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Mejorar la capacidad de infiltración del suelo, esencial para preservar acuíferos

Cultivo de cebada en Apan (Hidalgo, México) en parcelas participantes en el proyecto Aguas Firmes. (Foto: María del Pilar Vázquez)
Cultivo de cebada en Apan (Hidalgo, México) en parcelas participantes en el proyecto Aguas Firmes. (Foto: María del Pilar Vázquez)

Las extracciones del acuífero de Apan, en el estado mexicano de Hidalgo, se han incrementado notablemente en años recientes. Actualmente, de hecho, se extrae casi la misma cantidad de agua que la que se recarga, lo que limita seriamente la disponibilidad del líquido y acerca al acuífero a un estatus de sobreexplotación. 

Para contribuir a la conservación del acuífero se desarrolla Aguas Firmes, un proyecto del Grupo Modelo y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.

“En Apan el proyecto empezó a operar en el ciclo primavera-verano 2021. Su ejecución en campo, a finales del ciclo productivo, abarcó la vinculación con los primeros productores de cebada, proveedores de Grupo Modelo. Con ellos trabajamos inicialmente con la incorporación del rastrojo, uno de los pasos principales para empezar a ejecutar otras tecnologías que en conjunto mejoran la calidad del suelo y su capacidad de infiltrar agua, contribuyendo así a la recarga de los mantos acuíferos”, comenta María del Pilar Vázquez Martínez, consultora del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para el proyecto Aguas Firmes en la zona de Apan. 

Uno de los principales problemas de los suelos de Apan que limitan su capacidad de infiltración de agua es la compactación, la cual es producto del excesivo paso de maquinaria y el sobrepastoreo. Capas de suelo compactadas se pueden encontrar incluso entre los 15 y 20 cm de profundidad en muchos los casos, menciona Pilar.

A la par de la compactación, en la superficie del suelo “la degradación por viento o por agua es notable, principalmente, porque el movimiento de suelo que se acostumbra hacer en la zona es muy agresivo: al menos son tres o cuatro rastreos más un barbecho por preparación en cada inicio de ciclo y, de hecho, en muchos casos se busca que el suelo quede hecho polvo, totalmente suelto, así que en el periodo en que no hay cultivo se pierde muchísimo suelo fértil”. 

 Para definir las prácticas y tecnologías más adecuadas para hacer frente a esta problemática “se eligieron seis parcelas en zonas estratégicas. En ellas se establecieron módulos en los que se realizó un análisis de suelo, un análisis químico, un análisis de la estructura del suelo, un análisis de infiltración de agua y un análisis de compactación del suelo. Estas mediciones se realizaron el año pasado, a finales del ciclo productivo. La intención es tomar esos mismos parámetros al final para ver qué ganancia hemos obtenido con la implementación de las diferentes tecnologías que estamos promoviendo”, señala Pilar. 

Adicionalmente, comenta Pilar, “por parte del programa se adquirieron 10 equipos de siembra para grano pequeño de 16 líneas. Estos equipos se distribuyen de manera estratégica en las zonas que estamos trabajando. Además, hay un productor que nos apoya con lo que nosotros llamamos punto de resguardo o punto de maquinaria, que no solamente funciona para reguardar el equipo, sino para darle seguimiento, monitorear en dónde está, en qué zona se está trabajando, facilitando que otros productores también accedan a él. Es una forma con la que estamos contribuyendo para que los productores accedan a equipos de mayor eficiencia”. 

En un contexto donde la degradación del suelo afecta la capacidad de infiltración de agua de los suelos agrícolas, proyectos como este son relevantes. 

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Aguas Firmes es una cooperación de desarrollo que forma parte del programa develoPPP entre la cervecera líder AB InBev a través de Grupo Modelo y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ) GmbH, quien lo implementa por encargo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ). Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es

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México, el maíz y África

Cultivo de maíz con agricultura de conservación, en el norte de México. (Foto: CIMMYT)
Cultivo de maíz con agricultura de conservación, en el norte de México. (Foto: CIMMYT)

El 24 de enero de cada año, el Día Mundial de la Cultura Africana y de los Afrodescendientes es un recordatorio de las numerosas e importantes aportaciones del continente africano en todo el mundo. Para la Organización de las Naciones Unidas, este reconocimiento busca contribuir al desarrollo sostenible, el diálogo y la paz global. 

En México, la cultura africana es conocida como la tercera raíz cultural. Por todo el territorio nacional, y no solo en las costas, la herencia africana se mantiene viva. Además, los vínculos con el continente africano van más allá y también en sentido opuesto: el maíz, de origen mexicano, hoy juega un papel decisivo para la seguridad alimentaria de millones de personas en África y, también, tiene un papel central en las perspectivas de desarrollo económico de varios países en ese continente. 

En un contexto donde la humanidad atraviesa por una crisis sin precedentes en la que al menos 339 millones de personas, gran parte de ellas en África,  requerirán ayuda humanitaria este año —un 19 % más que el año pasado—, entonces los aprendizajes sobre el cultivo del maíz que se han generado en México tienen el potencial de brindar soluciones globales para enfrentar esta crisis.

El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), cuya sede global se encuentra en Texcoco, Estado de México, tiene presencia en África y trabaja desde hace tiempo en distintas iniciativas y con diversos colaboradores en aquel continente. Recientemente, por ejemplo, ha estado impulsando la mecanización climáticamente inteligente con investigadores de Madagascar, Etiopía, Zimbabue y Kenia; y también se ha anunciado que dirigirá un proyecto para el mejoramiento de variedades y distribución de semillas. 

Otro ejemplo de las contribuciones de México para la seguridad alimentaria global es Cultivos para México. Esta iniciativa de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el CIMMYT ha impactado positivamente en más de un millón de hectáreas y ha beneficiado a 300 mil productores de maíz, trigo y frijol mexicanos. 

Por sus resultados, la metodología de Cultivos para México ha despertado interés y está siendo replicada, a través de diversos proyectos y con diversos colaboradores, en varios países de Latinoamérica —como Guatemala y Honduras, donde además el modelo de innovación agrícola busca contribuir a la mitigación del fenómeno migratorio— y, recientemente, el CIMMYT anunció de que este sistema de innovación agrícola desarrollado en México será llevado a África, donde se encuentran varios de los países a los que más ha golpeado la actual crisis.

“Gracias al apoyo del Gobierno de los Estados Unidos, la metodología de Cultivos para México estará siendo difundida e implementada en Malaui, Tanzania y Zambia, en el sur de África; y también en Sudán. El objetivo de los proyectos que liderará el CIMMYT en ese continente es acelerar, de forma inclusiva, la innovación y fortalecer los sistemas de semillas para generar maíz tolerante a la sequía y leguminosas mejoradas”, señaló Bram Govaerts, director general del CIMMYT.

Con la Iniciativa de Entrega de Innovación Acelerada (AID-I) en el sur de África, y el Enfoque de Sistemas Agroalimentarios Sostenibles para Sudán (SASAS) —los dos proyectos con los que se llevará el sistema de innovación agrícola desarrollado en México al continente africano—, México, a través del CIMMYT, confirma que ocupa una posición estratégica para la seguridad alimentaria global, afianzándose como un agente de cambio para la resiliencia climática, la sostenibilidad y el desarrollo agrícola inclusivo para un futuro con seguridad alimentaria y nutricional. 

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Agricultura sustentable, esencial para la reducción de emisiones de CO2

Muestreo para determinar la densidad aparente en dos estratos del suelo, en la plataforma Venustiano Carranza, Chiapas, México. (Foto: CIMMYT)
Muestreo para determinar la densidad aparente en dos estratos del suelo, en la plataforma Venustiano Carranza, Chiapas, México. (Foto: CIMMYT)

Las emisiones de gases de efecto invernadero están directamente relacionadas con el aumento de la temperatura media mundial y contribuyen a agravar la actual crisis climática. Para tomar conciencia de lo importante que es reducir estas emisiones, el 28 de enero de cada año se conmemora el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de CO2. 

Actualmente se estima que el sector agropecuario es responsable de hasta el 39 % de las emisiones de gases de efecto invernadero ya que en este persisten diversas fuentes contaminantes: la quema de residuos agrícolas y el uso de combustibles fósiles para diversos procesos —que generan dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero implicado en el cambio climático—, el uso de insumos potencialmente contaminantes —como los fertilizantes nitrogenados que producen óxido nitroso (N2O), gas relacionado con el deterioro de la capa de ozono— y el metano y amoníaco que genera la ganadería.

De acuerdo con el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2022 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), hay una diferencia minúscula en las emisiones previstas y concluye que la sociedad global está lejos del objetivo del Acuerdo de París por el cual se busca limitar el calentamiento global. El informe, también señala que únicamente la transformación urgente en todos los niveles permitirá lograr la enorme reducción necesaria en las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2030: un 45 % de disminución en relación con las proyecciones de las políticas actuales para encaminarse a la meta de 1,5 °C y 30 % para la meta de 2 °C. 

A través de diversos proyectos con los sectores público, privado, social y académico, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) promueve diversas prácticas sustentables para reducir el impacto ambiental de la agricultura. El uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada, el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo —en lugar de su quema—, y otras prácticas de agricultura de conservación son una vía útil para lograr una agricultura que contribuya a que la sociedad global se encamine a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. 

La agricultura de conservación ofrece diversos beneficios para la atmósfera: al no quemar residuos de cultivos —una práctica común en regiones de alta productividad con altos niveles de producción de residuos— se reduce la contaminación del aire. La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero con este sistema agrícola se debe tanto al uso reducido de combustible como al secuestro de carbono en la materia orgánica del suelo. 

Con prácticas de agricultura de conservación se podrían dejar de utilizar arriba de cinco millones de litros de combustible solo en Sinaloa”, comenta Jesús I. Madueño Martínez, profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) y quien promueve, en colaboración con el Hub Pacífico Norte del CIMMYT, la agricultura sustentable en esa entidad.

De forma paralela a la promoción de mejores prácticas agrícolas, investigadores del CIMMYT en colaboración con otras instituciones buscan identificar las mejores prácticas para capturar carbono en el suelo y evitar que este llegue a la atmósfera: “Recientemente se realizaron muestreos de suelo en las plataformas de investigación del Hub Chiapas del CIMMYT, ubicadas en los municipios de Villa Corzo, Venustiano Carranza y San Andrés Larráinzar, en Chiapas. Estas plataformas nos pueden ayudar a entender que prácticas capturan más carbono, y por eso estamos desarrollando investigación en ellas, determinando el contenido de materia orgánica, carbón orgánico del suelo y su densidad”, comentan los investigadores

Así, la agricultura de conservación representa una gran oportunidad para la reducción de gases de efecto invernadero. Además, se puede complementar con el uso de sensores ópticos para optimizar la fertilización nitrogenada, así como con el uso de fertilizantes nitrogenados más eficientes y las rotaciones de cultivos —que son un componente importante para el manejo del nitrógeno en los sistemas de agricultura de conservación— que, en conjunto, permiten incluso reducir las emisiones de óxido nitroso, un gas de efecto invernadero más potente que el CO2.

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Reducir la presencia de malezas ayuda a un mejor manejo del gusano cogollero

El técnico Edgar Cabrera en evento de capacitación para el uso de dispensadores de feromonas de confusión sexual en Chiapas, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)
El técnico Edgar Cabrera en evento de capacitación para el uso de dispensadores de feromonas de confusión sexual en Chiapas, México. (Foto: Fernando Morales/CIMMYT)

“Hoy en día es muy preocupante la situación del gusano cogollero. Esta plaga es capaz de ocasionar pérdidas de más de 60% de rendimiento en maíz, así que los agricultores están preocupados porque la plaga ataca fuerte este cultivo, impactando su economía. Además, la constante y a menudo desmedida aplicación de plaguicidas ha derivado en la resistencia de la plaga a estos productos. Esto conlleva a un incremento constante de la plaga sin que los productores noten resultados positivos en su control”, menciona Edgar Cabrera Cruz, representante técnico de PROVIVI® en Chiapas.

PROVIVI® es una startup de innovación agroecológica cofundada por la ganadora del Nobel de Química 2018, la profesora Frances Arnold. Junto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) —institución de investigación científica que continúa con el legado de otro Premio Nobel, el doctor Norman Borlaug— ha estado evaluando y promoviendo prácticas y tecnologías, como los dispensadores de feromonas de confusión sexual, que son amigables con el medioambiente y permiten controlar la plaga del gusano cogollero del maíz. 

“Los dispensadores ayudan a disminuir la presión de la plaga, así se puede reducir el daño en las plantas y, por ende, obtener una mejor calidad de grano. Esto impacta positivamente en la economía de los agricultores y en la fauna benéfica. En las parcelas donde se han instalado se puede observar un incremento de crisopas, catarinitas y algunas tijerillas, que ayudan en el control del gusano cogollero”, puntualiza Edgar. 

“PROVIVI FAW® genera una nube alrededor del cultivo en la que la palomilla macho se confunde y no encuentra a la hembra. Esto nos ayuda a evitar el encuentro entre macho y hembra, así no se reproducen y disminuimos la población de gusano cogollero. Como es una feromona específica para esta especie, no se afecta a insectos benéficos, como abejas, avispas, moscas y algunos otros polinizadores que ayudan en los cultivos”, comenta el técnico. 

Mediante talleres, días de campo y otras actividades, los equipos de PROVIVI® y el Hub Chiapas del CIMMYT han difundido esta alternativa en diversos lugares de la entidad, como la Frailesca, Villaflores, Cintalapa, Jiquipilas, La Concordia, Ocozocuatla, entre otros. 

“La respuesta de los productores ha sido muy positiva porque ellos han visto los resultados, han comprobado que estamos disminuyendo la presión de la plaga y, en muchos casos, disminuyendo las aplicaciones químicas, y esto conlleva a un ahorro de dinero y de trabajo”, menciona Edgar, quien además enfatiza en que para maximizar el impacto positivo de los dispensadores es recomendable implementar otras prácticas de agricultura sustentable. 

“Entre las prácticas recomendables para incrementar el efecto de los dispensadores está mantener una parcela limpia de malezas. Realizar un manejo adecuado de malezas es fundamental porque ahí es donde suelen esconderse las palomillas de gusano cogollero. Si se hace alguna aplicación arriba se esconden abajo, esperan a que pase el efecto del producto que se haya aplicado y vuelven a salir”, comenta el técnico. 

La combinación de mínima labranza, diversificación de cultivos y cobertura del suelo —componentes básicos de la agricultura de conservación— permite reducir la presencia de malezas y “contribuyen a hacer un manejo agroecológico de la plaga porque disminuyen el impacto ambiental y ayudan a la conservación de los suelos. Hoy en día estamos quitando, pero no regresamos nada a nuestros suelos, así no se pueden obtener buenos resultados y por eso las prácticas de agricultura sustentable ayudan a regenerar los suelos y a hacer un mejor manejo de las plagas”, finaliza Edgar. 

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Desde la agricultura suman esfuerzos para evitar sobreexplotación del acuífero de Apan, en Hidalgo

Productor de Apan, en Hidalgo, México, muestra su parcela donde cultiva cebada con agricultura de conservación. (Foto: Pilar Vázquez Martínez)
Productor de Apan, en Hidalgo, México, muestra su parcela donde cultiva cebada con agricultura de conservación. (Foto: Pilar Vázquez Martínez)

En el año 2016 un acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación de México daba a conocer el resultado de los estudios técnicos de las aguas del acuífero de Apan, en el estado de Hidalgo. De acuerdo con el estudio, la extracción total del acuífero era de 14,8 millones de metros cúbicos anuales, mientras que la recarga que recibía estaba cuantificada en 30,3 millones de metros cúbicos anuales. Hoy, solo seis años después, la extracción ya está cuantificada en el orden de los 30 millones de metros cúbicos anuales, haciendo que la disponibilidad de agua sea cercana a cero y el acuífero se aproxime peligrosamente a niveles que lo harían ser considerado sobreexplotado.

“Nuestro objetivo primordial es contribuir a conservar los mantos acuíferos de la zona y mejorar la calidad de agua que se infiltra. Como en esta zona la agricultura es de temporal, lo que buscamos es ayudar a mejorar la infiltración en cada una de las regiones en las que trabajamos”, comenta María del Pilar Vázquez Martínez, consultora del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) para el proyecto Aguas Firmes en la zona de Apan. 

Aguas Firmes es un proyecto del Grupo Modelo y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ), implementado por el CIMMYT y diversas organizaciones. Su objetivo fundamental es mejorar la sustentabilidad hídrica de los acuíferos de Calera en Zacatecas y Apan en Hidalgo y por ello promueve la agricultura sustentable como uno de sus pilares.

“Somos diferentes colaboradores, algunos están trabajando en temas como reforestación, presas de gavión, de piedra encimada; el caso es ayudar a retener el agua y aprovechar las lluvias. En el caso específico del CIMMYT lo que buscamos es ayudar principalmente a mejorar la estructura del suelo, su calidad y capacidad para infiltrar agua. Al ayudar a que un mayor porcentaje de agua se infiltre contribuimos a la recarga de los mantos acuíferos. Eso es lo que buscamos, ayudar a una mayor captación e infiltración”. 

Apan, en el sur del estado de Hidalgo, posee amplias llanuras y pastizales con un clima templado subhúmedo. Estas características han permitido que la ganadería y la agricultura sean las actividades económicas predominantes. Sin embargo, años de prácticas inadecuadas han contribuido a que los suelos de Apan actualmente sean “muy pobres de materia orgánica, estamos hablando que están todos están por debajo del 1 % de materia orgánica —cuando idealmente debería ser entre 3 y 5 %—, así que se trata de suelos sumamente degradados, con una estructura muy raquítica”, puntualiza Pilar. 

Ante el reto de mejorar suelos que por años han sido objeto de prácticas inadecuadas, el CIMMYT está promoviendo prácticas sustentables con agricultores de los municipios de Apan, Almoloya, Emiliano Zapata, Tepeapulco y Tlanalapa. “Estos son los municipios que directamente inciden en el acuífero. Todos estos productores cultivan cebada y son proveedores directos de Grupo Modelo. Lo primero que les hemos pedido es que nos ayuden integrando el rastrojo, la paja del ciclo anterior, integrarlo a su terreno”. 

Cubrir el suelo con rastrojos es uno de los componentes básicos de la agricultura de conservación, un sistema de producción sustentable que, entre otros beneficios, permite mejorar la calidad del suelo y la retención de humedad. Por esta razón, es el sistema que se promueve entre los productores de Hidalgo que participan en Aguas Firmes.

“Actualmente estamos trabajando con cerca de 40 productores. Con ellos hemos instalado seis módulos de innovación en la zona —parcelas de productores donde se comparan, lado a lado, las prácticas convencionales y las innovaciones sustentables— y diversas áreas de extensión —parcelas donde los productores adoptan las prácticas y tecnologías sustentables validadas—. También realizamos capacitaciones, con ellas estamos beneficiando a más productores que están dentro del área de interés”. 

En este contexto donde la limitada disponibilidad de agua del acuífero de Apan pone en riesgo el desarrollo de actividades productivas, el equilibrio ecológico, la sustentabilidad ambiental y el abastecimiento para los habitantes de la región, proyectos como Aguas Firmes adquieren relevancia. 

¿Quieres saber más de Aguas Firmes? Aguas Firmes es una cooperación de desarrollo que forma parte del programa develoPPP entre la cervecera líder AB InBev a través de Grupo Modelo y la Cooperación Alemana para el Desarrollo Sustentable (GIZ) GmbH, quien lo implementa por encargo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ). Visita el sitio web para más información: https://www.aguasfirmesgrupomodelo.com/es

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Se presenta alternativa agroecológica para disminuir uso de plaguicidas

Autoridades de instituciones públicas e investigadores durante la rueda de prensa sobre manejo fitosanitario sustentable del maíz en México. (Foto: Carolina Cortez/CIMMYT)
Autoridades de instituciones públicas e investigadores durante la rueda de prensa sobre manejo fitosanitario sustentable del maíz en México. (Foto: Carolina Cortez/CIMMYT)

Víctor Villalobos Arámbula, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, anunció este 20 de diciembre un nuevo desarrollo biotecnológico basado en feromonas de confusión sexual para manejo de plagas, el cual constituye una alternativa fundamentada científicamente para que los agricultores transiten hacia esquemas sostenibles y económicamente viables, ampliando así las opciones de manejo fitosanitario sustentable del cultivo del maíz en México.

En rueda de prensa, en Ahome, Sinaloa, el titular de Agricultura señaló que hoy 24 mil hectáreas en todo el país ya están siendo trabajadas con esta innovación biotecnológica que fue validada gracias a un proyecto piloto en el que participaron la empresa de innovación agroecológica PROVIVI, el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA).

“Cada vez es más costoso y difícil producir. Esto nos ha llevado a explorar alternativas. Una feromona sintetizada que pudiera estar al alcance de todos los productores es una oportunidad que teníamos que explorar. Con PROVIVI, CIMMYT, INIFAP y SENASICA se hizo un experimento en Chiapas y resultó muy exitoso. Este esquema de control del gusano cogollero se suma ahora a la estrategia nacional de manejo integrado de plagas y enfermedades para reducir el costo de producción, pero, sobre todo, el costo ambiental”, señaló el titular de Agricultura.

Durante su intervención, Frances Arnold, Premio Nobel de Química 2018 y cofundadora de PROVIVI, mencionó que “hace años inhibir el apareamiento del gusano cogollero era solo una idea”, entre otros aspectos, porque se trataba de una tecnología costosa, de manera que “nadie pensó que las feromonas podrían ser útiles para un cultivo como el maíz a un costo accesible para los agricultores”, logro que hoy es tangible con los dispensadores de feromonas de confusión sexual que esta firma ha validado y promovido de la mano de centros de investigación como el CIMMYT y el INIFAP. 

El gusano cogollero es la principal plaga del maíz en México y llega a causar pérdidas económicas en el rendimiento superiores al 50 % si no es controlado de manera oportuna. Para su manejo, es muy común el uso de insecticidas que impactan negativamente en los agroecosistemas y repercuten en la economía de los productores, de ahí la relevancia de esta nueva alternativa agroecológica con la que los productores participantes en el piloto han manifestado que han logrado reducir hasta en 95 % la incidencia de la plaga y minimizar significativamente el número de aplicaciones, además, sin afectar fauna benéfica y con menor requerimiento de trabajo físico para su instalación.

En el evento, en el que también estuvieron presentes Bram Govaerts —director general del CIMMYT—, Jaime Montes Salas —secretario de Agricultura y Ganadería de Sinaloa y presidente de la Asociación Mexicana Secretarios de Desarrollo Agropecuario (AMSDA)—, Serapio Vargas Ramírez —diputado por Culiacán y presidente del Sistema Producto Maíz—, Santiago Arguello Campos —coordinador general de Agricultura— y autoridades del INIFAP y SENASICA, se enfatizó en que esta alternativa agroecológica es complementaria a prácticas como la agricultura de conservación, el uso de semillas certificadas, el uso de organismos benéficos, entre otras.

En este sentido, se destacó el papel de diversos programas federales dirigidos al campo y de iniciativas como Cultivos para México que, desde hace años, promueve prácticas y tecnologías que contribuyen a hacer un manejo agroecológico de plagas, permitiendo además la operación de las plataformas de investigación y módulos de innovación en donde ha sido posible desarrollar y validar las tecnologías más apropiadas para cada tipo de agricultor y sistema de producción. En este caso particular, con énfasis en la sanidad vegetal, el medioambiente y la salud de quienes producen los alimentos y de quienes los consumen.

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El CIMMYT impulsa la mecanización climáticamente inteligente en África

Investigadores de centros CGIAR durante un taller de mecanización a escala adecuada en el marco de la iniciativa Excelencia en Agronomía. (Foto: CIMMYT)
Investigadores de centros CGIAR durante un taller de mecanización a escala adecuada en el marco de la iniciativa Excelencia en Agronomía. (Foto: CIMMYT)

¿Puede la mecanización favorecer la intensificación agrícola de una forma sostenible y facilitar además su adaptación a las nuevas condiciones impuestas por el cambio climático? Dentro de los enfoques existentes, la mecanización climáticamente inteligente destaca por ser una herramienta para lograr una agricultura adaptada al clima.

La mecanización climáticamente inteligente se puede definir como el despliegue de tecnologías de mecanización que permite mitigar el cambio climático, adaptarse a él y contribuir a la seguridad alimentaria.

Con respecto a la mitigación, esta se refiere a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y a la mejora de la eficiencia en el uso de los recursos. La adaptación, por su parte, se centra en las tecnologías que permiten a los agricultores responder adecuadamente a los eventos climáticos cada vez más impredecibles y, en lo que respecta a la seguridad alimentaria, se trata de enfocarse en promover tecnologías que conduzcan a una mayor productividad y a la reducción de las pérdidas de alimentos.

A partir de este enfoque sobre el potencial de una mecanización agrícola pertinente, un equipo de investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) desarrolló recientemente un taller sobre mecanización a escala adecuada dirigido a personal de diversos centros de investigación del CGIAR en Madagascar, Etiopía, Zimbabue y Kenia.

En el marco del proyecto global Excelencia en Agronomía —una nueva iniciativa del CGIAR—, los investigadores del CIMMYT condujeron a los participantes hacia una reflexión sobre las implicaciones y alcances de una mecanización climáticamente inteligente, sus componentes y cómo estos se vinculan con otras prácticas y tecnologías de agricultura sustentable orientada al clima, así como los contextos en que se usa o debería ser usada la maquinaria. 

Identificar y seleccionar la maquinaria apropiada para condiciones de cultivo específicas con el fin de ayudar a mitigar y adaptarse al cambio climático —y su impacto en los calendarios de cultivo y uso en sistemas de producción adaptables— implica considerar que mecanizar el campo va más allá de usar una máquina específica en una parcela a fin de secuestrar carbono o seleccionar tractores de bajo consumo de combustible.

“Durante todo el ciclo de producción existen oportunidades para mecanizar el trabajo que permite mayor precisión, mayor eficiencia y facilita la implementación de prácticas mejoradas y operaciones oportunas. La maquinaria climáticamente inteligente puede ir más allá de la aplicabilidad de la operación de campo directa y, al contemplar la posibilidad de incorporar equipo más allá de la maquinaria agrícola —como estaciones meteorológicas, microdosificadores y equipos poscosecha—, sugiere la noción de inteligencia en la generación y el uso de datos para una mejor toma de decisiones”, señalan los especialistas.

Entre los resultados del taller, que está sentando las bases para futuras acciones del CGIAR y sus centros de investigación en el continente africano, destaca la identificación de problemas de mecanización que pueden ser abordados a través de una amplia gama de enfoques y actividades: desde la creación de prototipos, la investigación adaptativa en campo, la puesta a prueba de modelos comerciales y la creación de comunidades de práctica.

A partir de este ejercicio se pudo identificar además la necesidad de desarrollar una serie de productos o herramientas de conocimiento esenciales que permitirían revisar el potencial de soluciones mecanizables para casos específicos y sustentar la creación de prototipos, así como la validación y escalamiento de dichas soluciones de forma conjunta con los productores, los proveedores de servicios y otros actores involucrados con los que se podría innovar, organizar y transformar la mecanización agrícola en África. #ExcellenceInAgronomy #ExcelenciaEnAgronomía

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2022, un recuento de logros y desafíos

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: homenaje a Sanjaya Rajaram / Participación del CIMMYT en Congreso organizado por el Gobierno de México / Evento en torno a Agricultura para la Paz / Talleres de AgriLAC en Guatemala y Honduras. (Fotos: CIMMYT)
De izquierda a derecha y de arriba a abajo: homenaje a Sanjaya Rajaram / Participación del CIMMYT en Congreso organizado por el Gobierno de México / Evento en torno a Agricultura para la Paz / Talleres de AgriLAC en Guatemala y Honduras. (Fotos: CIMMYT)

Para la comunidad del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), y para todos aquellos involucrados en el ámbito de la seguridad alimentaria en general, 2022 ha sido un año muy dinámico en muchos sentidos.

El 17 de febrero el CIMMYT compartía con la comunidad internacional la triste noticia de la muerte del doctor Sanjaya Rajaram, científico mexicano que ganó el Premio Mundial de la Alimentación en 2014 por el impacto global de sus investigaciones que le brindaron a la humanidad más de 480 variedades mejoradas de trigo.

Solo unos días después, el 24 de febrero, la desconcertante noticia de un nuevo episodio bélico en la historia de la humanidad —esta vez entre Rusia y Ucrania— estremecía al mundo. Los investigadores del CIMMYT entonces advertían sobre el impacto de la guerra en la seguridad alimentaria de millones de personas. 

Rusia y Ucrania son grandes países productores y exportadores de trigo que, de acuerdo con el Instituto Internacional de Investigación de Política Alimentaria (IFPRI), abastecen cerca de 34 % del trigo que se comercia a nivel internacional. Las disrupciones a la cadena de abasto global de trigo que esta guerra posiblemente provocará en los próximos meses tendrá graves consecuencias para las 2 mil 500 millones de personas en todo el mundo que dependen del trigo para su seguridad alimentaria”, anunciaba Bram Govaerts, director general del CIMMYT.

Aunque los escenarios de conflicto no son en ninguna medida deseables, este en particular hizo evidente la pertinencia de iniciativas como Agricultura para la Paz —impulsada por el Centro Nobel de la Paz, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Embajada de México en Noruega, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el CIMMYT y diversos colaboradores—, surgida a raíz de la conmemoración del 50 Aniversario del Premio Nobel de la Paz otorgado en 1970 al doctor Norman Borlaug, uno de los fundadores del CIMMYT,  por su trabajos de mejoramiento de trigo que permitieron salvar a millones de personas de la hambruna alrededor del mundo.

En el marco de esta iniciativa, el 28 de abril los secretarios de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos, e investigadores del CIMMYT rindieron tributo a Sanjaya Rajaram en la estación experimental del CIMMYT en Toluca, Estado de México, que ahora lleva el nombre de este importante científico mexicano.

Allí, en Toluca, el titular de Agricultura aseguró que, así como en su momento Norman Borlaug y Sanjaya Rajaram trabajaron para combatir el hambre a nivel mundial, el papel del CIMMYT para construir una paz duradera basada en la seguridad alimentaria mundial se reflejaba en iniciativas como Cultivos para México, proyecto con más de una década en operación que cuenta con la colaboración de más de 100 aliados nacionales e internacionales y con impacto positivo en más de un millón de hectáreas y 300 mil productores.

En este sentido, de particular relevancia fue el anuncio que a inicios de diciembre hizo Bram Govaerts durante una de las reuniones del Consejo Directivo del CIMMYT: “Gracias al apoyo del Gobierno de los Estados Unidos, la metodología de Cultivos para México estará siendo difundida e implementada en Malawi, Tanzania y Zambia, en el sur de África; y también en Sudán. El objetivo de los proyectos que liderará el CIMMYT en ese continente es acelerar, de forma inclusiva, la innovación y fortalecer los sistemas de semillas para generar maíz tolerante a la sequía y leguminosas mejoradas”.

Finalmente, en un año donde la paz promovida desde las parcelas ha adquirido relevancia internacional, destacan las primeras acciones para la instalación formal de los primeros cuatro Innova Hubs —modelo de innovación agrícola que se ha desarrollado con iniciativas como Cultivos para México— en Guatemala y Honduras, a fin de transformar, mediante la iniciativa AgriLAC Resiliente, los sistemas agroalimentarios en América Latina y el Caribe, aumentando la resiliencia, los servicios ecosistémicos y la competitividad de estos sistemas de la región y, al mismo tiempo, contribuir en la mitigación de fenómenos como el cambio climático y la migración. 

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El suelo, aliado en la lucha contra el cambio climático

Muestreo de suelo para la evaluación de stocks de carbono en las zonas de cultivo de papa del distrito de Chugay, en La Libertad, Perú. (Foto: David Ramírez)
Muestreo de suelo para la evaluación de stocks de carbono en las zonas de cultivo de papa del distrito de Chugay, en La Libertad, Perú. (Foto: David Ramírez)

Para alimentarse, la humanidad depende de los suelos; sin embargo, 52 % de la tierra utilizada para cultivar alimentos está moderada o severamente degradada, lo cual disminuye la capacidad del suelo para cumplir con importantes funciones ecosistémicas, como la regulación del clima. 

En un contexto donde se estima que la agricultura es responsable del 39 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, un grupo de investigadores de centros de investigación internacionales, pertenecientes al sistema CGIAR, están recopilando evidencia para identificar las mejores prácticas agronómicas que lleven a los suelos agrícolas a transformarse en una solución, en un lugar de un problema. 

Efectivamente, el suelo es un gran aliado en la lucha contra el cambio climático, pero la pregunta es, ¿cómo se pueden reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) —uno de los principales gases de efecto invernadero que contribuye al calentamiento global— y aumentar al mismo tiempo la captura de carbono desde los suelos agrícolas? 

El término “captura de carbono” implica la eliminación del CO2 de la atmósfera —que es donde tiene las mayores implicaciones negativas— y su almacenamiento en biomasa, en forma de vegetación, en el océano y ambientes terrestres, incluidos los suelos agrícolas. El contenido de carbono en los suelos agrícolas “depende de los factores relacionados con su formación, pero puede modificarse por los cambios en su manejo”, señala Nele Verhulst, líder de investigación en sistemas de cultivos para América Latina del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), uno de los centros de investigación del CGIAR. 

“En conjunto con la Universidad de Stanford (Estados Unidos), el CIMMYT desarrolla el proyecto Terradot para impulsar la adopción de sistemas de producción, con base en agricultura de conservación, que pueden aumentar los niveles de carbono orgánico del suelo, mejorando así su calidad y apoyando en la mitigación del cambio climático”, menciona Simon Fonteyne, líder del proyecto en el CIMMYT.

En el marco de este nuevo proyecto que en México se está desarrollando en el estado de Chiapas, recientemente —en la semana del 14 al 28 de octubre— se realizaron muestreos de suelo en las plataformas de investigación del Hub Chiapas del CIMMYT, ubicadas en los municipios de Villa Corzo, Venustiano Carranza y San Andrés Larráinzar. 

 “Las plataformas de Villa Corzo y Venustiano Carranza se encuentran en regiones con terrenos planos y mecanizados, mientras que en Larráinzar se siembra en zona de laderas, con el sistema de Milpa Intercalada con Árboles Frutales. Al representar las condiciones contrastantes de los sistemas de producción del estado, estas plataformas nos pueden ayudar a entender que prácticas capturan más carbono, y por eso estamos desarrollando investigación en ellas, determinando el contenido de materia orgánica, carbón orgánico del suelo y su densidad”, comenta Abel Saldivia Tejeda, uno de los investigadores del CIMMYT que participa en el proyecto.

“La estrategia es aumentar el contenido de carbono en el suelo, mejorar su distribución y estabilidad, encapsulándolo dentro de agregados estables para que esté protegido de los procesos microbianos por un largo tiempo. Por esta razón estamos midiendo el carbono en el suelo para ver si las prácticas sustentables pueden ayudar a captar carbono en las parcelas y así disminuir emisiones”, continua Saldivia. 

Paralelamente, en Perú, también se está midiendo el carbono en el suelo para identificar las prácticas agronómicas más adecuadas para su captura. Los trabajos iniciaron en 2020 y, a la fecha, ya se ha recolectado información sobre el manejo agronómico y la productividad de 500 productores de papa gracias al proyecto global Excelencia en Agronomía, una nueva iniciativa del CGIAR en América Latina en la que participan el Centro Internacional de la Papa (CIP) con la colaboración de pequeños productores del distrito de Chugay —provincia de Sánchez Carrión, La Libertad— y la ONG «Asociación Pataz».

Para recabar los datos en la zona andina se adaptó la bitácora agronómica e-Agrology del CIMMYT al cultivo de papa: “Los polígonos pertenecientes a las parcelas de los agricultores están definidos en e-Agrology, creando una oportunidad para entrenar imágenes basadas en la teledetección con campos de papas bajo diferentes afecciones de estrés, etapas fenológicas, variedades, manejos y rotaciones. Los algoritmos entrenados pueden permitir la detección de otras áreas y rotaciones de papa, dando la oportunidad de una cartografía de alta resolución del sistema de cultivo en la zona”, puntualiza David Ramírez, investigador del CIP que participa en este proyecto. 

La degradación de los suelos, el aumento de las plagas y enfermedades y la incertidumbre e intensidad de los fenómenos climáticos extremos están provocando que los agricultores andinos experimenten importantes reducciones en el rendimiento de sus cultivos. Muchos se ven obligados a utilizar fertilizantes inorgánicos y a aplicar frecuente e intensamente insecticidas y pesticidas para asegurar la producción. Aunque esto garantiza los rendimientos, implica emisiones indirectas de gases de efecto invernadero, aumentando la huella de carbono y, a su vez, reduciendo la capacidad del suelo para capturarlo.

Debido a este escenario, es necesario explorar técnicas agronómicas con potencial de mitigación del cambio climático, orientadas a incrementar la materia orgánica del suelo y reducir las emisiones indirectas de carbono a la atmósfera: “El suelo andino contiene altos stocks de carbono en el suelo; sin embargo, hay una falta de evidencia sistemática sobre la evaluación de estas reservas bajo las prácticas agronómicas actuales y del potencial de mitigación del cambio climático de los pequeños agricultores andinos”, señala Ramírez. 

“La medición del stock de carbono en el suelo asociada a las diferentes rotaciones de cultivos de las áreas paperas, unida al mapeo de alta resolución basado en imágenes satelitales, creará una oportunidad para evaluar y simular escenarios de captura de carbono en la zona. Todo esto también construirá evidencia para futuros esquemas de compensación en los mercados de carbono a futuro para los pequeños agricultores”, comenta el investigador. 

Así, tanto en México como en Perú, investigadores y agricultores buscan soluciones para hacer del suelo el mejor aliado en la lucha contra el cambio climático, adoptando y evaluando prácticas sustentables para contribuir a incrementar la productividad y la calidad de la producción no solo para los productores de estos países, sino para millones de pequeños hogares agrícolas en diversas partes del mundo. #SoilHealthMonitoring

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La importancia de los diagnósticos de parcela

Elaboración de trabajo de infiltración y dureza del suelo. (Foto: Octaviano Pavón)
Elaboración de trabajo de infiltración y dureza del suelo. (Foto: Octaviano Pavón)

“Cuando un agricultor decide implementar prácticas sustentables en su parcela para disminuir sus costos de producción, mejorar sus suelos o la calidad de su producción, es importante realizar un diagnóstico integral del productor y su sistema de producción para que las acciones que se tomen estén a la medida de sus necesidades”, comenta Octaviano Pavón Osorio, quien forma parte del equipo técnico de Cultivando un México Mejor. 

Cultivando un México Mejor es un proyecto de HEINEKEN México y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). Se trata de esfuerzo conjunto por garantizar la gestión sostenible del agua desde la agricultura, particularmente en el cultivo de cebada. En este sentido, especialistas en agricultura sustentable, como Octaviano, brindan acompañamiento técnico constante a los productores participantes.

Además de conocer la superficie real disponible de una parcela, la maquinaria o herramientas agrícolas con las que se cuentan, la producción promedio, el mercado o la utilización de ciertas tecnologías que podrían ayudarle al productor a llegar a la sustentabilidad, Octaviano menciona que el diagnóstico del lote o parcela y el diagnóstico del suelo y agua son fundamentales para asesorar adecuada y oportunamente a los productores. 

 “El diagnóstico de parcela es la parte más importante para el inicio de una producción agrícola sustentable. El potencial productivo de la parcela implica conocer la disponibilidad de suelo y agua, pero también el comportamiento de estos recursos en la parcela. En este punto es importante conocer aspectos como el microrelieve del terreno, el drenaje o el sentido de riego o entrada de agua si lo que se busca es agilizar la entrada y salida del líquido sin erosionar el suelo”. 

Con respecto al mantenimiento de la parcela y la fertilidad del suelo, el técnico comenta que en el marco del proyecto han impulsado el desarrollo de obras de conservación de suelos y agua, principalmente estableciendo curvas a nivel —las cuales permiten retener el agua de lluvia y facilitan la infiltración— y fomentando la realización de diagnósticos de suelo, pruebas de dureza, de infiltración y diagnósticos de agua, particularmente útiles para optimizar el uso del líquido o su utilización adecuada en la nutrición de los cultivos y en el uso correcto de los insumos de fertilización.

Ante la necesidad de asegurar que el uso del agua en la agricultura sea más eficiente, productivo y respetuoso con el medioambiente, proyectos como Cultivando un México Mejor contribuyen a trazar el camino en ese rumbo y, por esa razón, el acompañamiento técnico a los productores es fundamental para desarrollar en ellos las capacidades que les permitan apropiarse de las tecnologías adecuadas que contribuyen a un mejor aprovechamiento del líquido.