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Con agricultura sustentable buscan mejorar la calidad de los suelos de Calera

Optimización del riego a través del proyecto Aguas Firmes. (Foto: Julio César González / Agrocime)
Optimización del riego a través del proyecto Aguas Firmes. (Foto: Julio César González / Agrocime)

Los resultados de cerca de un centenar de análisis de suelo realizados en parcelas cercanas al acuífero de Calera, en Zacatecas, México, indican que el 90 % de los suelos agrícolas de ese perímetro son alcalinos o muy alcalinos, lo que podría hacer que los micronutrientes y otros elementos que son importantes para el desarrollo de los cultivos —como es el caso del fósforo— tuvieran baja disponibilidad.

Los suelos alcalinos son comunes en regiones áridas y semiáridas. Se trata de suelos arcillosos que, en términos generales, tienen una estructura pobre, suelen ser poco fértiles y difíciles para la agricultura porque tienen un drenaje deficiente que hace que el agua de lluvia o de riego quede retenida en la superficie —generando además una baja movilidad de los escasos nutrientes disponibles—, lo cual termina traduciéndose, frecuentemente, en una reducción del crecimiento de la planta.

De acuerdo con investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que, en el marco del proyecto Aguas Firmes están trabajando en el mapeo de la fertilidad de los suelos de los municipios que integran el perímetro del acuífero de Calera, el hecho de que la mayor parte de los suelos de ese espacio sean alcalinos plantea considerables retos para la agricultura local, pero también una gran oportunidad para la adopción de sistemas como la agricultura de conservación.

“Las prácticas de agricultura de conservación —basada en mínima labranza, cobertura del suelo y diversificación de cultivos— van a ayudar a que el agua se infiltre, porque aquí llueve poco y, cuando llueve, el agua se va; ese es el problema, que el agua no se infiltra porque la estructura del suelo ya está muy deteriorada y por eso es importante incrementar la materia orgánica que es, de alguna forma, el pegamento para que los granos de suelo se unan y hagan que el suelo tenga una estructura adecuada”, comenta Jesús Pérez Gómez, coordinador técnico del Hub Intermedio del CIMMYT.

“Nosotros trabajamos con productores de riego por goteo con agua de pozo extraída del acuífero porque la prioridad es mejorar la sustentabilidad hídrica de ese cuerpo de agua. Esto implica transformar muchas cosas. Aquí los productores riegan conforme a un rol, no hay una planeación del riego ni se consideran los requerimientos del cultivo y, como muchas veces se comparte el pozo, el productor riega porque le toca regar, ya que si no lo hace  tendría que esperar nuevamente su turno, entonces normalmente se está regando cuando todavía no se tendría que regar y se aplica mucha agua, más de lo requerido”, señala Jesús.

Con el 90 % de los suelos en el perímetro del acuífero de Calera con un pH arriba de 7.3,  el 61 % con uno de 8 a 9.1 —por lo que se consideran suelos alcalinos o muy alcalinos— y el 74 % con niveles de materia orgánica bajos y moderadamente bajos, promover prácticas de agricultura de conservación y para la optimización del riego es una prioridad.

“Esperamos contar con equipos para monitorear la humedad y temperatura a diferentes profundidades y, con esos datos, hacer recomendaciones de riego más puntuales para el productor. Por el momento lo que hemos desarrollado es un plan de riego que se hace de acuerdo con los datos climáticos de la zona y los requerimientos del cultivo”, puntualiza el coordinador técnico del Hub Intermedio del CIMMYT, institución de investigación científica que promueve la agricultura sustentable como uno de los pilares de Aguas Firmes.

Aguas Firmes es un proyecto impulsado por Grupo Modelo en alianza con la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es

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Maíces nativos, esenciales para la seguridad alimentaria de la humanidad

Maíz nativo de la Península de Yucatán. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Maíz nativo de la Península de Yucatán. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

“En 2020 el grupo de Productores de Maíz Criollo Kantunil, del municipio del mismo nombre en Yucatán, México, solicitó muestras de ocho accesiones —lotes de semillas que se recogieron en un lugar determinado y en un momento específico— de maíz al Banco de Germoplasma que resguarda el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en Texcoco, Estado de México”, comenta Edgar Martín Miranda Gamboa, colaborador del Hub Península de Yucatán del CIMMYT y representante del grupo de productores en mención.

“La razón por la que los agricultures de Kantunil solicitaron muestras de esas semillas fue porque se trataba de dos colectas originarias de su municipio, recolectadas ahí hace más de 80 años y la idea era ver nuevamente esas variedades creciendo en sus localidades de origen. Las 250 semillas de cada accesión enviadas por el Banco de Germoplasma del CIMMYT fueron cultivadas en el ciclo primavera-verano 2020 en el sistema milpa tradicional, con la finalidad de evaluar su adaptación y reproducirlas. El resultado de la labor de reproducción se complementó con el Primer Intercambio Cultural y de Semillas Criollas entre los municipios de Dzitás y Kantunil”.

Este relato de Edgar Miranda ejemplifica la importancia de la colección de maíz que se resguarda en el Banco de Germoplasma del CIMMYT, donde se cuenta con 28 mil colecciones únicas de semillas de maíz y más de 150 mil de trigo. La colección de maíz, la más grande e importante del mundo, de hecho, está celebrando 80 años de haber iniciado.

“A 80 años de que se inició la colección la misión del Banco de Germoplasma del CIMMYT es ofrecer accesiones de maíz y trigo con información confiable, con semilla de calidad, sana y viable en términos de germinación para su uso y para mantener a perpetuidad las colecciones vivas y viables para todos”, comenta Cristian Zavala, coordinador del Banco de Germoplasma del CIMMYT.

Con respecto a la biodiversidad que se resguarda y se estudia en el Banco de Germoplasma, Cristian menciona que las variedades nativas son particularmente importantes porque estas “fueron seleccionadas desde hace más de 10 mil años, entonces ellas han pasado por  diferentes cambios climáticos, cambios sociales e incluso han sido adaptadas a los diferentes retos que se les han impuesto por  la actividad social, en donde las presiones por insectos, por hongos, por virus o por bacterias han sido una constante para estas variedades y las han superado todas hasta la fecha”.

Con la riqueza biológica de los maíces nativos “el banco tiene potencialmente las soluciones para enfrentar los retos del futuro: las variedades nativas. Si la respuesta esta ahí adentro, aún no lo sabemos, porque todavía no la necesitamos, pero cuando la necesitemos vamos a tener que venir a buscar dentro de este repositorio de genes para encontrar las respuestas a estos nuevos retos que nos va presentar tanto el cabio climático como todos los movimientos sociales que están ocurriendo”, enfatiza Cristian.

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¿Qué es la desertificación y cómo detenerla?

Vista de una parcela en sistema convencional en temporada de sequía. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT
Vista de una parcela en sistema convencional en temporada de sequía. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT

La desertificación es un tipo particular de degradación del suelo que ocurre en tierras secas y puede tener efectos ambientales y sociales muy graves, como la subalimentación y la migración. Se estima, de hecho, que 74 % de las personas en situación de pobreza en el mundo son afectadas directamente por la desertificación.

La desertificación es diferente a la formación de desiertos, pues este fenómeno no solo es inducido por las variaciones climáticas, sino que es causado —fundamentalmente— por la actividad humana (prácticas agrícolas inadecuadas, sobrepastoreo, deforestación, sistemas de irrigación inapropiados e —incluso— dinámicas socioeconómicas poco pertinentes que favorecen la pérdida de la cobertura vegetal que protege al suelo). Además, disminuye la productividad y la riqueza biológica de los suelos, ocasionando infertilidad, salinización y alteración de los ciclos biológicos, entre otros problemas.

Por lo anterior, la lucha contra este fenómeno no solo se ha plasmado entre las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, sino que también es el propósito del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se celebra cada 17 de junio para hacer énfasis en la urgencia de restaurar las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas que se encuentran afectadas por la desertificación, la sequía y las inundaciones.

En México, las tierras secas ocupan un poco más de la mitad del territorio nacional (128 millones de hectáreas) y se estima que la desertificación afecta a cerca del 43 % de esas tierras que abarcan las zonas muy áridas y áridas (que se encuentran principalmente en Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua y Sonora), las zonas semiáridas (distribuidas en su mayoría en el desierto Sonorense y en el altiplano), y las zonas subhúmedas secas de Campeche y Yucatán, el Golfo de México y las costas del Océano Pacífico desde Sinaloa hasta Chiapas.

La desertificación puede derivar en zonas improductivas para casi cualquier actividad económica y, en buena medida, está asociada a la degradación del suelo producto de actividades agropecuarias donde prevalecen prácticas inadecuadas como el riego excesivo, las quemas agrícolas, el exceso de labranza y la falta de prácticas de conservación de suelo y agua.

Junto con diversos colaboradores y a través de variados proyectos, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrolla ciencia aplicada al campo y promueve prácticas agrícolas sustentables, particularmente las orientadas a un mejor aprovechamiento del agua y a la conservación y recuperación de suelos que, entre otros beneficios, permiten mitigar la desertificación.

En diversas zonas semidesérticas, por ejemplo, se ha identificado que los suelos se han adelgazado y tienen bajo contenido de materia orgánica, por lo que su productividad ha disminuido de forma significativa. En plataformas de investigación de Zacatecas y Querétaro, por ejemplo, se han hecho estudios y validado prácticas que permiten hacer productiva la agricultura de temporal en zonas donde la precipitación es escasa o errática.

En comparación con la labranza convencional —en la que prácticas como el movimiento continuo del suelo favorecen la degradación—, las prácticas fomentadas por el CIMMYT y sus colaboradores en tierras secas han permitido obtener mayores rendimientos incluso en condiciones de sequía prolongada.

Además, la agricultura de conservación —cuyos componentes básicos son la cobertura del suelo con rastrojo, la mínima labranza y la diversificación de cultivos— permite reducir el problema de los suelos salinos (efecto común de la degradación). En plataformas de investigación en Hidalgo, como otro ejemplo, diversos estudios confirman que los suelos trabajados con este sistema presentan una menor concentración de las principales sales que originan el problema, por lo que —al implementarlo— los productores están impidiendo la presencia de la “costra blanca” sobre la superficie de sus parcelas y evitando efectuar gastos extras en la compra de yeso agrícola para equilibrar la alcalinidad del suelo.

Otros efectos notables de la agricultura de conservación son que permite acumular materia orgánica, reducir la erosión eólica e hídrica, disminuir la emisión de gases de efecto invernadero (al evitar quemas agrícolas y reducir el número de pasos de maquinaria), incrementar la captura de carbono, y desarrollar una agricultura resiliente frente al cambio climático, el cual agudiza la desertificación, las inundaciones y las sequías.

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Iguala y el CIMMYT firman convenio para impulsar una agricultura sustentable

Firma del convenio de colaboración entre los representantes del Gobierno de Iguala y del CIMMYT. (Foto: Gobierno de Iguala)
Firma del convenio de colaboración entre los representantes del Gobierno de Iguala y del CIMMYT. (Foto: Gobierno de Iguala)

El presidente municipal de Iguala, David Gama Pérez, y el coordinador nacional de Hubs del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), José Guadalupe Flores, firmaron un convenio de colaboración para potencializar la agricultura del municipio igualteco y hacerla más resiliente ante los desafíos derivados de los cambios climáticos.

Esto, como resultado de un esfuerzo conjunto, busca fomentar el acompañamiento técnico para la implementación de prácticas sostenibles y la adopción de tecnologías innovadoras que permitan mejorar la producción agrícola y garantizar la seguridad alimentaria de Iguala y la región, y hacerles frente a los retos para lograr alimentos nutritivos e inocuos en un contexto donde el cambio climático ha acentuado la incidencia de plagas y enfermedades en los cultivos.

En su mensaje, el presidente municipal, David Gama Pérez, —quien estuvo acompañado de la síndica administradora Nayeli Salmerón y el secretario de Desarrollo Rural y Sustentabilidad, Cristóbal Torreblanca —, dijo que “el cambio climático plantea nuevos retos para la agricultura, afectando tanto la productividad como la calidad de los cultivos. Conscientes de esta realidad, el Gobierno de Iguala ha buscado aliados estratégicos para desarrollar soluciones eficaces y sustentables. En este sentido, este convenio es un paso significativo para que los productores de Iguala sean resilientes ante la variabilidad climática”.

“La relevancia del convenio, que posiciona a Iguala como un municipio innovador en la adopción y difusión de medidas para la mitigación y adaptación al cambio climático, radica en que el fenómeno climático puede afectar el tamaño de la población, la tasa de supervivencia y la distribución geográfica de las plagas, ya que la temperatura y las precipitaciones son los principales impulsores de los cambios en cómo y dónde se propagan, afectando particularmente zonas tropicales y subtropicales, como Iguala”.

“En 2022, cuando el proyecto arrancó, me comprometí a que si había aceptación por parte de los productores y los testimonios después de su uso eran favorables, el compromiso sería aumentar la superficie de apoyo para el ciclo primavera-verano 2023, por esta razón, en esta temporada la cantidad entregada está permitiendo extender los alcances del ciclo previo, pasando de mil 200 a mil 500 hectáreas”, afirmó David Gama.

“Para la temporada primavera-verano 2023 también se aumentó la cantidad de sacos de semilla y, además, se ha adquirido un dron que permitirá aplicar productos de bajo impacto ambiental y apoyar así los esfuerzos de fertilización orgánica y manejo agroecológico de plagas, continuando también con eventos demostrativos en los dos módulos de innovación que se tienen en el municipio y donde el CIMMYT brinda el soporte científico para llevar al productor tecnologías adecuadas y pertinentes”, subrayó el munícipe.

Con estas acciones, dijo Gama Pérez,  Iguala se convierte en un ejemplo regional de cómo la apuesta por el campo y la colaboración con organismos de investigación científica permiten definir estrategias más robustas para que los productores locales conozcan y adopten prácticas sustentables que les den oportunidad de seguir siendo productivos y rentables en un entorno adverso marcado por el cambio climático y la incertidumbre ante los cambios sociales globales que cada vez más impactan a nivel regional y local.

En este sentido, el coordinador nacional de Hubs del CIMMYT, José Guadalupe Flores, aseguró que prácticas como el manejo agroecológico de plagas son particularmente útiles para reducir el uso de insecticidas de alto impacto ambiental y potencial efecto negativo en la salud humana, por lo que “la firma de este convenio representa un ejemplo importante de cómo la colaboración entre el sector público y los organismos internacionales, como el CIMMYT, permite avanzar en la búsqueda de soluciones innovadoras y sostenibles para enfrentar los desafíos del campo”.

“La colaboración entre el gobierno de Iguala y el CIMMYT, que se formalizó con la firma del convenio, deriva del trabajo conjunto que previamente han desarrollado ambas instituciones. Durante el ciclo primavera-verano 2022, por ejemplo, se trabajó con manejo agroecológico de plagas en el cultivo de maíz y el gobierno de Iguala subsidió al cien por ciento la adquisición de feromonas de confusión sexual para atender a las 16 localidades del municipio”, indicó.

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Migración, cambio climático y sistemas agroalimentarios

Participantes del InnovaHub Occidente de Guatemala durante los talleres de capacitación impartidos por el CIMMYT. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Participantes del InnovaHub Occidente de Guatemala durante los talleres de capacitación impartidos por el CIMMYT. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)

La migración en México y América Latina es un fenómeno complejo y sus causas son múltiples. Las llamadas caravanas o éxodo centroamericano son solo una expresión, una suerte de llamada de auxilio que nace de múltiples crisis, incluyendo la  climática, donde la recurrencia de huracanes, inundaciones, sequías y otros fenómenos —como los efectos de la pandemia— han agudizado la inseguridad alimentaria y el desplazamiento en la región. 

En el sector agroalimentario, la migración sugiere una respuesta a la falta de oportunidades en el campo y ha conducido a una escasez de mano de obra en el sector, aumentado los costos de producción. 

Históricamente la migración en la región ha estado asociada a la agricultura y actualmente los sistemas agroalimentarios y la migración tienden diversos vínculos socioeconómicos entre los países, como el caso de los trabajadores agrícolas guatemaltecos que cada día se trasladan a la región del Soconusco, en Chiapas, México; o la presencia de jornaleros haitianos en las plantaciones en República Dominicana. 

Los riesgos climáticos, sin embargo, inciden en este tipo de dinámicas: sobre la migración internacional hondureña, por ejemplo, puede observarse cómo el huracán Mitch, en 1998 —y la crisis social, económica y ambiental que originó—, constituyó el punto de inflexión que situó a Honduras como un país preponderantemente expulsor de migrantes. 

Si a la incertidumbre climática se le suman los efectos de la pandemia, entonces el panorama de la región se complica aún más: se estima que en el momento más álgido de la pandemia, por ejemplo, más del 40 % de hogares en Guatemala, Honduras y República Dominicana declaró haberse quedado sin comida debido a la falta de ingresos.

Como consecuencia de la pandemia, en 2020 la prevalencia de la inseguridad alimentaria se incrementó a 42 % en Belice, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá, afectando a 19 millones de personas, y a 62 millones si se agrega México y Haití. 

Hacia 2022 el panorama de la seguridad alimentaria en la región no era muy alentador y países como Guatemala, Honduras y El Salvador registraron que entre el 40% y 50% de su población en se encontraba en inseguridad alimentaria acentuada, afectando alrededor de 14 millones de personas. Aún más grave, se estima que actualmente más del 25% de la población en Guatemala y Honduras enfrenta una situación de crisis o emergencia alimentaria, esto es 7,2 millones de personas. 

Para complicar el panorama, el aumento de las cotizaciones internacionales de la energía y los alimentos básicos afectó notablemente a los países de la región, particularmente a  los más dependientes de las importaciones de granos básicos para su consumo. Además, países como Costa Rica, Guatemala, Belice, República Dominicana y Honduras, que son más intensivos en el uso de fertilizantes que el promedio de países de América Latina y el Caribe, y del mundo, han tenido un impacto considerable en sus campos. 

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) es una institución de investigación científica sin fines de lucro que por casi seis décadas ha desarrollado diversas líneas de investigación y proyectos para garantizar la seguridad alimentaria en la región y el mundo, propone abordar la compleja situación migratoria en Centroamérica mediante: 

Con experiencias positivas en México, donde se ha logrado impactar positivamente en más de 300 mil agricultores en más de un millón de hectáreas con prácticas agrícolas sustentables, el CIMMYT trabaja actualmente para difundir esos aprendizajes y esa metodología con la colaboración de diversas organizaciones y actores locales en la región. 

En Guatemala y Honduras, por ejemplo, recientemente se han instalado cuatro InnovaHubs —dos en cada país— con la intención adaptar y difundir las innovaciones agrícolas que se han identificado como las más pertinentes para cada lugar, pero al mismo tiempo aportando una metodología útil y práctica para gestionar el conocimiento y articular los esfuerzos de los distintas organizaciones. 

Lo anterior forma parte de AgriLAC Resiliente —iniciativa del CGIAR, consorcio de centros de investigación internacionales del cual forma parte el CIMMYT—, que busca transformar los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe, aumentando la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región.

Para miles de centroamericanos que buscan una vida digna más allá de las fronteras nacionales, dotar de resiliencia a sus campos de cultivo significa sentar las bases de una mirada diferente al interior de sus propias naciones, donde la seguridad alimentaria y la agricultura sustentable contribuyen a crear una nueva oportunidad para mejorar sus condiciones de vida sin abandonar sus comunidades. 

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Agua, cebada y resiliencia climática

Cultivo de cebada en Guanajuato, México. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de cebada en Guanajuato, México. (Foto: CIMMYT)

De acuerdo con el más reciente Informe del Estado del Clima Mundial de las Naciones Unidas, los años 2015 a 2022 fueron los ocho años más cálidos en el registro climatológico de 173 años; las concentraciones de los tres principales gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) alcanzaron niveles récord en 2021 y, en todo el mundo, las precipitaciones marcaron el desarrollo de sequías e inundaciones con altos costos humanos y económicos. 

En el marco del 50 aniversario del Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por primera vez por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972, resulta esencial identificar y difundir estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático. 

“El señor Antonio está sembrando en los primeros días de diciembre, cuando ve que está pasando por el canal el primer gasto de agua, dice él.  Esta labor le ha permitido ganar tiempo para que la planta de cebada se desarrolle ampliamente, a diferencia de otros agricultores en la zona que no siembran sino hasta dos o tres semanas después, por miedo a que una helada termine con su cultivo, como ha ocurrido en algunos años atrás”, comenta Felipe Juárez. 

Felipe es parte del equipo técnico de Cultivando un México Mejor, una iniciativa de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para garantizar la gestión sostenible del agua en el cultivo de cebada. 

Como menciona Felipe, para lograr que los sistemas de producción sean resilientes ante la variabilidad climática y para que la producción sustentable de cebada sea rentable a la vez, es fundamental desarrollar capacidades en los agricultores y, como en este caso, brindarles acompañamiento técnico continuo para identificar los mejores momentos para la siembra. 

“El señor Antonio es uno de los productores de Abasolo, Guanajuato, que participa en el proyecto. Su experiencia, en los tres años que lleva, ha dado como resultado buenos rendimientos de cebada”, incluso cuando han existido años en los que el agua de la Presa 3 Villas (Cuerámaro), que lo abastece, “no alcanza para los tres o cuatro riegos que se acostumbran a dar a la cebada en las parcelas de estos ejidos”, precisa Felipe. 

Ajustar la fecha de siembra y de riego parecería un acto sin mucha importancia, no obstante, en agricultura puede marcar la diferencia entre lograr la cosecha o perderla: “Aunque las bajas de temperatura en la región se hacen presentes cada año en ciclo otoño-invierno, ya no son constantes en tiempo ni intensidad”, y por eso hay que identificar las etapas del crecimiento de la planta y los momentos de mayor rigor del frío, porque hay etapas en las que el frío “beneficia a la planta para que dé más amacollos, ayudando a cubrir más rápido el suelo para evitar el surgimiento de maleza o pérdida de humedad por la entrada de luz solar”, señala el técnico. 

Con estos ajustes y prácticas de agricultura sustentable, productores como el señor Antonio han observado que las parcelas que han establecido primero han producido hasta una tonelada por hectárea más que las establecidas tardíamente. Como señala Felipe, la variabilidad climática está haciendo que planear qué cultivo sembrar y en qué fecha, sea problemático porque aumenta el riesgo para la producción, así que “los productores ahora tienen que adaptar sus sistemas, ser más flexibles”.

Así, los productores que participan en el proyecto están desarrollando capacidades para afrontar el cambio climático desde sus parcelas, contribuyendo a la par al avance en metas globales para hacer sostenible la vida futura en el planeta: entre 2019 y 2022, por ejemplo, en el marco del proyecto se lograron ahorrar cerca de tres millones de metros cúbicos de agua (esto es una reducción de 20 % en el consumo de agua en el cultivo de cebada).

Este Día Mundial del Medio Ambiente, proyectos como Cultivando un México Mejor muestran cómo la acción conjunta puede sumar esfuerzos para definir e impulsar estrategias de mitigación y adaptación al cambio climático para consolidar medios de producción y consumo sustentables que garanticen la producción de alimentos e insumos en un contexto donde el agua y el suelo son recursos cada vez más escasos. 

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Identificar las mejores prácticas agrícolas, una tarea esencial de la ciencia aplicada al campo

Maíz establecido con agricultura de conservación. (Foto: CIMMYT)
Maíz establecido con agricultura de conservación. (Foto: CIMMYT)

“Las plataformas de investigación tienen una gran importancia debido a que ahí probamos todos los estudios científicos generados por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores, transformándolos en un menú tecnológico amplio, flexible y adecuado para los agricultores de cada zona”, menciona Raúl Olvera García, investigador del Instituto Tecnológico Superior de Huichapan (ITSH).

Raúl es responsable de la plataforma de investigación Huichapan, en Hidalgo, México, donde colaboran el ITSH y el CIMMYT para “evaluar la producción de maíz nativo e híbrido bajo sistemas de cultivo basados en agricultura de conservación en comparación con la agricultura convencional. Esto, a fin de recomendar los sistemas más adecuados a los productores del área; es decir, detectar sistemas de producción más resilientes que pueden contribuir a incrementar los rendimientos y a mejorar la salud del suelo ante los efectos del cambio climático”, comenta Raúl. 

Entre las principales innovaciones que se estudian y promueven en la plataforma están la agricultura de conservación, la fertilización integral, la rotación de cultivos, cultivos alternativos y la evaluación de algunas variedades mejoradas. 

Así, en el ciclo primavera-verano 2022 se evaluaron los rendimientos de maíz grano de siete tratamientos, cinco de ellos basados en agricultura de conservación —con maíz nativo e híbrido y dos niveles de rastrojo dejado sobre el suelo (50 y 100 %)— y dos tratamientos testigo bajo labranza convencional —sin rastrojo—. Cabe señalar que la comparación se realizó a partir del año dos de agricultura de conservación a fin de tener un ciclo previo de rastrojo dejado sobre el suelo, así como un ciclo de rotación de cultivo. 

El mayor rendimiento observado se obtuvo con siembra directa de maíz híbrido en rotación con triticale y ebo establecidos bajo labranza mínima e incorporando el 50% de rastrojo de maíz, por lo que es una buena alternativa para producir grano y forraje manteniendo rendimientos sostenibles”, señala Raúl quien, además, recomienda implementar este sistema haciendo roturación vertical del suelo. 

“Las evaluaciones que realizamos en las plataformas de investigación son importantes porque los sistemas de producción y las variedades se comportan de manera diferente en diferentes regiones”, puntualiza Raúl, para quien “el beneficio que se ha generado a través de las investigaciones realizadas en la plataforma es que por medio de ellas se evalúan todos los conocimientos generados en el CIMMYT y son transmitidos a los productores de la zona”. 

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, AgribaSustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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Plataformas de investigación favorecen el desarrollo comunitario

Cosecha de frutos de durazno establecidos en sistema de milpa intercalada con árboles frutales, 24 de Junio de 2022. (Foto: Plataforma Larráinzar)
Cosecha de frutos de durazno establecidos en sistema de milpa intercalada con árboles frutales, 24 de Junio de 2022. (Foto: Plataforma Larráinzar)

Larráinzar es un municipio del estado mexicano de Chiapas cuyo paisaje y riqueza cultural lo hacen destacar. Geográficamente se ubica en la región de Los Altos. Allí, el clima es templado húmedo con abundantes lluvias en verano: la precipitación promedio, de hecho, es de 1 200 milímetros (mm) anuales —el promedio nacional en 2020 fue de 722 mm—.

En Larráinzar los principales cultivos son el maíz, el frijol y la calabaza bajo el régimen de temporal. Mayoritariamente, los sistemas productivos son para el autoconsumo y ya que una gran parte de las parcelas está en laderas, la erosión del suelo a causa de las  lluvias es un fenómeno frecuente, lo que se agrava por la prevalencia de prácticas agrícolas inadecuadas. 

Para generar alternativas sustentables al manejo convencional el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y productores locales instalaron en 2018 la plataforma de investigación Larráinzar, donde se evalúan los sistemas de agricultura de conservación y milpa intercalada con árboles frutales —sistema MIAF, donde los árboles actúan como barreras vivas para evitar el arrastre de suelo— a fin de identificar las mejores prácticas para incrementar la productividad e ingresos económicos de los agricultores de pequeñas unidades de producción de autoconsumo.

En el ciclo primavera-verano 2022, por ejemplo, se instalaron diversos ensayos para evaluar densidades de siembra, arreglo topológico, ajustes a la nutrición  de acuerdo a un análisis de suelo, la microrotación en franjas de doble hilera, entre otros aspectos. 

“En la plataforma estamos practicando con los componentes básicos de la agricultura de conservación: manejo de rastrojo como cobertura, el mínimo movimiento de suelo y la diversificación de cultivos incluyendo el sistema MIAF que en 2022 demostró un muy buen potencial y en lo que va de 2023 ya vamos empezando a cosechar, en este caso frutales, específicamente duraznos que casi nadie lo practica en la región”, comenta Mateo Pérez Santiz, encargado de la plataforma.

Esta plataforma es como una escuela para los productores de la zona. Nos permite extender las innovaciones y, a través de ellas, la plataforma ha generado impactos en cuanto a rendimientos y productividad de espacios pequeños. Aquí se ha demostrado que con las prácticas convencionales que hace el productor es mucho mas costoso cultivar que con agricultura de conservación, sistema que deja más rendimientos”, enfatiza Mateo.

La plataforma de Larráinzar cumple una función muy importante para los productores locales que poseen pequeñas superficies, pues para ellos resulta indispensable “saber cómo aprovechar esos espacios con la diversificación de cultivos, ya que los sistemas diversificados contribuyen a incrementar la productividad y la rentabilidad, además garantizan la seguridad alimentaria y el ingreso económico para los productores de autoconsumo”. 

Como ejemplo de los beneficios de las prácticas mencionadas y del papel social de la plataforma, Mateo refiere que en ese espacio también se hacen giras de intercambio de experiencias donde “invitamos a personas y diversas organizaciones. Recientemente un representante de una organización no gubernamental impulsó un proyecto, haciendo énfasis en el sistema MIAF en durazno y otros árboles frutales para crear un proyecto orientado a mujeres y maíz”.

Así, “se estableció un convenio que involucró también a una institución enfocada a la igualdad de género y a la Secretaría de Agricultura de Chiapas. Se logró la unión de cinco organizaciones y se les entrego a 500 mujeres jefas de familia árboles frutales para 1 200 metros cuadrados para cada familia como una etapa inicial.  Este ha sido uno de los logros recientes de la plataforma como espacio para divulgar y extender sistemas de producción sustentables y rentables”, finaliza Mateo.  

La red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores es una de las redes de investigación agrícola más relevantes a nivel mundial. Es impulsada por proyectos como AgriLAC Resiliente, AgribaSustentable, Excellence in Agronomy, y otros igualmente importantes.

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La historia de la humanidad a través del maíz y el trigo en el museo del CIMMYT

Vista general del museo interactivo del CIMMYT. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Vista general del museo interactivo del CIMMYT. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Con una representación gráfica del crecimiento de la población mundial desde 1850 y hasta el 2150 —grandes contenedores de vidrio rellenos con granos, haciendo las veces de barra de gráficas a gran escala—, el museo interactivo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) da la bienvenida a todos quienes visitan el edificio principal de la sede global de esta institución de investigación científica en Texcoco, Estado de México. 

El museo del CIMMYT es, de varias formas, un espacio que cuenta la historia de la alimentación de la humanidad a través de los granos y, a la vez, es una caja de resonancia sobre la urgencia de transitar hacia formas de producción y consumo más sostenibles ya que, “de seguir con los hábitos actuales se estima que en menos de 30 años se requeriría lo equivalente a tres planetas Tierra para satisfacer todas nuestras necesidades”, se explica en la antesala del museo.

La museografía de su primera sala, que incluye pantallas digitales interactivas, se asemeja a una línea del tiempo que comienza con la revolución neolítica y la domesticación del trigo, continúa con los orígenes del maíz, muestra 200 años de tecnologías agrícolas —desde las sembradoras más rústicas hasta los primeros tractores— y, finalmente, se centra en cómo el mejoramiento del trigo liderado por el doctor Norman Borlaug —uno de los fundadores del CIMMYT— hizo posible salvar de la hambruna a millones de personas en el mundo. 

El doctor Borlaug, junto con agricultores e investigadores mexicanos desarrolló variedades de trigo resistentes a la roya, propiciando que México alcanzara la autosuficiencia en trigo en 1956. Posteriormente, desarrolló variedades de trigo de alto rendimiento, notable adaptación y resistentes a enfermedades. Este logro permitió que la producción mundial de trigo creciera de una manera sin precedentes en la historia de la agricultura. 

Países como India y Pakistán, donde la explosión demográfica representaba un riesgo latente de severas y masivas hambrunas, se beneficiaron de las variedades de trigo y la tecnología desarrollada en México por el doctor Borlaug y su equipo. En total, se estima que gracias a sus investigaciones se pudieron salvar mil millones de vidas de la hambruna. Así, en 1970 le otorgaron el Premio Nobel de la Paz.

En la sala, de hecho, es posible observar la versión facsimilar del diploma que acompañó al Premio Nobel otorgado al doctor Borlaug. Junto a este documento histórico, también está el Premio Mundial de la Alimentación que en el año 2000 se otorgó a la la doctora Evangelina Villegas y al doctor Surinder K. Vasal, ambos investigadores del CIMMYT, por su contribución en el desarrollo de maíces más nutritivos para la humanidad. 

Finalmente, en la sala contigua se exponen los detalles del trabajo de este centro internacional tanto en el campo de la conservación y mejoramiento de variedades de maíz y trigo —el CIMMYT alberga en el Banco de Germoplasma que está en la misma sede, la colección de maíz más importante del mundo, con 28 mil variedades—, como en la promoción de sistemas agroalimentarios sustentables en México y el mundo pues, como se puede leer en uno de los muros del museo, “Todo lo demás puede esperar, la agricultura no”.

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Inseguridad alimentaria y migración en Centroamérica

Cosecha de papas en Chiapas, México. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)
Cosecha de papas en Chiapas, México. (Foto: Hub Chiapas-CIMMYT)

Entre el año 1990 y el 2020 la cantidad de migrantes centroamericanos aumentó 137 %; esto es, pasó de 6,8 millones a casi 16,2 millones. Si bien las causas de este fenómeno son múltiples y establecen una relación compleja, hay un aspecto que merece particular atención por incidir directamente en la seguridad alimentaria de la región: la agricultura.

La migración sugiere una respuesta a la falta de oportunidades en el campo y ha conducido a una escasez de mano de obra en el sector, aumentado los costos de producción. De acuerdo con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), los rendimientos de maíz podrían caer un 12,6% en El Salvador, un 4% en Guatemala, un 16,2% en Honduras, un 7,4% en México y un 17,7% en Nicaragua para el año 2055 si no se implementan las medidas de adaptación y mitigación a las nuevas condiciones climáticas. 

En un artículo publicado recientemente, el doctor Bram Govaerts, científico que ocupa la dirección general del CIMMYT —centro de investigación científica internacional sin fines de lucro, cuya sede está en México—, expone cómo la crisis climática está impactando en el fenómeno migratorio en la región. 

“El mundo no está en camino de mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C a finales del siglo XXI. Estas son malas noticias especialmente para los sistemas agrícolas a pequeña escala que dependen de las lluvias estacionales y son más vulnerables a los efectos combinados de un mundo más caliente y seco”, señala Govaerts. 

Los investigadores del CIMMYT estiman que, sin adaptación, cada aumento de grado en las temperaturas medias globales reducirá, en promedio, los rendimientos de maíz en un 7,4 % y los rendimientos de trigo en un 6 %.  Esta disminución causada por el cambio climático, señalan, ya está impactando Guatemala, Honduras y El Salvador, donde aproximadamente 5,8 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria aguda.

Como resultado de la inseguridad alimentaria, señala el doctor Govaerts, los flujos migratorios de la región han aumentado drásticamente después del pico de la pandemia y han originado una crisis alimentaria. Ante esta crisis, señala Govaerts, “el CIMMYT está listo para implementar las Iniciativas Integradas de Sistemas Agroalimentarios en América Central y el Caribe aprovechando su red de investigación”. 

“La metodología se perfeccionó en México con la implementación del exitoso proyecto de 10 años MasAgro, que amplió las prácticas agrícolas sostenibles basadas en la intensificación y las nuevas variedades de cultivos de alto rendimiento y resistentes al clima en más de 1 millón de hectáreas en todo el país, beneficiando a más de 300 mil agricultores”, menciona. 

Finalmente, el director general del CIMMYT enfatiza que al abordar la inseguridad alimentaria y el fenómeno migratorio es importante considerar que es necesario invertir en programas nacionales de mejoramiento que desarrollen nuevas variedades de cultivos de alto rendimiento, resistentes al clima; mejorar las prácticas de manejo del suelo y la eficiencia del uso de fertilizantes; ampliar los servicios de extensión y asesoramiento sobre las prácticas de gestión agrícola, entre otras medidas que pueden ser consultadas en el artículo Cómo abordar la inseguridad alimentaria que impulsa la migración forzada.