que además de la rentabilidad hay otros como “la capacitación de técnicos y productores, la restauración los suelos degradados, la ampliación del menú de cultivos, destacando los forrajeros porque se trata de una zona ganadera. A partir de estos, los productores pueden equilibrar la alimentación del ganado”.

La relevancia de la plataforma, como yo lo percibo, es que es un espacio donde se pueden obtener resultados y estos pueden ser difundidos a productores y productoras para que los sistemas agroalimentarios sean más resilientes, puedan conservar el suelo y puedan seguir contribuyendo a la alimentación de la sociedad”, concluye Rocío Toledo. 

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Analizar el clima, esencial para tomar mejores decisiones en el campo

Capacitación en análisis de datos climáticos dirigida al equipo técnico que implementa el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Capacitación en análisis de datos climáticos dirigida al equipo técnico que implementa el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

“La idea de que los técnicos que participan en este taller construyan un climograma a partir de los datos climáticos existentes es que, con esa información, ellos vean cómo ha sido el comportamiento del clima histórico y así,  junto con los agricultores, se tomen decisiones para que ante los escenarios de cambio climático adopten una estrategia que les permita ser resilientes”, comenta Cristian Alejandro Reyna Ramírez, uno de los especialistas que participó en la más reciente jornada de capacitación dirigida a técnicos y colaboradores del proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche´.

El proyecto, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) tiene el objetivo de promover entre los agricultores de pequeña escala del sur y sureste de México una agricultura más sustentable, rentable y que también les permita adaptarse a las nuevas circunstancias climáticas para asegurar la alimentación propia, de sus familias y comunidades. Por esta razón, brinda capacitaciones constantes dirigidas tanto a técnicos como a productores. Recientemente, se desarrolló una jornada de capacitación que incluyó el análisis de datos climáticos, entre ellos los resultantes de los climogramas. 

Un climograma es un gráfico que muestra el comportamiento del clima en una localidad a través del tiempo. Este tipo de gráficos son útiles a la hora de tomar decisiones en agricultura: “Entender las variaciones que ha tenido el clima, como técnico, como agricultor, te hace cuestionar eso que ya estaba dado y pensar en nuevas estrategias. Hay agricultores que lo notan y dicen «es que ya me di cuenta que en los últimos tres años si siembro en tal fecha no me va a dar». Si eso lo podemos complementar con un análisis numérico abre la posibilidad de incorporar más herramientas porque no solo son las fechas de lluvia lo que ha cambiado, sino también la cantidad de agua que cae”, señala Cristian.

Las estrategias para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas son amplias: “Tal vez dos fechas de siembra, tal vez no pensar en cultivos de ciclos tan largos, sino más cortos, porque las variaciones climáticas siempre van a existir. Algo que es importante dentro del análisis del clima es que permite tener herramientas para replantear aspectos que ya estaban dados, como que el 3 de mayo iban a empezar las lluvias y por eso se levanta la Cruz, pero que ahora con el cambio climático no pasa necesariamente así en muchas regiones”, continúa Cristian. 

“Los agricultores no saben si llueve más o menos, pero los análisis del clima permiten saberlo; o si la temperatura aumento. El agricultor percibe que la temperatura aumentó, pero no sabe qué tanto. Entonces ahí es donde el trabajo tanto de los científicos, como de los técnicos en campo y los agricultores puede construir una realidad diferente, porque el agricultor ya está viviéndolo, el científico tiene la intención de entender qué es lo que está pasando, y el técnico es ese vínculo entre ambos que puede hacer posible un frente común ante el cambio climático”. 

Con el conocimiento construido de esa manera se pueden generar estrategias de resiliencia climática que ayudarían a mejorar la producción en los sistemas agrícolas. Además, este tipo de información apoya lo que ya muchos agricultores perciben en la práctica: “en algunos casos a los agricultores les sorprende que lo que ellos han percibido efectivamente sí esté pasando, como en el caso de los desplazamientos de las fechas de lluvia. Entender esto permite dialogar con los productores y juntos tomar decisiones sobre qué cultivos establecer”, enfatiza Cristian, en referencia a los diversos cultivos alternativos que también se promueven en el marco del proyecto.

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Los trabajadores agrícolas ante el cambio climático

Productor de Oaxaca, México, quien participa en proyecto orientado a zonas áridas. (Foto: CIMMYT)
Productor de Oaxaca, México, quien participa en proyecto orientado a zonas áridas. (Foto: CIMMYT)

El 15 de mayo en México se celebra también el Día del Trabajador Agrícola, en referencia a San Isidro Labrador y a que, en el calendario agrícola, regularmente, comenzaban las lluvias. El régimen de lluvias, sin embargo, ha cambiado notablemente en años recientes debido al cambio climático.

Las temporadas normales de lluvia han estado cambiando, ahora son más cortas o largas, hay mucha variabilidad que hace muy problemático para los productores planear cuál cultivo sembrar y en qué fecha porque además aumenta el riesgo para la producción. Entonces los productores ahora tienen que adaptar sus sistemas, ser más flexibles”, comenta Kai Sonder, científico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) quien es especialista en sistemas de información geográfica. 

“Bajo el escenario de cambio climático más probable actualmente, donde la humanidad sigue emitiendo más gases de efecto invernadero y donde esa tendencia seguirá en los próximos años, entonces las predicciones son que las temperaturas van a seguir subiendo, lo que implica más estrés por calor para los cultivos, y también que necesitamos más agua, pero en muchas partes del país las predicciones dicen que lloverá menos”, menciona el especialista. 

Para las distintas regiones del país los efectos del cambio climático trazan escenarios igualmente diferenciados: “En algunas partes del norte puede ser que las lluvias aumenten, en algunas partes en las sierras, pero también las lluvias serán más intensas y en muchos casos más cortas, entonces ahí tenemos el doble problema de mayor estrés por calor al mismo tiempo que probablemente habrá menos agua en muchas áreas, lo que implica menos potencial de rendimiento”, continúa Sonder.  

Todas las zonas del trópico y subtrópico, especialmente el sur, pero también el centro del país, tendrán modificaciones y podrían ser menos productivas o dejar de serlo para los cultivos actuales. Algunas áreas en los Valles Altos puede que se beneficien, podrían introducir algunos cultivos que antes por el frío u otros factores no se podía, pero es una pequeña parte del país. Y en el norte es donde también puede mejorar la producción agrícola en algunos casos, pero son áreas bastante secas ya hoy día”. 

Para los trabajadores agrícolas, adicionalmente a los efectos del calentamiento global, se predice un fuerte incremento de estrés térmico que afectará la productividad laboral y generará riesgos para la salud de estos trabajadores, particularmente para áreas tropicales y subtropicales del país.  

Al preguntarle sobre la resiliencia climática, el científico del CIMMYT comenta que la idea que da soporte a este concepto la de “tener un sistema de producción para que los agricultores puedan de alguna manera tratar de evadir el impacto negativo del cambio climático lo más posible con variedades nuevas tolerantes al estrés, o la identificación de maíces nativos que estén adaptados a esos estreses. Y también tener una agronomía muy adaptada, sustentable, con tecnologías como agricultura de conservación que ayudan a balancear en muchas partes el impacto negativo de la variabilidad climática”. 

Como menciona Sonder, se requiere de una agricultura climáticamente inteligente donde igualmente se atienda la capacitación de técnicos y agricultores y se formulen políticas públicas para “asegurar que los productores tengan acceso a datos, a información del clima confiable para definir fechas óptimas de siembra, por ejemplo”. 

Del mismo modo, impulsar el trabajo de centros de investigación como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) o el CIMMYT y las universidades agrícolas, desde donde también se está “tratando de usar todos los modelos de cambio climático disponibles hoy en día para informar a los mejoradores en qué dirección tienen que ir para asegurar que todo productor en México tenga semillas que pueda sembrar bajo condiciones adversas”. 

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Investigación para brindar soluciones a las problemáticas de cada productor

Plataforma de investigación de Zacatepec, en Morelos, México. (Foto: CIMMYT)
Plataforma de investigación de Zacatepec, en Morelos, México. (Foto: CIMMYT)

Recientemente, en las instalaciones de la sede global del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Texcoco, Estado de México, se desarrolló el Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023, en el que se dieron cita investigadores de México, Guatemala, Perú y Colombia para intercambiar experiencias, aprender y renovar la investigación que, desde esos espacios, se está realizando para desarrollar y consolidar sistemas agroalimentarios sustentables. 

Esta red de plataformas que impulsan el CIMMYT y sus colaboradores “inició en 2011, pero ahora está entrando en una nueva fase, donde con nuevas iniciativas como AgriLAC Resiliente, Excellence in Agronomy, o proyectos como Cultivando un México Mejor con HEINEKEN México o Agriba Sustentable con Trimex, entre otros, estamos operando las plataformas ya existentes o instalando nuevas para obtener y validar las mejores recomendaciones para los productores”, señala Simon Fonteyne, coordinador de investigación agronómica para América Latina del CIMMYT.

“En las plataformas de investigación se hace investigación agronómica bajo las condiciones de los productores locales con el objetivo de encontrar soluciones para mejorar su sistema de producción. Estas mejoras están basadas en datos obtenidos a través de la investigación colaborativa. En ese sentido, las plataformas no son únicamente trabajo del CIMMYT, si no también trabajo de los colaboradores provenientes de todos los sectores, gobierno, agroindustria, academia, etc.” 

“El principal beneficio que observamos en la plataforma, después de más de 10 años que llevamos trabajando con ella, ha sido el incremento del rendimiento de grano y, aunque este aspecto regularmente es lo principal que observan los productores, nosotros insistimos que también hay que observar los beneficios en la rentabilidad, no solo el rendimiento, si no también cuánto nos cuesta producirlo”, menciona Alberto Trujillo Campos, de la plataforma de Zacatepec, Morelos, en donde se colabora con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP). 

La plataforma de Zacatepec está ubicada en el trópico seco de Morelos, dentro del Campo Experimental “Zacatepec” del INIFAP. En esta zona, bajo condiciones de temporal, se cultiva una superficie de 18 mil hectáreas de maíz, con rendimiento medio de 3.2 toneladas por hectárea y 25 mil hectáreas de sorgo con rendimiento medio de 4.2 toneladas por hectárea. Esta plataforma de investigación tiene la finalidad de determinar la mejor interacción entre sistemas de labranza, manejos de rastrojo y rotación entre cultivos de maíz, sorgo y amaranto.

La investigación en la plataforma ha derivado en mejores condiciones de suelo, mayor captación de humedad y eso se ah reflejado en mayor rendimiento y rentabilidad para el productor. Los tratamientos con el mejor rendimiento y rentabilidad fueron aquellos que tienen en común el sistema de cero labranza y cultivando sobre el rastrojo del cultivo anterior, independientemente de la rotación de cultivo”, menciona el investigador que colabora en la plataforma de Morelos. 

“La importancia de las plataformas de investigación es que ahí podemos comparar el sistema del productor con innovaciones que vamos generando a través de la investigación. De esa manera le damos a conocer al productor que las mismas condiciones de suelo, ambiente, clima y precipitación, tenemos resultados diferentes cuando implementamos ciertas prácticas”, enfatiza Alberto Trujillo. 

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Quemas agrícolas ponen en riesgo vidas humanas

Quema de rastrojos en agricultura convencional. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Quema de rastrojos en agricultura convencional. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

El avance del cambio climático incrementará en todo el mundo el riesgo de incendios forestales devastadores en las décadas por venir, señala el estudio “Propagándose como un incendio forestal” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) donde se proyecta que esos fenómenos se incrementarán un 30 % para 2050 y más de un 50 % para fin de siglo.

De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, casi la totalidad de los incendios forestales en México son provocados por actividades humanas y un poco más del 30 % de estos se produce por actividades agropecuarias, siendo las quemas agrícolas una de las principales causas. 

Además de la afectación al medioambiente, los incendios tienen un costo social muy alto: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que en México los incendios son responsables del 31 % de los desastres en el país y ocasionan cerca del 27 % de la totalidad de la mortalidad asociada (humo, gases tóxicos, etcétera).

El registro histórico indica, además, que durante la década de 2010 a 2020 cerca de 100 personas perdieron la vida combatiendo incendios forestales (esto sería un promedio de 10 personas por año), por lo que es urgente minimizar el riesgo de incendios forestales en distintos frentes. En el terreno agrícola, la adopción de prácticas de agricultura sustentable contribuye no solo a combatir el cambio climático, sino también a reducir la posibilidad de incendios que ponen en riesgo vidas humanas. 

Yo ya no quemo porque se pierde la materia orgánica y se contamina. Aquí en la comunidad eso es constante, cada que alguien tira su guamil (tierra que estaba en descanso) o roza, quema la vegetación seca y no, no debe ser así porque estás dejando pobre a la tierra”, comenta Alan Brian Ríos, un productor de maíz de San Pedro Pochutla, Oaxaca, quien a través de los proyectos que promueve el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) aprendió a trabajar con agricultura de conservación. 

La agricultura de conservación es un sistema de producción sustentable que permite reducir los costos de producción, mejorar las condiciones del suelo, optimizar el consumo de agua, entre otros beneficios. Uno de sus componentes básicos es la cobertura del suelo con residuos de la cosecha anterior. Aprovechar los residuos (conocidos como rastrojos, paja, cañuela, etc.), en lugar de quemarlos, permite nutrir y proteger el suelo contra la erosión. 

Ya no quemamos la cañuela, ahora la dejamos sobre la tierra para que la abone y ya luego sembramos. Y nos ha dado resultado, ahí se ve. En donde no se deja la cañuela la matita está muy chiquita, no produce mucho el frijolito, pero donde tiene cañuela crece y ahí da más. Ya no es como antes que la juntábamos y a echarle lumbre porque según que estorbaba. Ahora cuando vemos a muchachos juntándola para sacarla les enseñamos esta parcela”, comenta Bernarda Ojeda, productora de Oaxaca.

Los incendios forestales extremos suelen ser devastadores para la biodiversidad y para las personas, particularmente para aquellos que los combaten. También aceleran el cambio climático y, como señala el PNUMA en su informe, afectan de manera desproporcionada a los países más pobres del mundo, con impactos que se prolongan mucho tiempo después de que el fuego se apaga.

En el marco del Día Internacional del Combatiente de Incendios Forestales (4 de mayo) hacemos un recordatorio de cómo, con acciones simples como dejar el rastro sobre la superficie de las parcelas, se puede contribuir al cuidado del medioambiente y, además, a disminuir los riesgos de incendios forestales, reduciendo también las posibilidades de pérdidas de vidas humanas. 

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Tendrá Zacatecas nuevos técnicos certificados en agricultura sustentable

Firma de convenio de colaboración entre el gobierno de Zacatecas y el CIMMYT para la impartición del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable. (Foto: Hub Intermedio-CIMMYT)
Firma de convenio de colaboración entre el gobierno de Zacatecas y el CIMMYT para la impartición del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable. (Foto: Hub Intermedio-CIMMYT)

Para afrontar los retos del campo zacatecano, la Secretaría del Campo del Gobierno del Estado de Zacatecas y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) firmaron un acuerdo de colaboración para formar técnicos certificados en  agricultura sustentable quienes podrán brindar un acompañamiento especializado a productores. 

El curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable es una estrategia de capacitación impulsada por el CIMMYT para formar técnicos especializados en sustentabilidad agrícola al más alto nivel, cuya función es contribuir a la resolución de tres importantes retos en el país: seguridad alimentaria, pobreza y cambio climático.

El curso incluye sesiones teóricas y prácticas a cargo de destacados especialistas para proporcionarle a los participantes diversas herramientas en gestión para la innovación, técnicas agronómicas sustentables y herramientas para la formación y la comunicación que, en conjunto, permiten acelerar la adaptación, adopción y difusión de las tecnologías que responden a los retos actuales que enfrentan los productores y la agroindustria.

Durante el acto, estuvieron presentes Jesús Padilla, titular de la Secretaría del Campo de Zacatecas; Juan Manuel Martínez, Subsecretario Agrícola; Jaime Morales, director de Riesgos Agrícolas: Jelle Van Loon, director asociado del programa de Sistemas Agroalimentarios Sustentables del CIMMYT; y Alberto Cabello, gerente del Hub Intermedio del CIMMYT. 

“Estos técnicos estarán capacitados para difundir prácticas sustentables pertinentes a cada contexto biológico y cultural en que se desenvuelven los productores de Zacatecas”, señaló el gerente del Hub Intermedio, quien enfatizó en que “disponer de más técnicos certificados contribuirá al crecimiento y escalamiento de las innovaciones agronómicas que se requieren en el estado”. 

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Plataformas de investigación agrícola en México y AL contribuyen a brindar soluciones globales para el cambio climático

Plataforma de investigación del CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Plataforma de investigación del CIMMYT en Texcoco, Estado de México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

“Ante el cambio climático, los efectos socioeconómicos de la pandemia, el conflicto bélico en Europa del Este, y el incremento del costo de vida por la inflación, es nuestra responsabilidad hacer de la investigación colaborativa una vía para mitigar el impacto de estos factores adversos. No es suficiente quedarnos con los resultados, hay que transformar la ciencia en impacto real en el campo”, sostuvo el doctor Bram Govaerts, director general del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) durante la inauguración del Simposio Internacional de Plataformas de Investigación 2023.

El simposio, realizado el 27 y 28 de abril en las instalaciones de la sede global del CIMMYT, en Texcoco, Estado de México, reunió a decenas de investigadores que operan una de las redes de plataformas de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial, la cual es impulsada por el CIMMYT y sus colaboradores a través de proyectos como AgriLAC Resiliente, AgribaSustentable, Cultivando un México Mejor, Excellence in Agronomy, MasAgro-Cultivos para México —iniciativa con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural que permitió el surgimiento de la red hace más de 10 años—  y otros proyectos igualmente importantes.

Las plataformas de investigación son operadas gracias a la colaboración con otros centros de investigación nacionales —como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP)—, universidades, despachos y organizaciones de la sociedad civil. Su relevancia radica en que abarca muchas agroecologías debido a la extensa geografía de México —lo que se refleja además en la diversidad de prácticas validadas y adecuadas para todo tipo de agricultores— , creando un gran potencial para servir no solo para la región, sino también para el resto del mundo. 

Actualmente, se han sumado a esta red otras plataformas de investigación de otros países en América Latina, operadas por centros de investigación del CGIAR como el Centro Internacional de la Papa (CIP) de Perú, la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) de Colombia, precisó Simon Fonteyne, coordinador de investigación agronómica para América Latina del CIMMYT.

Con lo anterior, “Somos la primera región en contar con una red de investigación y esto nos coloca a la vanguardia, convirtiéndonos en ejemplo para que las otras regiones del mundo también establezcan sus propias redes”, anunció Nele Verhulst, investigadora del CIMMYT, quien hizo énfasis en la importancia de contar con información a nivel regional para identificar las mejores prácticas agronómicas que las que podrían identificarse solo como resultado de experimentos únicos o muy limitados geográfica o temporalmente, en particular a la hora de brindar a los agricultores recomendaciones confiables que les permitan hacer frente a los retos que impone el cambio climático.

“El último reporte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) señala que hay aspectos con las modificaciones climáticas que ya no se pueden revertir, por ello es urgente transformar los sistemas agrícolas mediante un uso más eficiente de los insumos productivos y la adopción de prácticas agrícolas sostenibles. La agricultura tiene un gran potencial de mitigar el cambio climático, pero debemos saber cómo y no se puede saber esto sin datos duros, mismos que esperamos surjan de sus trabajos en plataformas y del debate en este simposio”, mencionó Govaerts. 

“Un estudio colaborativo en CIMMYT estima que la producción total de maíz en México podría lograr una reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en 33 %, si se reduce el uso efectivo de fertilizantes. El estudio aún es muy generalizado, y por eso es importante la red de plataformas para disponer de mejores datos que puedan compartirse con los tomadores de decisiones y establecer mejores políticas públicas. Esto es, transitar de resolver mañana los problemas de ayer, a resolver hoy los problemas del mañana y es nuestra responsabilidad, desde la ciencia, dar estas respuestas”, finalizó Govaerts. 

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La voz de los agricultores de pequeña escala llega al G20

Carmelo Sánchez, productor de maíz y leguminosas de Candelaria, Campeche, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Carmelo Sánchez, productor de maíz y leguminosas de Candelaria, Campeche, México. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En el marco del G20 (Grupo de los 20), el pasado 18 de abril se desarrolló en India el Encuentro con los principales científicos agrícolas (#G20MACS) a fin de identificar las prioridades en investigación que permitan acelerar el desarrollo agrícola global. El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), con sede en México, estuvo representado por su director general, el doctor Bram Govaerts. 

En un mundo donde el cambio climático ha reducido la seguridad alimentaria y donde los pequeños agricultores son quienes están experimentando los peores impactos de ese fenómeno, “La visión del CIMMYT busca construir una línea de soluciones nuevas y mejoradas para brindar beneficios a nivel local a los productores de pequeña escala en un mundo cambiado y cambiante”, sostuvo el científico y representante del CIMMYT.

El trabajo del CIMMYT para construir un mundo con sistemas agroalimentarios resilientes y proteger la biodiversidad tiene un impacto global: 70% del trigo y más del 50% del maíz sembrado en el mundo derivan de materiales genéticos del CIMMYT, centro de investigación científica sin fines de lucro que tiene presencia en más de 50 países y cuyas prácticas y tecnologías desarrolladas y promovidas han beneficiado a más de 18 millones de agricultores en todo el mundo. 

“El enfoque del CIMMYT está orientado hacia una investigación amplia sobre adaptación y mitigación del cambio climático; esto es una investigación centrada en el clima para ayudar a los pequeños agricultores a adaptarse a los choques climáticos y aumentar y mantener los rendimientos de forma rentable y sostenible mediante la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero con prácticas como la agricultura de conservación”, mencionó Govaerts. 

La agricultura sustentable que se ha desarrollado en México con el soporte científico de instituciones como el CIMMYT y sus colaboradores, posiciona al país como una de las voces más relevantes del G20 en torno al tema agrícola. 

Experiencias exitosas como Cultivos para México —iniciativa impulsada junto con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural— han sentado las bases para que esos aprendizajes actualmente se estén replicando en países de África, Asia y América Latina con el liderazgo del CIMMYT y una amplia participación de actores locales.  

La conservación de la biodiversidad —el centro custodia más de 140 mil muestras de semillas de trigo y más de 28 mil muestras de semillas de maíz—, el estudio y la promoción de dietas saludables y asequibles, el desarrollo local inclusivo y la promoción de sistemas de abastecimiento responsable, así como la consolidación de sistemas de semillas que contribuyan a la soberanía alimentaria de los países, son algunas de las líneas de investigación estratégica que, desde el CIMMYT, se han puesto en la mesa de discusión del que es el principal foro para la cooperación económica internacional.