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Me interesé en ir más allá para comprender el campo

Janeth Bolaños durante actividades de capacitación con productores. (Foto: Janeth Bolaños)
Janeth Bolaños durante actividades de capacitación con productores.

El quehacer científico es un complejo y fascinante sistema que requiere la colaboración de múltiples perfiles académicos y profesionales, así como de instituciones y actores de diversos sectores. La ciencia avanza colectiva y multidisciplinariamente. Así, detrás de cada descubrimiento, de cada avance tecnológico y de cada proyecto de investigación exitoso, hay una estructura que sostiene y hace posible el trabajo científico. En ese entramado, mujeres como Janeth Bolaños Vargas desempeñan un rol crucial que, aunque a menudo pasa desapercibido, es fundamental para el progreso y la diseminación del conocimiento científico.

Janeth es Analista en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT). En Colombia, donde ella se desempeña y desde donde colabora para proyectos como Colombia Agroalimentaria Sostenible y Naturaleza Positiva,  estudió Contaduría Pública y, animada por comprender lo que ocurre y se hace en el campo, decidió iniciar la maestría en Gestión y Desarrollo Rural, la cual está por culminar. “Me interesé en ir más allá para comprender qué hacíamos en el campo, cuáles son las labores culturales del maíz, los ciclos y el impacto de nuestra investigación”, comenta.

Janeth Bolaños y parte del equipo de trabajo con el que promueve innovaciones sustentables entre los productores colombianos.
Janeth Bolaños (esquina superior izquierda) y parte del equipo de trabajo del CIMMYT con el que promueve innovaciones sustentables entre los productores colombianos.

La trayectoria de Janeth es un ejemplo vivo de cómo las disciplinas STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas, por sus siglas en inglés) trascienden los espacios tradicionales de la ciencia, como los laboratorios, y extienden su campo de acción e impacto a la vida de las personas, como los agricultores y los técnicos con quienes Janeth impulsa constantes acciones de desarrollo de capacidades, trazando y facilitando los caminos para que el conocimiento científico llegue a la sociedad.

Para Janeth, el camino de su trayectoria profesional estuvo iluminado por mujeres de su entorno: “Mis modelos a seguir los he encontrado en las mujeres de mi familia, como mi madre. También mis maestras del colegio y recuerdo una entrevista a Rigoberta Menchú. Su liderazgo en defensa de los pueblos indígenas y de la mujer en la sociedad me inspiró profundamente”.

“En mi trabajo actual, me inspiro en mujeres poderosas que han construido su carrera con determinación. Entre ellas Gabriela González, administradora de Proyectos y quien es una mujer con gran habilidad de liderazgo; también Jessica González, coordinadora de Investigación, quien con gran destreza transmite a las mujeres en los territorios que somos fuerza, somos cultura y somos valiosas”.

Janeth Bolaños en una sesión;on de capacitación; on en poscosecha comparte el conocimiento científico con los productores.
Janeth Bolaños en una sesión;on de capacitación; on en poscosecha comparte el conocimiento científico con los productores.

Su experiencia también refleja los desafíos de muchas mujeres que combinan trabajo, estudios y vida familiar. Así, en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, Janeth tiene un mensaje claro: «Crean en sí mismas, en su potencial y en esa voz interior que las impulsa. La curiosidad y el deseo de aprender son la base de cualquier carrera científica o tecnológica. Sigan sus sueños con acciones perseverantes y, si algún día sienten que quieren rendirse, dense el tiempo para hacer una pausa, reflexionar y retomar el camino. Cuídense, valoren su entorno y busquen apoyo en personas que las inspiren y fortalezcan».

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Vocaciones científicas que transforman el futuro alimentario de la humanidad

María Luisa Cabrera en el laboratorio donde desarrolla su quehacer científico dentro del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT).
María Luisa Cabrera en el laboratorio donde desarrolla su quehacer científico dentro del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT).

El avance de la ciencia y la tecnología depende de la diversidad de talentos que contribuyen a su desarrollo. Sin embargo, en áreas como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), la participación femenina continúa siendo reducida. En México, solo el 22 % de las mujeres matriculadas en educación superior estudian carreras STEM y, según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), solo el 13.5 % egresa.

Esta situación presenta tanto desafíos como oportunidades. La ciencia, particularmente en sectores esenciales como la seguridad alimentaria y la nutrición, requiere una mayor presencia de mujeres que impulsen cambios significativos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha destacado la urgencia de integrar a más investigadoras en el ámbito de las ciencias agrícolas con el fin de acelerar innovaciones que mejoren la producción y el bienestar de las comunidades rurales.

Un ejemplo del impacto transformador de las mujeres en la ciencia es María Luisa Cabrera Soto. Desde su infancia, Luisa se sintió inspirada por mujeres científicas que aparecían en los medios de comunicación, lo que la motivó a soñar con trabajar en un laboratorio. “Esas mujeres fueron mi referencia, mi fuente de inspiración. Me visualicé a mí misma y dije: «Quiero trabajar en un laboratorio»”. No obstante, su camino no fue sencillo. Proveniente de una familia con expectativas centradas en roles tradicionales de género,  enfrentó resistencia a su deseo de dedicarse a la ciencia.

El primer obstáculo que encontró fue la negativa rotunda de su familia. “Provengo de una familia con seis mujeres y una figura patriarcal. Escuchar frases como «no estás capacitada para estudiar algo tan complejo como la ciencia o las matemáticas», representó la primera barrera que debí superar”, relata.

“Tuve que romper con esos estigmas familiares, con esas tradiciones y decirme a mí misma: «Soy capaz de estudiar lo que me motiva, lo que me gusta y apasiona, que es la ciencia». «Ser mujer no me limita a realizar exclusivamente actividades domésticas»”.

Hoy, la niña que soñó trabajar en un laboratorio forma parte del equipo de investigación del CIMMYT y, como asistente de investigación, su trabajo en el área de cromatografía —procedimiento que permite separar, identificar y cuantificar los componentes químicos de diversas mezclas— permite evaluar la calidad nutricional de diversos cultivos, principalmente el maíz. Su labor tiene un impacto directo en la alimentación y la salud de diversas poblaciones, así como en la actividad de los productores agrícolas.

La historia de María Luisa se ha convertido en un referente para sus hermanas, quienes también han incursionado en el mundo de la ciencia, demostrando que una decisión personal puede transformar generaciones. “Rompí ese paradigma en mi familia y, afortunadamente, mis cuatro hermanas menores, también optaron por la ciencia. Fue un cambio que derribó una gran barrera en mi hogar”.

A través de su quehacer científico, Luisa y otras investigadoras del CIMMYT contribuyen significativamente a la mejora de las condiciones humanas en un sector donde las mujeres desempeñan un papel fundamental en la producción y seguridad alimentaria, desde el campo hasta el laboratorio.

El escaso porcentaje de mujeres en carreras STEM en México y a nivel mundial, no solo representa un problema de equidad, sino también un obstáculo para el desarrollo de soluciones innovadoras en sectores clave. De acuerdo con la UNESCO, solo el 33.3 % de los investigadores en el mundo son mujeres. En este sentido, el mensaje de Luisa para las niñas y jóvenes de México es claro: «Sigan sus sueños, cuestionen el mundo y no permitan que su curiosidad y entusiasmo se apaguen por ideologías sociales o tradiciones familiares. Cada vez somos más mujeres en este ámbito y debemos apoyarnos mutuamente».

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Legumbres, aliadas de la alimentación y del suelo

Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)
Productor de Candelaria, Campeche, muestra su cosecha de frijol mungo, generada a partir de semilla proporcionada a través de la red de innovación que impulsa el CIMMYT. (Foto: Fernando Morales Garcilazo / CIMMYT)

Desde tiempos prehispánicos, el frijol ha sido un pilar de la dieta y la cultura agrícola en México. Sin embargo, en años recientes, el país ha experimentado un aumento en las importaciones de esta leguminosa, alcanzando en 2023 un volumen histórico de aproximadamente 313 mil toneladas (INEGI, 2023). Este crecimiento de las importaciones se debe, entre otros factores, a las sequías que han propiciado la disminución de la producción en los estados tradicionalmente productores.

Aunque en México el frijol es la leguminosa por excelencia, no es la única que se cultiva. Actualmente, hay una gran diversidad de opciones disponibles para que las familias agricultoras elijan de acuerdo con sus necesidades y preferencias. Estas opciones incluyen cultivos como el frijol mungo (Vigna radiata), dólicos (Dolichos lablab), gandules (Cajanus cajan), cacahuates, entre otros.

La inclusión de leguminosas en los sistemas de producción representa además una estrategia clave para fortalecer la seguridad alimentaria y mejorar la salud del suelo. Investigaciones desarrolladas en las plataformas de investigación que impulsan el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) y sus colaboradores han demostrado que el uso de estas especies contribuye significativamente a la fertilidad del suelo, reduciendo la necesidad de fertilizantes sintéticos y, por lo tanto, los costos de producción. 

Las leguminosas tienen una característica agronómica excepcional: en simbiosis con bacterias del género Rhizobium, pueden fijar nitrógeno atmosférico y convertirlo en una forma utilizable por las plantas. Este proceso reduce la dependencia de fertilizantes nitrogenados, cuyo uso excesivo puede degradar los suelos y generar impactos ambientales negativos. Además, la rotación y asociación de cultivos con leguminosas mejora la calidad del suelo, la disponibilidad de nutrientes y ayuda a controlar plagas de manera natural.

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A través de la red de plataformas de investigación del CIMMYT y sus colaboradores que están estratégicamente distribuidas en gran parte del territorio nacional, cada ciclo productivo se suma evidencia de la ventaja de incorporar las leguminosas a los sistemas productivos. En la plataforma de Tlaltizapán, Morelos, durante el ciclo primavera-verano 2023, por ejemplo, la combinación de camas permanentes, rotación con leguminosas (dólicos) y el mantenimiento del 100% de los residuos del cultivo permitió mayores rendimientos, efecto que ha sido observado especialmente en condiciones de sequía prolongada.

En la plataforma de San Miguel Tlacamama, también en Oaxaca y en el mismo ciclo productivo, la cobertura proporcionada por las leguminosas (en sistemas asociados de maíz-frijol) ayudó a reducir costos en el control de arvenses, beneficiando a los agricultores con un ahorro significativo.

Por su parte, en Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha reportado beneficios consistentes, por lo que esta tecnología ahora forma parte del Menú de tecnologías validadas – Maíz y frijol en Chiapas que recientemente publicó el CIMMYT. En este documento se señala que en la plataforma de Comitán (ciclo primavera-verano 2022) las asociaciones maíz-canavalia y maíz-dólicos mejoraron significativamente la biomasa y la producción de grano de maíz. Estos resultados son relevantes considerando que en esta región de Chiapas el rendimiento promedio de maíz es muy bajo (de apenas 1.5 toneladas por hectárea —t/ha—) debido, sobre todo, a la pérdida de materia orgánica.

De igual manera, en la plataforma de Ocosingo, Chiapas, la diversificación de cultivos con leguminosas ha demostrado ser una estrategia efectiva para mejorar la eficiencia en el uso del suelo. La asociación de maíz con frijol mungo, dólicos, gandules y cacahuates ha permitido cosechas adicionales, con el beneficio extra de que las leguminosas ayudan a reducir plagas en el maíz mediante la diversificación funcional (atracción de insectos benéficos y/o como cultivo trampa). 

Las legumbres, que son las semillas que se cosechan de las leguminosas, han acompañado al ser humano desde la prehistoria, no solo como alimentos emblemáticos (como el frijol para México o el garbanzo para las culturas mediterráneas), sino como aliadas en la sostenibilidad de los sistemas productivos. Su capacidad para ayudar a regenerar el suelo, reducir el uso de insumos sintéticos y diversificar las fuentes de ingreso de los agricultores las convierten en una pieza clave para la seguridad alimentaria del futuro.

Cada 10 de febrero el mundo celebra el Día Mundial de las Legumbres, recordándonos su importancia en la nutrición y la agricultura sostenible. En México, donde el frijol es un símbolo de identidad y tradición, es fundamental fortalecer la producción de esta y otras leguminosas a través de prácticas agronómicas más sustentables. Con el respaldo de plataformas de investigación como las aquí referidas esta tarea es posible.

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Fertilidad Integral para el Altiplano Cebadero

Toma de muestras de suelo en el Altiplano. (Foto: CIMMYT)
Toma de muestras de suelo en el Altiplano. (Foto: CIMMYT)

La fertilidad del suelo es un factor clave para la productividad agrícola y la sostenibilidad del campo. En el Altiplano cebadero, una región fundamental para la producción de cebada, Grupo Modelo y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) han desarrollado un mapeo de fertilidad sin precedentes, cuyo objetivo es generar estrategias agrícolas mejor fundamentadas y adecuadas a las condiciones específicas del suelo.

«Este es el primer mapeo de la zona con la mayor cantidad de puntos de muestreo y, hasta ahora, el mapeo de fertilidad con mayor cobertura o alcance desarrollado por parte de la iniciativa privada a nivel nacional«, señala Francisco López Olguín, coordinador técnico del Hub Valles Altos del CIMMYT.

La estrategia, financiada por Grupo Modelo en el marco del proyecto Aguas Firmes —el cual contribuye a la recarga del acuífero de Apan, en Hidalgo—, inició en 2024 y ha logrado establecer alrededor de 800 puntos de muestreo en cuatro estados clave para la producción de cebada: Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y el Estado de México. Estos puntos están distribuidos en 29 municipios seleccionados por su relevancia en la producción cebadera y porque la transición hacia una agricultura sustentable en ese perímetro tiene el potencial de contribuir a la recarga y preservación del acuífero de Apan, principal recurso hídrico para la agricultura de esa zona.

Puntos de muestreo para la estrategia de fertilidad impulsada por Grupo Modelo y el CIMMYT. (Imagen: Laboratorio de SIG-CIMMYT)
Puntos de muestreo para la estrategia de fertilidad impulsada por Grupo Modelo y el CIMMYT. (Imagen: Laboratorio de SIG-CIMMYT)

«Para lograr esto, generamos una estrategia y metodología en conjunto con Grupo Modelo, obteniendo los permisos y autorizaciones necesarias para la toma de muestras. Parte del proceso incluyó el contacto con ayuntamientos y comisarías ejidales, quienes facilitaron las autorizaciones y la información a los productores», explica López.

La recolección de muestras fue realizada por un laboratorio especializado en análisis agrícola. Para garantizar la representatividad del mapeo, se diseñó una malla de muestreo a una escala que permitió que la distribución de los puntos fuera homogénea en un territorio caracterizado por su heterogeneidad.

El CIMMYT jugó un papel clave en la gestión del muestreo y en el procesamiento y análisis de la información obtenida. Una vez que el laboratorio generó los resultados, el equipo de fertilidad y la unidad de Sistemas de Información Geográfica (GIS, por sus siglas en inglés) del CIMMYT analizaron los datos y elaboraron 21 mapas con 17 parámetros diferentes, abarcando propiedades físicas y químicas del suelo.

La finalidad de estos mapas es proporcionar recomendaciones agronómicas útiles para los productores de la región. «El gran reto es que cada productor requiere un análisis específico de su suelo, lo cual representaría una inversión considerable. Sin embargo, con esta metodología de distribución de puntos, hemos logrado generar recomendaciones regionales y municipales que pueden adaptarse a cada contexto particular», destaca López.

Los mapas permiten clasificar la disponibilidad de nutrientes en cinco categorías: muy bajo, bajo, medio, alto y muy alto. Esta información facilita la toma de decisiones para mejorar la fertilidad del suelo bajo principios agronómicos clave como la fuente correcta, la dosis adecuada, el momento oportuno y el lugar preciso. Estos factores determinan cuán eficientemente los cultivos pueden absorber nutrientes esenciales como nitrógeno, fósforo y potasio.

Además de su utilidad para los productores, estos mapas abren una gran oportunidad para la capacitación de técnicos y agricultores en el manejo de la fertilidad del suelo. Asimismo, representan una herramienta clave para los proveedores de fertilizantes, permitiendo que las mezclas físicas de nutrientes sean formuladas de manera más precisa y adaptada a las necesidades reales del suelo y los cultivos.

El mapeo de fertilidad del Altiplano es una muestra del impacto que puede tener la ciencia aplicada en la agricultura. Con una base de información detallada y estrategias de manejo sustentable, esta iniciativa contribuye a mejorar la productividad del campo y a fortalecer la agricultura sustentable en la región.

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Innovaciones poscosecha, un puente entre México y Benín

Sylvanus Odjo, especialista en poscosecha del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)
Sylvanus Odjo, especialista en poscosecha del CIMMYT. (Foto: Francisco Alarcón / CIMMYT)

Benín es un país de África Occidental con población de más de 13 millones de habitantes y una economía fuertemente vinculada a la agricultura, donde el maíz es uno de los cultivos más importantes. A pesar de su riqueza agrícola, Benín enfrenta desafíos en la poscosecha de este cultivo, con altas pérdidas de granos debido a métodos convencionales de almacenamiento y la presencia de plagas.

A más de 10 mil kilómetros de este país africano, específicamente en Texcoco, Estado de México, un científico beninés estudia, valida y promueve tecnologías poscosecha que hoy benefician a miles de personas en todo el mundo. Se trata de Sylvanus Odjo, especialista en poscosecha del CIMMYT.

Uno de los principales enfoques de Sylvanus es la investigación y promoción de tecnologías herméticas de almacenamiento, como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas que han demostrado ser efectivas para reducir pérdidas de granos durante el almacenamiento. Estas innovaciones son cruciales en regiones donde las pérdidas poscosecha, como en las zonas tropicales, pueden alcanzar hasta un 40%, afectando directamente la disponibilidad de alimentos y la economía de los pequeños productores.

La experiencia de Odjo en México ha sido fundamental para adaptar y transferir soluciones efectivas en el Sur-Sureste de México, pero también en otras latitudes. De hecho, se mantiene en constante actividad con la comunidad científica internacional, incluyendo la de su país natal. Recientemente, por ejemplo, participó en un estudio sobre métodos de almacenamiento de maíz en Benín, identificando oportunidades para la difusión de soluciones poscosecha que mejoren la calidad de vida de las comunidades locales.

De acuerdo con la investigación, en Benín, la mayoría de los agricultores almacenan su maíz en graneros cuyas características estructurales y métodos de conservación influyen en la magnitud de las pérdidas. Al analizar la diversidad y eficiencia de estos graneros en cinco zonas agroecológicas del país, se identificaron seis tipos principales, hechos de materiales vegetales o arcilla. “Los resultados mostraron que los métodos de almacenamiento varían según la región y el grupo étnico, y que los graneros en el sur del país son más propensos a las pérdidas que los del norte. Además, factores como el nivel educativo de los agricultores y el tipo de conservación empleado inciden en la cantidad de grano perdido”, señala el documento.

Ante este panorama, reducir las pérdidas poscosecha en Benín es clave para garantizar la seguridad alimentaria y disminuir la dependencia de importaciones. La falta de acceso a innovaciones en almacenamiento agrava el problema, por lo que la implementación de tecnologías herméticas y la mejora de la infraestructura de almacenamiento pueden ser soluciones viables para minimizar las pérdidas y mejorar los medios de vida de las comunidades rurales.

«Las pérdidas de granos durante la poscosecha son un desafío mundial y los productores, ya sea que estén en el Sur de México o en el centro de Benín, enfrentan desafíos similares. Nuestra labor implicar implica encontrar soluciones adaptadas a cada contexto; pero lo bueno es que podemos aprender de las experiencias de ambos lados para mitigar las pérdidas poscosecha; lo que permite aportar valiosas ideas sobre las mejores prácticas y las estrategias de éxito que se puede adaptar en otros contextos», enfatiza Sylvanus.

Sylvanus Odjo, formado académicamente en Benín y Bélgica, llegó a México en 2017, uniéndose al equipo del CIMMYT como investigador postdoctoral y, actualmente, impulsa y coordina investigación en poscosecha tanto en México, como en Centroamérica y África, trabajando con decenas de colaboradores para llenar brechas de investigación y proporcionar recomendaciones clave a agricultores, el sector privado, gobiernos y ONG.

El CIMMYT, como organismo de investigación científica internacional, desempeña un papel esencial en la promoción de la investigación colaborativa en beneficio de toda la humanidad. A través de especialistas como Sylvanus Odjo, se fortalecen los lazos entre sociedades, demostrando que la innovación agrícola y la cooperación global son fundamentales para enfrentar los desafíos de la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible.

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Colombia avanza hacia un agro más sostenible con la metodología del Hub

Investigadores del CIMMYT dialogando con técnicos y productores colombianos. (Foto: Colombia Agroalimentaria Sostenible)
Investigadores del CIMMYT dialogan con técnicos y productores colombianos. (Foto: Colombia Agroalimentaria Sostenible)

En Colombia, el camino hacia una agricultura más sostenible y resiliente está tomando un impulso sin precedentes. Gracias a la implementación del proyecto Colombia Agroalimentaria Sostenible, diversas instituciones nacionales e internacionales colaboran para fortalecer la seguridad alimentaria y la productividad agrícola a través de innovaciones tecnológicas y modelos de gestión del conocimiento. Entre estas colaboraciones destaca la metodología del Hub, un modelo de gestión de la innovación desarrollado en México por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), en conjunto con diversos actores, y el cual ya está siendo replicado con éxito en Guatemala, Honduras y diversos países de África.

El proyecto, coordinado por la Alianza Bioversity & CIAT, cuenta con 18 socios estratégicos para su ejecución, de los cuales Agrosavia, CIMMYT y Fenalce aportan en el sistema productivo de maíz al objetivo de transformar el sector agroalimentario colombiano mediante la adopción de tecnologías agrícolas sustentables y el fortalecimiento de las redes de colaboración entre productores, investigadores y otros actores clave. 

Para ello, se han identificado regiones piloto donde se implementa la metodología del Hub, promoviendo el intercambio de conocimientos, la validación de prácticas innovadoras y el fortalecimiento de capacidades.

En julio de 2024, por ejemplo, se llevaron a cabo reuniones de articulación del proyecto y recorridos de campo en las principales regiones productoras de maíz de Colombia: el Norte del Valle del Cauca, Tolima y Córdoba. Durante estas visitas, equipos de la Alianza Bioversity & CIAT, AGROSAVIA, Fenalce y el CIMMYT evaluaron las condiciones de producción, identificaron fortalezas y áreas de oportunidad, y diseñaron estrategias para la consolidación de los territorios de innovación.

Uno de los resultados más significativos de estas evaluaciones fue la definición de un plan de capacitación para productores, investigadores y técnicos. Este plan, que ya ha dado sus primeros pasos, busca dotar a los actores locales de herramientas para mejorar el rendimiento del cultivo de maíz mediante prácticas agronómicas sustentables, el manejo de plagas y la conservación de semillas.

Así, en noviembre se desarrollaron tres talleres en distintas regiones del país. Los dos primeros se realizaron en La Unión, Valle del Cauca, y en Montería, Córdoba, con el objetivo de identificar y vincular a los actores clave dentro del sistema productivo del maíz. El tercero, llevado a cabo en la Vereda Nueva Platanera, Tierralta, Córdoba, estuvo enfocado en la producción y conservación de semillas para pequeños productores.

A partir de estos eventos se realizó un mapeo de actores con el fin de analizar las interacciones dentro de la red productiva del maíz. Este ejercicio permitió evaluar el grado de innovación adoptado por los agricultores y la influencia de distintos actores, como técnicos, empresas, universidades e instituciones gubernamentales, en la diseminación del conocimiento y la adopción de tecnologías sustentables.

Los resultados de estos talleres han sido alentadores. Hasta la fecha, se han capacitado 220 personas en temáticas clave como el manejo de plagas (particularmente de Dalbulus maydis que ha representado un serio problema recientemente), la producción y conservación de semillas, y estrategias de adaptación al cambio climático. Además, el mapeo de actores ha facilitado la identificación de oportunidades para fortalecer las redes de colaboración y promover la adopción de innovaciones en el sistema productivo.

Uno de los aprendizajes clave ha sido la importancia del monitoreo constante en la implementación de estrategias de manejo sustentable. Los participantes de los talleres han destacado la necesidad de generar espacios de capacitación desde las etapas iniciales del cultivo, incluyendo la preparación de los lotes para siembra, a fin de maximizar los beneficios de las prácticas sostenibles.

El enfoque del Hub, que ha demostrado ser un modelo eficaz en México y otros países, está logrando avances significativos en Colombia. Al conectar a los actores de la cadena de valor del maíz, facilitar la generación y socialización del conocimiento, e impulsar la innovación desde el nivel local, esta metodología representa una solución integral para enfrentar los desafíos de la agricultura en el país.

Con el trabajo coordinado de instituciones, productores y científicos, Colombia está sentando las bases para un sector agroalimentario más resiliente y competitivo. La experiencia del CIMMYT en la implementación de la metodología del Hub en diferentes regiones del mundo es una muestra de cómo la ciencia, la innovación y la colaboración pueden transformar el futuro de la agricultura colombiana.

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Reparar, una opción para extender la vida útil de las bolsas herméticas

El técnico Omar Francisco Sánchez en un módulo poscosecha en el municipio de Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)
El técnico Omar Francisco Sánchez en un módulo poscosecha en el municipio de Pochutla, Oaxaca, México. (Foto: CIMMYT)

Imagina por un momento que, después de un intenso año de trabajo durante el cual has podido ahorrar una buena cantidad de dinero, pierdes cerca de la mitad de esos recursos logrados con tanto esfuerzo. Esta es la realidad de muchas familias agricultoras mexicanas que se enfrentan a las pérdidas poscosecha causadas, mayoritariamente, por plagas de almacén —como el gorgojo del maíz (Sitophilus zeamais) y el gorgojo del frijol (Zabrotes subfasciatus)—, causantes de pérdidas poscosecha que en zonas con clima cálido alcanzan hasta 40 %.

Las tecnologías herméticas poscosecha, como los silos metálicos herméticos y las bolsas plásticas herméticas han sido promovidas como soluciones sostenibles y libres de químicos debido a su alta efectividad. Sin embargo, su adopción enfrenta retos como costos y durabilidad.

Para evaluar la viabilidad de reutilizar bolsas herméticas para prolongar su vida útil, reducir costos e impacto ambiental, un equipo de investigadores del CIMMYT comparó la eficacia de bolsas plásticas herméticas, bolsas de plástico de ensilaje y bolsas de polipropileno en la reducción de pérdidas de almacenamiento en maíz y frijol, evaluando cuatro ciclos sucesivos.

En su intento por escapar y respirar, los insectos perforan las bolsas. En este estudio, las bolsas se repararon con cinta gris adhesiva para ductos cuando fueron perforadas por insectos para evaluar el efecto sobre la pérdida de granos al  reutilizar bolsas plásticas herméticas durante ciclos de almacenamiento consecutivos. Se recopilaron datos sobre el número de agujeros por bolsa, el contenido de humedad, el daño de los insectos y la pérdida de peso de los granos antes y después de cada ciclo de almacenamiento.

“La bolsa de plástico de ensilaje fue la más afectada y tuvo que cambiarse después del segundo ciclo de almacenamiento. Las bolsas de polipropileno mostraron graves daños por insectos, alcanzando el 15.6 % durante el segundo ciclo de almacenamiento, mientras que las bolsas herméticas de distintas marcas demostraron mantener el daño por insectos por debajo del 5 %, incluso tras ser reparadas con cinta adhesiva”, señala el artículo de investigación, enfatizando que la reutilización de bolsas herméticas, además de minimizar costos, reduce el impacto ambiental, consolidándose como una tecnología eficiente para agricultores de pequeña escala.

“El estudio confirmó que las bolsas plásticas herméticas son más efectivas que las bolsas de polipropileno para minimizar las pérdidas por plagas en granos almacenados. Incluso tras perforaciones, donde las reparaciones con cinta gris adhesiva para ductos permitieron mantener su funcionalidad por al menos cuatro ciclos consecutivos”, enfatiza el equipo de investigadores.

Estas son buenas noticias para los agricultores de pequeña escala y de autoconsumo, ya que la reutilización de bolsas herméticas reduce su costo unitario y, además, la huella ambiental, por lo que capacitar a agricultores en el secado, limpieza y reparación de bolsas herméticas es clave para maximizar su vida útil.

Será muy importante que se desarrolle nueva investigación enfocada en “desarrollar bolsas herméticas biodegradables y esquemas de reciclaje. También se recomienda extender los estudios a condiciones con alta infestación previa y almacenamiento prolongado”, finaliza el equipo de investigadores del CIMMYT, recalcando que las bolsas herméticas son una solución viable, económica y sostenible para pequeños agricultores en México.

Te invitamos a leer el estudio completo en: https://doi.org/10.1016/j.jspr.2024.102480

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De aprendiz a maestro

Hilario Bolio durante el taller de fabricación de silos. (Foto: Jesús López)
Hilario Bolio durante el taller de fabricación de silos. (Foto: Jesús López)

En una comunidad de la Península de Yucatán, el sonido del martilleo y el zumbido de soldaduras marcan el compás del cambio. Hilario Bolio, un herrero de Tzucacab, Yucatán, se ha convertido en un referente de la seguridad alimentaria y el uso de tecnologías sustentables gracias a su participación en una red de herreros impulsada por el CIMMYT y potenciada por iniciativas como Seguridad alimentaria y nutricional para comunidades rurales del Estado de Quintana Roo, proyecto de la Agencia de Seguridad Alimentaria de Quintana Roo (ASAQROO) y el CIMMYT.

Recientemente, Hilario participó como capacitador en un taller para la fabricación de silos metálicos herméticos, una tecnología que permite reducir significativamente las pérdidas poscosecha, mismas que llegan a ser de hasta el 40 % en lugares cálidos, afectando seriamente la disponibilidad de alimentos para las familias.

Así, con la intención de mejorar la seguridad alimentaria de las familias productoras, este curso tuvo como objetivo formar a una nueva generación de herreros comprometidos con el bienestar de sus comunidades. “La capacitación en tecnologías herméticas no solo garantiza granos más sanos y seguros, sino que también reduce el uso de pesticidas como el fosfuro de aluminio, protegiendo así la salud de las familias agricultoras”, explicó Jesús López Gómez, especialista del CIMMYT quien también participó como capacitador en el taller.

La historia de Hilario Bolio y las tecnologías herméticas poscosecha comenzó hace varios años, cuando participó en su primer curso sobre fabricación de silos en la sede global del CIMMYT en Texcoco, Estado de México. En aquel momento, era uno de los pocos participantes con un taller de herrería propio, lo que le permitió poner en práctica lo aprendido y consolidar su especialización en la fabricación de silos herméticos. Desde entonces, se ha dedicado a perfeccionar su técnica y a compartir su conocimiento con otros herreros, tanto en México, como en el extranjero.

“Domino varios oficios, entre ellos la herrería, por lo cual los silos metálicos herméticos fueron parte de mi catálogo de productos. Aparte de todas mis actividades participo como ponente para facilitar talleres, particularmente para cálculo, trazo, corte y ensamble de silos metálicos herméticos. Por esto, en 2019 facilité en dos talleres. Uno en Yucatán y otro en Laos. Y este año (2024), aquí en Chetumal, Quintana Roo».

«Me siento muy contento de participar en estos talleres que son muy importantes para que otras personas desarrollen sus habilidades y capacidades en la fabricación de estos equipos. Me siento muy afortunado al saber que los granos de maíz son almacenados en equipos que garantizan su conservación, ya que cuentan con la garantía de la hermeticidad y de esta forma se busca garantizar la salud de las familias, por eso me siento contento y agradecido de participar en esta estrategia», comenta Hilario, cuyo taller en Tzucacab es hoy un punto de fabricación y distribución clave de esta tecnología para toda la región.

El reciente curso-taller convocó a herreros de los tres estados de la Península: Yucatán, Campeche y Quintana Roo. Durante tres días, los participantes aprendieron desde los principios teóricos de la tecnología hermética hasta la fabricación práctica de silos, utilizando herramientas básicas que garantizan que el conocimiento adquirido pueda replicarse en comunidades con recursos limitados.

El taller también abordó la importancia de diversificar los servicios que los herreros ofrecen. “Queremos que ellos no solo fabriquen silos, sino que los integren como un producto más en su oferta, ampliando así las posibilidades de sus negocios y fomentando la adopción de esta tecnología en sus comunidades”, agregó Jesús López Gómez.

La actividad culminó con un ejercicio práctico donde cada equipo fabricó su propio silo, bajo la guía experta de Hilario quien, más allá de sus habilidades como herrero, se ha convertido en un líder y mentor gracias a su disposición de compartir el conocimiento. Así, sus esfuerzos por formar a nuevos fabricantes de silos no solo están transformando las cadenas poscosecha en la región, sino que también están inspirando a otros a ser parte del cambio.

“Con este taller esperamos ampliar la red de herreros y la difusión de las tecnologías herméticas poscosecha en beneficio de las comunidades rurales de Quintana Roo”, destacó Alberto Ignacio Perera Medina, Director General de la Agencia de Seguridad Alimentaria del Estado de Quintana Roo (ASAQROO).

Gracias a personas como Hilario y a iniciativas como este taller, se avanza en la consolidación de una red de innovación que impacta directamente en la seguridad alimentaria y el bienestar de las comunidades rurales de México. Este esfuerzo representa un paso importante hacia un futuro donde las soluciones sustentables sean accesibles para todos, desde el campo hasta la mesa.

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Suelos y raíces

Raíces de planta de maíz cultivado con prácticas sustentables en parcela San Andrés Andúa, Oaxaca. (Foto: Fernando M Garcilazo / CIMMYT)
Raíces de planta de maíz cultivado con prácticas sustentables en parcela San Andrés Andúa, Oaxaca. (Foto: Fernando M Garcilazo / CIMMYT)

“No es nada más lo que vemos de la planta, sino también la parte que no vemos, los procesos que ocurren dentro del suelo y una raíz fuerte es un buen indicador de la salud del suelo”, dice el equipo técnico del Hub Pacífico Sur mientras muestran las vigorosas raíces de una planta de maíz en una de las parcelas en donde brindan acompañamiento técnico en San Andrés Andúa, Oaxaca.

“En esta parcela estamos evaluando diferentes tecnologías, entre ellas altas densidades, manejo integral y biológico de enfermedades y plagas y, lo principal, estamos haciendo un mejor manejo del suelo implementando labranza vertical, incorporando rastrojo y haciendo fertilización fraccionada. Además, para mejorar sus propiedades, estamos incorporando microorganismos para contribuir a la disponibilidad de nutrientes. La finalidad es que tengamos un equilibrio que nos permita disminuir el uso de pesticidas y aportar también un grano sano para el consumo”, explican.

Para el equipo del Hub Pacífico Sur, el suelo no es solo un recurso más, sino un legado invaluable. “Nuestro suelo es lo único que podemos tomar como una herencia que nos puede durar muchos años, generaciones, si lo cuidamos bien, si hacemos las prácticas correctas”. Este principio guía las acciones en la parcela demostrativa, donde la medición de las propiedades físicas y químicas del suelo permite ajustar una nutrición balanceada según las etapas de desarrollo de las plantas.

El impacto visual de la parcela, con cultivos robustos y suelos saludables, es también un mensaje poderoso para otros agricultores de la región. “El objetivo es poner parcelas demostrativas, es decir, módulos y áreas de extensión en zonas estratégicas para que los productores de alrededor las vean y también se animen a implementar prácticas sustentables que cuiden el suelo”, añaden.

Las prácticas sostenibles no solo mejoran la fertilidad del suelo, sino que también optimizan el uso del agua, un recurso cada vez más escaso. “Al ir incorporando materia orgánica, al mantener una cobertura de rastrojo, estamos aportando nutrición y estamos también haciendo que el uso del agua sea más eficiente. Estos ciclos hemos tenido poca lluvia y, cuando eso ocurre, pues ahí tenemos guardada el agua gracias al buen manejo del suelo y a la cobertura con rastrojo”, señalan. Esta resiliencia también se manifiesta frente a lluvias intensas: “Si nos llueve demasiado, tenemos un suelo sano con un buen proceso de infiltración que nos permite que el cultivo no tenga problemas de asfixia en las raíces”.

La importancia de las raíces no pasa desapercibida en estas parcelas. De acuerdo con los técnicos, las prácticas convencionales, como el barbecho continuo, pueden limitar su desarrollo debido a la compactación del suelo. “Con la labranza vertical roturamos hasta 60 o 70 centímetros para descompactar y propiciar que las raíces alcancen mayor profundidad porque, cuando se desarrollan más, absorben más y de mejor forma los nutrientes”.

El Hub Pacífico Sur, parte de una red nacional de nodos de innovación impulsada por el CIMMYT y sus colaboradores, es un modelo de innovación que conecta ciencia, tecnología y colaboración para transformar la agricultura. A través de plataformas de investigación, parcelas demostrativas, y el acompañamiento técnico de especialistas, los hubs impulsa la adopción de prácticas agrícolas que generan beneficios económicos, ambientales y sociales.

El productor está contento porque “la relación beneficio-costo con prácticas sustentables es mejor, se gana más, se produce más grano por hectárea y se tiene un mejor suelo”, concluyen los técnicos, destacando el impacto tangible de las prácticas sostenibles. Con ejemplos como este, los hubs se posicionan como impulsores de innovación que inspiran a las comunidades rurales hacia una agricultura más resiliente y sustentable.

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Lanzan primer Boletín Agroclimático para Coahuila

En un esfuerzo conjunto por fortalecer la toma de decisiones en el sector agropecuario de Coahuila, las Oficinas de Representación de la Secretaría de Agricultura en Coahuila y Región Lagunera, en coordinación con el Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de Desarrollo Rural estatal, el apoyo de la Secretaría de Agricultura federal, del Servicio Meteorológico Nacional de la CONAGUA y del CIMMYT, se instaló la Primera Mesa Técnica Agroclimática del estado de Coahuila.

Los resultados de la mesa se exponen en el primer boletín agroclimático del estado, el cual ofrece información clave sobre las condiciones climáticas esperadas y recomendaciones para los agricultores coahuilenses.

El boletín, correspondiente al periodo de noviembre de 2024 a enero de 2025, incluye pronóstico del clima, mismo que señala que, en general, se espera menos lluvia y temperaturas más elevadas que el promedio de 1991 a 2020 en la mayor parte del territorio.

El boletín señala que es importante que los productores adopten prácticas de conservación de suelos, como la cobertura del suelo conrastrojos, ya que brindan una mayor retención de agua en el suelo. Para los cultivos agrícolas del ciclo otoño-invierno, menciona el documento, toma gran relevancia el uso eficiente del agua en todos los procesos de desarrollo del cultivo porque altas temperaturas y poca agua son condiciones que propician agostaderos secos, constituyéndose en un riesgo de incendios de pastizales, zonas arbustivas y bosques.

Con respecto a los aspectos fitosanitarios, el boletín menciona que inviernos con poco frío, como el que se pronostica para este ciclo productivo otoño-invierno 2024-2025, pueden ocasionar “estrés térmico” que provoca la disminución de rendimiento en los cereales; así mismo las temperaturas arriba de lo normal favorecen el desarrollo de plagas y enfermedades.

“En el estado de Coahuila, con temperaturas más cálidas se presentan poblaciones de pulgón verde de los cereales (Schizaphis graminum) durante el desarrollo vegetativo de la planta, amacollamiento e incluso durante el espigamiento. Se debe tener en cuenta que con temperaturas mayores a los 10°C este organismo puede aumentar su reproducción, por lo que son recomendables los muestreos para hacer el control y/o combate de manera oportuna”, señala el boletín.

Haciendo énfasis en estos y otros aspectos relevantes para los productores coahuilenses, la Mesa Técnica Agroclimática de Coahuila, que incluye a las instituciones mencionadas, es parte de un esfuerzo nacional para promover la adopción de prácticas agrícolas resilientes y sostenibles. Este boletín refuerza así las capacidades locales y permiten a los agricultores enfrentar los desafíos actuales con mayor preparación.

DA CLIC EN LA IMAGEN PARA DESCARGAR EL BOLETÍN.

Boletín Agroclimático de Coahuila, Noviembre 2024-enero 2025
Boletín Agroclimático de Coahuila, Noviembre 2024-enero 2025