Cultivo de crotalaria en Oaxaca, México. (Foto: hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Cultivo de crotalaria en Oaxaca, México. (Foto: hub Pacífico Sur-CIMMYT)
La diversificación de cultivos es un componente esencial para el desarrollo sostenible de la agricultura, contribuyendo a la resiliencia de los sistemas agrícolas y generando una serie de beneficios económicos, medioambientales y sociales. En este contexto, la crotalaria (Crotalaria juncea) es una opción versátil que merece ser considerada en los sistemas agroalimentarios de México, particularmente en el Sur-Sureste.
Originaria de África, esta planta se ha adoptado en varios lugares del mundo debido a sus múltiples usos y beneficios. Su adaptabilidad y resistencia le han permitido extenderse a diversas regiones, desde Asia hasta América Latina, siendo apreciada por su capacidad para prosperar en condiciones de suelo adversas y climas variados, lo que la convierte en una opción valiosa para la diversificación de cultivos.
Su uso principal, a nivel internacional, se centra en la producción de fibras textiles, que son valoradas por su resistencia y durabilidad. India, China, Brasil, Nigeria y Tailandia, destacan como productores de crotalaria cuya popularidad se debe, además, a que ofrece una amplia gama de aplicaciones agronómicas: es una excelente fuente de forraje —proporcionando alimento de alta calidad para el ganado—, tiene la capacidad para fijar nitrógeno en el suelo —lo que beneficia a los cultivos vecinos— y también se ha registrado que contribuye a la mitigación de enfermedades de los cultivos, ya que puede actuar como un cultivo trampa para ciertos patógenos.
En México, la crotalaria aun no es un cultivo ampliamente extendido; sin embargo, recientemente, en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado por Walmart Foundation y CIMMYT, se desarrollaron una serie de ensayos y vitrinas que confirman que este cultivo es una excelente alternativa para el Sur-Sureste de México. A continuación, compartimos su ficha agronómica, generada a partir del proyecto mencionado.
Las palomitas de maíz son un elemento destacado en la cultura popular, particularmente asociado a espectáculos de entretenimiento. (Imagen: OpenAI)
Las palomitas de maíz son un elemento destacado en la cultura popular, particularmente asociado a espectáculos de entretenimiento. (Imagen: OpenAI)
Cotufas, crispetas, canguil, pipocas, rosetas, poporopos. Estas son solo algunas de las formas en que, en Latinoamérica, se les llama a las palomitas de maíz. El maíz reventado por efecto del calor es una aportación culinaria de México al mundo que hoy se traduce en un mercado global que, de acuerdo con el análisis 2023 de The Business Research Company, alcanzó los 11.62 mil millones de dólares en 2022 y se espera que alcance los 16.64 millones de dólares en 2027.
El maíz palomero, caracterizado por sus granos de gran dureza y altamente compactos que albergan almidón y agua en su interior, se destaca como una variedad con la capacidad única de reventar —por lo que también se le conoce como “maíz reventador”— y producir palomitas de maíz. De todas las razas de maíz, solo siete tienen esta capacidad: Palomero Toluqueño, Chapalote, Nal-Tel, Reventador, Palomero de Chihuahua, Palomero de Jalisco y Arrocillo.
Testimonios del siglo XVI revelan que el Palomero Toluqueño desempeñó un papel esencial en la preparación de alimentos en la antigua Mesoamérica. Grupos como los mexicas, matlatzincas, otomíes, tlahuicas y mazahuas, así como aquellos en regiones más alejadas, como Jalisco y Chihuahua, utilizaban esta raza y sus variedades como base alimentaria.
Descubrimientos arqueológicos en Teotihuacán demuestran que una de las formas más comunes de producir palomitas era sometiendo al fuego las mazorcas enteras para que los granos reventaran formando racimos de «flores blancas» que eran destinadas no solo a la alimentación, sino también a la manufactura de collares, guirnaldas y otros adornos rituales.
Los maíces palomeros se catalogan entre los más antiguos, remontándose a las primeras formas de consumo de maíz, donde los granos eran reventados al calor del fuego —la temperatura de reventado se sitúa alrededor de 177 °C—. Así, las palomitas están íntimamente ligadas a la historia alimentaria mexicana, pero algunas de las variedades nativas que revientan se encuentran en grave peligro de extinción por diversos factores.
De acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, la producción de maíz palomero en México pasó de un poco más de 42 mil toneladas en 1980, a tan solo 596 toneladas en 2019, siendo Tamaulipas el único estado productor registrado en el Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP); mientras que el Estado de México, una de las cunas del maíz reventador, tan solo contabilizaba una veintena de agricultores sembrando Palomero Toluqueño hacia 2016.
El alarmante panorama del maíz palomero hizo que organizaciones como Fundación Tortilla se movilizaran para incentivar su cultivo en diversas zonas de Toluca. Desafortunadamente, uno de los factores que limitaba su producción era la falta de semilla, por lo que se recurrió al banco de germoplasma de CIMMYT, centro de investigación científica internacional que resguarda en dicho espacio la colección de maíz más grande e importante del mundo.
Además de esta iniciativa, CIMMYT ha colaborado con el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) para buscar vías que le permitan a México incrementar su producción de maíz palomero así como preservar su diversidad genética. Recientemente, ICAMEX y CIMMYT firmaron un convenio de colaboración, marco del proyecto Regeneración de Accesiones de Maíces de los Valles Altos, el cual contribuirá al conocimiento, uso adecuado y preservación de maíces como el Palomero Toluqueño, originario de dicha región.
Así, en el marco del Día Mundial de las Palomitas de Maíz (19 de enero), es importante destacar que estas adicionalmente brindan diversos beneficios a la salud —cuando su preparación no tiene exceso de grasa, sal o azúcar—: el contenido elevado de polifenoles de las palomitas actúa como antioxidante, previniendo el daño celular y contribuyendo a combatir enfermedades cardiovasculares y cáncer. Además, las palomitas son ricas en fibra, vitaminas del complejo B, vitamina E, minerales y proteínas, con propiedades para reducir el colesterol y controlar la diabetes.
Cultivo de dolichos. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Cultivo de dolichos. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Los dólicos (Dolichos lablab) son una leguminosa que sirve a diversos propósitos: puede usarse como cultivo de cobertura para controlar la erosión del suelo, como abono verde para incrementar su fertilidad, contribuye al control de malezas, sirve como forraje —permitiendo más de un corte— y crece en suelos de todas las texturas. Además, al ser una leguminosa contribuye a la fijación de nitrógeno en el suelo.
Originario de África, el dólico ha ganado reconocimiento por su versatilidad y beneficios agronómicos. Su adaptabilidad a diversas condiciones climáticas y tipos de suelos lo convierte en un cultivo atractivo para los agricultores que buscan opciones ante la variabilidad climática.
A nivel mundial, los principales productores de dólicos incluyen India, China y algunos países africanos. Estas naciones han abrazado el cultivo de dólicos como parte de estrategias agrícolas orientadas a mejorar la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de la producción.
En el contexto mexicano, los dólicos son un cultivo alternativo valioso; sin embargo, aún son pocas las regiones que lo han adoptado ampliamente. En Oaxaca, Chiapas y Campeche, colaboradores de CIMMYT han establecido diversos ensayos en rotación o asociación con maíz, obteniendo buenos resultados. Esto, como parte del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, respaldado por Walmart Foundation.
Así, es posible afirmar que el dólico no solo contribuye a la fertilidad del suelo, sino que también tiene usos variados. Además de ser una fuente valiosa de proteínas y nutrientes, los dólicos son utilizados en la alimentación animal y como cobertura vegetal para mejorar la calidad del suelo. La diversificación de cultivos con dólicos puede resultar en beneficios económicos significativos para los agricultores, ofreciendo nuevas oportunidades de mercado.
La inclusión de dólicos en los sistemas agrícolas contribuye a la sostenibilidad mediante la fijación de nitrógeno en el suelo, reduciendo así la dependencia de fertilizantes químicos. Esto no solo mejora la salud del suelo, sino que también ayuda a mitigar el impacto ambiental asociado a la agricultura convencional.
La siguiente, es una ficha agronómica del dólico. La información fue generada a partir de ensayos y vitrinas 2018-2020 a través de la red de colaboradores.
Parcela del Bajío mexicano donde se aprovecha el rastrojo como cobertura del suelo. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)
Parcela del Bajío mexicano donde se aprovecha el rastrojo como cobertura del suelo. (Foto: Hub Bajío-CIMMYT)
En el comienzo del año 2024, el escenario climático presenta desafíos significativos para los sistemas agroalimentarios a nivel global. Con el fenómeno de El Niño vigente, las predicciones meteorológicas y los informes de organismos como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de los Estados Unidos y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) señalan una continua alteración de las condiciones climáticas.
De acuerdo con la más reciente actualización de la NOAA sobre El Niño (Oscilación del Sur de El Niño o ENSO, por sus siglas en inglés), se espera que este fenómeno persista durante el invierno del hemisferio norte, con una transición a condiciones de ENSO neutral entre abril y junio de 2024, con una probabilidad del 60%. La OMM estima que este episodio de El Niño se extenderá al menos hasta abril de 2024, contribuyendo a un aumento adicional de las temperaturas en tierra y océano.
Este fenómeno, exacerbado por los niveles récord de gases de efecto invernadero, plantea amenazas considerables, incluyendo olas de calor, inundaciones, crecidas y sequías. En los últimos nueve años, las temperaturas globales han alcanzado niveles sin precedentes, y la continua concentración de dióxido de carbono en la atmósfera indica un calentamiento continuo.
De acuerdo con los principales sistemas de seguimiento meteorológico, a pesar del tránsito de El Niño a una fase neutra, se espera que en 2024 se intensifique todavía más el calor dado que las consecuencias de El Niño en las temperaturas mundiales suelen ser más importantes después de que el episodio haya alcanzado su punto álgido.
El aumento de las temperaturas y la variabilidad climática asociada a El Niño generan un riesgo significativo para la seguridad alimentaria. La sequía, en particular, se presenta como una amenaza aguda para las regiones afectadas, como Centroamérica y el sur de México. La FAO advierte sobre la necesidad urgente de adaptar los sistemas de producción agrícola a escenarios de sequías más pronunciadas, donde millones de vidas y medios de subsistencia podrían estar en riesgo.
En este contexto desafiante, CIMMYT destaca la importancia de estrategias de adaptación y mitigación, donde sistemas como la agricultura de conservación constituyen una vía probada para que los agricultores logren hacer frente a las sequías, señalan investigadores de CIMMYT.
En el contexto de un clima en constante cambio, las perspectivas para los sistemas agroalimentarios en 2024 demandan una acción concertada. El impacto de El Niño y el cambio climático no son solo desafíos futuros; ya están afectando a comunidades vulnerables. La adopción de prácticas sostenibles, como la agricultura de conservación, emerge como una estrategia crucial para enfrentar estos desafíos y garantizar la seguridad alimentaria en un mundo cada vez más inhóspito.
Cultivo de cártamo en Magdalena Apasco, Valles Centrales, Oaxaca. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Cultivo de cártamo en Magdalena Apasco, Valles Centrales, Oaxaca. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
El cártamo (Carthamus tinctorius) es una planta originaria de Asia, y su cultivo tiene una historia que se remonta a varios milenios. A lo largo de los años, ha sido apreciado por su doble función: es a la vez un cultivo alimentario y sus flores son una fuente de tintes naturales. En México, el cártamo ha encontrado condiciones propicias para su desarrollo, y su cultivo se ha integrado de manera significativa en la agricultura nacional, en buena medida por su adaptación a condiciones de aridez y porque su aceite es una alternativa saludable apreciada en la cocina.
México se destaca como uno de los principales productores de cártamo en el continente americano. De acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), los principales estados productores son Sinaloa, Sonora, Chihuahua, y Guanajuato. La producción anual ha experimentado un crecimiento sostenido, contribuyendo de manera positiva a la economía agrícola del país.
En el norte del país el CIMMYT y sus colaboradores han documentado ampliamente los beneficios de las rotaciones con cártamo. En Sonora, por ejemplo, los resultados más notables están asociados a aquellos tratamientos con diversificación de cultivos —con rendimientos de cártamo 56 % mayores que en monocultivo en promedio—, lo que suma razones para que los productores opten por la agricultura de conservación como opción viable y pertinente para reducir el impacto ambiental y lograr producciones más sostenibles y rentables.
El cártamo ofrece una serie de beneficios clave cuando se integra en sistemas agrícolas diversificados. En primer lugar, sus raíces poseen propiedades que contribuyen a mejorar la estructura del suelo, lo que suma a una mayor retención de agua y reduce la erosión. Además, el cártamo actúa como cultivo trampa para nematodos, ayudando a controlar las poblaciones de estos microorganismos perjudiciales.
En sistemas de rotación, el cártamo podría ser una elección estratégica antes de cultivos exigentes en nutrientes, como el maíz, ya que se ha documentado que ayuda a liberar nutrientes bloqueados en el suelo. Además, su ciclo de crecimiento corto permite una mayor flexibilidad en la planificación de cultivos.
El cultivo del cártamo en sistemas agrícolas diversificados es una práctica que se alinea perfectamente con los principios de la agricultura sustentable, y no solo en el norte del país. Recientemente, en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), se desarrollaron una serie de ensayos y vitrinas que confirman que el cártamo en una excelente opción para amplias regiones del sur y sureste del país. A continuación, te compartimos la ficha agronómica de este cultivo, generada a partir del proyecto mencionado.
Cultivo de chícharo en sistema de rotación bajo agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Cultivo de chícharo en sistema de rotación bajo agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
La diversificación de cultivos es importante para la autosuficiencia alimentaria y la rentabilidad agrícola. Además, esta práctica —independientemente de la posibilidad de comercialización y generación de ingresos— permite diversificar las fuentes de alimentación e incorporar nuevos alimentos nutritivos a la dieta de las familias productoras.
En este sentido, la inclusión de leguminosas en sistemas de cultivos múltiples —como el cultivo intercalado o la simple rotación de cultivos— es importante para el manejo sostenible de los nutrientes del suelo, para mejorar la estructura de este y, en conjunto, es un paso importante hacia la implementación de prácticas agrícolas más sustentables.
Las leguminosas no solo son nutritivas, también ayudan a controlar malezas, romper ciclos de plagas, reciclar nutrientes y mejorar las condiciones del suelo debido a que son fijadoras de nitrógeno. Esta función la realizan mediante la simbiosis de sus raíces con los rizobios (Rhizobium spp.), bacterias que forman nódulos en las raíces de las plantas y están presentes de manera natural en el suelo, pero que se “activan” cuando se siembran las leguminosas.
El chícharo, por ejemplo, es una buena alternativa para diversificar cultivos. Originario del suroeste de Asia, esta leguminosa ha encontrado en México un terreno fértil para su cultivo pues, aunque es un grano pequeño, aporta enormes beneficios a los terrenos —particularmente en laderas—, mejorando la fertilidad del suelo al aportar materia orgánica y capturar nitrógeno de la atmósfera. Su capacidad para controlar malezas, mejorar el rendimiento de cereales asociados, y su resistencia al estrés por falta de agua lo convierten en una elección estratégica.
De acuerdo con datos del Sistema de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), México produce alrededor de 70 mil toneladas de chícharo al año. El Estado de México, Puebla y Baja California son los tres principales productores, aportando un poco más del 70 % de la producción total.
Investigaciones desarrolladas en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, respaldado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), muestran que el chícharo cultivo es una opción viable y sustentable para diversificar cultivos en el sur y sureste del país.
La siguiente, es una ficha agronómica del chícharo desarrollada en el marco del proyecto impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT. La información fue generada a partir de ensayos y vitrinas 2018-2020 a través de la red de colaboradores.
En el constante esfuerzo por promover prácticas agrícolas sostenibles, la diversificación de cultivos es una práctica y estrategia fundamental. La canola, con sus diversos beneficios, se posiciona como una opción en este panorama, siendo un cultivo que no solo contribuye a la seguridad alimentaria, sino que también ofrece ventajas agronómicas y económicas.
Originaria del sur de Europa y de Asia, la canola (Brassica napus) ha ganado reconocimiento a nivel mundial como un cultivo versátil con propiedades destacadas. Su alto contenido de ácido oleico hace que su aceite sea apto tanto para la alimentación humana como animal, siendo unas de las principales razones por las que se le cultiva,
En el plano agronómico la canola se integra fácilmente en sistemas de rotación de cultivos, reduciendo la presión de plagas y enfermedades y mejorando la salud del suelo. Además, con sus requisitos moderados de agua, se adapta bien a regiones con disponibilidad hídrica limitada.
Datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de México revelan un aumento en la producción de canola en el país, especialmente en estados como Sonora y Sinaloa, donde la canola ha demostrado ser una alternativa viable para diversificar la agricultura. No obstante, recientes ensayos en el sur-sureste del país han mostrado que la canola es una alternativa viable en esa zona.
Los ensayos y vitrinas, desarrollados de 2018 a 2020 en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), confirman que la canola se presenta como una opción viable para la región, siendo una opción inteligente para la diversificación de cultivos.
La siguiente, es una ficha agronómica de la canola desarrollada en el marco del proyecto impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT. La información fue generada a partir de ensayos y vitrinas 2018-2020 a través de la red de colaboradores.
Detalle de una planta de garbanzo cercana a la cosecha. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Detalle de una planta de garbanzo cercana a la cosecha. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
La diversificación de cultivos es una estrategia clave para mejorar la salud del suelo, mejorar las dietas y generar ingresos en comunidades agrícolas de pequeña escala en el sur y sureste de México. En este contexto, el garbanzo (Cicer arietinum) es una opción prometedora, destacando por su valor nutricional, resistencia a condiciones de baja disponibilidad de agua y su capacidad para fijar nitrógeno en el suelo.
Con un contenido de proteínas que oscila entre el 18 y el 21%, el garbanzo se presenta como un componente de consideración en la dieta de la población. Su capacidad para prosperar en condiciones de poca agua lo convierte en un recurso valioso para los agricultores en regiones semiáridas del país.
En distintas localidades del sur-sureste de México, se han llevado a cabo experimentos de siembra de garbanzos con el objetivo de identificar las condiciones óptimas y las prácticas agronómicas más efectivas para su desarrollo. Los resultados obtenidos hasta ahora indican que el cultivo de garbanzos se integra de manera destacada en sistemas de agricultura de conservación, promoviendo la sostenibilidad del suelo.
Uno de los retos actuales es fomentar entre los agricultores la adopción del garbanzo como una alternativa viable para mejorar la fertilidad del suelo y como una fuente adicional de ingresos.
El garbanzo se destaca no solo como un cultivo para consumo humano, sino también como forraje y en la fijación de nitrógeno. Esta versatilidad lo convierte en una excelente opción para la rotación de cultivos. Además de optimizar el uso del agua disponible, el garbanzo forrajero contribuye significativamente a la mejora de la fertilidad del suelo, reduciendo la incidencia de malezas y proporcionando forraje de alta calidad para el ganado durante la época de estiaje.
La siguiente, es una ficha agronómica del garbanzo desarrollada en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT. La información fue generada a partir de ensayos y vitrinas 2018-2020 a través de la red de colaboradores.
Cultivo de caupí en parcela de productores de Oaxaca. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
Cultivo de caupí en parcela de productores de Oaxaca. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
La diversificación de cultivos es un pilar fundamental para fortalecer la agricultura sustentable en México, promoviendo la resiliencia ante el cambio climático, disminuyendo la dependencia de plaguicidas y mejorando la calidad de los suelos. En este contexto, el caupí emerge como una opción estratégica para los agricultores del sur-sureste de México.
Conocido también como frijol ejotero o vigna, el caupí (Vigna unguiculata) se presenta como una alternativa alimenticia y económica que va más allá de su función como cultivo. Originario de África central, esta leguminosa es una valiosa fuente de proteína vegetal. Su adaptabilidad a diferentes tipos de suelos y altitudes, que varían desde el nivel del mar hasta los 1,500 metros, lo convierte en una opción ideal para diversificar los cultivos en México.
Los resultados obtenidos por la red de investigación del CIMMYT y sus colaboradores en el sur y sureste de México revelan que el caupí (del inglés cowpea) exhibe un destacado desarrollo y rendimiento, demostrando su resistencia a la sequía, suelos poco fértiles y temperaturas elevadas. Estas características lo posicionan como una alternativa a considerar en zonas donde las lluvias han sido impredecibles, limitando la producción de maíz en años recientes.
Vaina y semillas de caupí obtenidas en parcelas de productores innovadores que participan en el proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT en Oaxaca, México. (Foto: Hub Pacífico Sur-CIMMYT)
El ciclo corto del caupí, que permite iniciar la producción de ejotes en tan solo dos meses, lo convierte en un cultivo eficiente y versátil. Puede ser utilizado en diversas formas: como grano seco, grano tierno y vainas para el consumo humano. Esto lo destaca como una fuente rica en proteínas, fibras, carbohidratos, minerales y vitaminas, siendo una opción nutricionalmente relevante para comunidades con poblaciones vulnerables.
Desde el punto de vista agronómico, el caupí es un abono verde notable, destacando por su capacidad para fijar nitrógeno y contribuir al mejoramiento y conservación de los suelos. Su inclusión en sistemas de rotación no solo fortalece la salud del suelo, sino que también representa una alternativa de ingreso económico para las familias productoras.
En conclusión, el caupí emerge como un aliado en la promoción de la agricultura sustentable, aportando beneficios agronómicos, nutricionales y económicos. Su cultivo representa un paso significativo hacia la diversificación de la producción agrícola en el sur-sureste de México, fortaleciendo la resiliencia de los agricultores y contribuyendo a la seguridad alimentaria en un contexto de cambio climático constante.
La siguiente, es una ficha agronómica del caupí desarrollada en el marco del proyecto ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’, impulsado por Walmart Foundation y el CIMMYT. La información fue generada a partir de ensayos y vitrinas 2018-2020 a través de la red de colaboradores.
Siembra directa de avena en rastrojo de maíz con el productor Héctor Gutiérrez en la Magueyera, Calera, Zacatecas el 3 de febrero de 2023. (Foto: Julio César González)
Siembra directa de avena en rastrojo de maíz con el productor Héctor Gutiérrez en la Magueyera, Calera, Zacatecas el 3 de febrero de 2023. (Foto: Julio César González)
“Antes, con el barbecho, trabajamos mucho, era mucho trabajo, usar muchos implementos: rejas, picos, discos de arar… Se trataba de dejar molida la tierra, hacerla polvo”, comenta Héctor Manuel Gutiérrez Martínez, quien cultiva maíz, frijol, avena, girasol y chile en Calera, en el estado mexicano de Zacatecas.
Actualmente Héctor participa en el proyecto Aguas Firmes, a través del cual implementó agricultura de conservación en su parcela: “Tenemos dos años en el proyecto. Desde que iniciamos en él hacemos mínima labranza y dejamos los residuos de los cultivos haciendo siembra directa y tratando de ahorrar agua en nuestros procesos”.
Para Héctor los resultados son claros: “en el caso del maíz estábamos produciendo entre nueve y 10 toneladas, el año pasado subimos a 17 800; en el caso de las avenas producíamos tres toneladas y media y este año fueron cinco toneladas, así que sí se han incrementado mucho nuestros rendimientos y hemos ahorrado mucho en cuestión de diésel”.
Además del ahorro en costos de producción y el incremento de los rendimientos, los beneficios por implementar agricultura de conservación también se reflejan en un suelo más sano, con una mejor estructura y que, gracias a la cobertura con residuos de cosecha, conserva mayor humedad: “Los pozos se están secando, algunos ya se secaron y pues sí estamos batallando mucho con el agua. Hoy, afortunadamente, cualquier precipitación que tengamos se absorbe rápidamente pues el rastrojo le ayuda a que no se evapore tan rápido, le ayuda a que se mantenga mas tiempo húmedo”.
Aguas Firmes es un proyecto que desarrolla capacidades en los productores a fin de que sean ellos mismos los gestores del cambio en sus propias unidades de producción: “Nos han invitado a varias capacitaciones y nos han traído a especialistas en nutrición, sistemas de riego, plagas y otras tecnologías. Nos han mostrado lo que están haciendo en varias partes del mundo y hemos podido adoptar algunas cosas, nos han servido de mucho para ayudarnos en nuestros procesos”.
Héctor, convencido de los beneficios de realizar una agricultura sustentable, se ha convertido en un promotor de las prácticas que ha aprendido y colabora con los técnicos para desarrollar ensayos a fin de identificar las prácticas, tecnologías y variedades que más se ajustan a la zona. Así, recomienda a otros productores que “si tienen oportunidad ingresen al programa de Aguas Firmes. Hay muchos beneficios. Se aprenden muchas cosas y los técnicos están a disposición de todas las personas que quieran aprender”.
Aguas Firmes es un proyecto impulsado por AB InBev Grupo Modelo en alianza con la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.