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Capacitar para asegurar el abasto de alimentos

Sandra Basurto Martínez, coordinadora del equipo técnico del programa Autosuficiencia Alimentaria de SEFADER, en la región de los Valles Centrales. (Foto: CIMMYT)
Sandra Basurto Martínez, coordinadora del equipo técnico del programa Autosuficiencia Alimentaria de SEFADER, en la región de los Valles Centrales. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En el campo oaxaqueño se impulsa una transformación significativa gracias a una colaboración estratégica entre el gobierno del estado de Oaxaca —a través de la Secretaría de Fomento Agroalimentario y Desarrollo Rural (SEFADER)— y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Ambas instituciones han unido fuerzas para implementar diversas acciones en favor de los productores oaxaqueños.

La participación del CIMMYT busca potenciar el impacto de los programas estatales dirigidos al campo, particularmente los de Autosuficiencia Alimentaria y Abasto Seguro de Maíz a través de la estrategia de formador de formadores y con la instalación de plataformas de investigación para validar las innovaciones agronómicas que después son llevadas a los agricultores para que ellos tomen decisiones informadas y adaptadas a las condiciones locales.

La estrategia formador de formadores responde a la necesidad de reforzar las capacidades técnicas de quienes trabajan directamente con productores de pequeña escala. Para muchos técnicos, el apoyo científico de instituciones como el CIMMYT permite que puedan ofrecer soluciones concretas y efectivas a los productores de la región.

Sandra Basurto Martínez, coordinadora del equipo técnico del programa Autosuficiencia Alimentaria de SEFADER, en la región de los Valles Centrales, destaca la relevancia de esta estrategia al indicar que «la participación de los centros de investigación es fundamental, porque ellos proporcionan toda la parte científica y tecnológica para la producción de maíz y frijol, que son la base del programa».

Además, Basurto subraya la importancia de una formación específica y precisa para enfrentar los desafíos actuales del campo. «Necesitan llegar ya con algo certero, algo bien trabajado con los productores, y no llegar a ensayar o probar, y ese es el propósito de capacitar a formadores, así como de las plataformas de investigación», enfatiza.

Los programas de la SEFADER se articulan con el despliegue de cientos de técnicos en el territorio, quienes abarcan un amplio espectro de poblaciones, incluyendo algunas en situación de alta y muy alta marginación. En este sentido, los técnicos desempeñan un papel fundamental en la distribución de insumos agrícolas, la implementación de biofábricas, el manejo de bancos comunitarios de semillas, y la instalación de huertos escolares.

De acuerdo con Basurto, estas acciones benefician no solo a los productores, sino también a grupos específicos como las mujeres rurales, a quienes se les capacita en el manejo de aves de doble propósito para mejorar la producción en sus hogares, y a los niños, quienes reciben educación sobre prácticas agrícolas en sus escuelas.

El esquema formativo impulsado por la SEFADER y el CIMMYT permite entonces que las tecnologías y conocimientos validados a través de la investigación conjunta se compartan de manera continua y accesible. En palabras de Basurto, la estructura de apoyo entre técnicos y formadores ha sido crucial, ya que el equipo de técnicos en campo es muy grande y las condiciones en el campo son muy variables, por lo que la vinculación con instituciones que están dispuestas a compartir su experiencia y experticia, como el CIMMYT, es esencial.

La sinergia entre SEFADER y CIMMYT no solo representa un avance en términos de capacidades técnicas, sino que también refuerza el compromiso con una agricultura sustentable, resiliente y capaz de mejorar las condiciones de vida de las comunidades oaxaqueñas. Con esta colaboración, el estado de Oaxaca apuesta por un futuro en el que la ciencia y el conocimiento compartido sean la base de un desarrollo agrícola inclusivo y sostenible.

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México envía semillas a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard

Equipo del Banco de Germoplasma que participó en el nuevo envío de semillas a Svalbard. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)
Equipo del Banco de Germoplasma que participó en el nuevo envío de semillas a Svalbard. (Foto: Jenifer Morales / CIMMYT)

En un acto que subraya el compromiso de México con la preservación de la biodiversidad y la seguridad alimentaria global, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) realizó su noveno envío de semillas de maíz a la Bóveda Global de Semillas de Svalbard. Este depósito marca un hito significativo: con él, se completa el 90 % de la colección de maíz y el 92 % de la de trigo, lo que consolida a CIMMYT en uno de los principales custodios del patrimonio biocultural agrícola mundial.

La Bóveda de Svalbard, conocida como la «bóveda del fin del mundo», es un imponente depósito ubicado en una isla noruega, a más de 8 mil kilómetros de México. Su objetivo es resguardar semillas de todo el mundo para proteger la biodiversidad ante desastres naturales, conflictos o los efectos del cambio climático. Con este reciente envío, México refuerza su papel en la conservación de semillas que, en situaciones críticas, podrían significar la diferencia entre el colapso o la resiliencia de los sistemas alimentarios globales.

Cristian Zavala, experto en conservación de germoplasma del CIMMYT, resaltó la relevancia de este envío para las colecciones de maíz y trigo. «Este envío es fundamental para asegurar la disponibilidad de la semilla en el futuro», mencionó Zavala, y aludió al largo proceso necesario para completar el respaldo de las colecciones. «Aunque no es el último envío para Svalbard, es un envío fundamental para asegurar la disponibilidad de las semillas en el futuro«, añadió.

Este esfuerzo no solo busca proteger la diversidad genética de estos cultivos, sino también asegurar que las semillas estén disponibles para su distribución. Zavala explicó: «Además del respaldo del 92 % en este envío, la colección de trigo alcanza un 90 % de disponibilidad para su distribución, lo cual nos hace elegibles para participar en financiamiento a largo plazo». Esta disponibilidad es clave para garantizar la seguridad alimentaria y permite que estas semillas puedan ser recuperadas y distribuidas a las regiones que puedan requerir su repatriación o rematriación.

El Banco de Germoplasma del CIMMYT en Texcoco, que alberga las colecciones más grandes y diversas de maíz y trigo en el mundo, no solo sirve a México, sino a toda la humanidad. Estas semillas, resguardadas como un «bien global», están disponibles para la investigación, la agricultura y la educación. «Cuando hablamos de un bien público o un bien global, nos referimos a que toda la humanidad tiene derecho a disfrutar de esta diversidad de manera responsable», afirmó Zavala.

La bóveda de Svalbard, con su capacidad para resistir desastres naturales y otras amenazas, representa una garantía para los países que resguardan sus colecciones de semillas ahí. En palabras de Zavala: «En caso de perder esta diversidad, los únicos que pueden y tienen la capacidad de devolverla a sus lugares de origen son este tipo de bancos de germoplasma». Este refleja el esfuerzo global y colaborativo que implica preservar la biodiversidad agrícola.

Este logro es el resultado del trabajo colectivo. «Para poder realizar este envío, fue necesaria la participación de un equipo muy grande de personas. Este año participaron alrededor de 50 personas para lograr respaldar este set de semillas«, afirmó Zavala. La conservación de los recursos genéticos es un esfuerzo de equipo, que involucra a múltiples actores para garantizar la disponibilidad de estas semillas en el futuro.

El envío a Svalbard es un recordatorio de la importancia de los bancos de germoplasma como herramientas cruciales para enfrentar los desafíos del cambio climático y asegurar la seguridad alimentaria global. Las semillas enviadas no están destinadas para su cultivo inmediato, sino que funcionarán como una copia de seguridad, listas para ser utilizadas en caso de que una catástrofe afecte las colecciones originales. Así, México contribuye a un bien público de inestimable valor para toda la humanidad.

En un mundo cada vez más vulnerable a los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la inestabilidad social, estos envíos son más que un simple almacenamiento. Son un acto de responsabilidad colectiva que permite a la humanidad mantener la capacidad de alimentarse y prosperar.

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¡Viva México!, ¡viva el maíz!, ¡vivan las tortillas y los tacos!

Maíces nativos mexicanos. (Foto: Xochiquetzal Fonseca / CIMMYT)
Maíces nativos mexicanos. (Foto: Xochiquetzal Fonseca / CIMMYT)

En el México antiguo la tortilla se convirtió en un alimento común hasta el Periodo Clásico Mesoamericano —entre el año 200 y 900—, cuando proliferaron los comales . Antes de esta tardía aparición de las tortillas el alimento más común en Mesoamérica eran los tamales, pero debido a que las tortillas ofrecen la posibilidad práctica de servir en ellas casi cualquier tipo de alimento, rápidamente se popularizaron por toda la región, trascendiendo espacio y tiempo hasta nuestros días.  

Actualmente en México se estima que cerca de la mitad de las 27 millones de toneladas de maíz que se cosechan anualmente se destina a la elaboración de tortillas. El consumo de este producto por persona es de aproximadamente 75 kilogramos al año —entre 7 y 10 tortillas diarias, en promedio—, hecho que hace de los tacos el platillo más consumido de forma cotidiana en México, pero también el de mayor variedad: hay tacos especiales para las diversas ocasiones, tacos representativos de cada región, de cada estado, cientos de variaciones según los gustos personales e incluso los hay propios para cada hora del día, como los de barbacoa, que suelen consumirse por la mañana; o los tacos al pastor, característicos de las correrías nocturnas y uno de los platillos mexicanos más reconocidos a nivel internacional. 

De suadero, de carnitas, de guisado, de canasta, de carne asada, de birria, de cabeza, de lengua, placeros o simplemente de sal, los tacos hoy forman parte de la cultura nacional en un sentido amplio. No obstante, esto no siempre fue así; de hecho, la popularización de los tacos —y la detonación de su diversidad y comercialización— no ocurrió sino hasta el inicio del siglo XX, cuando la industrialización y el consecuente flujo migratorio hizo que en la Ciudad de México se popularizaran rápidamente las taquerías, las cuales se nutrieron con los platillos de las patrias chicas de los recién llegados.

Por supuesto, esto no significa que antes de la época porfiriana no existieran los tacos, sino que su consumo solía restringirse al ámbito doméstico. Además, fue en esta época donde los tacos demostraron su plasticidad gastronómica y cultural al incorporar y adaptar ingredientes y productos de otras latitudes, como los gyros del Medio Oriente —traidos por migrantes libaneses hacia 1920—, que dieron lugar a los tacos al pastor. 

Además del guisado y la salsa, la tortilla es fundamental para que un taco sea memorable. ¿Qué determina que una tortilla tenga la calidad o las características adecuadas para hacer un buen taco? A veces, aunque la masa se haya trabajado correctamente, las tortillas no tienen la consistencia o la textura que los comensales prefieren y esto se debe a que además del procesamiento de la tortilla influyen características propias del maíz. Es decir, hay variedades de maíz más adecuadas que otras para hacer tortillas.

De acuerdo con un estudio de un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Querétaro, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Autónoma de Coahuila, la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), las características de los granos del maíz y la calidad tortillera constituyen un parámetro útil para ayudar en la caracterización del maíz y definir la calidad industrial del grano con respecto al producto que se desee elaborar.

El estudio muestra que existen maíces adecuados para la elaboración de tortillas en los cinco grupos raciales estudiados —Indígenas Antiguas, Exóticas Precolombinas, Mestizas Prehistóricas, Modernas Incipientes y Razas Nuevas—. Esto, luego de encontrar relaciones significativas entre características del grano y las asociadas a la calidad tortillera.

La calidad tortillera está asociada a la capacidad de absorción de agua, el rendimiento de masa y tortilla y la resistencia al corte de tortillas. Así, los maíces con alta capacidad de absorción de agua muestran un alto rendimiento de masa; sin embargo, para obtener un alto rendimiento de tortilla se requiere que el agua absorbida sea retenida durante la cocción y que haya una baja pérdida de peso, por eso es conveniente que los maíces que se emplean para la fabricación de tortillas muestren estas características. 

El material de las 45 razas estudiadas fue proporcionado por el CIMMYT —el cual custodia el Banco de Germoplasma con la colección de maíz más importante del mundo, esto es, más de 28 mil variedades de maíz—. Gracias a este acervo y a la ciencia colaborativa entre instituciones fue posible identificar que existen variedades de maíz particularmente adecuadas para elaborar tortillas provenientes de diversas razas —Harinoso de ocho, Cónico, Jala, Olotillo, Tepecintle, Tuxpeño norteño, Vandeño, Zapalote Chico, Azul, Cristalino de Chihuahua y Fasciado—.

En el marco de la conmemoración del Grito de Independencia, celebramos la diversidad y la cultura del maíz que los mexicanos vivimos y construimos diariamente a través de la gastronomía, la historia, la ciencia y nuestro esfuerzo para construir un mejor futuro. Desde el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), les deseamos felices fiestas patrias. 

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Exploran los efectos de pesticidas y tratamientos con microorganismos en la salud del suelo agrícola

Cultivo de maíz con agricultura de conservación. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de maíz con agricultura de conservación. (Foto: CIMMYT)

En la búsqueda de prácticas agrícolas más sostenibles y respetuosas con el medioambiente, un equipo de científicos del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Aarhus (Dinamarca) desarrollaron un estudio sobre los efectos no intencionados de pesticidas y tratamientos con microorganismos benéficos en la microbiota del suelo, es decir, el conjunto de microorganismos que lo habitan.

El estudio se centró en cultivos de maíz y cebada bajo prácticas de agricultura de conservación, un sistema de producción que destaca por su enfoque en la sostenibilidad y la preservación de la salud del suelo.

El experimento de campo se llevó a cabo en una de las estaciones experimentales del CIMMYT en Texcoco, Estado de México, y evaluó cómo los tratamientos aplicados a las semillas de maíz y cebada afectaron a las comunidades microbianas del suelo y las raíces durante el ciclo de crecimiento. Los tratamientos incluyeron una mezcla de pesticidas y productos comerciales que contienen microorganismos benéficos, conocidos como PBM (productos basados en microorganismos), los cuales han sido utilizados para controlar plagas y promover el crecimiento de las plantas.

“Este estudio se originó a partir de un ensayo que establecimos para determinar los mejores tratamientos de semillas aquí en el Batán. Investigadores de la UNAM utilizaron este ensayo para evaluar los efectos de los tratamientos de semillas en maíz y cebada sobre la salud del suelo. La principal conclusión es que tanto los tratamientos biológicos como los químicos de las semillas tuvieron un efecto mínimo sobre la vida del suelo, por lo que podrían usarse para proteger las plántulas sin mucho impacto ambiental”, comenta Simon Fonteyne, Líder de Agronomía para América Latina de CIMMYT.

De acuerdo con el estudio, solo se observó una reducción en la infección por Polymyxa (una especie de bacteria) en las raíces de la cebada, mientras que la microbiota general y la salud de las raíces se mantuvieron estables en ambos cultivos.

Esto destaca la complejidad de la interacción entre los insumos agrícolas y los sistemas biológicos del suelo, particularmente en entornos de agricultura de conservación, donde la labranza mínima y la retención de residuos favorecen la biodiversidad del suelo y el equilibrio ecológico. Los investigadores subrayan la importancia de seguir estudiando estos efectos para comprender plenamente cómo las prácticas agrícolas influyen en la biota del suelo.

Así, esta investigación proporciona información valiosa para futuros estudios y para los agricultores que buscan adoptar prácticas más sostenibles. La agricultura de conservación sigue siendo una alternativa prometedora para mejorar la resiliencia agrícola ante los desafíos climáticos y la degradación del suelo, pero comprender cómo interactúan los insumos con la microbiota del suelo es esencial para maximizar sus beneficios.

Para leer el estudio completo y conocer más detalles sobre los hallazgos, consulta el artículo original publicado por los científicos del CIMMYT y colaboradores aquí: https://doi.org/10.1016/j.ejsobi.2024.103653

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Innovaciones de postal

En las verdes laderas de Danlí, Honduras, se despliegan paisajes que no solo resaltan por su belleza, sino también por el impacto positivo que la innovación agrícola está generando en las comunidades locales. Estas áreas productivas, con sus parcelas de maíz y frijol, son testigos del avance de las tecnologías agrícolas sustentables promovidas por centros de investigación, como CIMMYT y CIAT, y diversas organizaciones que trabajan en conjunto en el InnovaHub Oriente de Honduras, a partir de la iniciativa regional AgriLAC Resiliente.

Los InnovaHubs son una metodología que, al articular los esfuerzos de diversos actores del sector agroalimentario, permite fortalecer la resiliencia de los sistemas agrícolas locales y mejorar la vida de cientos de productores. También son espacios de colaboración y experimentación donde agricultores, técnicos y organizaciones trabajan en equipo para probar y difundir innovaciones agrícolas.

Así, a través de módulos de innovación —parcelas donde se implementan innovaciones sustentables y se comparan con las prácticas convencionales locales—, los productores pueden observar los beneficios de nuevas prácticas en comparación con las convencionales, adoptando aquellas que les permiten mejorar la productividad y enfrentar los retos del cambio climático. Estas experiencias no solo transforman parcelas, sino también comunidades enteras al convertirlas en áreas de impacto donde las innovaciones se replican.

 

Cultivo de frijol en laderas de Danlí, Honduras. (Foto: CECRUCSO)
Cultivo de frijol en laderas de Danlí, Honduras. (Foto: CECRUCSO)

En el Oriente de Honduras, específicamente en Danlí y Teupacenti, CECRUCSO, una central de cajas rurales que forma parte del InnovaHub Oriente, ha sido un claro ejemplo del poder de estas metodologías. «Actualmente hemos llegado a 21 comunidades, fomentando actividades para una agricultura resiliente», señala el equipo técnico de CECRUCSO. «Hemos logrado capacitar a 162 productores, identificando limitantes y oportunidades para alcanzar mejores rendimientos y dar respuesta a los riesgos actuales de producción«.

La participación de CECRUCSO ha sido crucial para que más productores de granos básicos como el frijol adopten tecnologías sustentables en la región. Entre los logros más destacados se encuentran la implementación de cinco módulos de innovación que, a través de buenas prácticas agrícolas, han permitido aumentar la productividad. «Hemos aprendido que los desafíos de la producción agrícola se pueden enfrentar planificando, observando, y usando eficientemente nuestros recursos. Aceptamos e innovamos en nuestras parcelas y compartimos el conocimiento en nuestras comunidades», enfatiza el equipo técnico.

Parcelas de frijol de productores asociados a CECRUCSO. (Foto: CECRUCSO)
Parcelas de frijol de productores asociados a CECRUCSO. (Foto: CECRUCSO)

Uno de los casos más inspiradores es el de Cindy Marbeli Torres, una productora en la comunidad de San Francisco de Cuapa. Ella implementó un módulo de innovación y un área de extensión, adoptando prácticas como la preparación del terreno en camas y la fertilización óptima. Diana Carolina Salinas, representante de CECRUCSO, comenta: «Podemos ver entre el módulo y el área testigo la diferencia a la vista. Vamos a entrar a cosecha y podremos ver los resultados en términos de rendimiento».

Las innovaciones implementadas en las comunidades de Ocotillo Villa Santa, donde se estableció un módulo con el productor César Isidro Peña, son otro ejemplo. En esta comunidad varios miembros de CECRUCSO han adoptado prácticas sustentables que han resultado en un aumento de la productividad. «Se ha visto la respuesta positiva por parte de los productores en adoptar las innovaciones y el acompañamiento técnico también ha sido muy importante«, destaca Salinas.

Productoras de CECRUCSO en parcelas de frijol, Danlí, Honduras. (Foto: CECRUCSO)
Productoras de CECRUCSO en parcelas de frijol, Danlí, Honduras. (Foto: CECRUCSO)

Las fotografías que CECRUCSO ha compartido en el reciente Hub Meeting del InnovaHub Oriente no solo documentan el éxito de las innovaciones, sino que también resaltan la belleza de las parcelas, que parecen postales de lo bien cuidadas y productivas que lucen. Estas imágenes son un recordatorio del impacto positivo que las tecnologías agrícolas sustentables están teniendo en la vida de los productores.

A medida que los agricultores continúan recibiendo capacitaciones y apoyo técnico, se espera que los resultados sean aún más significativos. CECRUCSO, con su compromiso con la agricultura resiliente, sigue siendo un referente en la región, demostrando que la innovación, el trabajo en equipo y el conocimiento compartido son claves para enfrentar los desafíos de la producción agrícola en Honduras.

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Hoy cultivo con nuevos conocimientos

Doña Otilia comparte los resultados obtenidos en su parcela durante el Hub Meeting del InnovaHub Occidente de Honduras. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Doña Otilia comparte los resultados obtenidos en su parcela durante el Hub Meeting del InnovaHub Occidente de Honduras. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

En San Juan Intibucá, Honduras, una comunidad llamada Buenos Aires es testigo de cómo la agricultura puede cambiar vidas y transformar comunidades. Doña Otilia Gómez, una agricultora que ha dedicado su vida al cultivo de la tierra, ha experimentado en carne propia cómo el acompañamiento técnico y las innovaciones agrícolas pueden marcar una diferencia profunda en la vida de las personas. Gracias al apoyo de la iniciativa AgriLAC Resiliente y todos los actores vinculados a sus InnovaHubs, doña Otilia ha logrado mejorar significativamente las condiciones de vida para ella y su familia.

AgriLAC Resiliente, una iniciativa del CGIAR, tiene como objetivo aumentar la resiliencia, sostenibilidad y competitividad de los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe. En Honduras, el InnovaHub Occidente se ha convertido en un motor clave para el establecimiento de plataformas de investigación y áreas de extensión —como la establecida en la parcela de doña Otilia—. Es en este contexto que Doña Otilia ha recibido acompañamiento técnico, específicamente de Norma Raquel Ferrera, del equipo técnico de AgriLAC en la región.

«San Juan Intibucá, Buenos Aires, Azacualpa es donde cultivamos todo: tomate, chile, bichuela, cilantro, y también maíz y frijol», dice doña Otilia, con una voz llena de orgullo y satisfacción por el progreso que ha logrado. «Desde antes, desde que tenemos la razón de acordarnos, mis padres sembraban maíz y frijol, y nosotros aprendimos a trabajar en las tierras con ellos», recuerda. Sin embargo, la forma en que ella y su familia cultivan la tierra ha cambiado radicalmente en los últimos años.

El testimonio de doña Otilia refleja el impacto positivo que ha tenido el acompañamiento técnico y las capacitaciones recibidas por especialistas de centros de investigación como el CIMMYT y la Alianza Bioversity-CIAT —ambos del CGIAR— junto con colaboradores locales. “Ya teníamos un poquito de conocimiento, pero no así como ellos lo enseñaron”, comenta, refiriéndose al proceso de capacitación recibido. “Empezamos a sacar mejores cultivos… primero probé las tecnologías en una tarea de tierra esto que me enseñaron, y cuando vi los resultados, me di cuenta de que había estado desperdiciando mucho tiempo y suelo”.

El proceso de transformación en la parcela de doña Otilia comenzó con un diagnóstico exhaustivo de su terreno, evaluando las características físicas, químicas y biológicas del suelo. Con base en este diagnóstico, se implementaron varias innovaciones: fertilización fraccionada, camas permanentes, manejo de rastrojo, densidad de siembra y el uso de productos agroecológicos como el caldo sulfocálcico. «Hicimos diferentes abonos… y cuando vi que una tarea de tierra me dio lo que antes necesitaba en muchas tareas, supe que tenía que seguir adelante», explica.

Doña Otilia durante la siembra de maíz, y fertilización al momento de siembra. (Foto: Raquel Ferrera)
Doña Otilia durante la siembra de maíz, y fertilización al momento de siembra. (Foto: Raquel Ferrera)

Estas prácticas no solo han mejorado la productividad de su parcela, sino que también han involucrado a su familia en el proceso. «Tengo cuatro hijos… ellos están de acuerdo porque les digo: ‘Miren, este abono lo estamos haciendo para cuando ya venga la cosecha de frijol’», comparte doña Otilia, destacando cómo sus hijos, incluso el más joven, de 10 años, se ha involucrado notablemente en labores del campo.

Por su parte, su hijo mayor, de 17 años, está entusiasmado porque mira que “la agricultura sí es rentable, `por eso usted siempre tiene su dinerito, mamá’, me dice”, lo que a la señora Otilia le brinda la esperanza de un mejor futuro en su propio país, “porque mi esposo se ha ido para Estados Unidos, entonces las fincas estaban abandonadas y cuando él vino vio un cambio total en aquellas fincas que yo he trabajado recibiendo estas capacitaciones. ¿Y qué me dice? N´ombre (sic), me dice que qué cambios, que qué finca tan bonita porque miró la finca con una producción que nunca habíamos tenido”.

Doña Otilia ve en la agricultura sustentable una solución para reducir la migración, un fenómeno que afecta a muchas familias en Honduras y Centroamérica. Según datos de la ONU, alrededor de 281 millones de personas en el mundo eran migrantes internacionales en 2020, con América Latina y el Caribe siendo una de las regiones más afectadas. En Honduras, la falta de oportunidades en el campo es una de las principales causas de la migración.

«Mucha juventud se ha perdido, se han ido porque aquí dicen que no hay oportunidades para trabajar», comenta, decidida a demostrar lo contrario con los resultados visibles en su parcela. «Si hubiera más gente como ustedes que dedican ese tiempo de venir y enseñar… cómo cambiaríamos el mundo», dice, refiriéndose al equipo técnico que la ha acompañado en este proceso.

Gracias a las innovaciones y al apoyo recibido, doña Otilia ha logrado no solo mantener su parcela, sino hacerla más productiva y sostenible. «Ahora vendo más, ahora en lugar de comprar los frijoles yo vendo«, afirma con orgullo, mostrando que es posible construir un futuro mejor a través de la agricultura.

La historia de doña Otilia es un ejemplo claro de cómo la iniciativa AgriLAC Resiliente está logrando su objetivo de aumentar la resiliencia y sostenibilidad en los sistemas agroalimentarios de la región. A través de la colaboración entre todos los integrantes de los InnovaHubs los agricultores están adoptando prácticas que no solo mejoran la productividad, sino que también fortalecen la cohesión familiar y comunitaria, creando un entorno en el que las personas pueden prosperar sin necesidad de emigrar.

En palabras de doña Otilia: «Si uno da esos ejemplos, nuestros hijos ya no van a pensar como antes, ya no van a decidir irse, porque tienen suelos sanos que cultivar, que es lo más valioso».

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Trazando el futuro de la agricultura resiliente en el Oriente de Honduras

Productora de Honduras comparte cómo implementó innovaciones sustentables en su parcela. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Productora de Honduras comparte cómo implementó innovaciones sustentables en su parcela. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

Con el objetivo de fortalecer la agricultura sustentable y resiliente en la región, el InnovaHub Oriente de Honduras, establecido en el marco de la iniciativa AgriLAC Resiliente del CGIAR, organizó un encuentro estratégico que reunió a técnicos, agricultores, representantes de organizaciones de productores, y otros actores clave de los sistemas agroalimentarios de la región. Este evento fue un espacio fundamental para reflexionar sobre los avances alcanzados, compartir experiencias y planificar los próximos pasos en la implementación de prácticas agrícolas sostenibles.

El Hub Meeting, celebrado en Danlí, contó con la participación de organizaciones como ARSAGRO, CECRUCSO, DICTA-SAG, CENAOS, el programa de Acción Contra el Hambre, entre otras, así como los centros de investigación del CGIAR, CIMMYT y la Alliance Bioversity-CIAT (ABC). Durante la jornada, los participantes analizaron las intervenciones realizadas en el marco del proyecto AgriLAC Resiliente, identificando tanto los logros como los desafíos enfrentados en el camino hacia una agricultura más adaptada al clima y a las necesidades locales.

Uno de los momentos más destacados del encuentro fue el testimonio de un técnico que compartió su experiencia en la implementación de prácticas agrícolas resilientes en la región. “Tenemos grandes historias que contar. En esta fotografía, por ejemplo, me estaba acordando que esa fue una visita de seguimiento a la parcela, y fue toda una odisea. Recuerdo el día que íbamos a montar la parcela, y ahí vemos cómo en ese momento el cultivo estaba muy pequeño, pero ya ahorita si vemos la parcela cómo ha evolucionado y ahora escuchamos que el compañero Jacob (el dueño de la parcela) dice, ‘tengo tantos compañeros, gente de fuera (de nuestra organización) que quiere replicar lo que nosotros estamos haciendo en esta parcela’. Eso es lo que nos motiva a seguir adelante”, relató.

El técnico también enfatizó el impacto que estas experiencias tienen no solo a nivel local, sino también en el potencial de expandir estas prácticas más allá de las organizaciones participantes. “O esta otra parcela que también fue una odisea montar, pero ahí están los resultados y eso es lo que queremos mostrar, queremos llegar no solo a los productores de nuestras organizaciones sino ir más allá y compartir el conocimiento y expresarlo no solo en palabras, sino en resultados tangibles como lo muestran estas imágenes”.

El evento subrayó la importancia de la innovación y la resiliencia en un contexto agrícola desafiante, donde adversidades como plagas han puesto a prueba las capacidades de los agricultores para adaptarse y superar obstáculos. “Miren, esta parcelita también fue un sufrimiento. Nos cayó la mosca blanca que ha sido una pesadilla. Por eso es importante identificar las tecnologías adecuadas donde nosotros podamos decirle al productor, miren vamos a hacer esto porque está probado”, comentó subrayando la importancia de las plataformas de investigación, las cuales permiten validar e identificar las prácticas más adecuadas para cada productor.

Para este integrante del Innova HuB Oriente, la reunión anual constituye un espacio de reflexión y planeación para impulsar aquellas tecnologías, prácticas y estrategias que le permitan a los agricultores prepararse para las adversidades: “Desde acá podemos decir, no pues es una simple fotografía, pero esto es una historia que contar, lo tenemos documentado y es lo que queremos compartir”, enfatizó.

El Hub Meeting del InnovaHub Oriente de Honduras reafirmó el compromiso de todos los actores involucrados en seguir adelante con la implementación de prácticas agrícolas que aseguren la sostenibilidad y resiliencia de los sistemas agroalimentarios en la región. El camino es desafiante, pero con la colaboración y el intercambio de conocimientos, se están sentando las bases para un futuro agrícola más resiliente y prometedor para Honduras.

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Avances y desafíos de la agricultura resiliente en el Occidente de Honduras

Mesa de análisis durante el Hub Meeting del InnovaHub Occidente de Honduras. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Mesa de análisis durante el Hub Meeting del InnovaHub Occidente de Honduras. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

El reciente Hub Meeting del InnovaHub Occidente de Honduras, celebrado en Santa Rosa de Copán, reunió a un grupo diverso de actores comprometidos con la innovación agrícola y el desarrollo sostenible en la región. Este evento, organizado por la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (ABC) en conjunto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), fue un espacio clave para evaluar los avances, compartir experiencias y planificar los próximos pasos de la iniciativa AgriLAC Resiliente en ese país.

El Hub Meeting es un encuentro anual que ejemplifica la metodología participativa y colaborativa de los InnovaHubs, instalados en Honduras a partir de la iniciativa AgriLAC Resiliente del CGIAR. Este espacio permite a los diversos colaboradores, tanto del sector público como privado, revisar el trabajo realizado, analizar los desafíos y planificar acciones futuras. Los InnovaHubs, que operan en las regiones de Oriente y Occidente de Honduras, han adoptado una metodología innovadora para la gestión de la agricultura sustentable, basada en experiencias exitosas previas en países como México, adaptables a necesidades y contextos variados.

Presentación de carteles con resultados de la investigación en plataformas y módulos del InnovaHub Occidente de Honduras. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Presentación de carteles con resultados de la investigación en plataformas y módulos del InnovaHub Occidente de Honduras. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

El evento contó con la participación de diversas organizaciones locales, como la ODECO, OCDIH, MAPANCE, CASM, la Escuela de Agricultura Pompilio Ortega, entre otras. Estas organizaciones han sido fundamentales en la conformación de los InnovaHubs y en la implementación de prácticas agrícolas resilientes al clima, adaptadas a las diferentes zonas agroecológicas del país. A través de módulos de innovación y áreas de extensión, los socios han validado y promovido tecnologías como la fertilización integral, el arreglo topológico y densidades de siembra adecuadas, los análisis de suelo, el uso de redes de pluviómetros, entre otras.

Durante el Hub Meeting, se llevaron a cabo mesas de análisis sobre cinco grandes temas clave: Innovación, Herramientas digitales, Políticas públicas, Inclusión social y género, e Información agroclimática. Estas mesas fueron facilitadas por el equipo técnico de CIMMYT y ABC, quienes resumieron los aspectos más relevantes discutidos:

  1. Innovación: Los participantes identificaron innovaciones claras que ya están generando beneficios tangibles en sus comunidades y parcelas. Se destacó la importancia de contar con infraestructura adecuada, como módulos de innovación, que permitan a otros agricultores observar y aprender sobre las nuevas tecnologías. La asistencia técnica fue identificada como una necesidad clave para continuar avanzando en la innovación.
  2. Herramientas digitales: Aunque el acceso a la tecnología es generalizado, en varias comunidades persisten barreras significativas, como la falta de electricidad y equipos. Se reconoció la necesidad de fortalecer las capacidades locales para asegurar un acceso sostenible a herramientas digitales, destacando el papel crucial de las redes colaborativas de innovación.
  3. Políticas públicas: Los participantes enfatizaron la conexión entre las innovaciones promovidas y la seguridad alimentaria, reconociendo el impacto positivo de la ciencia en otros aspectos, como la migración y la juventud. Las políticas públicas fueron vistas como un medio crucial para escalar las innovaciones y asegurar su sostenibilidad.
  4. Inclusión social y género: Se subrayó el papel fundamental de las mujeres en la agricultura y la necesidad de promover cambios en los roles de género para lograr una participación más equitativa. Se destacó la importancia de un enfoque familiar en la formación y capacitación, y se identificaron las escuelas como puntos estratégicos para vincular a las nuevas generaciones con la agricultura.
  5. Información agroclimática: Se reconoció la importancia crítica de la información agroclimática para la toma de decisiones en el ámbito productivo. Los participantes expresaron su disposición a contribuir a la diseminación de esta información, proponiendo la creación de mesas técnicas agroclimáticas a nivel municipal y la capacitación de otras fincas aledañas.

El Hub Meeting incluyó una muestra fotográfica que capturó el proceso de innovación y difusión del conocimiento dentro del InnovaHub, mostrando el impacto real y humano de estas iniciativas. Además, se presentaron carteles con información técnica detallada de los módulos y plataformas de investigación, lo que permitió a los asistentes conocer los resultados de las prácticas y tecnologías implementadas.

Fotografía grupal de los participantes en el Hub Meeting del InnovaHub Occidente de Honduras. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)
Fotografía grupal de los participantes en el Hub Meeting del InnovaHub Occidente de Honduras. (Foto: Fernando Morales / CIMMYT)

El Hub Meeting del InnovaHub Occidente de Honduras reafirmó el compromiso de CIMMYT, ABC y los socios locales en la promoción de una agricultura más sostenible y resiliente en Honduras. Los avances discutidos y las propuestas surgidas durante el evento son un testimonio del poder de la colaboración y la innovación en la transformación de los sistemas agroalimentarios en la región. Con un enfoque en la resiliencia climática, la inclusión social y el fortalecimiento de capacidades, los InnovaHubs continúan siendo un modelo para la gestión de la innovación agrícola en América Latina y el Caribe.

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Una práctica sencilla que marca la diferencia

Incendio forestal. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)
Incendio forestal. (Ilustración: FMG/OpenAI, 2024)

La quema de rastrojo, una práctica común en muchas regiones agrícolas de México, representa una amenaza significativa no solo para el medioambiente, sino también para la vida humana. En el marco del Día Nacional del Combatiente de Incendios Forestales, es crucial reflexionar sobre la importancia de adoptar prácticas agrícolas más sostenibles y seguras, como el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo.

De acuerdo con estadísticas de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, durante 2023, México registró 7,611 incendios forestales que afectaron una superficie de más de un millón de hectáreas (lo que equivale aproximadamente a dos tercios del territorio de la Ciudad de México), la mayor superficie afectada en la última década.

Los estados más afectados fueron Jalisco, México, Ciudad de México, Michoacán, Chihuahua, Chiapas, Puebla, Durango, Guerrero y Veracruz. Además, entidades como Jalisco, Chihuahua, Guerrero, Nayarit, Durango, Sonora, Chiapas, Oaxaca, Sinaloa y Michoacán concentraron el 84 % de la superficie afectada a nivel nacional.

El combate de estos incendios implicó un poco más de 315 mil días-persona, de los cuales el 8.48 % correspondió a voluntarios. Lamentablemente, un 27.29 % de los incendios se debieron a quemas fuera de control relacionadas con actividades agrícolas y pecuarias. Este dato resalta la necesidad urgente de adoptar prácticas agrícolas más sustentables y seguras.

Una de las principales prácticas que contribuyen a los incendios forestales es la quema de los residuos agrícolas o rastrojos. Sin embargo, estos pueden ser aprovechados como una valiosa cobertura del suelo, reduciendo significativamente el riesgo de incendios, y aportando beneficios a largo plazo para la salud del suelo y la productividad agrícola.

En palabras de la señora Abigail, una productora guanajuatense que ha adoptado esta práctica: “Al hacer agricultura sustentable he reducido los costos de producción en muy buena medida, se ha reducido el tiempo en la preparación del suelo y además tenemos la satisfacción de ser parte de la reducción de quemas agrícolas y en la reducción de emisiones de gases que contaminan el ambiente”.

La experiencia de la señora Abigail es un ejemplo claro de los beneficios de esta práctica y de cómo pequeños cambios pueden tener un gran impacto. Entre los beneficios de aprovechar el rastrojo como cobertura del suelo en lugar de quemarlo se encuentran:

  1. Mejora la calidad del suelo: El rastrojo actúa como una capa protectora, reduciendo la erosión y mejorando la retención de humedad en el suelo. Esto es especialmente crucial en regiones propensas a sequías.
  2. Aumenta la biodiversidad del suelo: La materia orgánica del rastrojo proporciona alimento y hábitat para organismos benéficos del suelo, mejorando su fertilidad y estructura.
  3. Ayuda a reducir costos: Al no quemar el rastrojo, se reducen los costos asociados a la preparación del terreno y se disminuye la necesidad de fertilizantes químicos.
  4. Contribuye a mitigar el cambio climático: Al evitar la quema del rastrojo, se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo a la mitigación del cambio climático.
  5. Seguridad y salud: La reducción del riesgo de incendios no solo protege el medioambiente, sino que también salva vidas humanas. Cada año, numerosos combatientes de incendios forestales arriesgan su vida para controlar los incendios, y algunas veces, lamentablemente, pierden la vida en el proceso.

El CIMMYT hace un llamado a los agricultores y a las comunidades rurales para que adopten prácticas agrícolas más seguras y sostenibles. Aprovechar el rastrojo como cobertura del suelo es una acción simple que puede salvar vidas y propiciar una agricultura más sostenible y rentable. Este Día Nacional del Combatiente de Incendios Forestales, recordemos la importancia de proteger nuestros recursos naturales y a las personas que trabajan incansablemente para combatir los incendios.

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InnovaHub Oriente de Honduras, un ejemplo de colaboración en favor de los sistemas agroalimentarios

Taller de poscosecha impartido por el equipo técnico del InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador / InnovaHub Oriente)
Taller de poscosecha impartido por el equipo técnico del InnovaHub Oriente de Honduras. (Foto: Olvine Amador / InnovaHub Oriente)

En Honduras, el InnovaHub Oriente se está consolidando como un motor de innovación y desarrollo sostenible en el sector agroalimentario. Este esfuerzo colaborativo, que une a organizaciones como ARSAGRO, CECRUCSO, y centros de investigación del CGIAR como CIMMYT y la Alliance Bioversity-CIAT (ABC), está transformando las prácticas agrícolas locales y fortaleciendo la resiliencia de los sistemas agroalimentarios.

Recientemente, por ejemplo, se llevaron a cabo días de campo en la Universidad Agraria, donde agricultores y técnicos compartieron conocimientos y prácticas innovadoras. Estos eventos son esenciales para demostrar en el terreno los beneficios de las tecnologías agrícolas y las prácticas sostenibles.

Además, se han organizado talleres de poscosecha que brindaron a los agricultores técnicas y herramientas para mejorar la calidad y conservación de sus productos. Estas capacitaciones son fundamentales para reducir las pérdidas poscosecha y aumentar la rentabilidad de los cultivos.

Uno de los logros más destacados en esta primera mitad del año fue la entrega de constancias del curso intensivo en Agricultura Sustentable en sistemas de maíz, frijol y cultivos asociados, impartido por especialistas de CIMMYT y ABC. Este curso se centra en prácticas agrícolas que aumentan la productividad mientras conservan los recursos naturales y se adaptan al cambio climático.

Además, se lanzó la convocatoria para el Curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable Adaptada al Clima 2024-2025. Este programa busca formar agentes de cambio con conocimientos en tecnologías de agricultura de conservación adaptada al clima, capacitados para enfrentar los retos alimentarios, económicos y climáticos.

El equipo de InnovaHub Oriente ha continuado con los diagnósticos de parcela, una herramienta crucial para entender las condiciones del suelo y la producción. Estos diagnósticos permiten conocer el porcentaje de cobertura, recopilar información del productor, y establecer módulos de innovación basados en datos precisos.

Se ha continuado con la instalación de pluviómetros y se han realizado pruebas de compactación del suelo, así como comparaciones de materiales, para mejorar las prácticas agrícolas y adaptar las técnicas a las condiciones locales.

La construcción participativa del Boletín Agroclimático para la región El Paraíso, a través de la Mesa Técnica Agroclimática, ha sido clave para brindar recomendaciones específicas ante la variabilidad climática. Esta es una acción clave porque permite conocer, por ejemplo, la actualización del pronóstico de ciclones tropicales, así como el impacto de otros fenómenos, lo cual es fundamental para remendar variedades de siembra adecuadas en un contexto de abundantes precipitaciones, como las recientes en la zona.

En este sentido, el técnico Olvine Amador expresa la importancia de la acción conjunta: “Siempre en acción con los productores compañeros, porque este hub oriente es de nosotros y tenemos que levantar este programa a través de las prácticas a nivel de campo para que despertemos a nuestra gente con el conocimiento adquirido”.

Por su parte, el técnico Ronix Madariaga destacó los beneficios de prácticas específicas: “Acá podemos ver dos parcelas, una está con incorporación de rastrojo y otra que ha sido quemada año con año. Se hizo la prueba de reacción a materia orgánica. En la que está quemada reaccionó solo la primera capa de unos 10 cm, en la que está incorporado el rastrojo reaccionaron las dos capas primeras hasta 60 cm. También se han hecho diagnósticos de parcela en Guayacán, Villa Santa, Villa Elena Águila, y Ocotillo Villa Santa”.

La colaboración entre organizaciones de todos los sectores es vital para fortalecer los sistemas agroalimentarios locales. La sinergia creada entre las entidades participantes en InnovaHub Oriente permite un intercambio de conocimientos y recursos que potencia el impacto de cada iniciativa. Este enfoque colaborativo es crucial para enfrentar los retos agrícolas y climáticos, asegurando un futuro sostenible y próspero para las comunidades locales.