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Diversificar para nutrir

La productora Petronila Chan, de Campeche, México, muestra la diversidad de semillas que resguarda y cultiva. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
La productora Petronila Chan, de Campeche, México, muestra la diversidad de semillas que resguarda y cultiva. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Octubre es un mes importante para la seguridad alimentaria global: el 16 de ese mes se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, el 17 el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza y el 18 el Día Mundial de la Protección de la Naturaleza. 

No es casual que estas conmemoraciones sean consecutivas. Hambre, pobreza y recursos naturales están íntimamente ligados y son un recordatorio de que las sociedades deben impulsar más que nunca la adopción de prácticas más sustentables para preservar los recursos de la Tierra, la salud de la población y el clima.

A través de proyectos como ‘Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche’ —impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— muchas comunidades están creando sistemas de producción más sostenibles al aumentar la agrobiodiversidad de sus parcelas.

Cultivar una mayor variedad de especies vegetales impacta positiva y directamente en la seguridad alimentaria. Lamentablemente, la diversidad vegetal de los campos agrícolas ha disminuido mucho —desde 1900 se ha perdido alrededor de 75% de la diversidad de cultivos—. En la actualidad, de las 6 mil especies de plantas cultivadas para la alimentación, solo nueve representan el 66% de la producción total de cultivos en el mundo.

“Aquí muchas semillas se han perdido, como el Xmejen nal. Yo no lo tengo ya, aunque un tío mío todavía lo tiene. Es un elote que solo tarda dos meses en darse. El Sak tu’ux tampoco ya lo tenemos, ese lo tenían mis padres, ellos lo sembraban”, comenta Petronila Chan —doña Petro, como le gusta que le llamen—, una productora de Campeche que participa en el proyecto de diversificación de cultivos que impulsan Walmart Foundation y el CIMMYT.

A través del proyecto se promueve la diversificación sustentable de cultivos y la asociatividad como base para fortalecer a las comunidades en su tejido social. Con énfasis en temas de género y el desarrollo de habilidades financieras, el proyecto contribuye a incrementar la resiliencia de las comunidades.  

Al diversficar cultivos, por ejemplo, los productores pueden disponer de alimentos más variados y más oportunidades para comercializar sus excedentes. También se promueven tecnologías herméticas poscosecha —como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas— para disminuir la pérdida de granos por plagas de almacén y se contribuye al rescate de semillas nativas.

Yo trabajo la tierra y esto es mi cosecha, esto es lo que nos ha dado la vida. Lo que tenemos aquí es sikil —pepita molida—, se come con tortilla hecha a mano. Esto es la semilla de makal (Xanthosoma yucatanense), esto se siembra uno por uno; después de mover la tierra se pone a una distancia porque esto crece, y crece grande debajo de la tierra. Esto, me enseñaron mis papás, que cuando a veces no se da bien el maíz, el makal se revuelve con un poco de masa y con eso se puede alimentar a los hijos”.

Como doña Petro, los agricultores familiares de todo el mundo —casi 800 millones de personas— han sido durante mucho tiempo los principales proveedores de alimentos de sus comunidades: trabajan el 75% de las tierras agrícolas del planeta y producen alrededor del 80 % de los alimentos del mundo. Ellos trabajan constantemente para adaptarse a las nuevas circunstancias climáticas y sociales y, algunos de ellos, como doña Petro, se esfuerzan cada día para preservar la diversidad biológica de los cultivos.

“Esto es íis (Ipomea batatas), que también se puede sembrar con el maíz. Ahí puedes tener comida en un terreno pequeño. El trabajo del campo hay que vigilarlo, cuando agarras el lóobche (coa) trabajas con todo tu cuerpo y tu mente. Esta es la herencia de mis padres y no me gustaría que se pierda. Con orgullo esto me lo dejaron mi papá y mi mamá que en paz descansen y esto es lo que tengo que cuidar. Aquí están las semillas y no quisiera que se pierdan porque tienen un procedimiento y si nadie lo trabaja se pierden y pues sin esta semilla dichosa cómo iremos a vivir”.

En momentos como el actual donde se ha incrementado el número de personas con hambre debido a los conflictos y la recesión económica global existe la oportunidad de adoptar soluciones innovadoras basadas en evidencia científica para mejorar los sistemas alimentarios. Por esta razón, este proyecto de Walmart Foundation y el CIMMYT visualiza a la agricultura alineada con la naturaleza, lo cual implica considerar el aprovechamiento de las sinergias entre la innovación sustentable y la agrobiodiversidad.

“Gracias a estos ingenieros ahorita nos han dado una experiencia de cómo cuidar la semilla, cómo hacer para que no le entre bicho. Mis compañeras de trabajo son seis señoras mayores que yo. Ellas me ayudan y con ellas escuchamos los consejos que nos vienen. A veces no conocemos bien lo que son las plagas, pero ellos sí lo conocen, o a qué tiempo se debe fertilizar, a qué tiempo se puede cosechar, o las bolsas para que no entre el gorgojo… por eso es importante escuchar lo que ellos dicen”.

Convencida de que la innovación fortalece la tradición, doña Petro concluye: “me gustaría que esta herencia la reciban los jóvenes para que puedan vivir mejor, para que se ocupen y puedan tener una vida bonita. Ese es mi propósito, decirle a mi hija que se ocupe en algo y cuide esta semilla para que viva bien, por eso le digo «apréndela a cuidar y aprende a cosechar, no a trabajar la tierra fácil, sino a trabajarla como es debido»”.

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México ante los retos de la seguridad alimentaria mundial

Maíz de alto rendimiento producido con prácticas sustentables en San Pablo Huitzo, en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
Maíz de alto rendimiento producido con prácticas sustentables en San Pablo Huitzo, en Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

Hoy, en un mundo que aún no se recupera de los efectos de la pandemia y donde se desarrollan conflictos que afectan la producción y distribución de alimentos, hay cerca de 811 millones de personas padeciendo hambre, cifra que constituye un llamado a la acción local y global en favor de la paz y la seguridad alimentaria.

México tiene un papel central en la lucha contra el hambre en el planeta: es el lugar de origen del maíz, uno de los principales cultivos globales y, a través del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), resguarda más de 28 mil accesiones únicas de este cultivo, cuyo estudio ha permitido ofrecer al mundo el Atlas Molecular de Maíz, una plataforma de información que proporciona datos, herramientas y recursos que permiten a mejoradores de maíz, investigadores, técnicos extensionistas, entre otros, identificar la diversidad con un posible valor para sus necesidades específicas.

Además del maíz, el trigo de México es esencial para la seguridad alimentaria de millones del planeta. Recientemente, por ejemplo, un equipo de especialistas del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el CIMMYT, liderado por Julio Huerta, recibió el premio Gene Stewardship 2022 del Borlaug Global Rust Initiative por su aporte a la seguridad alimentaria mundial, a través del mejoramiento de la resistencia de variedades de trigo a la roya.

Bram Govaerts, director general del CIMMYT, señala que “factores como la pandemia y el conflicto entre Rusia y Ucrania han afectado la producción y disponibilidad de maíz en todo el mundo, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de todos”. 

Además de los conflictos, Govaerts señala que el cambio climático sigue y seguirá siendo un tema prioritario para la seguridad alimentaria: “El aumento de la temperatura reduce los rendimientos globales de los principales cultivos. Sin una agricultura adaptada a estos cambios, cada grado que aumente la temperatura media global estaría reduciendo los rendimientos de trigo en un 6% y de maíz en un 7,4% en promedio”.

Estos retos, enfatiza el también investigador, “ponen en evidencia una vez más el liderazgo histórico de México y la oportunidad de hacerse presente y generar transformaciones de talla global desde las parcelas y hombro a hombro con los productores”. 

Para responder a estos retos, Govaerts comenta que México cuenta con la experiencia para desarrollar sistemas agroalimentarios sustentables —iniciativas como Cultivos para México,  Agricultura Para La Paz y AgriLAC Resiliente son un ejemplo de ello—, hecho que resalta la importancia de invertir en investigación científica: “el 70% de semillas de trigo y más del 50% de semillas de maíz sembradas en el mundo derivan de la investigación en mejoramiento que se realiza en México desde el CIMMYT y una amplía red de colaboradores”. 

A través del CIMMYT, México hace alrededor de 1 500 envíos de semillas anuales a diferentes países y varias de esas semillas son de variedades resistentes a sequía. “Nuestro llamado es a que la intervención humanitaria incluya semilla resistente a sequía para las zonas susceptibles a este fenómeno y así generar resiliencia global hacia el futuro”, enfatiza el directivo del CIMMYT. 

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Mujeres impulsan la mecanización sustentable en Oaxaca

La productora Inés Hernández y la técnica Yashim Reyes, en el punto de maquinaria de Valles Centrales, Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
La productora Inés Hernández y la técnica Yashim Reyes, en el punto de maquinaria de Valles Centrales, Oaxaca, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

Para una gran parte de la humanidad —y a través de la historia—, la hora de los alimentos está íntimamente ligada a la presencia y acción de las mujeres. Ellas alimentan al mundo en más de un sentido. No solo preparan los alimentos, los cultivan: de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuatro de cada 10 personas que trabajan en el campo en todo el mundo, e incluso siete de cada 10 en algunos países, son mujeres. 

El papel de la mujer, sin embargo, frecuentemente ha estado mermado por las brechas de género que, además, han contribuido a un subregistro en las estadísticas disponibles: de acuerdo con cifras de 2021 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), por ejemplo, el promedio de mujeres ocupadas en agricultura en México es del 10%, ya que su trabajo en el campo con frecuencia no es remunerado.

Adicionalmente, por diversas circunstancias socioculturales se sabe poco de los trabajos de las mujeres dentro de la agricultura, aunque la gama es muy amplia: agricultoras, jefas de campo o capataces, asesoras técnicas, agrónomas, entre otros importantes roles, como el de responsable de punto de maquinaria. 

Inés Hernández Roque es una productora de San Martín Tilcajete, en el estado mexicano de Oaxaca. Además de trabajar la tierra, la señora Inés resguarda y monitorea la maquinaria especializada en agricultura de conservación que a través de la iniciativa Cultivos para México —de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT)— se ha dispuesto para apoyar a los agricultores de la zona. 

“En este punto de maquinaria tenemos desgranadoras de motor, matracas —un tipo de sembradora manual que también sirve para fertilizar—, sembradoras de tiro animal y una sembradora neumática. La maquinaria llegó aquí por medio del CIMMYT. Ha funcionado bien porque varias personas vienen a pedir las máquinas. Los que tienen más terreno, una o dos hectáreas, se llevan la sembradora neumática, pero aquí sobre todo se usa sembradora de tiro animal, los que tienen su yunta, su caballo…”, comenta la señora Inés. 

“Uno de los grandes problemas en los sistemas productivos de Oaxaca es la falta de mano de obra y la avanzada edad de la mayoría de los agricultores. En el punto de maquinaria de los Valles Centrales, donde está la señora Inés, se cuentan con herramientas que pueden facilitar de manera significativa los trabajos en campo, siendo las sembradoras de tiro animal una de las mejores alternativas para los productores de pequeña escala”, precisa Yashim Victoria Reyes Castañón. 

Yashim colabora con el Hub Pacífico Sur del CIMMYT para brindar acompañamiento técnico a productores de diversas localidades de los Valles Centrales de Oaxaca. Desde su experiencia, “el uso de la yunta de bueyes ha disminuido de manera significativa, pero al contar con diferentes opciones de tamaño y peso en las sembradoras de tiro animal se reactiva el uso de yuntas, el uso de animales de tiro como el caballo, mula, burro”. 

“Todas las máquinas son útiles, a unos les sirven unas a otros otras. Además, la ingeniera Yashim y sus compañeros del CIMMYT nos vienen a dar asesoría, capacitación más que nada de cómo se manejan. Nos ayudan con el conocimiento para hacerlas trabajar y trabajar con ellas”, menciona la señora Inés, quien explica que no se cobra por el préstamo de la maquinaria, pero los usuarios aportan una cuota de recuperación para cubrir el mantenimiento de las máquinas. 

La participación de la señora Inés ha sido fundamental para la operación del punto de maquinaria de Valles Centrales y su esfuerzo es reconocido en San Martín Tilcajete, donde se le identifica por ser una mujer entusiasta que contribuye con su trabajo diario a la adopción innovaciones agrícolas que, mediante el punto de maquinaria, hoy benefician a alrededor de 40 agricultores de la localidad y alrededores.

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Plagas, cambio climático y feromonas de confusión sexual

El productor Víctor Manuel Martínez, de Chiapas, México, frente a una parcela donde se han instalado dispensadores de confusión sexual. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
El productor Víctor Manuel Martínez, de Chiapas, México, frente a una parcela donde se han instalado dispensadores de confusión sexual. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

El gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) es una polilla que causa graves daños a las gramíneas, en particular al maíz y al sorgo, sus huéspedes preferidos. Esta plaga es nativa de las áreas tropicales y subtropicales de América y se ha propagado por amplias regiones de todo el mundo, en buena medida, debido al clima más cálido que se ha registrado en los últimos años. 

El cambio climático puede afectar el grado de contagio, la propagación y la gravedad de las plagas en todo el mundo: “Aquí nos pega mucho la sequía, especialmente en la canícula. Este año con la agricultura de conservación no nos afectó mucho y la milpa no lo sintió gracias a la cobertura del suelo. Hay menos malezas, se aplican menos plaguicidas, y más con esta feromona de PROVIVI® porque aquí teníamos demasiado gusano cogollero”, comenta el productor Víctor Manuel Martínez Durán.

Víctor Manuel es un productor de maíz del municipio de Villaflores, en el estado mexicano de Chiapas. Ante las dificultades para mantener su actividad agrícola rentable —entre las que destacaba la afectación por gusano cogollero—, él y otros agricultores decidieron buscar alternativas, encontrando en la agricultura sustentable una opción viable y pertinente.

“Somos un grupo de 10 productores y trabajamos aproximadamente 150 hectáreas con agricultura de conservación. Ya tiene tres años que nos conformamos. Yo contacté al Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y este nos dio asesoría. El año pasado ya hicimos compras consolidadas y ventas consolidadas. Ahora estamos trabajando con los dispensadores de feromonas de confusión sexual y gracias a ello en la superficie que tenemos nada más hicimos una sola aplicación de plaguicida”, comenta el productor. 

Asociatividad, prácticas de agricultura sustentable y el uso de tecnología que los encamina a un manejo agroecológico de la plaga, han sido fundamentales para que Víctor Manuel y sus compañeros logren las cosechas que antes eran severamente afectadas por el gusano cogollero: “Aquí es muy difícil el gusano cogollero. Aplicábamos insecticidas tres, cuatro veces y no lo podíamos controlar muy bien para dejar una milpa sana como sí la tenemos este año”, comenta. 

“Teníamos demasiado gusano cogollero. Incluso hasta empezábamos a usar otros líquidos que son para el tratamiento de semilla y que son muy malos para el consumo humano. Y este año con PROVIVI® sí nos ha beneficiado porque es un producto que no es tóxico para nadie, ni para la naturaleza”, comenta Víctor Manuel, quien destaca además la participación del Comité Estatal de Sanidad Vegetal (Cesave) de Chiapas, el cual apoyó con dispensadores para 10 hectáreas por productor. 

“Con los dispensadores PROVIVI FAW® el índice de gusano cogollero es muy bajo porque reduce su reproducción. Con estas banderitas la feromona ahí está permanentemente, actuando por 90 días. Y 90 días estamos hablando de un maíz ya dado”, menciona Víctor Manuel.

El gusano cogollero está adaptado a climas cálidos y su distribución geográfica depende estrechamente de las condiciones climáticas. Su expansión a un mayor rango geográfico en climas más cálidos hace urgente la necesidad de buscar y difundir opciones que, como los dispensadores de feromonas de confusión sexual y la agricultura de conservación, permitan avanzar hacia un manejo más sostenible de la plaga.  

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Sinaloa impulsa el curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable

Aspirantes de Sinaloa a técnico certificado en Agricultura Sustentable en el CENEB, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)
Aspirantes de Sinaloa a técnico certificado en Agricultura Sustentable en el CENEB, en Sonora, México. (Foto: Hub Pacífico Norte-CIMMYT)

El pasado 23 de septiembre, en el Campo Experimental Norman E. Borlaug (CENEB), en Ciudad Obregón, Sonora, 16 aspirantes a técnico certificado en agricultura sustentable presentaron su evaluación final para obtener dicha acreditación que los posicionará como agentes de cambio que impulsarán sistemas de producción sólidos y sostenibles para responder a los retos actuales del campo mexicano. 

Los aspirantes, procedentes de Sinaloa, son profesionistas en el campo de la agronomía y áreas afines que han sido capacitados intensivamente durante un año en el marco del curso Técnico Certificado en Agricultura Sustentable, una estrategia formativa impulsada a nivel nacional por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). 

En Sinaloa, la edición 2021-2022 del curso se ha desarrollado gracias a la inversión de la Asociación de Agricultores del Río Fuerte Sur (AARFS) y la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP), al apoyo del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), y al creciente interés por esta certificación que incluye sesiones teórico-prácticas impartidas por expertos nacionales e internacionales. 

De acuerdo con los organizadores del Hub Pacífico Norte del CIMMYT, “el curso de Técnico Certificado en Agricultura Sustentable busca contribuir con el desarrollo de técnicos como agentes de cambio para implementar y difundir sistemas de producción de granos básicos (maíz, trigo, frijol y cultivos asociados) con base en una intensificación sustentable”. 

Con el objetivo de asegurar la calidad en el acompañamiento técnico para fortalecer la producción sustentable en Sinaloa, los aspirantes a técnico certificado se han formado en temas como el diagnóstico de parcela, manejo integrado de malezas, manejo de residuos, manejo agroecológico de plagas, manejo integral de enfermedades, fertilidad, perfil de variedades, manejo de agua y suelo, maquinaria especializada para agricultura de conservación, monitoreo y análisis de datos, poscosecha y calidad de grano, vinculación de productores con mercados, entre otros. 

Al pertenecer, varios de ellos, a organizaciones públicas y privadas —como el Fondo de Aseguramiento Agrícola (FAAS), la Secretaría del Bienestar, FIRA, AARFS , AARSP, entre otras— que tienen un papel importante en el campo sinaloense, se amplían las posibilidades de que la agricultura sustentable también se adopte con mayor amplitud en dicho estado. 

De acuerdo con los organizadores del curso, una vez que se cuente con resultados de la evaluación final y de todo el proceso formativo, se podrá conocer los nombres de los asesores técnicos que formarán parte de la red de técnicos certificados que hasta el momento está conformada por 462 profesionales a nivel nacional.

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Azul, que te quiero azul

Variedades de maíz azul evaluadas por el Hub Pacífico Norte del CIMMYT y colaboradores en plataformas de investigación. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)
Variedades de maíz azul evaluadas por el Hub Pacífico Norte del CIMMYT y colaboradores en plataformas de investigación. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)

El azul no es un color común en la naturaleza. Los animales y las plantas azules son raros. Incluso el cielo y el mar, que suelen ser la referencia más popular de dicho color, no son azules en todos lados ni en todo momento. 

Los alimentos con coloración azul natural son igualmente poco frecuentes. De hecho, suelen ser motivo de rechazo porque esta tonalidad está asociada al indicativo visual de alimentos en mal estado, con hongos o tóxicos. 

Hay algunos alimentos excepcionales que, por contrario, poseen tonalidades azules y púrpuras que indican la presencia de antocianinas, unos pigmentos antioxidantes —que previenen el deterioro celular— que contribuyen a tener una mejor calidad de vida.

El maíz es uno de esos alimentos excepcionales cuyos colores son más que un deleite para la vista. Su gama cromática incluye blanco, negro —morado muy intenso—, rosa, coral, bronce, verde y, por supuesto, azul.

El maíz azul es rico en antocianinas, contribuye a un menor índice glucémico (medida de lo rápido que un alimento eleva el azúcar en la sangre) y retrasa la digestión de los almidones de maíz, por lo que es una opción para diabéticos. Además, se ha documentado que previene enfermedades cardiovasculares, ayuda a controlar la obesidad, tiene propiedades anticancerígenas y está asociado a mayores índices de longevidad. 

Lamentablemente el consumo de maíz azul sigue siendo mínimo en México si se le compara con el maíz blanco. Entre otras razones, por la menor disponibilidad de variedades de colores y porque aún no se cuenta con variedades mejoradas que permitan producir maíz azul en cantidades suficientes para lograr un abasto amplio entre la población. Esto, sin embargo, podría cambiar pronto.

Híbridos de maíz azul con un buen rendimiento podrían hacer que esta variedad de maíz con beneficios a la salud esté disponible para una mayor parte de la sociedad y, además, representarían otra opción de comercialización a los agricultores.

Para ayudar en este propósito, desde el ciclo agrícola 2018-2019 diversas organizaciones de productores en el norte de México han estado colaborado con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en un proyecto para la creación de un híbrido de maíz azul, inicialmente para el estado de Sinaloa.

El proyecto, iniciado por Terence Molnar —mejorador de maíz del CIMMYT— se ha desarrollado en localidades como Los Mochis, Guasave y Culiacán, donde la Asociación de Agricultores del Río Culiacán (AARC), Fundación Produce Sinaloa, la Asociación de Agricultores del Río Sinaloa Poniente (AARSP), Grupo Ceres, entre otras, han colaborado en la evaluación de alrededor de 850 diferentes variedades de maíces criollos azules que se pudieran adaptar para Sinaloa. 

Gracias a los productores sinaloenses que han colaborado activamente con el CIMMYT en diversas plataformas de investigación, ahora ya se cuenta con líneas avanzadas de maíces azules con progresos muy importantes: ya expresan las características de un híbrido y algunas tienen un potencial de 12 toneladas por hectárea o más, lo cual haría a estos maíces azules competitivos en rendimiento con relación a los maíces blancos. 

Si bien la selección de los mejores materiales sigue en proceso y cada año se seleccionan materiales a partir de datos tomados en las plataformas —tales como desarrollo fenológico (ritmo de crecimiento vegetativo y reproductivo del maíz), presencia de plagas y enfermedades, rendimiento y coloración de la mazorca, etcétera—, el objetivo final del proyecto es tener algunos híbridos azules disponibles en el mercado lo más pronto posible.

En este sentido, la Asociación de Agricultores del Río Culiacán (AARC) ha estado trabajando en la otra parte del reto: crear un nicho de mercado, un nuevo modelo de negocios para el híbrido de alto rendimiento. 

“Ya estamos en una etapa final, los investigadores del CIMMYT ya tienen alrededor de 10 variedades en la última parte del ‘embudo’. Por eso les pedimos que nos adelantaran algunas variedades sobresalientes y con ellas ya pasamos de lo experimental, de las parcelas de media hectárea y 100 variedades del inicio, a una parcela ya con orientación comercial de tres hectáreas y siete híbridos en el ciclo 2020-2021”, comenta César Enrique Pérez Espinoza, gerente de estrategias agrícolas en la AARC. 

Granos de maíz azul. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)
Granos de maíz azul. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)

“De esos siete híbridos seleccionamos dos y mandamos a crear la semilla. Creamos semilla suficiente para establecer 50 hectáreas con dos variedades de maíz azul en este ciclo (2021-2022) y con una perspectiva de rendimiento de 10 toneladas por hectárea o más”, menciona César Enrique, quien puntualiza que los rendimientos al inicio del proyecto eran de a penas entre tres y cuatro toneladas por hectárea. 

“La fase comercial es todo un reto. En la recepción del grano, por ejemplo, lo difícil es que la bodega lo reciba, ya que para secarlo se tienen que limpiar las secadoras, dejarlas totalmente limpias porque las impurezas de una variedad pueden afectar a la otra”. 

“Actualmente le estamos buscando mercado de exportación en Estados Unidos, también le estamos buscando mercado nacional en el sur y centro de México. Así nos hemos dado cuenta de que es todo un reto vender ese valor agregado —el sobreprecio es la ventaja principal que ven los agricultores para cultivar maíces pigmentados— porque nos dicen «si me lo quieres vender más caro que el maíz blanco espérame, déjame desarrollar el negocio y después vamos bajando el valor hacia el agricultor»”.

“Ahora que el maíz blanco tiene muy buen precio debido al contexto internacional es más difícil promover el cultivo del maíz azul porque compiten en el campo a la hora que un productor decide qué sembrar. A pesar de ello hemos tenido buena aceptación”.

Mazorca de maíz azul. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)
Mazorca de maíz azul. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)

“En cuanto al aspecto nutricional hicimos unos estudios con la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Salió con unas propiedades nutrimentales que sí son mejores que las del blanco y con un factor adecuado para poder hacerlo tortilla, así que por el lado nutrimental sí tiene ventajas, ahí están los estudios”. 

Finalmente, el gerente de estrategias agrícolas de la AARC comenta que “hace unos días platicamos con Thanda Dhliwayo —mejorador de maíz del CIMMYT quien da continuidad al proyecto— y será él, junto con su equipo, quienes decidan con base en evidencia científica qué híbrido es el mejor. Una vez identificado trabajaremos con él y se podrá evaluar incluso bajo diferentes sistemas de labranza”.

Ayer, entre los mexicas, el azul representaba a uno los dioses del maíz de las cuatro direcciones cardinales que expandían el horizonte para crear el espacio, el territorio. Hoy, el azul del maíz representa una posibilidad de ampliar los horizontes comerciales de los agricultores, pero también la posibilidad de mejorar las dietas y la salud de los personas. 

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Paz, seguridad alimentaria y poscosecha

El técnico Omar Francisco Sánchez en un módulo poscosecha en el municipio de Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
El técnico Omar Francisco Sánchez en un módulo poscosecha en el municipio de Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

“No habrá paz en el mundo con los estómagos vacíos”, dijo Norman Borlaug, Premio Nobel de la Paz en 1970 por sus trabajos en mejoramiento de trigo que permitieron salvar la vida de millones de personas que estaban en riesgo por el hambre. 

Hoy, en un mundo que aún no se recupera de los efectos de la pandemia y donde se desarrollan conflictos que afectan la producción y distribución de alimentos, hay cerca de 811 millones de personas padeciendo hambre, cifra que constituye un llamado a la acción local y global en favor de la paz y la seguridad alimentaria. 

Las pérdidas poscosecha son una seria limitación a la seguridad alimentaria. Las principales limitaciones en poscosecha incluyen prácticas inadecuadas o la falta de tecnologías apropiadas. Por esto, nuestro objetivo es contribuir a la reducción de las pérdidas poscosecha, especialmente para los productores de pequeña escala mediante el uso de tecnologías y prácticas sostenibles”, comenta Sylvanus Odjo, especialista en poscosecha del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Las pérdidas poscosecha, ocurridas principalmente durante el almacenamiento, disminuyen no solo la cantidad de grano, sino también su calidad, afectando la economía de las familias productoras —y a veces su salud— en países donde prevalece la agricultura para el autoconsumo. En México, por ejemplo, las pérdidas poscosecha se calculan en millones de pesos cada año —se estima que pueden ser de hasta 40 % en las regiones tropicales—, pero se trata de un problema global que requiere atención. 

“De acuerdo con estimaciones del Sistema Africano de Información de Pérdidas Poscosecha (APHLIS, por sus siglas en inglés), las pérdidas económicas en el sector del maíz en Benin en 2021 ascendieron a 93 millones de dólares estadounidenses. Las pérdidas ascienden a más de 60 millones de dólares en la cadena de valor del sorgo en Burkina Faso y, en Nigeria, estamos hablando de más de 200 millones de dólares de pérdidas poscosecha en la cadena de valor del mijo. Estas son cifras asombrosas que tienen un alto impacto en la seguridad alimentaria y con el cambio climático estas no harán más que aumentar”, refiere el especialista. 

México, a través de la investigación desarrollada por el CIMMYT y su colaboradores, tiene mucho que aportar a la seguridad alimentaria global. Recientemente, por ejemplo, investigadores de este centro de investigación científica evaluaron distintas tecnologías de almacenamiento en 109 localidades de 15 estados del país. Las tecnologías herméticas poscosecha arrojaron los mejores resultados y han generado interés en otras latitudes del planeta. 

“Hay equipos y máquinas que se pueden utilizar para minimizar las pérdidas. Para el arroz, por ejemplo, tenemos cosechadoras que reducen las pérdidas poscosecha. Para el maíz podemos hablar de desgranadoras, así como de tecnologías herméticas, como los silos metálicos herméticos o bolsas plásticas herméticas. Pero, por lo general, estas tecnologías tienen un costo y, a veces, los agricultores de pequeña escala no pueden pagarlas, por eso evaluamos y ofrecemos alternativas, como las botellas PET”. 

“El enfoque del CIMMYT es acercarse a los productores —y a los actores de las diversas cadenas de valor— y hacerles ver lo que están perdiendo cada año. Por lo general, cuando trabajamos con un productor tratamos de hacer pruebas con él con su grano comparando su práctica convencional con al menos una innovación. Al final, cuantificamos las pérdidas poscosecha y le mostramos lo que está perdiendo”, comenta el investigador del CIMMYT. 

“Más allá de las tecnologías, es necesario el desarrollo de capacidades y el apoyo técnico para que los productores realmente puedan beneficiarse. Esto se tiene que tomar en cuenta si se busca un cambio duradero”, concluye el especialista, enfatizando que es gracias a la articulación de esfuerzos con organismos locales, otros centros del CGIAR —como AfricaRice, CIAT o CIP— y organizaciones internacionales que se han podido escalar algunas de estas tecnologías y recomendaciones, pero que aún hace falta mucho por hacer en materia de poscosecha. 

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Agriba Sustentable, una apuesta de la agroindustria por proyectos con respaldo científico

Detalle de una parcela de trigo. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)
Detalle de una parcela de trigo. (Foto: Amador Aguillón/CIMMYT)

Un hub, o nodo de innovación, es más que un concepto abstracto y mucho más que un lugar o un espacio. Para el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) los hubs representan la metodología que permite articular una infraestructura física —integrada por plataformas de investigación, módulos de innovación, áreas de extensión y áreas de impacto— y una red de colaboradores para promover la innovación agrícola en un territorio. 

A través de los hubs, el CIMMYT y sus colaboradores impulsan diversos programas y proyectos donde este centro internacional, con casi seis décadas dedicadas a la investigación en México, brinda soporte científico a las diferentes iniciativas. En el estado mexicano de Guanajuato, por ejemplo, el Hub Bajío del CIMMYT cuenta con cerca de una década de trabajo ininterrumpido, validando y promoviendo mejores prácticas agronómicas. 

Es gracias a la colaboración de las organizaciones de los distintos sectores que el trabajo del CIMMYT puede ser difundido con mayor amplitud en beneficio de los productores. Es el compromiso de estas organizaciones con el desarrollo sostenible y la base científica y experiencia del CIMMYT lo que ha permitido desarrollar proyectos como Agriba Sustentable, una alianza estratégica entre PepsiCo México, Grupo Trimex y el CIMMYT que trabaja con el propósito de impactar positivamente y de manera directa a los productores de trigo del Bajío mexicano.

“El objetivo de Agriba Sustentable es llevar tecnologías pertinentes y sostenibles a los productores, en este caso, a los productores que abastecen con su grano a Grupo Trimex”, menciona Paul García Meza, del Hub Bajío del CIMMYT, quien puntualiza que el trabajo del CIMMYT en la zona ha permitido consolidar un menú tecnológico con impacto positivo probado en las parcelas de los agricultores. 

“Los productores que participan en Agriba Sustentable reciben acompañamiento técnico y en sus parcelas se han establecido módulos o áreas de extensión, espacios que permiten difundir las prácticas sustentables en sus comunidades. Esto ha hecho posible que, de forma indirecta, el proyecto también esté impactando en otros productores que han implementado en sus parcelas algunas de las prácticas y tecnologías que han observado con productores de Agriba Sustentable”, puntualiza Paul. 

Con respecto a las tecnologías que promueve el proyecto, el especialista del Hub Bajío del CIMMYT señala: “Las tecnologías que más promovemos por su nivel de adopción acá en la zona son la agricultura de conservación —que engloba cobertura (con rastrojo) en la superficie y camas permanentes—; la fertilidad integral —que abarca prácticas como el análisis de suelo, el fertilizante enterrado y el uso de sensores ópticos—; y el manejo agroecológico de plagas —que incluye el uso de agentes de control biológico, el nulo o mínimo uso de productos de alto impacto, y el uso de variedades adecuadas que favorecen el control natural de algunas plagas y enfermedades—”. 

Actualmente, señala Paul, “el 100 % de los productores atendidos por el proyecto Agriba Sustentable están utilizando una o más de estas tecnologías principales. Depende de sus condiciones, de su nivel de tecnificación u otros factores, con cuál iniciamos con cada uno de ellos. Puede ser, por ejemplo, que un productor ya tenga maquinaria para hacer cero labranza porque quiere hacer siembra directa, entonces con él la tecnología es agricultura de conservación. Sin embargo, puede haber otros productores que no conocen las propiedades de sus suelos, entonces con ellos la tecnología es fertilidad integral”. 

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Norman Borlaug, un legado vigente

Norman E. Borlaug en los campos de trigo del Centro de Investigaciones Agrícolas del Noroeste (CIANO), en Sonora, México. (Foto: CIMMYT)
Norman E. Borlaug en los campos de trigo del Centro de Investigaciones Agrícolas del Noroeste (CIANO), en Sonora, México. (Foto: CIMMYT)

A finales de la década de 1960, en un momento en que muchos países en desarrollo enfrentaban un alarmante aumento de sus brechas alimentarias nacionales y un rápido crecimiento de la población, comenzó en México una revolución desde los campos agrícolas del Valle del Yaqui que hizo posible salvar a más de mil millones de personas cuyas vidas estaban amenazadas por el hambre. 

El movimiento que surgió en los campos mexicanos y cambió para siempre el panorama de la producción agrícola mundial fue liderado por el doctor Norman E. Borlaug, quien recibió años más tarde (en 1970) el Premio Nobel de la Paz por dicha contribución a la humanidad. 

Gracias a un diseño innovador del programa de mejora, el doctor Borlaug desarrolló, junto con investigadores y agricultores mexicanos, variedades de trigo que no solo eran resistentes a la roya, sino que se dieron bien y dieron altos rendimientos en casi cualquier suelo y región en que se plantaron.

Las variedades desarrolladas por Borlaug, considerado el padre de la agricultura moderna, duplicaron el rendimiento del trigo por ser más resistentes al viento (que doblaba a las plantas, afectando el rendimiento de los cultivos) y permitir que se obtuvieran dos cosechas al año. Por estas características, estos trigos se extendieron por todo el mundo y fueron la salvación de muchos países superpoblados. 

Gracias a la notable aportación del doctor Norman Borlaug, el trigo ha aumentado su rendimiento en los últimos 60 años y la humanidad ha podido acceder a alimentos más baratos. En el marco del aniversario luctuoso del doctor Borlaug, quien falleció el 12 de septiembre de 2009, es oportuno recordar su legado frente a los nuevos retos que enfrenta la seguridad alimentaria. 

Con una actitud crítica propia del quehacer científico, el doctor Borlaug señalaba que el impulso de aquellas variedades mejoradas en la producción de alimentos no podría durar indefinidamente pues solo era un respiro para que la humanidad desarrollara sistemas y políticas más sostenibles para gestionar el crecimiento de su población y el uso de los recursos naturales.

Con esta esta misión, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), con sede en México, mantiene vivo el legado del doctor Norman Borlaug y hoy promueve una agricultura sustentable que, con los aprendizajes del pasado, busca construir las bases para un futuro más pacifico y sostenible.

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Ajonjolí de todos los moles

Cultivo de ajonjolí con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)
Cultivo de ajonjolí con agricultura de conservación. (Foto: Hub Pacífico Norte/CIMMYT)

Esta pequeña semilla es un ingrediente muy importante para la elaboración de panes, galletas, dulces y platillos como el mole poblano, otros variados moles, encacahuatados y pipianes —además de ser elemento decorativo de otros tantos—, típicos de México. Por su arraigo en la gastronomía nacional daría la impresión de ser un cultivo autóctono, pero en realidad fue traído desde África, de donde es originario, durante la Colonia. 

Se trata del ajonjolí o sésamo (Sesamun indicum), una de las oleaginosas —plantas de cuya semilla o fruto puede extraerse aceite— más antiguas de las que se tiene registro (ya se cultivaba hace cerca de cuatro mil años en Oriente Medio). 

En México hay buenas condiciones para el cultivo del ajonjolí. De hecho, aunque en el país no es un cultivo ampliamente adoptado, se ha documentado su rendimiento muchas veces superior al de los líderes mundiales. 

Actualmente Sinaloa, Michoacán y Guerrero son los tres mayores productores de ajonjolí en México. Sin embargo, información generada a partir de ensayos y vitrinas instaladas entre 2018 y 2020 en estados del sur-sureste confirman que el ajonjolí es una gran alternativa para esta amplia región del país. 

El ajonjolí es un cultivo tolerante a la sequía, es poco exigente de nutrientes y se desarrolla bien en suelos de prácticamente todas las texturas, siendo un excelente cultivo para rotación con maíz, cobertura del suelo, e incluso atrae insectos benéficos y ayuda al control de algunos tipos de malezas, como el coquillo. 

Esta pequeña semilla tiene además grandes aportes nutricionales y beneficios para la salud por lo que su mercado es de particular interés —actualmente México se ubica en la posición 15 en la producción de ajonjolí, pero también importa cerca del 42% del ajonjolí que consume—. En este sentido, se trata de un cultivo con amplio potencial para los agricultores mexicanos. 

Por sus ventajas agronómicas y sus aportes nutricionales, el ajonjolí es una de las especies promovidas para diversificar cultivos en el marco del proyecto ´Fortalecimiento del Acceso a Mercado para Pequeños Productores de Maíz y Leguminosas en Oaxaca, Chiapas y Campeche´, impulsado por Walmart Foundation y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).

Ajonjolí (ficha técnica), en Cultivos alternativos. Intensificación y diversificación sustentable. CIMMYT (2021).
Ajonjolí (ficha técnica), en Cultivos alternativos. Intensificación y diversificación sustentable. CIMMYT (2021).