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No solo es la tecnología

Maquinaria especializada en agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Maquinaria especializada en agricultura de conservación. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

La mecanización agrícola se considera fundamental para reducir el trabajo pesado, ahorrar en mano de obra y, en general, lograr que los productores tengan una mejor calidad de vida. No obstante, en América Latina, África subsahariana y el sur de Asia el uso de maquinaria agrícola aún es minúsculo si se considera la superficie total cultivada; tan solo en África subsahariana dos tercios de la energía utilizada para preparar los suelos de cultivo procede de la fuerza humana.

Dado este contexto, desde hace siete años, la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ) y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han colaborado para establecer Centros de Innovación Verde en 13 países de África y dos en Asia a fin de apoyar proyectos que promueven una mecanización que, siendo adecuada y a la medida de los productores, contribuya a mejorar la seguridad alimentaria a largo plazo e impulse el crecimiento económico. 

De acuerdo con el artículo CIMMYT: More than machines, publicado recientemente por el diario Krishak Jagat —uno de los medios especializados en el sector agrícola de mayor prestigio en India— la GIZ y el CIMMYT actualmente centran sus esfuerzos en asegurar que las ganancias producidas por los Centros de Innovación Verde no se pierdan después de que el financiamiento del proyecto culmine. 

“A medida que los Centros de Innovación Verde entran en una etapa final crucial, un equipo dirigido por el CIMMYT completó recientemente la capacitación de siete miembros del personal de GIZ de Costa de Marfil, Togo, Etiopía y Zambia, que ahora están certificados para facilitar la herramienta Scaling Scan del CIMMYT y capacitar a otros para poner innovaciones agrícolas en sus países de origen en un camino sólido para el crecimiento”, cita el diario. 

Scaling Scan, o análisis rápido del panorama de escalamiento, es una herramienta de evaluación de escalabilidad que considera aspectos tecnológicos y no tecnológicos —como las prácticas agrícolas mismas, o las finanzas y la gobernanza, las cadenas de valor, el nivel de colaboración y los aprendizajes, entre otros— necesarios para hacer escalable una solución. 

A través de esta herramienta es posible identificar los principales retos de los sistemas agroalimentarios, fortalecer los procesos de adopción de prácticas y tecnologías sustentables e identificar oportunidades. En el caso de los Centros de Innovación Verde,  Scaling Scan ha sido útil para “identificar qué innovaciones son más prometedoras para la supervivencia y el crecimiento de la iniciativa más allá del punto final”. 

La herramienta metodológica se ha empleado con buenos resultados en otros momentos, permitiendo reenfocar, en algunos casos, los esfuerzos de los impulsores de los proyectos y, en otros, replicar iniciativas exitosas, como la mecanización promovida por Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, de México, y el CIMMYT— de la cual se han replicado diversos aprendizajes y procesos en África y Asia para construir modelos operativos que permiten generar máquinas versátiles, razonablemente asequibles, fácilmente maniobrables y socialmente pertinentes.

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Riego eficiente, fundamental para no sobreexplotar acuíferos

Tecnificación del sistema de riego en Zacatecas, México. (Foto: Aguas Firmes)
Tecnificación del sistema de riego en Zacatecas, México. (Foto: Aguas Firmes)

La agricultura es la actividad que más consume agua en el mundo, por lo que uno de los grandes retos es optimizar su uso —idealmente, producir más con menos cantidad de agua—. En México, donde la actividad agrícola ocupa alrededor del 76% del total de las extracciones de agua, se siembran alrededor de 22 millones de hectáreas, de estas, el 80% es de temporal y solo el 20% tiene infraestructura de riego.

Zacatecas, que en el país ocupa el puesto ocho de entidades con menor precipitación anual, es uno de los estados con zonas áridas y semiáridas donde el riego con agua subterránea es muy importante para el desarrollo de la agricultura. Y es que, después de los mantos de hielo en los polos, los acuíferos subterráneos albergan la mayor cantidad de agua dulce del planeta. 

Lamentablemente, es común que de estos cuerpos de agua se extraiga más líquido que el que se recarga. Tan solo en México, 157 de los 653 acuíferos existentes se encuentran sobreexplotados, como el de Calera, en Zacatecas, donde la agricultura tiene un papel preponderante y por lo que es fundamental transitar a sistemas de producción más sustentables.

La optimización de los sistemas de riego y los suelos sanos son fundamentales para el cuidado del agua de los acuíferos porque el agua de lluvia con la que estos se alimentan no les llega directamente sino a través del suelo que permite su infiltración. 

Los suelos degradados por años de prácticas inadecuadas —como la labranza excesiva que destruye la estructura del suelo o el continuo paso de maquinaria o ganado que genera compactación— ven reducida su capacidad para infiltrar agua. En cambio, al minimizar el movimiento del suelo y cubrirlo con rastrojos es posible mejorar significativamente su estructura y sus funciones ecosistémicas.

Esta forma de cultivar basada en el mínimo movimiento del suelo y su cobertura con residuos agrícolas es conocida como agricultura de conservación. “A través de Aguas Firmes trabajamos para introducir y promover de forma incluyente la adopción de este sistema, pero también tecnologías asociadas que nos permitan ayudar a que el agricultor tenga una mayor eficiencia en su sistema producción”, señala Alberto Cabello, gerente del Hub Intermedio del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

Aguas Firmes es un proyecto del Grupo Modelo y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.

Entre las tecnologías que se están promoviendo junto con la agricultura de conservación destaca la tecnificación del riego en los casos donde aún se practica el riego rodado, es decir, que requiere una pendiente para distribuir el agua por efecto de la gravedad. De hecho, a través de Aguas Firmes los productores también pueden tener acceso a créditos para la tecnificación de los sistemas de riego mediante el Programa de Financiamiento a la Modernización de los Sectores Agroalimentario y Rural que ejecuta FIRA.

“En estas parcelas con un riego al día alcanzábamos a cubrir un promedio de un cuarto de hectárea solamente. Ahora regamos tres hectáreas en un día. Ya se ha hecho más eficiente el riego. Con la siembra en hileras usamos una cintilla a una distancia entre hilera de 20 centímetros, lo cual nos ayuda a hacer uso eficiente del agua”, comenta Héctor Manuel Gutiérrez Carrillo, uno de los productores de Calera que participa en el proyecto. 

Tecnificar el riego tiene muchos beneficios porque en Calera, donde no hay ríos o presas, el agua es uno de los bienes más preciados y con los riegos rodados “el agua no rendía gran cosa”, se desperdiciaba con riegos de 15 o 16 horas, incluso 18, cuando ahora, comentan los productores que han tecnificado el riego, “los más pesados son de seis horas”. 

Aunque el tipo de suelo también influye en la eficiencia del sistema de riego, este cambio es muy significativo porque el riego rodado, de acuerdo con observaciones hechas por diversos hubs del CIMMYT, a penas tiene una eficiencia de entre 22 y 32% en el uso del agua. Así que optimizar los sistemas de riego constituye un importante primer paso para que, desde las parcelas, se contribuya a mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos. 

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Aguas Firmes es una cooperación de desarrollo que forma parte del programa develoPPP entre la cervecera líder AB InBev a través de Grupo Modelo y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ) GmbH, quien lo implementa por encargo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ). Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es

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El amaranto más allá de la alegría

Cultivo de amaranto en Guatemala. Foto: CIMMYT
Cultivo de amaranto en Guatemala. Foto: CIMMYT

Considerado uno de los mejores alimentos de origen vegetal para consumo humano debido a su alto contenido y calidad de proteína, el amaranto o huautli (Amaranthus spp.) es uno de los cultivos más antiguos de Mesoamérica y, de hecho, para las antiguas civilizaciones de esta región llegó a ser tan importante como el maíz y el frijol. 

Luego de haber sido un cultivo de gran importancia alimenticia y ritual, el amaranto dejó de cultivarse en México a partir de la época colonial. Pese a ello, el cultivo persistió en pequeñas regiones —principalmente con presencia de comunidades indígenas— y, desde hace algunos años, el interés por el amaranto ha resurgido debido a sus amplios aportes nutricionales, sus características de adaptación climática y beneficios agronómicos. 

Desde el punto de vista nutricional, el amaranto está muy cerca de lo que se considera la proteína ideal para el consumo humano tanto por su calidad como por su alto contenido proteínico (del 15 al 17%).  La planta, además, tiene un importante contenido de lisina, un aminoácido esencial para la alimentación que comúnmente es limitado en otros cereales —en sentido estricto el amaranto no es un cereal, sino un pseudocereal, es decir, que a pesar de no ser una gramínea su uso es igual o muy similar al de los auténticos cereales―. 

El amaranto también tiene propiedades que ayudan a la prevención de la diabetes y la regulación de la presión arterial y, desde el punto de vista gastronómico, se puede consumir como verdura cuando está tierno y como cereal cuando alcanza su madurez. Esta dualidad le confiere una gran vérsatil en cuanto a modos de preparación. 

Las hojas del amaranto se conocen como quintoniles —una clase de quelites— y se consumen frescas durante la estación de lluvias; las semillas, por su parte, pueden ser reventadas sometiéndolas a temperaturas de alrededor de 220 grados Celsius para elaborar las tradicionales alegrías —dulce típico mexicano—, cereal de desayuno, harina, atoles, tamales, pinole, galletas, mazapanes, botanas, entre otros muy diversos productos. 

La planta del amaranto llega a medir hasta tres metros de altura y se puede aprovechar íntegramente: además de la alimentación humana es una buena opción de forraje, una fuente de colorantes (amarantina y betalaina) y también una planta de ornato.

En México hay al menos 11 especies de amaranto, tanto en zonas templadas como cálido húmedas y cálido secas. Su resistencia a la sequía y al calor, y el hecho de que requiere menos cantidad de agua, representa una gran ventaja porque puede prosperar en regiones con pocas lluvias donde los cultivos básicos suelen tener poco éxito —de ahí que haya sido nombrado amaranto, que en griego hace referencia a algo eterno o que no se marchita—.

Por sus ventajas agronómicas y sus aportes nutricionales, el amaranto es una de las especies promovidas para diversificar cultivos en el marco del proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche´, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Amaranto (ficha técnica), en Cultivos alternativos. Intensificación y diversificación sustentable. CIMMYT (2021).
Amaranto (ficha técnica), en Cultivos alternativos. Intensificación y diversificación sustentable. CIMMYT (2021).
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¿Cuál es el futuro del trigo en México?

Cultivo de trigo en Texcoco, Estado de México. Foto: Fernando Morales/CIMMYT
Cultivo de trigo en Texcoco, Estado de México. Foto: Fernando Morales/CIMMYT

El trigo es uno de los cultivos más importantes para la seguridad alimentaria global. El aumento de su rendimiento en los últimos 60 años ha sido invaluable para este propósito, permitiendo que los precios de este grano básico se mantengan en niveles razonables. 

Fue en el Valle del Yaqui, en el estado mexicano de Sonora, donde se desarrollaron por primera vez tecnologías que permitieron que tanto en México como en otros países el rendimiento del trigo aumentara alrededor de 250% durante los 60 años comprendidos entre 1960 y 2019 (años de cosecha). Este aumento en el rendimiento se debe, en gran medida, a la propagación de las variedades y tecnologías desarrolladas por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en colaboración con el Gobierno de México. 

¿Hacia dónde se dirige el rendimiento del trigo en el Valle del Yaqui en los próximos 20 años, considerados actualmente como el período de mayor desafío para la seguridad alimentaria mundial? A partir de esta pregunta un grupo de investigadores del CIMMYT se dio a la tarea de revisar los múltiples factores que durante 60 años han influido en el comportamiento de los rendimientos del trigo en el Valle del Yaqui. Esto, con el fin de conocer las perspectivas y la sostenibilidad del cultivo en la región, pero también para tratar de entender un poco más el panorama mundial del trigo y visualizar cuáles serán los escenarios de la seguridad alimentaria global en las siguientes décadas.  

Los cambios tecnológicos, el clima, las variedades de trigo mejoradas y el mejoramiento mismo, así como las prácticas agronómicas, son algunos de los factores considerados en el análisis, en el que también es posible revisar el papel que ha tenido el uso de los fertilizantes, particularmente los nitrogenados que aumentaron constantemente y que han conducido, debido a su uso ineficiente, a las floraciones de algas en el Golfo de California, un serio problema ambiental derivado de prácticas agrícolas no sustentables. 

Con respecto a los beneficios referentes a costos, energía y sostenibilidad que brinda la siembra en camas permanentes (labranza cero) con retención de rastrojos —sistema conocido como agricultura de conservación, el documento menciona que estos han sido claramente demostrados por investigaciones previas; sin embargo, puntualiza que la adopción de esta práctica sigue siendo limitada.

Por otro lado, el estudio señala que la disponibilidad de agua es un importante problema de sostenibilidad en los sistemas de riego: “el agua para la agricultura será más escasa con el crecimiento de la población en el estado de Sonora. Existen opciones para gestionar mejor la escasa agua de riego; sin embargo, es posible que el trigo no pueda competir a largo plazo por el agua con cultivos como verduras y frutas”. 

Aunque la sostenibilidad se extiende más allá de los campos cultivados, en general es probable que el trigo siga siendo el cultivo principal durante otro período de 20 años en el Valle de Yaqui, pero el cierre de la brecha de rendimiento se está volviendo limitado. 

“Es probable que la sostenibilidad biofísica del sistema de cultivo de trigo del Valle del Yaqui mejore a través de una mejor gestión de los fertilizantes nitrogenados. Las mejoras también son posibles a través de una mayor diversidad de cultivos, la gestión integrada de las amenazas bióticas y la aceptación de la labranza cero, la retención de residuos y el tráfico controlado”, concluye el estudio. 

 


PUBLICACIONES DE INVESTIGACIÓN RELACIONADAS:

Sixty years of irrigated wheat yield increase in the Yaqui Valley of Mexico: Past drivers, prospects and sustainability

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Cómo engañar al gusano cogollero

Productor de Chiapas haciendo monitoreo de daños causados por gusano cogollero. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Productor de Chiapas haciendo monitoreo de daños causados por gusano cogollero. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Las feromonas son sustancias químicas que los seres vivos liberan de forma natural para producir una respuesta entre miembros de su misma especie o de otras especies. 

Las feromonas, una vez liberadas, son transportadas por el aire y activan receptores muy especializados del sistema olfativo. Esto les permite a muchos animales comunicar estados de ánimo, salud o enfermedad, señales de alarma, de rastro, o bien, disponibilidad y compatibilidad sexual. A estas feromonas específicas involucradas en la búsqueda de pareja se les conoce como feromonas sexuales y son liberadas por las hembras para atraer a los machos. 

Este mecanismo evolutivo está más desarrollado en algunas especies que en otras. Los insectos son particularmente sensibles a estas sustancias y, de hecho, hay palomillas cuyos machos pueden detectar una hembra a más de una milla (1,6 kilómetros) de distancia. Así, estos volarán incluso en contra del viento con la única intención de reproducirse y asegurar la siguiente generación de su especie. 

Estas sustancias pueden sintetizarse artificialmente para confundir a los machos de insectos plaga y así interrumpir el proceso de apareamiento. “Las feromonas sexuales para confundir al cogollero están contenidas en dispensadores de material poroso que permite su liberación prolongada durante 90 días en el campo. En cada hectárea se colocan 30”, comenta Benancio Jiménez Gómez, coordinador técnico del Hub Chiapas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

Los productos a las que se refiere el coordinador técnico del Hub Chiapas son los dispensadores PROVIVI FAW® y actúan de manera diferente a las feromonas de monitoreo, las cuales “permiten medir la presión de la plaga —o hacer control, según su uso—, se instalan en una garrafa con agua y requieren mantenimiento continuo. Las feromonas de confusión sexual de PROVIVI® sirven como herramienta preventiva y se instalan una sola vez en el campo al momento de la siembra, actuando durante 90 días”, menciona el especialista del CIMMYT. 

Los dispensadores con feromonas de confusión sexual son una herramienta dentro del manejo agroecológico de plagas, así que es importante acompañarlas con otras prácticas sustentables y “seguir monitoreando para asegurarse que los daños no rebasen el umbral económico. Nosotros este año estamos implementando esta innovación con el objeto de transferirla a pequeños productores; el CIMMYT cubrió lo correspondiente a cinco hectáreas y el grupo de productores con quienes estamos trabajando gestionaron con Sanidad Vegetal las feromonas para otras cinco hectáreas”, señala el coordinador técnico del Hub.

Los resultados preliminares derivados de los monitoreos permiten observar que en las 10 hectáreas tratadas con feromonas hay una menor incidencia de gusano cogollero en comparación con aquellas zonas no tratadas. No obstante, es importante tomar en cuenta las condiciones del entorno para obtener el máximo beneficio de esta tecnología. Como comenta el especialista del CIMMYT, “depende mucho de la zona y las condiciones, de qué tanto monocultivo hay, la superficie, el clima influye mucho, por ejemplo, ahorita con la canícula hay mayor presencia de plagas. Es muy variado, por eso es importante el monitoreo”. 

Para el control del gusano cogollero lo normal en el estado, menciona Benancio, es que se hagan de una a dos aplicaciones de insecticidas —aunque con menos frecuencia, también se llegan a hacer tres aplicaciones—: “Hemos visto que la diferencia entre una aplicación y dos aplicaciones es de aproximadamente una tonelada en merma de grano. Es decir, el productor que aplica dos veces tiene una tonelada más de grano, pero depende de las condiciones particulares”, de ahí la importancia de promover estas alternativas, más accesibles y que, a diferencia de los insecticidas convencionales, no afecta a los insectos benéficos, pues está dirigida al manejo exclusivo de la plaga.  

“En agricultura existen feromonas para muchos tipos de plaga. En el caso de los trabajos que estamos haciendo este año con PROVIVI® estamos usando feromonas que funcionan exclusivamente para el gusano cogollero. No aplican para gusano trozador o elotero. Esto es importante porque hay gente que quiere utilizar los dispensadores para otras plagas y eso no es posible porque las feromonas son específicas para cada especie animal”, finaliza el coordinador técnico del Hub Chiapas del CIMMYT. 

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Canícula: qué es y cómo se pueden minimizar sus efectos

Después de 24 días de canícula que provocaron estrés hídrico en los cultivos de productores de la región Valles Centrales, en Oaxaca, México, se observó que la sombra que el maíz brindó al frijol disminuyó el estrés de dicho cultivo. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
Efecto de la canícula en los Valles Centrales de Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

La canícula (sequía intraestival o veranillo) es un caso particular de sequía que ocurre en una amplia región de Mesoamérica y el Caribe. Se trata de un fenómeno climático que constituye una amenaza regional, pues sus impactos —amplificados por el inadecuado uso de la tierra y el cambio climático— pueden ser tan grandes que históricamente han provocado el desplazamiento de miles de personas, muerte de ganado y pérdidas de cultivos a gran escala.

Llamada así porque hace muchos años el fenómeno coincidía con la aparición de la constelación Canis Maior en el firmamento, la canícula se origina regularmente en medio del verano porque es cuando las condiciones climáticas en la región propician la aparición de algunos anticiclones. Si los ciclones ocasionan lluvias torrenciales, los anticiclones hacen lo contrario, y es por eso que en los llamados 40 días más calurosos del año —de acuerdo con los registros históricos, pueden ser entre 30 y 60— se observan cielos muy despejados.

Este fenómeno, en el que se conjugan lluvias mínimas y altas temperaturas que pueden llegar hasta los 50 grados Celsius, se presenta entre julio y agosto. No obstante, su duración, intensidad y severidad varían dependiendo de la región y la aparición de otros fenómenos climáticos, por lo que incluso puede extenderse hasta septiembre.

Su estudio científico es muy reciente, pero hoy se sabe que la canícula es más intensa en la parte oriental del Pacífico (el Corredor Seco) y que está asociada a otros fenómenos meteorológicos, como el Monzón de América del Norte, la corriente en chorro de bajo nivel del Caribe e incluso la llegada del polvo del Sahara, el cual contribuye a la supresión de las lluvias.

La agricultura de temporal es la más vulnerable ante este fenómeno, pues ocasiona un bajo nivel productivo —comparado con las zonas de riego— y un aumento de plagas. Desde el punto de vista agronómico, la severidad del efecto de la canícula no solo depende de la temperatura y la precipitación, sino del tipo de suelo, el cultivo establecido, la etapa de desarrollo en que se encuentre dicho cultivo, la variedad y —sobre todo— las medidas y prácticas agronómicas que se realicen.

De acuerdo con los pronósticos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), se prevé que este año la canícula se presente sobre todo en estados del noreste —en Chihuahua, Durango, Sinaloa y Sonora las lluvias se incrementan durante julio y agosto, debido a la presencia del Monzón de Norteamérica, por lo que la canícula no se percibe en estos estados— y en las costas de Chiapas, Guerrero, Michoacán y Oaxaca, y con menor intensidad en los estados del centro y sur-sureste. 

¿Cómo pueden los productores hacerle frente?

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueve la agricultura de conservación como un sistema efectivo para hacer frente a la sequía. Debido a que este sistema agrícola contempla la cobertura del suelo con rastrojos o residuos agrícolas del ciclo anterior, el suelo queda protegido y conserva mayor humedad. En este sentido, no es exagerado decir que el rastrojo es un héroe en años secos.

Junto con otras prácticas sustentables derivadas y asociadas —como la elección de fechas de siembra y variedades adecuadas (particularmente de ciclo corto), la diversificación de cultivos (donde en las rotaciones o asociaciones una especie puede proporcionar sombra a otra, o compensar las posibles pérdidas, por ejemplo) y los cultivos de cobertura (que funcionan como una trampa de humedad, ya que retienen rocío y evitan que se pierda por evaporación)—, la agricultura de conservación contribuye a minimizar los impactos de la canícula. 

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Conocer las propiedades del suelo para cuidar los acuíferos

Parcela de un productor que participa en el proyecto Aguas Firmes, donde se realizó análisis de suelo y se implementan diversas prácticas para mejorar la fertilidad del suelo. (Foto: Julio César González/Agrocime)
Parcela de un productor que participa en el proyecto Aguas Firmes, donde se realizó análisis de suelo y se implementan diversas prácticas para mejorar la fertilidad del suelo. (Foto: Julio César González/Agrocime)

De entre las diversas herramientas para hacer un diagnóstico de la fertilidad de los suelos agrícolas destaca el análisis de suelo, una de las técnicas más utilizadas para detectar problemas nutricionales y establecer recomendaciones de fertilización. 

Aunque un suelo fértil no necesariamente es productivo debido a otros factores como el mal drenaje, la falta de humedad y otros que pueden limitar la producción, conocer el grado de suficiencia o deficiencia de los nutrientes del suelo es fundamental para tomar mejores decisiones al momento de fertilizar. 

“Ahorita todos los productores nuevos que se han incorporado han hecho análisis de suelo. El análisis de suelo es una parte muy importante del proyecto. De hecho, a través de este se gestionaron alrededor de 120 análisis de suelo sin costo para el productor. De esos hemos realizado entre 85 y 90 análisis, uno por productor”, comenta Carmen Martínez García, colaborador del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para el proyecto Aguas Firmes.  

Aguas Firmes es un proyecto del Grupo Modelo y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares. 

La sobrefertilización tiene diversos impactos negativos: además de ser un agente potencialmente contaminante de las aguas subterráneas, afecta la rentabilidad de los agricultores. Por esta razón hacer análisis de suelos es “fundamental porque se disminuye mucho el costo de producción. Ahorita, por ejemplo, la tonelada de urea anda entre 25 mil, 26 mil pesos (25 000 – 26 000 MXN) y en general todos los fertilizantes nitrogenados andan muy elevados de costo”, comenta Carmen. 

“Cuando hacemos los talleres de capacitación, hay productores a quienes asesoramos que nos comentan «yo me ahorré 2 800 pesos (2 800 MXN) por hectárea, el análisis de suelo me arrojó que no necesitaba yo aventarle tanto fertilizante, entonces de 10 hectáreas me ahorré 28 mil pesos (28 000 MXN). Y pues para mí está excelente porque anteriormente era dinero tirado a la barura», y además cosechando con el mismo rendimiento que si hubieran aplicado todo el fertilizante que acostumbraban poner”, menciona Carmen. 

Para los productores del proyecto Aguas Firmes el análisis de suelo es el punto de partida para trazar, junto con los especialistas que les brindan acompañamiento técnico, las estrategias para transitar hacia sistemas de producción más sostenibles con los que además de ahorrar en lo económico, contribuyan al cuidado de los acuíferos que les brindan la vital agua de riego. 

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Aguas Firmes es una cooperación de desarrollo que forma parte del programa develoPPP entre la cervecera líder AB InBev a través de Grupo Modelo y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ) GmbH, quien lo implementa por encargo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ). Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es 

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Los beneficios de las tecnologías herméticas poscosecha para los productores de autoconsumo

Seguimiento del módulo poscosecha instalado en la casa del productor Efraín Castillo Hernández, en el municipio de Tihuatlán, en Veracruz, México. (Foto: Citricultores Tihuatecos Asociados)
Seguimiento del módulo poscosecha instalado en la casa del productor Efraín Castillo Hernández, en el municipio de Tihuatlán, en Veracruz, México. (Foto: Citricultores Tihuatecos Asociados)

La Huasteca es una región multicultural de México que comprende parte de los estados de Tamaulipas, Veracruz, San Luis Potosí, Hidalgo, Querétaro y Puebla. En sus valles y montañas conviven diversas etnias, entre ellas teneek o huastecos, nahuas, pames, tepehuas, otomíes y totonacos. 

La Huasteca Totonaca —al norte de Veracruz y una pequeña porción de Puebla, donde se encuentran comunidades que comparten rasgos culturales tanto de la cultura totonaca como de la huasteca, y a la vez poseen rasgos característicos y condiciones geográficas e hidrológicas particulares— ocupa una superficie aproximada de más de cuatro mil kilómetros cuadrados y abarca unos quince municipios veracruzanos. Cerca del 90% de ese territorio se destina a actividades agropecuarias, siendo el maíz el cultivo más representativo con una superficie cercana a las 70 mil hectáreas. 

En la zona, los agricultores se enfocan a la producción de maíz para comercializar, e incluso exportar el totomoxtle (hoja que cubre la mazorca), así como para el autoconsumo; sin embargo, una de las principales problemáticas para este propósito es el alto índice de pérdidas poscosecha, las cuales pueden llegar a ser de hasta el 40%.

Insectos como el gorgojo (Sitophilus zeamais), el barrenador de los granos (Rhyzopertha dominica), la palomilla (Sitotroga cerealella) y roedores como la rata común (Rattus rattus) destacan entre las plagas que afectan las cosechas de los agricultores de esta zona.

Debido a las considerables pérdidas poscosecha, más de la mitad de los productores de la Huasteca Totonaca desgranan y venden cerca del 70% de su producción al precio que esté en el mercado —sin importar que sea bajo— a fin de evitar su pérdida. El restante lo destinan para autoconsumo; sin embargo, esto solo alcanza para cubrir un par de meses, lo que los orilla por varios meses más a comprar grano en el mercado o con los vecinos de las localidades aledañas, con frecuencia a precios elevados. 

Para reducir el alto impacto económico y social de esta situación, la iniciativa MasAgro-Cultivos para México —impulsada por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— promueve en la Huasteca Totonaca el uso de tecnologías herméticas para reducir las pérdidas poscosecha. 

Así, a través de la colaboración entre la cooperativa Citricultores Tihuatecos Asociados y el CIMMYT se están identificando aquellas tecnologías que les permitan a los agricultores conservar la calidad del grano por más tiempo y asegurar, a la vez, un alimento saludable.

En la nave de almacén de la cooperativa —ubicada en la localidad de Sebastián Lerdo de Tejada en Tihuatlán (Veracruz, México)— se instaló una plataforma de investigación poscosecha a fin de comparar las tecnologías herméticas con las prácticas convencionales de almacenamiento de maíz que prevalecen en la región. 

Lo que se busca es mantener la calidad de los granos, mejorar la productividad durante las siguientes temporadas y tener una mejor conservación de las semillas nativas de la región. Además de que estén libres de pesticidas químicos que pudieran afectar la salud de las personas”, comentan los responsables de la plataforma. 

De igual manera se han instalado módulos poscosecha donde los mismos productores participan en la evaluación de las tecnologías. En Poza Azul de los Reyes, también en Tihuatlán, por ejemplo, el productor Efraín Castillo Hernández usó cien kilogramos de maíz nativo blanco hojero para almacenar la mitad de la forma convencional, es decir, en un costal de polipropileno, y la otra mitad en una bolsa plástica hermética con cierre.

Cinco meses después de haber almacenado el grano, el productor y el equipo que le ha brindado acompañamiento técnico se reunieron para abrir los dos tratamientos. No lo hicieron solos, sino en presencia de un grupo de productores de la comunidad interesados en conocer los resultados. Así, la comunidad pudo observar una marcada diferencia a favor de la innovación: mientras que con el costal de polipropileno 58% de los granos presentaron daños, con la bolsa plástica hermética esta afectación solo fue del 2%.

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El otro costo de los incendios forestales

Quema de residuos agrícolas. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)
Quema de residuos agrícolas. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Cada año en México se registra un promedio de un poco más de 7 mil incendios forestales que afectan a cerca de 271 mil hectáreas. El Estado de México, Michoacán, Jalisco y Chiapas se encuentran entre los estados con mayor incidencia y afectación por los incendios que, de acuerdo con los registros históricos, son causados principalmente por actividades ilícitas (32%) y por actividades agrícolas (27%). 

Las quemas agrícolas no controladas, o que se salen de control, son peligrosas en términos ambientales porque generalmente coinciden con los momentos más secos en el territorio nacional, marcando así la presencia de dos temporadas de mayor incidencia: la primera inicia en enero y concluye en junio (en las zonas centro, norte, noreste, sur y sureste del país); y la segunda inicia en mayo y termina en septiembre (en el noroeste del país). 

Además de la afectación a los ecosistemas, los incendios forestales tienen un costo adicional muy grave y lamentable: la pérdida de vidas humanas. Y es que controlar un incendio forestal es una actividad de alto riesgo que requiere de una gran cantidad de personas y esfuerzo: tan solo en lo que va de este año se han requerido más de 288 mil días/persona para combatir los incendios. 

Entre el personal participante en el combate a los incendios se encuentran propietarios y poseedores de terrenos forestales, combatientes oficiales de la Comisión Nacional Forestal de México (CONAFOR), una gran cantidad de voluntarios, personal de Protección Civil, militares, combatientes rurales, entre otros. 

Lamentablemente, de 2010 a 2020, cerca de 100 personas han perdido la vida combatiendo incendios forestales (esto sería un promedio de 10 personas por año). A este costo social se le suman los lesionados y también el potencial incremento del riesgo de mortalidad atribuible a la contaminación relacionada con incendios forestales.

Ante este contexto, dejar de quemar los rastrojos se convierte en un acto de responsabilidad ambiental y humana. Por ello, para preservar la vida de bomberos y voluntarios hay que aprovechar los rastrojos en lugar de quemarlos.

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores en las distintas regiones del país impulsan campañas, como Sinaloa No Quema, para que los productores conozcan los múltiples beneficios de dejar el rastrojo como cobertura del suelo en lugar de quemarlo.

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Crisopas, aliadas en el control de pulgones que atacan el trigo

(De izquierda a derecha) Pascual Moroyoqui, Ariel Espinoza y José Luis Velasco en parcela de Sonora, México, donde colaboran la Junta Local de Sanidad Vegetal de Huatabampo, Granera del Noroeste y el CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón/CIMMYT)

Cuando los esfuerzos para fomentar una agricultura sustentable se juntan, también se potencializan. Ejemplo de esto es la colaboración entre la Junta Local de Sanidad Vegetal de Huatabampo, Granera del Noroeste y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) que impulsan en el estado mexicano de Sonora acciones para mejorar la productividad del trigo a través de la adopción de sistemas como la agricultura de conservación y el control biológico de plagas. 

“El objetivo es bajar los costos de producción en el cultivo del trigo, porque los productores buscan la forma de invertir menos y tener buenas utilidades en beneficio de sus familias”, comenta Pascual Moroyoqui Yin, de la Junta Local de Sanidad Vegetal de Huatabampo.

“Nosotros tenemos un laboratorio de reproducción de insectos benéficos donde reproducimos crisopa y Trichogramma. También estamos iniciando con la reproducción de la catarina y estamos buscando la forma de reproducir tamarixia, que de hecho ya la estamos reproduciendo artesanalmente porque es uno de los parasitoides más útiles para el control de Diaphorina citri, una plaga que tenemos aquí en la región, transmisora del HLB (Huanglongbing, enfermedad que afecta particularmente a los cítricos)”, refiere Moroyoqui.

La reproducción de estos cuatro organismos busca incrementar el control biológico en la región: “hay que tratar de hacerlo de manera natural para incrementar las poblaciones de estos insectos benéficos, porque permiten hacer un control bastante bueno y en esta región tenemos esa gran diversidad de insectos benéficos, solo que a veces los productores no se dan cuenta”, menciona el especialista. 

La intención de la colaboración entre las organizaciones es impactar positivamente en las más de 35 mil hectáreas que conforman el área de influencia de la Junta Local de Sanidad Vegetal de Huatabampo porque, señala Moroyoqui, “los productores requieren de nuevas tecnologías para producir igual o más a costos más bajos y con menor impacto ambiental. Son aspectos que mediante la investigación se tienen que ir cubriendo para tratar de incrementar el potencial productivo de la región”.  

La crisopa es un depredador muy eficaz para controlar los pulgones que se presentan en el cultivo del trigo. Las liberaciones de este insecto benéfico inician “a mediados de enero, cuando van empezando las plagas de pulgones, ya que este insecto trabaja mucho mejor cuando las poblaciones de pulgón son bajas”. La liberación debe hacerse temprano porque “porque una vez que rebasa los umbrales de acción se tienen que hacer aplicaciones químicas y eso no es lo deseable. Lo que se busca es tener un equilibrio ecológico entre insecto benéfico e insecto plaga”. 

En un centímetro cúbico, que es la dosis utilizada, hay alrededor de 5 mil huevecillos de crisopa. “Ese huevecillo lo mezclamos con salvado para que se adhiera y así hacemos la liberación en los campos donde hay problema de plagas. En la iniciativa con el CIMMYT y Granera del Noroeste intervinieron varios productores. Hicimos liberaciones de crisopa, mostrándole al productor que no es necesario hacer tantas aplicaciones químicas para tener una buena producción”, concluye Moroyoqui.